Tendemos
a abusar de los adjetivos. Aplicamos el calificativo histórico con
demasiada frecuencia. Pero hoy podemos usar el adjetivo sin
reservas. El 20 de noviembre se cumplen cuarenta años de la muerte de Franco, el
3 de abril se cumplieron los 36 años de las primeras elecciones
municipales y hasta hoy no hemos conseguido que una mujer sea elegida
para gobernar la capital de España. Ya sé que la saliente ha sido
mujer pero no fue elegida, recibió el mandato por incomparecencia
del candidato, que se marchó al Ministerio de Justicia a hacer una
ley del aborto que acabó en el baúl de los recuerdos.
A
lo que iba. Madrid tiene desde hoy alcaldesa por voluntad de sus
ciudadanos. Una jueza progresista jubilada. Una mujer de 71 años que
se desplaza por la ciudad en metro o en bicicleta: Manuela Carmena.
Así
que esta mañana he propuesto al colega y a la Pubilla acercarnos a
Cibeles para ver el ambiente. Y allí nos hemos encaminado en cuanto
hemos visto en la tele el recuento de votos,
alejado definitivamente el riesgo de un nuevo tamayazo. Carmena ha
obtenido los 20 votos de los concejales de su grupo, Ahora Madrid,
más los nueve del PSOE. Los 21 concejales del PP han votado a
Esperanza Aguirre y los siete de Ciudadanos a su candidata Begoña
Villacís.
¿Te
imaginas que en vez de 29 obtiene 31, de algún concejal del PP que
no quiere a Aguirre?, le digo al colega. Pero, no. La votación ha
seguido el guión, Carmena ha sido proclamada alcaldesa, ha jurado su
cargo y ha pronunciado un discurso como deben ser estos
pronunciamientos. Con respeto al sentido común y sin olvidar por qué
están en el cargo y quien los ha elegido.
Esa
es la primera diferencia de los nuevos con sus predecesores, que
éstos, habituados a tener que bregar con la estructura de los
partidos, han ido olvidando que a quien se deben es a los ciudadanos
y que son a éstos, y no a sus secretarios generales, a quienes han
de rendir cuentas.
El
discurso de Carmena no descubre nada que no supiéramos, ni siquiera
es una pieza oratoria relevante, pero dice lo que hay que decir:
estamos aquí para servir, llamadnos por nuestro nombre, no
establezcáis distancias ni dejáis que lo hagamos nosotros.
Con
este buen sabor en la boca llegamos a Cibeles y encontramos la plaza
tomada por la policía, con gran aparato defensivo y abundancia de
lecheras -o comoquiera que se llamen las furgonas policiales-. En la zona del
paseo central hay un grupito que, a ojo, no llega a las cien
personas, con pancartas contrarias a Carmena. Las protegen un número
similar de efectivos policiales que impiden acercarse a ellos y
orientan a los viandantes hacia el lateral del edificio de Correos,
donde se agrupan varios cientos de personas. Cantan y vocean a favor de la alcaldesa. Los
pasajeros de un autobús turístico que espera en el semáforo se
unen a la algazara y bailan también desde la plataforma descubierta.
Al
borde de la calzada, un grupo de personas mayores -muy mayores-
sostiene una pancarta con los rostros de muchas personas. Reclaman a
voces que no prescriban los crímenes del franquismo. Tan cerca y tan
lejos, las dos Españas. Las voces de los viejillos se pierden en
otros ruidos: el del tráfico, el de los contrarios a la alcaldesa,
el de sus partidarios.
Los
partidarios de Manuela van en aumento y son cada vez más ruidosos.
De pronto, todos nos desplazamos hacia la embocadura de la calle Ruiz
de Alarcón, por donde empiezan a salir algunos de los asistentes al
acto oficial. Se oyen aplausos, cánticos y vivas. Por la calzada
lateral llega un grupo de ciclistas de Equo. Más cánticos, más
bailes, se mezclan al bullicio.
Échate
un baile conmigo, le digo a la Pubilla, que está en esa difícil
edad de la adolescencia donde todo le ruboriza. Es que yo, bailar...,
se defiende. A estas alturas, el colega está en el grupo de
observadores, como si pasara por allí y no conociera a nadie. La
Pubilla se arma de valor y se une al jolgorio. Cantamos eso de:
Adios, Botella, goodbye PP, ciao, ciao Aguirre, auf Wiedersehen.
Acabas
de asistir a un momento histórico así que apúntatelo en el disco
duro del cerebro para que se lo puedas contar a tus nietos: Estabas
en Cibeles cuando fue elegida la primera mujer alcaldesa de Madrid.
Cuando
volvemos a la plaza ya no están ni los veteranos antifranquistas ni
los contrarios a Carmena. Permanecen los policías en número que
sigue pareciendo excesivo. Una turista se acerca a uno de ellos y le
pregunta en inglés qué es lo que ocurre. Han elegido a la nueva
alcaldesa, responde el agente en un inglés muy correcto.
La
Pubilla, el colega y yo enfilamos la calle Alcalá -sin nardos ni
faldas almidonás- hacia la Puerta del Sol. No sé si hemos tomado
Madrid.
Si no lo habéis tomado al menos habéis dado un paso, emocionante.
ResponderEliminarQué alegría haber tenido a la peque con vosotros para celebrar una esperanza que prendemos para ell@s
Hoy es un día feliz
La compañía de la nieta le ha dado un significado especial a la elección.
EliminarBesos
Si no lo habéis tomado al menos habéis dado un paso, emocionante.
ResponderEliminarQué alegría haber tenido a la peque con vosotros para celebrar una esperanza que prendemos para ell@s
Hoy es un día feliz
Madrid no es París donde el alcalde es el presidenciable de turno. A lo mejor con un poquillo de suerte....
ResponderEliminarVa a necesitar algo más de un poquillo de suerte. Ella y nosotros. Ya van quedando pocos cartuchos en la recámara. La corrupción y la prepotencia casi arrasa con todo.
EliminarAquí tenemos que seguir aguantando a un alcalde pepero uno de los que más edad tienen, y personaje que habiendo estado tres legislaturas no ha hecho nada por la ciudad, le daremos las gracias en las próximas elecciones a Ciudadanos, partido que ha propiciado la investidura, aunque no ha sido sorpresa.
ResponderEliminarSaludos y enhorabuena, creo que en esta ocasión no hay motivos para que Cataluña y Madrid estén a la riña, tienen dos magníficas alcaldesas, ahora solo tienen que empezar a trabajar para el pueblo que los ha elegido.
Ya he visto que la alcaldía de Granada es uno de los trastos que ha salvado el PP. Ciudadanos ha jugado sus bazas. Ahora, al ver qué pasa con las nuevas corporaciones
ResponderEliminarMe encanta que sea alcaldesa por sus méritos, por su carrera, por su talante, y no por cubrir las famosas "cuotas" de mujerío.
ResponderEliminarNo me gusta tanta presencia policial ¿por qué? Elegir siempre ha de ser festivo, por democrático. Es representativo de la rabia que hay en determinados sectores por los cambios de tercio, que podrían ocasionar altercados.
Abrazos
me encanta la alcaldesa que tenéis!!! por aquí, por muy feminista que yo sea, celebrando (quien me lo iba a decir?) que en vez de alcaldesa, después de veinticuatro años, tenemos alcalde!!! contradictoria que es una... jejeje...
ResponderEliminara ver cuanto nos dura la ilusión...
besotes!!!