Santa María de Bujedo: Qué solos se quedan los muertos
Santa María la Real de Bujedo fue un monasterio cisterciense situado a
unos 25 kilómetros de la ciudad de Burgos, en el corazón del Alfoz de Juarros, en
un valle atravesado por el río Seco, en las estribaciones de la sierra de la
Demanda. Cerca y a la vez fuera del Camino de Santiago. El viajero debe estar
avisado para no confundirlo con su homónimo, el monasterio premostratense de
Santa María de Bujedo, próximo a Miranda de Ebro. En una comarca sembrada de
iglesias románicas, claramente ha salido peor parado que la mayoría de los
conventos e iglesias que pueblan esta zona de la Demanda burgalesa.
Se cree que los fundadores de este Bujedo fueron don Gonzalo Marañón,
alférez del rey Alfonso VIII de Castilla, y su esposa doña Mayor García y que
los primeros doce monjes, procedentes de la abadía francesa de Scala Dei,
llegaron alrededor de 1172, de acuerdo con las Tablas del Císter, pero el
primer documento en el que consta su existencia data de 1182. Se trata de la
carta fundacional del monasterio femenino de Haza, fundado por la misma doña
María García, donde la fundadora pone el nuevo convento bajo la tutela del
monasterio de Bujedo, y cuyo abad, Fortunato, aparece entre los firmantes de la
citada carta.
Se sabe que dispuso de propiedades en la misma comarca de los Juarros y
algunas en Aranda y Haza pero nunca llegó a ser un cenobio principal. Su (relativa)
pobreza arquitectónica vendría a reflejar una muestra de la escasez de medios y
de la pequeñez del convento pero es también un ejemplo paradigmático de lo que
fueron los ideales arquitectónicos del Císter.
Como ocurrió en tantos otros casos, la desamortización de Mendizábal
supuso la exclaustración y el abandono del monasterio y su ruina. En 1931 fue
declarado monumento Histórico Artístico sin que tal declaración le salvara de
ser utilizado como establo. Hasta que convento, iglesia y propiedades anejas
fueron adquiridos por Rafael Pérez Escolar quien financió su restauración,
intervención que en 1981 mereció el premio que otorga la Asociación Europa
Nostra.
Santa María de Bujedo es, pues, una propiedad particular y, como tal,
tiene restringidas las visitas. En algunas publicaciones se indica que puede
ser visitado los domingos pero la viajera no tuvo suerte y encuentra la
propiedad totalmente abandonada si se exceptúa la presencia de dos perros, eso
sí, convenientemente atados. En realidad la viajera llega a Bujedo con un
cuarto siglo de demora.
Pérez Escolar era una figura mítica y mitificada en la provincia. Juez
de carrera, había dejado la judicatura cuando fue nombrado asesor jurídico de
Banesto. Había participado en el llamado “Contubernio de Munich” y era uno de
los fundadores de Reforma Democrática además de un europeísta convencido. Comenzaba
el año 1989 cuando Rafael Pérez Escolar, consejero de Banesto, aceptó la
invitación del periódico provincial a ser entrevistado. Cosa rara porque este prócer
no era dado a aparecer en prensa ni local, ni nacional o internacional, ni para
bien ni para mal. Pero el periódico estaba publicando una serie de entrevistas
a personalidades de la provincia y el banquero y mentor de Mario Conde, debió
tener un momento de debilidad.
La viajera se consideró afortunada de que el propietario de la
franquicia política conocida como Solución Independiente –que a la sazón
gobernaba en la ciudad- y al que se atribuía el manejo de la vida política provincial
y parte de la nacional a través del partido Alianza Popular, se le pusiera a
tiro y más aún al comprobar que Pérez Escolar aceptaba todas las preguntas sin
la mínima objeción. Con cierto paternalismo y con no poca socarronería pero con
una exquisita cortesía. Así, don Rafael se mostró aparentemente extrañado de
que la periodista le preguntara cómo se sentía al saberse apodado “el señor del
gran poder”.
Porque eso era entonces Rafael Pérez Escolar: la representación del
poder en la provincia y muy especialmente en la capital. Pero también un hombre
docto en leyes, en economía, en arte. El modelo florentino del hombre
renacentista. Un raro ejemplar de conservador español ilustrado, interesado en
fortalecer la sociedad civil frente a la partitocracia. La periodista tuvo la
percepción de hallarse frente a un hombre extraordinariamente inteligente,
culto e inquieto socialmente, que controlaba todo lo que le rodeaba, incluido
lo que de él se dijera. A lo cual había que añadir su predicamento, público y
notorio, sobre Mario Conde, que en aquél momento era el paradigma de hombre de
éxito en España, cuya presencia se disputaban desde rectores de universidad a
obispos.
