sábado, 28 de febrero de 2015

Periodismo de holograma

Los sesenteros somos de naturaleza analógica. Nada de lo que es normal para los niños que han nacido en este siglo existía en nuestra infancia. Ni Google, ni internet, ni los móviles, ni televisión, ni siquiera los ordenadores. Nos comunicábamos a viva voz y nos divertíamos a base de mucho palique, mucho correr y hazañas de este tipo. Algunos nos hemos reciclado en la medida en que hemos podido pero por naturaleza somos analógicos.
Cuando yo era pequeña, para hablar por teléfono entre Barcelona y un pueblo de Burgos había que ir a la oficina local de Telefónica, que era la única empresa de telefonía que había y además era nacionalizada, pedir una conferencia, la compañía mandaba aviso de conferencia y fijaba una hora para la comunicación que luego se producía siempre con una hora de demora por lo menos, a voces en el locutorio y con múltiples interrupciones. “Le pongo su conferencia con Barcelona en la cabina 1”, decía la señora que colocaba las clavijas. Y allí que ibas tú a gritar al teléfono y a todos los presentes.
Con esos antecedentes, comprenderéis que las tecnologías avanzadas tengan para mí un componente de emoción que no tienen para la Pubilla y sus amigos, que son nativos digitales. Cuando me da por pensar miro al interruptor de la luz, que das un pellizco en la pared y se encienden las bombillas, y me digo que cuántos acabaron en la hoguera por mucho menos. Y no digo nada de la telefonía móvil, que ni siquiera tienes la explicación del cordón. Aquí las palabras van por el aire y el aparato las coge al vuelo, como a las moscas. En ocasión para mí memorable que pude establecer comunicación con el colega desde mitad del Atlántico Sur –satélite mediante- con las costas africanas en lontananza, se me saltaron las lágrimas de emoción. Creía estar siendo testigo de un milagro. Tecnológico, pero milagro.
Uno de los sectores donde más se ha notado el cambio ha sido en el de la comunicación. La radio, la televisión, la prensa escrita de hace treinta años nos parece ahora antediluviana. Hasta que empezó el proceso de digitalización tú escribías tu texto, lo titulabas y se lo dabas al maquetador y allá él. A veces te venía, con mucho cuidado de no molestar, para que cortaras algo porque no entraba. Que no cabe, decía. Y tú lo hacías a regañadientes y le echabas una mirada de perdonavidas al “maqueta”. Luego, era éste el que te daba ya marcado el espacio y no había discusión posible. Si tenías dos columnas tenías que dejarte de florituras y buscar un titular que cupiera. Lo llamábamos “la dictadura del maquetariado”.   
Así que hoy, cuando he visto esa rueda de prensa en la que de un lado hay una panda de periodistas y de otro los hologramas de Hugh Jackman y el director de su última película me he acordado de los locutorios de Telefónica –la CTNE- y de los tiempos analógicos. Se veía venir, me he dicho. Te organizan una cosa que llaman rueda de prensa pero que no se admiten preguntas y sigues yendo una y otra vez, aceptas que el presidente del gobierno se aparezca en plasma y sigues llamándolo información en vez de propaganda, te prestas a hacer espectáculo en vez de debate y sigues diciendo que es periodismo. Tenía que pasar.
Y no es que me parezca mal, no. Me gusta el invento. Como que voy a ver si me echo a la cara el holograma de Rajoy y le pregunto si ya sabe a cuánto asciende todo eso que él dice haber perdido por dedicarse a la política en vez de a su Registro de la Propiedad de Santa Pola. Y ya puesta, a ver si me cruzo con el holograma de Zapatero y le voy a recordar aquello que nos dijo un día de que iba a empezar a recortar “cueste lo que cueste y me cueste lo que me cueste”, a ver si me explica cuánto le ha costado a él haber seguido las órdenes de la superioridad financiera competente y de frau Merkel, porque lo que ha costado a los españoles ya lo sé.
En fin, esto del periodismo de holograma no ha hecho más que empezar y puede dar mucho de sí. O de no.  

