lunes, 11 de abril de 2016

Los encantos de Ezcaray

¿Por qué viajamos?  ¿Por qué elegimos una ruta, un itinerario, una ciudad? Cada cual tiene su razón. Nosotros teníamos pendiente la visita a Ezcaray desde que vimos el primer capítulo de la serie Olmos y Robles, una de guardias civiles encarnada por Pepe Viyuela y un modelo de escayola que responde por Rubén Cortada. La serie fotografía muy bien este pueblo riojano así que nos prometimos que nos acercaríamos a la primera oportunidad. Antes de que ésta surgiera, Pilar de Abalorios nos contó su paso por el lugar, con lo que nos dejó literalmente en suerte.

Allí que nos fuimos, pues, desde Burgos siguiendo la N-120 hasta Santo Domingo de la Calzada, recorriendo el Camino de Santiago a la inversa. En Santo Domingo, se toma la LR-111 que conduce a nuestro destino y, a los deportistas, hasta la estación de esquí de Valdezcaray.

Ezcaray es una villa con once siglos de historia pero hoy es una localidad turística de poco más de 2.000 habitantes que se multiplican por diez en verano. Una población con una amplia oferta hotelera y restauradora. En esa habilidad para conjugar los viejos fueros, la tradición pañera y maderera y la moderna oferta turística reside el secreto y el encanto de Ezcaray.

Lo mejor que se puede hacer al llegar aquí es aparcar el coche porque el casco antiguo es casi totalmente peatonal y porque es un lugar muy abarcable sin esfuerzo. En la Oficina de Turismo proporcionan información y aconsejan un itinerario de aproximadamente una hora que, partiendo de la Plaza de la Verdura, continúa por la calle porticada hasta la plaza del Quiosco, sigue por Arzobispo Barroeta y llega hasta el crucero de San Lázaro.

De aquí, se tuerce a la izquierda y enseguida se llega al río Oja, que en este sábado de abril baja caudaloso y rápido. Peatones y vehículos utilizan para atravesar el río un puente de piedra que llaman romano. Ambas riberas han sido acondicionadas para el paseo, el de la izquierda, bautizado del Tenorio. Los viajeros optan por la ribera derecha que conduce hasta la Estación vieja, un edificio pintado de azul, acondicionado como bar y restaurante.

Cruzando de nuevo el río y por la Avenida de Navarra se llega hasta la plaza del Ayuntamiento, un amplio espacio flanqueado por dos edificios históricos del siglo XVIII: la Real Fábrica de Paños, actual ayuntamiento, teatro y sala de exposiciones, y el Edificio del Tinte, acondicionado como albergue. El conjunto es monumento de Interés Cultural desde 1992.

La industria textil de Ezcaray data del siglo XVI pero es en 1752 cuando se crea la Real Fábrica de Santa Bárbara, en honor a Bárbara de Braganza, esposa del rey Ferrando VI. Dedicada a la elaboración de paños y sarguetas, la Real Fábrica fue una de las mejores de España. Poco después, reinando ya Carlos III, se le concedió el privilegio de Compañía General y pasó a llamarse Compañía Real de San Carlos y Santa Bárbara. En 1758 se añadió el edificio del Tinte, también conocido como el Fuerte, construido con materiales incombustibles, que contaba con doce calderas. La guerra de la Independencia afectó mucho a la actividad de la Real Fábrica, que en 1845 cesó su actividad. Por ese tiempo quedaban en Ezcaray 29 fábricas y un millar de obreros.

Por la avenida de Santo Domingo los viajeros se encaminan de nuevo al centro de la villa topándose con la iglesia de Santa María la Mayor, del siglo XII, en la que destaca su original balconada de madera. En un jardincillo frente a la portada de la iglesia, se alza un interesante crucero.

Además de estos monumentos imprescindibles, los viajeros se deleitan con varios edificios blasonados, los palacios del arzobispo Barroeta, de Torremúrquiz y del Ángel, construidos con la piedra roja característica de la zona, que, unidos a su caserío tradicional bien conservado, hacen de Ezcaray un pueblo de indudable atractivo.

