Se busca a Martín Villa
Una jueza argentina, que
investiga crímenes cometidos durante el franquismo, ha imputado a diecinueve
dirigentes, entre ellos varios ex ministros como Licinio de la Fuente, Rodolfo Martín Villa, Alfonso Osorio y José Utrera Molina, de los que solicita la
extradición para, de momento, su declaración indagatoria. La sección argentina
de Interpol ha pedido la detención urgente preventiva de esos imputados para su
extradición a Argentina.
Cuando llegas a cierta edad has
adquirido el conocimiento y el escepticismo suficientes para saber que ninguno
de las personas mencionadas en el auto de la jueza va a pasar por la cárcel –como
sí le ocurrió al finado ex presidente chileno Augusto Pinochet– pero eso no te
impide un cierto regodeo. Hay una suerte de justicia poética en esa orden de
extradición.
En la primera mitad del año
1976, Rodolfo Martín Villa era ministro de Relaciones Sindicales del gobierno
presidido por Carlos Arias Navarro. Un puesto complicado pues, muerto Franco
pero con las leyes de la dictadura aún en vigor y el aparato franquista bien
engrasado, España vivía momentos convulsos. Los sindicatos de clase todavía
ilegales –principalmente CCOO, UGT y USO- pugnaban por hacerse un hueco entre
los intereses de los trabajadores. A diario se declaraban cientos de huelgas
que reivindicaban, fundamentalmente, el reconocimiento de derechos laborales
que eran normales en los países del entorno.
El 5 de febrero de ese año, la factoría
de la empresa Michelin en Aranda de Duero se declaró en huelga. Fue un bombazo
en la vida local. Aranda carecía de tradición obrera, la mayoría de los dos
millares de trabajadores que mantuvieron viva la huelga durante tres meses
procedían del ámbito rural y aquella era su primera experiencia de lucha
organizada. La respuesta fue contundente: la empresa inició un conteo de
despidos que empezó por quienes habían tomado la palabra en las asambleas y
acabó en cientos de ceses sin más razón que porque sí, como si se tratara de
una perversa lotería.
Aún no se había cumplido el
primer mes de huelga cuando el 3 de marzo ocurrieron los sucesos de Vitoria: la
policía arrojó bombas lacrimógenas dentro de una iglesia donde se celebraba una
asamblea y luego disparó contra los trabajadores que huían de la asfixia, con
el resultado de cinco personas muertas y decenas de heridos.
Ante el temor de que algo
parecido pudiera repetirse en Aranda, donde los ánimos estaban muy caldeados
por la cerrazón empresarial, una comisión de trabajadores fue a entrevistarse
con el ministro del ramo, el susodicho Martín Villa. Tenía el ministro por
entonces un tic nervioso que le llevaba a subirse las gafas mediante sucesivos
movimientos de nariz para acabar empujándolas hacia arriba con el dedo. Cientos
de veces repitió ese movimiento durante el breve espacio de la entrevista. Los trabajadores
le argumentaron la justeza de sus reivindicaciones, que pasaban por la
readmisión de los despedidos, y solicitaron su mediación con la empresa. Martín
Villa les miró con aquel gesto de nariz arrugada y una media sonrisa y
respondió sin despeinarse: Como ustedes saben, una cosa es la justicia y otra
la legalidad.
Efectivamente, muchos de los
despedidos, los más implicados sindicalmente, se quedaron en la calle cuando se
reanudó la actividad en la factoría, el 5 de mayo de 1976. En puridad, los
mismos méritos o deméritos tenían quienes fueron readmitidos que quienes fueron
despedidos pero la empresa quiso dejar claro el riesgo que asumiría quien en
adelante tuviera la tentación de moverse. La vida sindical –la vida en general-
de la villa burgalesa se ha resentido durante años de aquella huelga.
Por esas cosas que tiene el azar,
el ayuntamiento de Aranda acaba de conceder el título de hijo adoptivo a François Michelin quien decidió la ubicación de la fábrica en la localidad y
quien en 1976 presidía la empresa francesa de neumáticos. Con esa distinción el
municipio pretende reconocer la incidencia de la factoría en el desarrollo
local. Casi cuarenta años después, helos ahí a ambos personajes volviendo de un
pasado casi olvidado.
Martín Villa fue luego ministro de
Gobernación, de Administración Territorial y vicepresidente primero del gobierno.
Tras la caída de UCD utilizó la puerta giratoria a la vida empresarial con
resultados muy provechosos, según parece. Con el tiempo, la periodista tuvo oportunidad
de entrevistarle con ocasión de una visita suya a la catedral de Burgos y
comprobar que o bien había conseguido controlar su viejo tic o bien había
cambiado de modelo de gafas. Por lo demás, todo igual.
Mientras recuerdo aquellos tiempos
convulsos de la tantas veces glorificada transición a la democracia, trato de
imaginar la cara que se le habrá quedado al ex ministro y empresario al conocer
que habrá de andar con cuidado en sus viajes por la orden de extradición que
pesa sobre él. Sería interesante conocer cuál es su opinión actual sobre la
ecuación justicia y legalidad.
Seguirá pensando lo mismo, no te quepa duda.
ResponderEliminarSeguramente, pero no sé si con la misma sonrisilla de conejo.
EliminarBesos, guapa.