viernes, 27 de febrero de 2015

Enfermedades raras: piel de mariposa

Que venga bien. Ese es el deseo de toda madre que espera un hijo. Que venga bien significa que nazca sano, que esté completo: el primer gesto de toda madre es contar los dedos del recién nacido. Que venga bien.
Pero a veces ocurre que las cosas se tuercen de fábrica y la criatura viene al mundo con una enfermedad que, por lo común, los médicos se apresuran a diagnosticar y a tratar, que no en balde España tiene –o tenía- una de las mejores asistencias sanitarias públicas, universales y gratuitas. Y a veces también sucede que la criatura nace con una enfermedad rara. Rara se llama a una enfermedad poco frecuente, con una incidencia de menos de 5 por cada 10.000 habitantes. Y en esos casos, los médicos a veces diagnostican pronto y otras no, pero difícilmente tratan. No porque los médicos no sean capaces sino porque no hay tratamiento o lo hay pero es muy caro.
Conviene no perder de vista que los medicamentos, por lo general, se fabrican en los laboratorios propiedad de empresas privadas y que las empresas privadas tienen como finalidad obtener beneficio económico, no hacer caridad, como se encargan de repetir tantas veces como se presenta ocasión. Los medicamentos se obtienen, tras larga y frecuentemente costosa investigación, con el objetivo de obtener un rendimiento. De una enfermedad de baja incidencia, rara, no cabe esperar mucho beneficio, ergo, tampoco mucha investigación.
Pero no es sólo medicina lo que se requiere en muchas de estas enfermedades infrecuentes, también asistencia especializada, cuidados personales, atención individualizada. Y ahí están las familias, solas, obligadas a buscar solución por su cuenta. La sanidad pública cubre un porcentaje mínimo de estos tratamientos atípicos y menos en tiempos de recortes.
La Organización Mundial de la Salud calcula que existen alrededor de 7.000 enfermedades raras, que afectan al 7% de la población mundial. En España, unos tres millones de personas sufren enfermedades poco frecuentes. Y, si bien no hay edad adecuada para el sufrimiento, parece que éste es doblemente injusto cuando afecta a los niños.
La piel de mariposa (epidermólisis bullosa) es una enfermedad genética de la piel que afecta a bebés. Hasta el momento es incurable y de por vida. Son los niños de cristal o niños mariposa. En España hay un millar de familias que afrontan cada día los mil problemas que comporta tener un hijo enfermo de este mal. Con ayudas mínimas y, en todo caso, insuficientes. Para paliar en lo posible estas carencias se constituyó en 1993 la Asociación Piel de Mariposa Debra.
La he descubierto recientemente de manera muy casual. Bajábamos por la calle Embajadores un domingo de Rastro y nos encontramos a un joven que plantaba pequeñas plantas en los alcorques de los árboles de esta calle. Como cerca hay una floristería pensamos que era una forma de publicidad pero resultó que no. El chico nos explicó que una vecina le había dado unas plantitas que le sobraban y pensó que estaría bien utilizarlas para mejorar el entorno; con esas y con otras que compró apañó unos alcorques y luego le fueron dando más. Él había acondicionado la tierra y ahí estaba, ampliando el radio de acción.
¿Es nieta suya esa niña?, nos preguntó, señalando a una niña que miraba, cerca de nosotros. No lo era pero daba igual. La invitamos a acercarse y a colaborar en la plantación. Y así nos fuimos juntando un pequeño grupo. ¿Y tú por qué haces esto?, le pregunté. No, yo estoy en la tienda de La piel de mariposa, dijo, señalando un local próximo, y creo que todos deberíamos colaborar para adecentar un poco esto. 
Total, que nos acercamos a la tienda pensando aún que se trataba de un comercio de ropa y complementos, tal es lo que parecía el escaparate. Nos sorprendieron los precios, inusualmente baratos. Y es que todo lo que allí se vende ha sido donado, a veces nuevo y otras de segunda mano, y lo que se obtiene se destina a ayudar a las familias de niños de cristal. Libros, ropa, adornos, bufandas, bisutería, hay de todo.
La tienda está en el número 37 de la calle Embajadores pero no es la única, si clicas aquí encontrarás más información. El 28 de febrero es el Día de las Enfermedades Raras. No estamos libres de padecer alguna vez un mal de estos y, en todo caso, es una oportunidad de ser solidarios con quienes sí lo padecen. De paso, no es mal día para pensar por qué este gobierno ha cortado radicalmente los fondos dedicados a investigación que, sobre ser una actividad de mayor valor añadido, podría contribuir a rebajar los costes de los tratamientos y a descubrir otros nuevos.