El entrevistado se extendió en su declaración de amor por Santa María
de Bujedo, que comparó con el “flechazo de Dante por Beatriz en el Ponte Vecchio
en Florencia, un enamoramiento repentino y definitivo”, e invitó a la
periodista a visitar sus dominios en Bujedo. Aquella primavera, Pérez Escolar
fue escogido para pronunciar el pregón de Semana Santa en la catedral de Burgos
y a la periodista le llegó el soplo de que al acto acudiría Mario Conde así que
buscó la complicidad del pregonero para entrevistar al entonces presidente de
Banesto, el hombre del año. Inclusive logró la complicidad del obispo, a la
sazón don Teodoro Cardenal. El primero prometió hacer las presentaciones y el
segundo amparar el trabajo de la periodista, incluso en el ámbito catedralicio.
Llegado el momento, obispo y pregonero cumplieron lo prometido y
ejercieron de mediadores pero Mario Conde, de quien se decía que tenía en
nómina a firmas principales del periodismo, miró a la periodista con ojos de
tasador y se negó en redondo a ser entrevistado. La periodista todavía se la
tiene guardada. De paso, se enfurruñó con Pérez Escolar, puso en cuestión su
poder real y no fue a Bujedo.
Por esas fintas que tiene la vida, cuando Mario Conde fue procesado la
periodista trabajaba en el edificio colindante a la Audiencia Nacional, donde
el ex banquero hubo de acudir a declarar, así que tuvo oportunidad de mirar a
la cara al hombre que había sido adulado hasta la náusea y oir las
imprecaciones que le dirigían, quizá los mismos que le habían ensalzado. Por lo
que pudo comprobar cuán frágil es la gloria humana que no se sustenta en la
honradez y el mérito.
La intervención de Banesto supuso también la caída de Pérez Escolar
quien, durante años, peleó denodadamente defendiendo su actuación en el Banco.
El hecho de que la pelea fuera contra el todopoderoso Emilio Botín, propietario
del Banco de Santander, a quien se había adjudicado Banesto tras su
intervención, reconcilió a la periodista con el anciano prócer pero nunca tuvo
ocasión de expresárselo.
Cuando la viajera llega, finalmente, a Santa María de Bujedo, un domingo
de agosto, lo primero que encuentra es una cadena que cierra el camino al paso
de vehículos. La viajera se interna en la propiedad
que fuera de Rafael Pérez Escolar, el patriarca, mientras el colega parlamenta con el perro que
guarda la entrada. El conjunto de edificaciones –en espléndido estado de
conservación- se asemeja más a una finca de recreo que a cualquier otro
concepto vinculado a la cultura o al arte. Tras sortear una segunda cadena,
finalmente, llega a la portada de la iglesia. Un cordón impide el paso más allá
y la viajera decide no seguir. A corta distancia se alza una torre que asemeja
un palomar.
Los viajeros buscan alguien a quien preguntar pero nadie aparece así
que abandonan con una extraña sensación la que fuera obra dilecta de Pérez
Escolar, donde se soñó mecenas de la cultura, hombre del renacimiento, donde mantuvo alguno de sus cónclaves políticos y económicos. El lugar
que él consideraba su consagración social, su propia Signoria.
Veinticinco años después, se diría que ha pasado un ciclón. Rafael
Pérez Escolar murió en septiembre de 2007, después de haber sido procesado,
condenado y encarcelado brevemente por su actuación en Banesto. Su discípulo,
Mario Conde, fue procesado, condenado y pasó una temporada entre rejas y en la
actualidad gasta su tiempo depositando en twitter píldoras de filosofía low
cost. Procesado, condenado, inhabilitado –e indultado- resultó el pupilo de Pérez
Escolar en Solución Independiente por Burgos, José María Peña, retirado de la
política. Procesado, condenado y encarcelado fue también el aspirante a suceder
al señor del gran poder en la cúspide del caciquismo local, Antonio Méndez
Pozo. Hoy, es el Jefe por excelencia. Sobre el asunto que llevó a estos últimos
ante la ley –el Caso de la Construcción de Burgos- escribieron muy
documentadamente dos periodistas, José María Chomón y Miguel Calvo. Una obra
que más parece novela negra que reportaje, por las cosas increíbles pero
verdaderas que relatan.Verdaderamente, aquellos fueron unos tiempos convulsos.
Ya en la carretera, la viajera vuelve los ojos a Santa María de Bujedo,
recuerda a Rafael Pérez Escolar y no puede por menos de coincidir con el poeta.
Qué solos se quedan los muertos…
Es un placer acompañar a la viajera y el compañero en esta ruta que avanza entre el espacio y el tiempo leyendo en piedras y entornos realidades del pasado que siguen tienendo eco e impacto en el presente, como si las ondas en el estanque no dejaran de afectarnos por lejos que se lanzase la piedra.
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