Quienes
creemos en la igualdad de los seres humanos independientemente de su
poder adquisitivo, tenemos alguna dificultad para interpretar el
significado de la caridad -esa donación graciable, según la
disposición del donante- somos más partidarios de la justicia
social, aquella que recaba de cada cual según sus posibilidades y
proporciona a cada quien según sus necesidades.
Las
religiones suelen aprovechar las fiestas de navidad para hacer sus
caridades entre los pobres. Está bien visto, forma parte de los usos
sociales, que en estos días se piense “en los que no tienen” y
las buenas gentes se sientan en la obligación de darles algo de lo
que sobra.
También
hay quien, empujado por sus convicciones religiosas o sociales -o
ambas-, se dedica a atender a los menos favorecidos durante todo el
año, incluso quien reivindica una mayor igualdad cuando se presenta
la ocasión. Es el caso del Padre Ángel, fundador de la asociación
Mensajeros de la Paz, que extiende su actividad entre mayores,
jóvenes, inmigrantes y, en general, entre personas que se
desenvuelven en los márgenes de la sociedad.
Desde
marzo de este año, el Padre Ángel es el párroco de la iglesia de San Antón de Madrid, situada en la calle Hortaleza, frente a la sede
de UGT. San Antón es una iglesia muy popular entre los madrileños
porque cada año, con ocasión de su fiesta, concita una peculiar
manifestación en la que miles de personas acuden con sus mascotas a
recibir la bendición del santo. Ahora, el párroco y los Mensajeros
han convertido la iglesia en un centro abierto 24 horas. No es el
único cambio.
Hace
unos días, paseábamos por la calle Hortaleza, terminando las
compras navideñas, y al pasar por San Antón recordé haber visto en
Twitter la foto de un inquietante belén, el belén del refugiado,
decía la fotografía, que lo ubicaba en esta parroquia. Entramos.
Y
sí, allí está, a la izquierda, según se entra, bajo la imagen del
Cristo de los Niños, del siglo XVII. Un portal de belén en la que
el niño es Aylan Kurdi, el pequeño kurdo ahogado en la costa turca
cuando trataba de encontrar refugio en Europa, después de abandonar
Siria.
Cuando
entramos, el Padre Ángel está oficiando la misa. Esperamos a que
termine el oficio religioso para hacer algunas fotos y así vemos que
en el rito de la paz el párroco baja del altar para dar la mano a
todos los asistentes. En las primera filas está un alto cargo de la
Administración de Justicia -cuyo nombre omitiré puesto que se trata
de un acto privado-; delante de nosotros, un hombre de edad con
aspecto de no pasar por su mejor momento. El Padre Ángel le abraza
con afecto. A nosotros nos da la mano.
Cuando
termina la misa la gente va saliendo lentamente, el párroco atiende
a algunas personas que se dirigen a él. Nosotros hacemos las fotos y
nos vamos con la certeza de que San Antón es una parroquia atípica.
No sólo porque permanezca abierta las 24 horas sino porque en verdad
es un centro de socorros mutuos.
Nada
que ver con la imagen que se tiene de una parroquia convencional.
Para empezar, a los pies de los altares laterales hay una mesa
camilla con dos o tres sillones, una especie de cuarto de estar en la
que los sacerdotes departen con quienes acuden a ellos. Lo hemos
visto esta mañana. Luego, la iglesia ofrece distintos servicios: un
lugar para el cambio de pañales, un desfibrilador, carga de móviles
y de sillas de ruedas, agua fresca, desayunos...
A
la cabeza de un Niño Jesús, un cartel informa: Si eres madre o vas
a serlo y necesitas ayuda, llama al 900649198. Deja lo que puedas.
Pide lo que necesites, reza otro. A la salida, una máquina
expendedora, del tipo de las de cigarrillos, ofrece la posibilidad de
hacer aportaciones de uno a diez euros para comprar artículos de
primera necesidad. Cuando introduces el dinero sale una cajita de
cartón con el nombre del producto que has elegido. Junto a la
máquina, una cesta contiene las cajas expendidas.
Esta
mañana, hemos hecho una inmersión navideña con la Pubilla. Nos
hemos dirigido, en primer lugar, al Centro Conde Duque, donde se
anuncia “La Navideña Feria Internacional de las Culturas”, que
resulta ser un conglomerado de casetas en las que se ofrecen
productos de varios países junto con actuaciones dirigidas
principalmente a los pequeños. La feria está bien pero hay que
rebuscar mucho para encontrar algo que tenga que ver con lo que se
entiende por el espíritu navideño. Rebuscamos y encontramos unos
adornos de Georgia que van a unirse al arsenal ornamental de la
familia.
Tras
el chute consumista, llevamos a la Pubilla a la iglesia de San Antón.
Parece menos impactada que nosotros así que el colega le explica que
estas no son las pautas habituales de una parroquia. Así eran las
primeras comunidades cristianas, una manera de compartir, una forma
de comunismo, le explica.
La
Pubilla me mira, buscando mi opinión. Yo es que soy más partidaria
de las soluciones laicas, le digo. Una buena política tributaria
para sostener unos buenos servicios. Y a lo mejor el Padre Ángel
resultaba un buen ministros de Asuntos Sociales, quién sabe.
¿Esa es la generalidad de la Iglesia?, no, en absoluto, esa iglesia que has visitado no es la iglesia de la que forman parte la mayoría del clero Español y de parte de mundo, hoy la iglesia y sus curas son mas conocidos por las barrabasadas que comenten que por el bien que deben de generar en aquellos que creen en ellos.
ResponderEliminarYo también soy de los que creen en la justicia social y que mientras que exista la pobreza no debería haber derroches de ningún tipo. Luego está la Ayuda al Desarrollo hemos olvidado que este gobierno la ha reducido prácticamente a límites intolerables, aquí se nos llena la boca de ser solidarios pero....
Saludos
No voy a decir que me has quitado la crónica, pero he andado cavilando yo también en si escribir o no escribir algo similar. No es la primera vez que he entrado en esa iglesia, pero sí la primera después de la transformación. Realmente me quedé muy impactada por todos y cada uno de esos detalles que mencionas. Un lugar abierto las 24 horas donde realmente puedes encontrar lo que necesitas: desde un servicio no solo para clientes a una máquina donde sentirte un poco menos mezquino al dejar allí unos euros para los más necesitados. No, en mi caso no había ninguna celebración religiosa, ni en directo ni transmitida por las pantallas, ni había ningún penitente sordo confesándose mediante una tablet, pero sin duda se notaba el espíritu cristiano, el verdadero allí, dispuesto a acoger a todo el mundo sin distinción.
EliminarEfectivamente, este no es el prototipo de las parroquias ni éste el paradigma del comportamiento de la iglesia católica en España. Por eso nos llama la atención cuando debería ser la pauta habitual.
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