miércoles, 25 de febrero de 2015

El Debate del Estado de la Nación y los leones del Congreso

Ya tengo dicho y reiterado que mi generación se ha alimentado intelectualmente de la política, en ella hemos crecido, de ella hemos hablado, por ella hemos combatido, a ella nos hemos confiado, en fin, los sesenteros somos así.
En consecuencia, a mediodía de ayer me dispuse a seguir el Debate del Estado de la Nación  por tierra, mar y aire, esto es, por la tele, twitter –con la etiqueta #DEN2015- y whatsapp –en tres grupos distintos- sin despegarme del sofá. A estas alturas no creo necesario aclarar que no soy fan de Rajoy y después de lo de ayer, menos. Que hasta para la sesión parlamentaria más importante llegó con retraso.
Pero a medida que el presidente del gobierno fue leyendo su discurso menos entendía de qué estaba hablando. Especialmente cuando lanzó elogios al sistema de caridad y a la ayuda familiar mientras nos echaba en cara que nos paga las pensiones, como si las pensiones fuera algo graciable que sale de su bolsillo y no un derecho por el que los pensionistas hemos cotizado durante toda nuestra vida laboral.
Tanto insistió en elogiar la caridad que en un rapto de mala uva escribí un tuit: “Rajoy desmonta la asistencia a la dependencia y quiere sustituirlo con caridad y voluntariado”. Al instante empezó a pitar desaforadamente twitter. Cientos de retuits y favoritos. O sea, que no soy yo sola.    
Cuando el presidente aseguró que España había superado la crisis sin ahondar en las desigualdades y que ya estamos recuperando el bienestar concluí que Rajoy se había equivocado de país o de cuento. A esos miles de jóvenes que han tenido que salir fuera a buscar un trabajo que aquí no hay, emigrantes forzosos, y a mí misma nos gustaría vivir en ese país imaginario, idílico y de colorines del que hablaba el presidente.
Luego de la pausa para comer, a las 4 en punto estaba pendiente del discurso del aspirante a líder: Pedro Sánchez, el guapito de cara. Todos, él más que nadie, éramos conscientes de que en la sesión de ayer se jugaba el futuro. El ser y el estar. Salió en tromba, pelín nervioso, pero dibujó un país más parecido a la realidad, con más gente que en el de Rajoy. Habló de la España de los derechos, de las libertades y de las oportunidades. Puede haber partido, me dije.
A medida que Sánchez avanzaba en su relato al presidente, en cambio, se le iba cayendo el ojo más y más. Mala señal. El resto ya es sabido. Tuvieron un rifirrafe que concluyó con una orden perentoria: “No vuelva usted aquí a hacer ni a decir nada” y algo que quizá quiso ser descalificación: “Ha sido patético”, pero que describe bien el efecto que la intervención de Sánchez hizo en el ánimo de Rajoy. Porque como es bien sabido, patético, según la RAE, es aquello “que es capaz de mover y agitar el ánimo infundiéndole afectos vehementes, y con particular dolor, tristeza o melancolía”.
Me hubiera gustado oir en directo al otro guapito de cara del Congreso y asimismo aspirante a liderar los restos del naufragio de Izquierda Unida: Alberto Garzón. Un tipo con buen discurso, buenas ideas y buena cabeza, sorprendido en un momento histórico con visos de tragedia griega. Me hubiera gustado, digo, pero he quedado con amigas de una asociación de mujeres con la que, modestamente, también pretendemos arreglar el mundo.
Mientras mantenemos nuestra reunión en el Café Comercial finaliza la primera sesión del Debate en el Congreso. También nosotras hemos hecho un repaso a la situación en Madrid y en el país. Mejor les iría a unos y otros si nos hicieran más caso a las chicas, pienso. Incluso a las sesenteras.
Así que no voy a dar más la barrila con el DEN2015 ni hablar del Candy Crush de Celia Villalobos. Si queréis saber más, echad un ojo aquí al relato que publica hoy el joven Manuel Jabois en El País.
Mientras escribo esto, el “todo Madrid” y los leones del Congreso dividen su atención entre el Círculo de Bellas Artes, donde Podemos da respuesta al discurso de ayer de Rajoy, y el Polideportivo de la Fundación ONCE donde Pedro Sánchez presenta a su candidato a la Comunidad de Madrid, Ángel Gabilondo. Ambas intervenciones pueden seguirse en directo vía internet. 
¡Qué viejo y caduco se ha quedado ya el Debate sobre el Estado de la Nación! 