Uno de las consecuencias de nuestra tan alabada transición fue el olvido, los españoles teníamos que olvidar que existieron unos políticos, policías y algún ciudadano de a pié que cometieron delitos de lesa humanidad, de ahí la ley de amnistía y lo que repiten nuestros políticos que esos delitos están prescritos cuando este tipo de delitos en la ley internacional no prescriben.
ResponderEliminarLuego dicen que no se hicieron una ley a su medida, nuestra tan alabada transición está basada en una mentira con solo una pretensión, mantener el status quo de los mismo que gobernaron en la dictadura.
Saludos
A quien le prescribió la vida fue la que la perdió mientras estos se acorazaron con autovacunas de por vida...
EliminarY en esos momentos estuvo de suplente un tal Suarez, mientras Fraga estaba fuera
Unos hijos de puta bien protegidos
Coincido con Emilio en que nuestra alabada transición se sustenta en el silencio de la mayoría para que pudiera seguir gobernando una minoría que se considera la única dueña legítima del poder. Y así seguirmos, padeciendo sucesivos resfriados mientras los dueños del cotarro se benefician de las vacunas que se autoconcedieron. como señala nuestro anónimo amigo.
EliminarAlgo que siempre he pensado pues aunque ellos acostumbraban, y acostumbran, a elogiar cuan bien se había hecho, lo bien que lo hacían y que tal y qué cual. Todo lo que nosotros veíamos era algo muy diferente.
EliminarLas represiones , a palos y algo más, sobre los empleado, obreros en definitiva, en las ciudades galaicoproletarias daba a entender que nada había cambiado; sólo pretendían apoderarse, afianzarse del poder reinante. O lo que es lo mismo, gobernar con la libertad que ellos deseaban, sin el temor a que el loco de los cuarenta años feudales los mandase fusilar.
Represiones costeras y de interior, apaleamientos de las fuerzas del orden que al fin y al cabo son ciudadanos asalariados, conciudadanos, empleados, empleados públicos…al servicio de sus miedos.
Ahora, perdido el temor y mal empleando la repetitiva palabra democracia -para ellos- malmodean a cuantos aquellos ilusos creían que nos llevaría a una sociedad civil libre de ataduras. Pero esas ataduras se hacen cada vez más fuertes y se les llenan las cabezas de supersticiones, peinetas y mantillas que no son más que disfraces del pasado religioso que los ricos represores llevan en sus genes educativos. Confabulaciones con la que las religiones se frotan las manos elogiando así la libertad que tienen y les otorgan para campar a sus anchas, apoderándose en esa libertad para manipular a su antojo la enseñanza, la docencia y todo aquel germen educativo que bajo premisas y falacias inculcan en niños que ya de mayores vagarán en la duda de ser o no ser, de creer para tener y de no ver para creer. Fe que los conducirá a rincones sin salida encontrándose siempre con la tesitura falsa del mismo ente inexistente…
Y en su nombre, estos poderes, serán capaces de matar por una idea; idea primitiva que nunca desterrada mal consuela a los pobres de posibilidades y hambre y consuela sus llenos estómagos de misericordias y perdones de confesionario.
Mal fuimos, mal vamos, mal iremos. Así nunca seremos libres. Pura incultura, ésa que subyuga a la esclavitud humana
Para ello se llenaron de inmunidad política monopolizándola, soterrando la pena y desgracia de los que la sufrieron en sus carnes. Ellos, dispuestos, como siempre, a cerrar heridas que nunca tuvieron; pues éstas eran de otros y la sangre que a borbotones lloraban, pertenecía a otros...Así cualquiera; así cualquiera celebra, la celebra..La llegada de la democracia (Democracias a dios era lo que ellos decían). Impunidad que se inocularon a sus pasados tóxicos y enterraron, cómo se entierran desechos radiactivos, que latentes mantienen por aflorar la rabia que algún día les pasará facturas y preguntas. Pero cuando eso pase, cuando ocurra, ellos estarán ya condecorados o muertos en loor de multitudes y, como dicen por ahí, el vivo al bollo y el muerto al hoyo o viceversa...Que él (su) muerto al bollo por lo bien que vivió y el vivo que lo padeció al hoyo de su existencia...
Luego, sólo relatan lo bien, lo bueno que lo hicieron y omiten las coincidencias de los presagios de mal agüero o los hechos facinerosos, los dolosos...Finalmente y cuando estos fallecen todo son alabanzas y se añaden sus nombres a lugares, templos o aeropuertos, por ejemplo. Procurando que la mala memoria o la falta de datos sea la que no impida dichos actos y demás.
Y entre ellos se muestran dichosos, llenos de alabanzas; monopolizantes en tanto en cuanto al empleo de términos que en nada se parecen a la realidad y con la que juegan como las niñas a las casitas y con los niños a las tiendas.
Y la gente, lerda, acepta los paripés con que se enfundan de la estupidez pública de sus votantes haciéndolos partícipes de cursiladas y otras mamandurrias. Pongo un ejemplo que por absurdo y lerdo es para lanzar cohetes...en contra: Los exámenes del Pp.
Y es que tienen tanto testaferro ignorante e interesado que creyéndose compartir partidos ya se aúpan en su misma riqueza. Falacias y sensaciones contradictorias sólo anidan en las mentes idiotas de sus secuaces, files y militantes.
Y es que hay que joderse
Saludos.
Lo cuenta usted también, anónimo visitante, que poco puedo añadir. Me quedo con el concepto que, creo, explica todo: Impunidad.
EliminarSaludos y gracias por su visita.