El 16 de mayo de
2011, el grupo Prisa presentaba en el Reina Sofía un programa de encuentros que
había dado en llamar “POR” (Piensa, Opina, Reacciona) a los que había dado
abundante publicidad.
Pero entre la
convocatoria y la inauguración se cruzó el estallido del 15 M, cuando unos
cientos de jóvenes salieron a las calles para gritar su hartura. Aquella noche,
los manifestantes fueron desalojados sin contemplaciones pero el 16 de mayo
tomaron la Puerta del Sol y allí acamparon. Se estrenada un proceso que se
extendió por el mundo entero con los efectos de un reguero de pólvora.
La tarde del 16 M
me pasé por la Puerta del Sol para ver el ambiente y charlar un rato con los
acampados. De allí me fui a la presentación de los Encuentros POR que tenían un
cartel de lujo: Nativel Preciado, José Antonio Marina y Nacho Escolar, con
Iñaki Gabilondo de maestro de ceremonias. La plana mayor de PRISA se citó en el
lugar, orgullosos de su iniciativa. Pero en ese preciso instante el invento se
había quedado anticuado, obsoleto frente al empuje de la calle, tal como loconté aquí mismo.
Lo que siguió es
harto conocido. Los Encuentros POR languidecieron a pesar de los ilustres conferenciantes
y el movimiento 15 M acabó replegándose a otros entornos –los barrios, la
universidad- y multiplicarse en reuniones para dar respuesta a problemas
concretos, como los desahucios.
Jóvenes muy
preparados profesionalmente, técnicos muy cualificados en sus respectivas
especialidades se han mantenido en segundo plano ideando respuestas y salidas a
una sociedad que se ha encapsulado en torno a una casta de privilegiados formada
principalmente por financieros y amparada por políticos del más amplio
espectro.
De ahí, de ese
movimiento, ha salido Podemos y su líder, Pablo Iglesias. Un joven
hipercualificado, como tantos de su generación, que ha puesto sus conocimientos
de política y de comunicación al servicio de una idea. De momento, de una idea.
Gente que habla con palabras inteligibles y que, estos sí, llaman al pan, pan y
al vino, vino. Que señalan dónde están los responsables de la crisis, dónde los
corruptos y quienes los amparan. Que proponen formas distintas de hacer las
cosas, nuevas prioridades, otros valores.
Han pasado apenas
cuatro meses desde que Podemos se organizó como grupo y en las elecciones han
logrado cuatro escaños. Una sorpresa. Un fenómeno. Los partidos tradicionales
se han quedado a cuadros. Tres años menospreciando a los desharrapados del 15M
y resulta que son capaces de plantarse en el Parlamento europeo.
Las reacciones de
unos y otros demuestran una vez más que siguen sin entender nada. El PP repite
su cantinela de que han ganado. Ni una palabra de la corrupción que les corroe
hasta las entrañas. Ni mencionar la insultante riqueza de los suyos y de sus
amigos, los sobresueldos en directo y en diferido, la evasión fiscal organizada
por el partido que sustenta al gobierno, el dinero negro, frente a los millones
de familias que están en la indigencia, el hambre de los niños.
Ni siquiera el
PSOE –que tiene el partido patas arriba- es capaz de comprender lo que está
pasando. Que ellos, como el resto, se han quedado viejunos. Que nada de lo que
dicen es creíble porque hablan el lenguaje particular que han creado para
justificarse y sus palabras carecen de significado. Que durante años se han
atrincherado en el fuerte y cuando éste se ha caído se han quedado sin
protección frente a la realidad. La realidad es que la socialdemocracia está
desaparecida y, al parecer, tampoco se la espera. Pueden entretenerse con su juguete
favorito y dejar pasar el tiempo hasta ver cómo se organizan. Da lo mismo. Si no
son capaces de reformularse ideológicamente acabarán como grupo residual.
En cuanto a
Izquierda Unida, llevan la partenogénesis en su ADN y ahí siguen, excluyentes y
con su viejo discurso del siglo XIX. Ver y oir a Cayo Lara en la noche del
domingo, tras conocerse los resultados electorales, era la mejor explicación
para entender qué había pasado y qué les puede pasar. Pero, por si acaso, ahí
está el ejemplo de Rivas Vaciamadrid, donde una facción de IU acaba de
descabalgar al alcalde del mismo partido.
Frente a todos
ellos, incluido el populismo de UPyD, ha saltado Podemos diciendo las mismas
cosas que cualquiera puede oir en la calle. ¿Significa eso que Podemos va a
arrasar en las próximas elecciones? No. El éxito de Podemos quiere decir que
hay mucha gente harta, cada vez más gente y cada vez más harta. Que no es
posible que los partidos sigan comportándose como si aquí no pasara nada cuando
hay y va a haber por mucho tiempo cinco millones de parados, los bancos son los
que dictan la política económica, la iglesia dicta las leyes de acuerdo con su
catecismo y los políticos viven en una realidad paralela a la de sus electores.
Pero Podemos es
apenas un esbozo organizativo. Tiene ante sí la tarea ímproba de organizarse de
manera operativa. Ha de enfrentarse al reto nada fácil de pasar de la poesía a
la prosa, de las musas al teatro. Como detrás de Pablo Iglesias hay mucha gente
muy valiosa, es de esperar que tengan la habilidad y la inteligencia para ser
realistas y no correr el riesgo de morir de éxito. Pero si no fuera así, si
Podemos no prosperara con arreglo a las esperanzas que se han depositado en
ellos, los partidos políticos no deben bajar la guardia. Otros surgirán que
tomen el relevo. Podemos es un aviso. Sólo un aviso. El primero. No están los tiempos para esperar a un tercero.
El artazgo de la gente es evidente, si con PODEMOS no se consigue nada, seguro que otros saldran, los grandes partidos se han quedado enquilosados y no conocen el pais por el que andan.
ResponderEliminarEstos jovenes, como bien dices, tienen las ideas claras y traen nuevos aires, de momento me conforme con que sean una china en zapato de la mayoria europea.
Saludos
Nos ilusionamos con el pensamiento de que alguna vez el temor cambie de bando. No conocen el país en el que gobiernan pero nos torean bien.
EliminarSi son la sal de la reforma, bienvenidos y si son capaces de cristalizar el NO y convertirlo en "de este modo" menuda celebración, nena
ResponderEliminarDe momento, son los que han enviado la primera advertencia. Así, no. Puede quedarse en una regañina o en un hasta aquí hemos llegado. Se verá.
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