lunes, 23 de febrero de 2015

Patricia Arquette, desigualdades y leyes

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que no es un organismo precisamente de izquierdas, avisó en su último informe de que una de las consecuencias de esta mal llamada crisis –por no decir estafa- era el aumento de las diferencias entre los ricos, que cada vez tienen más, y los pobres, que cada vez tienen menos. Esta brecha creciente se retroalimenta y supone un obstáculo añadido a la ya difícil salida de la crisis. La desigualdad tiene un impacto negativo y significativo en el crecimiento económico a medio plazo. O sea, que es totalmente ineficiente que los ricos sean cada vez más ricos mientras los pobres sean cada vez más y más pobres.
Eso, es términos generales, sin distinción de sexo. Porque si te metes en profundidades, el balance es aún más pesimista. El informe 2014 del Foro Económico Mundial señalaba que en España estaba aumentando la brecha de igualdad mujeres-hombres en materia de sanidad y en oportunidades económicas. En cristiano eso significa que la atención sanitaria a las mujeres es peor que a los hombres –las enfermedades femeninas se investigan menos, por ejemplo- y que, a igual trabajo, los salarios de ellas son menores que los de ellos. Los porcentajes varían según autonomías pero en ninguna la diferencia a favor de los hombres era menor del 20%. Es cierto que tenemos una Ley de Igualdad que combate esa situación pero da igual lo que diga la ley, la realidad es esa.
Sobre leyes, sólo una píldora. Los aficionados del Betis han jaleado a voz en cuello a un jugador del equipo que ha sido denunciado por su ex novia por violencia machista. “No fue tu culpa. Era una puta, lo hiciste bien”, gritaban a Rubén Castro, el acusado. Que en España mueran cada año más de medio centenar de mujeres a manos de sus ex parejas parece que es un dato irrelevante. Que en España haya una ley contra la violencia machista que condena expresamente este tipo de actos parece que tampoco importa. Como, a mayor abundamiento, resulta que la mayoría de clubes tiene deudas con Hacienda, con la Seguridad Social o con ambas, y que en alguno de ellos es frecuente los gritos racistas –también sancionados legalmente- habrá que preguntarse qué más tiene que pasar en el futbol para que la autoridad competente –civil, por supuesto, que hoy es 23F- se dé por aludida y se decida a cerrar un campo o dos o media docena para lo que queda de temporada. El ministro responsable de Igualdad, que es el mismo que el de Sanidad, Alfonso Alonso, y la directora general del Instituto de la Mujer, Carmen Plaza, aún no han abierto la boca. El de Cultura, José Ignacio Wert, que es responsable del futbol, ni está ni se le espera.
Andaba yo dándole vueltas a estas cosas cuando sale Patricia Arquette a recoger su oscar y hete aquí que se suelta un discurso recordando “a todas las mujeres que han dado a luz, que pagan sus impuestos y que son ciudadanas de esta nación” que “hemos luchado por los derechos de todos los demás. Ya es hora de que tengamos de una vez por todas el mismo salario (que los hombres) y los mismos derechos para las mujeres en Estados Unidos de América. Ya es hora de que todas las mujeres de América y todos los hombres que aman a las mujeres, y la gente gay, y toda la gente de color por la que hemos luchado luchen ahora por nosotras”.
Cambiad América por España y ahí estamos.  

lunes, 16 de febrero de 2015

La Fuente de Apolo y el Salón del Prado

¿Qué distingue a una ciudad de otra? ¿Qué nos enamora del lugar que vivimos o visitamos? Cada ciudad tiene su secreto y su encanto pero en ello mucho tiene que ver la ornamentación, esos detalles que hacen hermoso un entorno: una perspectiva arquitectónica –caso de San Petersburgo y la perspectiva Nevski-; un edificio icónico –la Torre Eiffel y París-; un catálogo de arte al aire libre –Florencia, Roma-; un emplazamiento original –Venecia- o privilegiado: es el caso de Tánger, Lisboa, Estambul… ¿Cuál es el encanto secreto de Madrid? Esa es la pregunta que me hago a diario, cuando me pateo sus calles, unas amplias y despejadas y otras estrechas, esquinadas y, frecuentemente, sucias. ¿Qué tiene esta ciudad que suscita tantos amores, que acoge a cualquiera que llega y le hace madrileño de adopción sin distinción de origen?
Madrid es una ciudad muy paseable, cualquiera puede recorrerla a pie a poco aficionado que sea a caminar. De la calle Preciados se dice que es la que soporta la mayor densidad de tráfico peatonal de Europa. Esa arteria de toda ciudad que se precie a la que los vecinos acuden para ver y a ser vistos, para encontrarse con los amigos: las Ramblas de Barcelona, el Espolón de Burgos, la calle Isilla en Aranda… Eso que con algo de mala baba se conoce como el tontódromo.
En el siglo XIX y hasta el primer tercio del siglo XX el tontódromo madrileño iba de Cibeles a Atocha y el espacio se conocía como el Salón del Prado. En ese tramo orlado de edificios señoriales y árboles antiguos se paseaban los señores en sus coches de caballos y quienes aspiraban a formar parte de la buena sociedad, con la esperanza de encontrarse con amigos o hacer nuevas relaciones.
El Salón del Prado es el actual Paseo del mismo nombre, que toma de la pinacoteca que se alza junto a la Plaza de Neptuno –cuyo nombre real es Plaza de Cánovas del Castillo-. Los vetustos carruajes han sido sustituidos por coches de muchos caballos que irrumpen en sus vías en una y otra dirección a impulsos semafóricos. El trazado forma parte del paseo del arte: el que va del Museo Thyssen al Reina Sofía, pasando por el del Prado. Un repaso a la historia de la pintura universal y uno de los paseos más agradables, amenos y hermosos de los varios que ofrece Madrid.
Pasando por alto los múltiples encantos que ofrece el itinerario –y en este caso es mucho pasar- el paseante que inicia el recorrido en Cibeles se encuentra enseguida con una fuente histórica dedicada al dios Apolo, de las varias que amenizaban el recorrido en el siglo XIX. Se levanta frente al actual Instituto de Crédito Oficial, a la vista del Museo Thyssen, cerca del lugar donde la baronesa de ídem gustaba de encadenarse –como una protagonista de 50 sombras a la inversa- en protesta contra el anterior alcalde de la Villa –Alberto Ruiz Gallardón- que pretendía hacer del Paseo Prado una vía rápida.      
Ruiz Gallardón saltó primero al Ministerio de Justicia y luego al vacío y el proyecto, que pretendía talar árboles varias veces centenarios decayó, afortunadamente. En consecuencia, el paseante encuentra la fuente de Apolo rodeada de frondosos árboles cuya sombra se agradece no poco en los calurosos días del verano local.
La fuente es conocida también como de las Cuatro Estaciones por las esculturas alegóricas que rodean la columna central. Fue diseñada por Ventura Rodríguez y ocupaba el centro del eje formado con Cibeles y Neptuno en la reforma impulsada por Carlos III hacia 1780. La estatua de Apolo, que corona el conjunto, es obra de Alfonso Giraldo quien, al parecer, quiso retratar en el dios al rey Carlos III, conocido como el mejor alcalde de Madrid. Las Cuatro Estaciones son obra de Manuel Álvarez el Griego. El conjunto se concluyó en 1803, reinando Carlos IV.
No de todas las fuentes madrileñas puede decirse lo mismo pero la de Apolo suele tener agua en cualquier época del año, quizá en homenaje a las cuatro estaciones representadas en el monumento. Lo cual, aparte de su propia belleza, es una razón más para visitar este tranquilo rincón del antiguo Salón del Prado.

