Estamos en el vórtice de la tormenta perfecta, dicen los analistas
políticos y económicos.
Para los millones de personas que carecen de empleo y no tienen
perspectivas de hallarlo en los próximos meses, sin duda lo estamos.
Para los miles de dependientes que confiaban en recibir una atención
digna y profesionalizada y para las miles de mujeres que van a tener que seguir dedicando años de su vida en exclusiva a la atención familiar, lo estamos.
Para los miles de trabajadores de las distintas administraciones públicas
que han visto reducir sus salarios y lo que te rondaré morena, se le parece
mucho.
Corren malos tiempos para la lírica.
Malos tiempos para quienes todavía muy jóvenes apostamos por el
socialismo como forma de gobierno porque trataba de ordenar decentemente la
riqueza.
Lo creímos durante años. Y durante años tratamos de cerrar los ojos a la corrupción,
al desvío ideológico, a la ostentación de riqueza, a las habilidades
especuladoras de quienes cada cuatro años se investían a sí mismos con el
disfraz del buen socialista.
Cerramos los ojos a la evidencia de que las agrupaciones locales,
provinciales y federales habían dejado de ser un lugar de discusión y análisis político y se habían convertido en un nido de víboras donde cada
cual trataba de sobrevivir al ataque de los suyos y sonreíamos al oír aquello
de que hay adversarios, enemigos y compañeros de partido.
Pasamos por alto la endeblez de los candidatos sin hacer una crítica
severa a la vacuidad de alguno de los diputados que, supuestamente, nos
representaban y del último presidente de gobierno, elegido con nuestros votos,
incapaz después de ocho años de presidencia de articular un discurso sintácticamente estructurado.
Seguramente, nos cegamos por cobardía. O porque no queríamos admitir que
nos habían engañado. Hasta que llegó un punto en que no fue posible seguir
engañándonos.
Este es el punto. Los resultados de las elecciones locales y autonómicas
fueron un aviso. Los de las legislativas, una conclusión.
No parece que el gobierno haya entendido el mensaje si tenemos en cuenta
que antes de irse ha tomado dos decisiones anti natura: indultó a un banquerocorrupto y ahora acaba de indultar a dos empresarios defraudadores. Puede que
el gobierno tenga compromisos de otra índole que le obliguen a ello pero eso no
es socialismo.
Un artículo de Joan Romero analiza fríamente la situación. Desoladoramente cierta.
Mira, los socialistas se olvidaron de ser socialistas, y muchos obreros también han olvidado que son obreros.
ResponderEliminarY así pasan las mayorías absolutas que pasan.
Culpa de todos.
Pues sí, Tita, seguramente es así pero no vamos a flagelarnos quienes no votamos en contra de nosotros mismos
ResponderEliminarNo se pueden vivir cuarenta años de las rentas de Suresnes. Quizás haya faltado un toque de pragmatismo y haberse amoldado a los nuevos tiempos.
ResponderEliminarY, sobre todo, falta la unidad de la izquierda.
Valdo: no coincido. Creo que si algo ha sobrado ha sido pragmatismo y amoldarse. Ha faltado justo aquello que define a la izquierda.
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