Toda
la vida pitorreándome de los lugares comunes, los tópicos y los refranes y al
final resulta que donde menos se piensa salta la liebre.
Hace
unos días escribí un post sobre un peculiar grupo que en los años 80 del pasado
siglo fue un fenómeno en el ámbito cultural: A UA CRAG. En 1985 se constituyó
como cooperativa en un pueblo del sur de Burgos y desde ahí irradiaron su arte
dentro y fuera de España. A pesar de que Aranda de Duero, donde tenían su
epicentro, era un lugar con antecedentes de aprecio artístico, entre los que
mencionaba su bibliotecario-poeta, aquello fue un fenómeno del que ahora se
cumplen 30 años. El propósito era recordar hasta dónde se puede llegar cuando
se dispone de un buen proyecto y energía para defenderlo y, de paso, rendir un
pequeño homenaje a aquellos chicos que pelearon en territorio comanche.
Alguien,
que imagino chica pues se identifica como “Marta y Lucía”, comentó el post con
las siguientes palabras: “Muy buen ejemplo del machismo en el Arte incluido el
bibliotecario”. Y ahí se armó la mundial, por utilizar la expresión de mi
querido Manolo Arandilla, el susodicho bibliotecario.
“¿A
qué viene eso del machismo? ¿Acaso conocéis a la gente de A UA CRAG para
semejante afirmación? ¡Lo que hay que ver! Vuestro comentario sobra”, responde
Oscar, arandino él. Le sigue Jesús Max (un ex a ua crag) para recordarme que
sigue existiendo y agradecer a Oscar “por defender lo obvio”. Se suma Julián
Valle, también ex a ua crag, para añadir que las insinuaciones vertidas en los
comentarios “carecen de fundamento: en
el grupo hubo mujeres desde su fundación, pero no eran artistas, hay que tener
en cuenta que sus actividades eran -en principio- como una asociación cultural:
12 personas, de ellas 6 artistas. Estos 6 artistas (en principio) eran
casualmente hombres”.
CASUALMENTE.
Casualmente, dice. Pues esa casualidad es la que lleva ordenando el mundo a
imagen y semejanza de los hombres. Y lo más sangrante es que ese desequilibrio
pase desapercibido incluso para hombres inteligentes. Hay que fastidiarse con
las casualidades.
No
voy a hacer un repaso, por obvio, del escenario en que se desenvolvió la
actividad de A UA CRAG, hace tres décadas cuando ya las mujeres accedían a la
universidad en proporción semejante a los hombres –tras una lucha harto
difícil, conviene no olvidarlo- a pesar de lo cual seguían infrarrepresentadas
en el arte y en todo lo demás.
Casualidad,
dicen. Y siguen a lo suyo. Los hombres están tan acostumbrados a un mundo macho
que son incapaces de mirar alrededor. Así, deben creer que es casualidad que
las mujeres sigamos siendo transparentes, no aparezcamos –o lo hagamos de
manera simbólica- en el arte como en todo lo demás. Porque, si miraran, alguno
tendría que preguntarse por qué las mujeres aparecen tan poco allí donde se
crean los modelos de referencia.
Haced
la prueba. Escoged cualquier ciudad: Venecia, Florencia, Roma, Lisboa, Oporto,
La Habana, París, Praga, Bruselas, La Haya, Brujas, Oslo, Barcelona, Madrid. Cualquiera
vale. Salid a la calle. Buscad en el callejero y descubriréis que la mayoría de
las rotuladas con nombres propios responden a caballeros y sólo una minoría a
señoras. Seguid buscando en la estatuaria, ¿cuántas son mujeres? Pocas con
tendencia a ninguna. Ahora, entrad en los museos. ¿Cuántas mujeres firman los
cuadros que en ellos cuelgan? ¿Cuántos tienen por modelo mujeres que se significaron
en algo? Encontraréis, sí, abundancia de vírgenes, diosas, santas, reinas o
hijas de reyes, todas con poder vicario. Pero mujeres que sirvan de modelo a
las nuevas generaciones, pocas, muy pocas. Que hasta aquellas que destacaron de
manera incuestionable –estoy pensando en Sofonisba Anguissola, que destacó como
pintora en la corte de Felipe II- sus obras son atribuidas a otros artistas, en
este caso al Greco.
Adentraos
en el Prado, en el Louvre, en los Museos Vaticanos, donde más os guste y constataréis
que el mundo es macho o descubriréis que en los museos Capitolinos lo más
femenino es la loba que amamantó a Rómulo y Remo.
No,
no es casualidad, sino causalidad. Ocurre que los hombres miran en derredor
suyo y les complace lo que ven: un mundo hecho a su imagen y semejanza. No echan
nada en falta, no les parece extraña la ausencia de mujeres entre sus pares. Es
una casualidad, explican.
No,
no es casualidad: es ceguera. Ceguera o mala fe, que de todo hay. Ceguera o
mala fe que para representar a la juventud –compuesta de chicos y chicas al
50%- el periódico nacional de mayor tirada saque en portada una foto con cuatro
hombres y una mujer.
No
es casualidad. Es un mundo macho.
Ese periódico de tirada nacional ha dado un giro hacia el conservadurismo que atufa.
ResponderEliminarComo bien dices aqui no hay casualidad ninguna, la mujer se ha dedicado a lo privado, desde que comenzó a aplicarse la división del trabajo hace ya algunas decenas de miles de años.
Ese periódico de tirada nacional ha dado un giro hacia el conservadurismo que atufa.
ResponderEliminarComo bien dices aqui no hay casualidad ninguna, la mujer se ha dedicado a lo privado, desde que comenzó a aplicarse la división del trabajo hace ya algunas decenas de miles de años.