lunes, 9 de febrero de 2015

Receta para un mundo perfecto: Monedero, Faciani, Aguirre, Bárcenas

Te acuestas con la perplejidad que te deja la entrevista que Jordi Évole ha hecho a la lideresa de PP-Madrid, aquella que llegó a la presidencia de la Comunidad de Madrid mediante una deserción nunca aclarada, el tamayazo, y se fue mediante una dimisión tampoco aclarada del todo, quizá como una retirada estratégica ante lo que se avecinaba. Évole, que es un periodista con buen olfato, se la dejó ir viva: le permitió mentir en lo que dijo sobre recortes presupuestarios en los servicios públicos, cuando podía haber contrastado con datos objetivos, le permitió hablar de ética y decencia, cuando podía haber aludido a la red clientelar desarrollada bajo su mandato, y así sucesivamente. Y le permitió largarse como dama ocupada y ofendida. En fin, una mala noche la tiene cualquiera.
Echas una ojeada a los digitales antes de acostarte y te enteras de que El Confidencial se dispone a publicar los nombres de los españoles incluidos en la lista Falciani. Hervé Falciani es un informático que trabajó en el banco HSBC en Suiza, del que se fue llevándose información sustanciosa referida a la identidad de los clientes que habían depositado su dinero en la entidad y  la forma en que se gestionaban los patrimonios depositados para que quedaran opacos fiscalmente. Falciani puso su información a disposición del gobierno español ya en tiempos de la ministra Elena Salgado, que aprovechó para hacer caja discretamente. Montoro heredó lista y discreción y aquí no pasó nada. El primero en la lista es la familia Botín que, al parecer, no confía del todo en la rentabilidad de su banco y había desviado unos 2.000 millones de euros para ahorrar un poco con lo que no declaraba al fisco español. Conviene recordar que los Botín son accionistas de referencia del primer banco español. Una familia de bien.
Antes de irte a la cama te enteras por El Mundo de que Juan Carlos Monedero acumula 700.000 euros en sus cuentas cuando sus rentas anuales rondan los 50.000 euros. Dos líneas de pensamiento se te ocurren al respecto, la primera es que Monedero es un chico ahorrador, sin duda. La segunda, que alguien está empeñado en difundir información que no debería ser pública pero exclusivamente la que se refiere a Podemos y no a otros políticos. Se me ocurre, al azar, de Javier Arenas, presidente del PP andaluz. Montoro, tan lenguaraz cuando se refiere a los dirigentes de Podemos, mudito como el enano de Blancanieves para todo lo demás.
Cuando te levantas, en la mañana del lunes, la Lista Faciani sigue regurgitando nuevos nombres: ahí está un abogado, Ramón López Vilas, con un amplio curriculum profesional, poseedor de distinciones como la Gran Cruz de San Raimundo de Peñafort o las Cruces de Alfonso X el Sabio, de Isabel la Católica o del Mérito Civil. ¿Del mérito civil?, te preguntas. ¿De qué mérito civil hablamos cuando nos referimos a un defraudador confeso?
El resto de medios convencionales guarda un silencio discreto sobre la susodicha Lista Falciani que te lleva a recordar el encarte publicitario que días atrás uniformó a la mayoría de periódicos españoles pero que, seguramente, no tiene nada que ver, no hay que ser mal pensados. Interviú publica una entrevista con Luis Bárcenas, en libertad provisional, en la que el entrevistado desliza una advertencia a Rajoy y, por extensión, al PP: si no me tratan con respeto, empezaré a largar por esta boquita.
La información sigue proporcionando nuevos datos. Monedero envía a la prensa extracto de sus cuentas que difieren notablemente de lo afirmado por El Mundo. Cabe suponer que el dirigente de Podemos no tardará en demandar al periódico por información falsa.
Tanto trajín mediático te tiene casi agotada. Necesitas un momento de sosiego y ahí está el Código de la Ternura para acudir en tu ayuda. “La receta perfecta para un mundo perfecto es: una pizca de amor, un chorrito de amistad, dos cucharadas de felicidad y una gran dosis de ternura”.
Ahora mismo, no sé si enlazar el mensaje con Monedero, con Montoro, con Falciani, con Bárcenas, con Rajoy, con Aguirre o con Évole. O echarme al monte.

