viernes, 12 de junio de 2015
Cuando 1985
Una de las ventajas de la jubilación es que te queda tiempo para pensar. Pajaradas, a veces. ¿Por qué no seremos capaces de reconocer de antemano a personas que luego serán importantes en nuestra vida?, le pregunto al colega. Porque igual nos hacíamos un lío, responde él con su proverbial cachaza. Pero igual tiene razón. Igual es verdad que una cierta dosis de ignorancia no viene mal.
Pongámonos en 1985, esa fecha mítica que ahora nos recuerdan en los telediarios, cuando España y Portugal se adhirieron al la Comunidad Económica Europea, preludio de la actual Unión. Ahí está un joven y garboso Felipe González, pletórico y poderoso. Con los 100 años de honradez intactos. A su lado, Manolo Marín, tan bisoño y tan ilusionado.
González se mantuvo más de trece años en la presidencia del gobierno; confesó haber llegado a un punto de no aguantarse a sí mismo, dejó los bonsais en el Jardín Botánico, a su ex ministro de Interior en la cárcel de Guadalajara y, un poco después, se fue a asesorar a Gas Natural Fenosa. Ahora acaba de volver de un viaje a Venezuela, donde el sucesor de su amigo Carlos Andrés Pérez le ha propinado una patada en tan ilustres posaderas.
Marín, que llegó a presidir la Comisión Europea y el Congreso de los Diputados, en 2007 dejó la política harto de sus compañeros de partido para dedicarse a la ecología y el medio ambiente. Ahora preside la Fundación Iberdrola.
En 1985, una joven de 20 años, que cursaba Ciencias Políticas en la Complutense, acababa de presidir en el Senado el Día Iberoamericano. Se llamaba Cristina de Borbón y decían de ella que era la lista de la familia. Tiempo después se casó con un tío bueno y de regalo de boda su padre le dió un ducado. El tío bueno y la chica lista han puesto una carga de dinamita en los cimientos de la monarquía y su hermano, que en 1985 acababa de volver a España después de unos años de formación en el extranjero, ahora es rey y hoy le ha apeado del tratamiento.
Hace treinta años, una jueza famosa por su decisión de eliminar las astillas de los juzgados, corruptelas habituales en la época, recibía el premio nacional Derechos Humanos. Antes había sido abogada laboralista y se llamaba Manuela Carmena. Salvo cataclismo universal, será la próxima alcaldesa de Madrid.
Quizás el colega está en lo cierto. Es preferible ir descubriendo la realidad poco a poco. Para no hacernos un lío.
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Ese colega lleva toda la razón, si la presentan de golpe nos puede dar un síncope.
ResponderEliminarSaludos.
Para no hacernos un lío y para recibir de vez en cuando regalos como la alcaldía de Carmena, sin duda una inspiración y mucho más que un soplo de esperanza.
ResponderEliminarUn beso gordo (y cumpleañero)
Debe ser verdad aquello de que "el tiempo pone a cada cual en su sitio".En esta entrada está la prueba.
ResponderEliminarY sí,mejor poco a poco,partido a partido...para no agobiarnos.
Un placer llegar hasta tu blog.
Saludos.