Dominique Strauss Kahn ha celebrado por todo lo alto que la justicia americana haya levantado las cautelas económicas y la limitación de movimientos que le mantenían semi recluido en su casa de Nueva York. No le han exonerado – aún – de los cargos que se le imputan por supuesta agresión sexual a una camarera del hotel donde se alojaba. Quiere decir que se mantiene su condición de acusado.
Todo apunta, dice la prensa, que la acusación se sobreseerá o las partes llegarán a un acuerdo.
¿Por qué?, me pregunto. Porque la acusadora es pobre y el acusado no. Y como tiene medios para hacerlo Strauss Kahn ha puesto a actuar a un ejército de abogados que han puesto bajo lupa la vida entera de la acusada. Y, naturalmente, ha sacado a la luz las contradicciones de una vida normal.
La acusadora, además de pobre, es negra. Mujer, negra y pobre. Tiene todas las de perder.
Se habla ya de conspiraciones, de una vuelta triunfal de Strauss Kahn a la política francesa, de su candidatura a la presidencia francesa.
El político festeja la atenuación de su reclusión ¿Qué es lo que tiene que celebrar una persona a la que sus amigos más fieles consideran un salido?
Incluso si la mujer no fuera un dechado de virtudes ¿Le da derecho a alguien a ejercer violencia sexual?
Me extraña sobremanera la alegría del acusado. Porque nadie, ni él mismo, ha desmentido en ningún momento la existencia de un ataque sexual.
Mujer, negra y pobre en América...significa además analfabeta.
ResponderEliminarMe he quedado en que por lo visto la señora tiene ingresos difíciles de justificar. Aunque algo me huele a podrido, comparto contigo que nadie tiene derecho sobre nadie a ejercer violencia, y menos sexual.
Abrazos