jueves, 5 de febrero de 2015

El chupacharcos de Tito y la belleza

Cada cual tiene sus manías. A mí me gusta empezar el día leyendo las noticias. Saber qué pasa por el mundo. Así que, en cuanto me pongo la pestaña, abro el chino –en cualquiera de sus formatos- y brujuleo por los digitales. Lo normal es que el aparato chorree malas noticias: un avión que se estrella, el Banco Central Europeo que aprieta las clavijas a los países pobres, Merkel en modo Bismark, la socialdemocracia totalmente perdida, la izquierda local a bastonazos entre ellos mismos, un banquero que olvida el latrocinio de los suyos y se pone a impartir lecciones de política o de moral, el capitalismo en todas sus formas blandiendo el látigo negrero…
Pero, en ocasiones, el chino te regala un mensaje o una imagen reconfortante. Hoy ha sido en facebook donde he encontrado la imagen que encabeza esta entrada. Os presento: es Tito Juan Pablo, el último eslabón de una saga de alfareros con alma artista. Los Tito son palabras mayores en Úbeda, pero no sólo allí. Este otoño, la Diputación de Jaén organizó una exposición con las piezas de ese taller que han puesto el punto de época en el cine y en algunas series de televisión.
En la foto, Juan Pablo muestra un peculiar botijo: se conoce como chupacharcos. Al contrario que en los botijos de pitorro, que se llenan al chorro, en éste se llenan por inmersión y se utilizaban para aprovechar el agua de los charcos en tiempo de sequía. La pieza es de una sencilla hermosura. Ésta es de color rojo pero del taller salen también verdes o azules. Podría haberse fotografiado con una paridera: una pieza que facilita el parto natural de pie, con la que se reclama de la perspectiva de género y la autonomía de la mujer. Son piezas de otra época pero a la vez intemporales en su significado: muestran cómo los seres humanos han ido avanzando a lo largo de la historia de la humanidad, por encima de las dificultades y obstáculos.
Los alfareros en general y Tito en particular se afanan por investigar nuevas texturas, colores y formas y por mantener o recuperar las formas tradicionales de manera que no es extraño encontrar en cualquiera de esos talleres, tan alejados del glamour y del concepto shopping, piezas idénticas a las que hallas en museos de mucho fuste. Es la tradición transmitida de generación en generación desde los griegos y los romanos.  Aunque ya he hablado de Tito aquí, si queréis saber más de este taller tradicional podéis echar un ojo a este enlace a partir de la página 12. 
Sin menospreciar lo coyuntural, cuando miro alguna de las piezas de Tito, que conservo como un tesoro, pienso que cuando hayamos olvidado las noticias que ahora nos agobian: la estafa financiera, el chantaje de los bancos, el canibalismo de IU, la inconsistencia del PSOE, la voracidad del PP, el aumento de la desigualdad en la sociedad española, las piezas de Tito seguirán ofreciéndonos esa dosis de belleza sencilla e intemporal que hace la vida un poco más apacible.    

