El cine es un arte y la cinematografía es una industria. En España se hace poco caso al primero y menos a la segunda. Todavía te encuentras con quien hace gala de no ir jamás a ver una peli española, como para no contaminarse, como hay críticos de cine que miran con suspicacia la producción nacional. Si es española no será muy buena, es el mensaje. También tenemos un ministro del Gobierno, Cristóbal Montoro, que reparte exabruptos contra el cine español en trazo grueso porque no lo considera de su cuerda o por la razón que sea mientras el ministro del ramo, José Ignacio Wert, se monta reuniones en el exterior para no asistir al acto de gala del cine español.
En cualquier otro
país un ministro que echa culpas sobre un sector industrial nacional se vería obligado
a dimitir acto seguido pero en España esas cosas no pasan. Quizá en el cine
pero en la vida real, no. En otros países se defiende la industria propia por
su poder de creación de riqueza y se cuidan las expresiones culturales
autóctonas frente a la invasión de la cultura dominante del imperio.
A mí me gusta el
cine español. En realidad me gusta el cine en general pero, como no es posible
ver todo lo que se rueda –y bien que lo procuro- elijo en primer lugar las
pelis españolas, luego las francesas y luego cualquier otra.
Cada viernes,
busco las críticas para orientarme, sólo para orientarme porque entiendo que la
crítica es siempre tan subjetiva como los ojos de cualquier espectador. El
pasado viernes, Carlos Boyero firmaba en El País, un artículo bajo el título Un Nueva York para el olvido, en el que
se refiere con displicencia a la película La
vida inesperada, dirigida por Jorge Torregrossa, con guión de Elvira Lindo
y protagonizada por Javier Cámara, Raúl Arévalo y Carmen Ruiz.
En realidad,
Boyero dedica a la película dos párrafos en los que habla de la frigidez
emocional en su piel. Este crítico suele hablar mucho de su piel y de sus
emociones y tiene seguidores entusiastas y feroces detractores.
Ese mismo día,
Antonio Muñoz Molina, marido de Elvira Lindo, colgaba un post en su blog que
titulaba Crítica de cine en el que
lamentaba “el esfuerzo que requiere levantar una obra y lo barato y descansado
que resulta demolerla” al tiempo que reclamaba “al menos un poco de seriedad y
de rigor, un cierto grado de respeto al trabajo, (…) a quienes tan
descansadamente ejercen la potestad de lo que en culturas más serias se llama
crítica de cine”.
Había que ver la
peli sin pérdida de tiempo así que fuimos ayer aprovechando que la cadena Yelmo
Cines ofrece entradas a mitad de precio a los mayores de 60 años de lunes a
jueves. La sala estaba como a la mitad, lo que no está mal teniendo en cuenta
que la tarde invitaba más al paseo o la terracita que a la oscuridad de la sala.
La vida inesperada demuestra para quien lo precise que Javier
Cámara es un grandísimo actor y que Elvira Lindo es una excelente guionista. La
película se sustenta en estos dos pilares pero tiene una muy buena fotografía -que nos ofrece un Nueva York cotidiano alejado del turismo- y
el resto de actores no desmerecen al protagonista. Para ser una película
redonda le falta un poco de ritmo pasada la mitad del metraje pero tiene
hallazgos muy logrados como esa madre lejana y presente y el librero argentino,
tan cercano. La historia habla de la emigración, de los vínculos familiares, de
la amistad, del desarraigo, del fracaso, de la lucha, de los vericuetos por los
que conduce la vida y de las elecciones personales.
No es una
historia amable ni optimista pero se sale del cine con un buen sabor de boca,
con la sensación de haber pasado un rato con amigos conocidos, de haber
disfrutado de un cine digno. Una peli con equipo español rodada en Nueva York. Una
pica en Flandes del cine español.
Me la apunto.
ResponderEliminarAbrazos!
Espero que te guste como a mí.
EliminarUn abrazo.
Yo también la voy a ver. Tu critica me ha motivado mucho.
ResponderEliminarYa sabes que todas las críticas son subjetivas.
EliminarBesos, Pilar, qué ganas de veros tengo!
Yo también la voy a ver. Tu critica me ha motivado mucho.
ResponderEliminarTres motivos para ir a verla: el actor, la guionista y tu crítica.
ResponderEliminarBesos
Te digo lo mismo que a tu tocaya: la crítica siempre es subjetiva.
EliminarMuchos besos.
No soy seguir ni lo he sido nunca de las críticas de Boyero, lo veo como un crítico que le gusta epatar e incluso creo que le pagan en función de sus chorradas.
EliminarNuestro cine realmente está muy abandonado si lo comparamos con el francés donde se ven fantásticas películas, nada comparables con las "patochadas" americanas.
Voy a seguir tu subjetividad, pero estando en ella Javier Cámara y la guionista Elvira Lindo seguro que de ese tanden hay cosas buenas-
Saludos