miércoles, 4 de febrero de 2015

A Carl Djerassi, con agradecimiento

Andamos tan enfrascados en el día a día que con frecuencia se nos pasan las cuestiones trascendentes. El último día de enero fallecía Carl Djerassi, uno de los padres de la píldora anticonceptiva. Djerassi tuvo una vida plena de satisfacciones: además de sintetizar el principio químico –la hormona noretisterona- que permitió regular el ciclo menstrual de las mujeres, escribió obras de teatro y noveles y reunió una notable colección de cuadros de Paul Klee, que había donado al Museo de Arte Moderno de San Francisco y al Albertina de Viena, su ciudad natal.
A él y a los científicos que intervinieron en el descubrimiento científico las mujeres les debemos gratitud infinita. En buena medida, ellos nos proporcionaron la libertad más apreciada: la de la maternidad. La píldora anticonceptiva oral combinada, universalmente conocida como la “píldora”, nos permitió decidir de manera autónoma, como una elección estrictamente personal, si queríamos ser madres o no. Y si queríamos serlo, cuándo.
Fue un paso decisivo en la autonomía personal de millones de mujeres en todo el mundo. Se comercializó a mitad de los años 60, con no pocas dificultades. En algunos Estados de la avanzada Norteamérica inicialmente no se dispensaba a mujeres solteras. A España llegó a finales de los sesenta pero sólo a partir de octubre de 1978 pudo adquirirse legalmente como anticonceptivo. Hasta entonces, las mujeres debían contar con la complicidad de los ginecólogos, que la recetaban bajo cualquier excusa, y siempre con receta. La mayoría de los farmacéuticos declararon una guerra santa contra la famosa pastilla y muchos se declararon “objetores de conciencia” en la materia. La casuística de aquellos años da para muchos sainetes.
Tres años antes de que se modificara el artículo 416 del Código Penal para legalizar el uso de la píldora, en 1975 se calculaba que 500.000 españolas la utilizaban para regular su fertilidad, cifra que se duplicaba en un lustro. Había empezado una época de decisiones personales.
Que la tierra acoja y sea leve a Carl Djerassi. Con agradecimiento.

martes, 3 de febrero de 2015

Esto no es lo que parece

En la vida, como en la calle, hay que mirar con atención, observar cuidadosamente y no fiarse sólo de las apariencias. Si, pongamos por caso, el presidente del gobierno lanza una encíclica o un ucase o un edicto o un argumentario o un loquesea de inserción obligatoria urbi et orbi, según el cual no sólo es que España va bien sino que va a ganar directamente el máster chef universal alguien prudente debe entretenerse en desmenuzar el argumento y leer la letra pequeña.
La letra pequeña, en el caso de la marcha triunfal del empleo, la proporciona el Ministerio del ramo, pero hay que molestarse en leer las estadísticas. La letra pequeña indica que no se crea empleo y el que se crea es precario. Conviene saberlo por si se presenta Rajoy en casa a dar las gracias por hacer mangas y capirotes con el país.
Este exordio me ha venido a la mente al pasar por la calle Hortaleza de Madrid, donde aún se refugia el comercio tradicional. En la acera de los pares hay uno cuya razón social llama la atención: “Robustiano Díez Obeso”, reza el letrero. Hay padres irresponsables a la hora de poner nombres a sus hijos, comento al colega. A él, en cambio, le llama la atención el objeto social: “Simientes, semillas, granos y legumbres”. Aquí vendrían a comprar los agricultores, supone el colega. El condicional será porque la Casa fue fundada en 1881, según indica el cartel que, en su función publicitaria añade el lema empresarial: “Un grano fue”. La función informativa del letrero señala que se trata del número 70 de la calle pero que fue “antes 90 y 92”. El letrero y el escaparate son atractivos así que desenfundo la cámara –como los pioneros del oeste el rifle - y me dispongo a fotografiarla. Entonces me percato de que lo único cierto del letrero es el número, el resto es pura fanfarria. La tienda es en realidad una óptica: “Óptica Toscana”, según indican sendos rótulos laterales y un neón en la misma fachada.
Insisto: hay que ir con cuidado porque, como sostienen impasibles los hombres infieles, esto no siempre es lo que parece. 

lunes, 2 de febrero de 2015

Puerta del Sol: Podemos y la Mariblanca

La Puerta del Sol de Madrid tiene algo de patio de vecindad. La presidencia de la Comunidad de Madrid, que es uno de sus vecinos principales, se queja con frecuencia de que aquí se cite todo el que quiere protestar por algo. La ocupación más sonada en el siglo XIX fue la rebelión de los madrileños frente a la francesada y en el XX, cuando el pueblo madrileño salió a la calle el 14 de abril de 1931 para proclamar la República. Más recientemente, el movimiento 15-M hizo suyo este espacio y acampó durante semanas en un grito de libertad que se estudiará en los libros del futuro.
Desde la última acampada han ocurrido unas cuantas cosas. La primera de ellas, la victoria del PP en las urnas. Un resultado arrasador, en el sentido estricto del término. Aquel tsunami, coincidente con la mayor crisis del sistema financiero que ha vivido el país desde el final de la guerra, se está llevando por delante el sistema de bienestar conquistado con tanto esfuerzo por las últimas generaciones. De paso, se está llevando a los partidos alineados a la izquierda y a los sindicatos de clase, que se aplican en cavar su propia tumba.  
La segunda de las novedades es la aparición de un movimiento, igualmente con apariencia de tsunami, denominado Podemos. Diseñado y dirigido por un grupo de profesores de la Facultad de Políticas de la Complutense de Madrid, bien preparados, viajados, listos, con reflejos, con dominio de las redes sociales. Se presentaron públicamente hace un año y en las elecciones al Parlamento Europeo obtuvieron cinco escaños. Poco después se convertían en partido, con sus órganos gestores, sus círculos, sus asambleas conectadas en red. Para el resto de los partidos se han transformado en una amenaza permanente. Incluso antes de que hayan presentado su programa.
El sábado, Podemos convocó a una manifestación entre Cibeles y Sol. El clásico manifestódromo de Madrid, mil veces recorrido. Lo petó. La policía estima que se juntaron 100.000 personas, los organizadores, 300.000, así que lo más probable es que rondaran las 200.000. ¿Qué pretendía la concentración? Nada que no sea decir: miradnos, aquí estamos.
El sábado hacía un día de mil demonios en Madrid, un aire gélido del Guadarrama como encargado a propósito por los enemigos. Ni siquiera eso desalentó a los asistentes, que se apretujaron mirando hacia la Mariblanca, a cuyos pies se había instalado la tribuna de oradores: Juan Carlos Monedero, Iñigo Errejón, Carolina Bescansa, Luis Alegre y Pablo Iglesias, el líder del partido. Hablan de cambios, de sueños, de democracia, de momento histórico. Ese momento histórico que creen vivir los asistentes mientras gritan: Sí, se puede.
Con la Mariblanca hubiera querido yo hablar ese día. Ella, que ha recorrido medio Madrid, en un trajín involuntario, hubiera podido contar que muchos de los que estaban allí son los mismos que han hecho tantas veces el mismo recorrido para manifestarse en defensa de la sanidad pública, de la enseñanza pública, de los servicios públicos, de la igualdad; o en contra del terrorismo, de la guerra de Irak, de la estafa de Bankia-CajaMadrid, de los desahucios, contra los ataques a Palestina, contra la violencia machista… Personas de mediana edad –había muchos, muchos jubilados, muchos más mayores que jóvenes- que lucharon por una sociedad un poco más justa y se niegan a aceptar que la lucha fue inútil. Muchos miles de personas que, en suma, están hartos: de los abusos, de las mentiras, del falso lenguaje, de las falsas mejorías, de las estadísticas mentirosas, de las leyes a favor de los que lo tienen todo, del expolio de lo público, del abismo cada vez mayor que separa a los que tienen demasiado de los que no tienen nada…
La Mariblanca se sorprendería, quizá, del sentido adánico de los discursos: ese volver a empezar una y otra vez, como si nada de lo hecho anteriormente valiera; se sorprendería del tono despectivo de algunas intervenciones hacia los otros, los que no piensan como uno, de nuevo las dos Españas; le parecería extraño, quizá, que se mostraran tan ofendidos porque se les pidan explicaciones los mismos que las reclaman a los demás.
La Mariblanca echaría en falta, quizá, alguna alusión a la moral pública, a los deberes cívicos, al esfuerzo colectivo, a la educación, al respeto al otro. No toda la culpa de lo que nos sucede es de los demás; estaría bien que alguien empezara a decir que para que cambien las cosas tenemos que empezar a cambiar nosotros: combatir la economía sumergida, pagar siempre con IVA, el cuidado y la participación en lo común.
Concluida la concentración, las declaraciones oficiales abundaron en lo ya oído. El PP descalificó a los organizadores, el PSOE siguió a sus cosas, IU se escindía de sí misma… De puertas adentro, IU va camino de una partenogénesis infinita, el PSOE se pregunta qué más puede hacer, sin entender casi nada y el PP hace cuentas y todas le resultan favorables. Parece que nadie quiere entender el mensaje, que el hartazgo está llegando a niveles de no contención. En cuanto a Podemos, le pasa como a Mariblanca –que no se sabe si es Venus, Diana o acaso la Fe-. La de Sol hace su servicio: ocupa una esquina y sirve de descanso a los paseantes pero no deja de ser una copia.  
Y, sin embargo, algo tiene que cambiar. De momento, en Madrid ha empezado a llover, aún no a cántaros, pero todo se andará.