Uno de estos atractivos, como nos había contado Abalorios, radica en su oferta gastronómica, incluido un dos estrellas Michelín. A mediodía, los bares y terrazas del centro están rebosantes. Pero el colega ha echado el ojo a una carta donde ofrecen caparrones y lomo de ciervo, y, con el argumento de que está cansado de sopletes, oxígenos y otras chuminadas de la nueva cocina, optamos por El Rincón del vino, cocina tradicional de la zona en continente y contenido. Croquetas de boletus, pulpo a la brasa con careta de cerdo, caparrones, ciervo con salsa de cerezas, lomo de bacalao con salsa de hongos, ravioli de flan y helado, regados con un Marqués de Cáceres. Un mini celemín para servir el pan. Muy buena experiencia.

Un último paseo antes de emprender la vuelta nos permite confirmar la primera impresión de que Ezcaray es uno de esos pueblos con encanto que no necesita de más razones que ella misma para venir a conocerlo. Ni siquiera somos capaces de reconocer ninguno de los escenarios de la serie televisiva, salvo la vieja Estación, un edificio que parece estar habitado por historias mágicas.

11 comentarios:

  1. Arzobispo Barroeta. Este es un fallo muy común que ya resulta repetitivo y no sabemos a qué responde. Tal vez a leer información escrita por gente con poco rigor. No digo que sea el caso de este post, sino de haber leído algo mal escrito.

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    1. No sé a qué se deberá el error en otros casos. En éste, exclusivamente a mí, porque tomé el dato del folleto que me proporcionaron en la Oficina de Turismo, donde indica claramente Barroeta. Ya lo he corregido.
      Gracias por tu visita y por tu advertencia, Ricardo.

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  2. Muy buenos recuerdos de Ezcaray, incluida una amorosa manta y un amoroso chal de pura lana virgen de oveja... que me recuerdan que tengo que volver allí. Lo único que siento es que no podré hacerlo en la compañía de quien me lo enseñó de primera mano. C'est la vie.

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    1. Hay que hacer las cosas cuando se presenta la oportunidad. Yo vi un chal maravilloso y lo pospuse para no ir cargada. Cuando volví, la tienda estaba cerrada. Tengo que volver también.

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  3. Una descripción del pueblo pasable pero faltan algunos detalles del mismo que, si no se visita adecuadamente, se omiten y no voy a comentarlos aquí porque se alargaría un poco.
    Lo que me ha llamado mucho la atención es la descripción, según el colega, del 2 estrellas michelín sin dar nombre, poniendo "chuminada" a una labor muy digna y trabajada (de lo contrario no tendría ninguna estrella) de sopletes y oxígenos. Si ese "colega" conociera bien Ezcaray y sus restaurantes sabría que ese restaurante con 2 estrellas michelín tiene también un restaurante de comida tradicional Riojana en el cual existe una carta con Caparrones, las mejores croquetas del mundo y muchas cosas más. Por supuesto el nombre es ECHAURREN.
    Pues si volvéis hacer una visita mas extensa y comer en dicho restaurante ECHAURREN, posiblemente uno de los mejores de España...
    Un saludo de Moncho.

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    1. Moncho, nada más lejos de nuestra intención que menospreciar a ningún restaurante de Ezcaray, tenga o no estrellas Michelin. Somos entusiastas de la gastronomía de cualquier lugar y, créeme, buenos catadores. Conocíamos el Restaurante Echaurren y su excelsitud a través de unos amigos, cuyo enlace se incluye en el post, pero ese día al colega le pedía el cuerpo otra cosa y tampoco era cuestión de tener una bronca conyugal por algo así. Me apunto tu consejo y en la próxima haré valer mi criterio y comeremos en el Echaurren.
      En cuanto a las descripciones que faltan, sin duda que tienes razón. Se trata de un blog, no una guía de turismo, en el que se narran las impresiones personales de los sitios que visitamos. Incluí varios enlaces, alguno al propio ayuntamiento de Ezcaray, para quien quisiera informarse más ampliamente.
      Lástima que no haya sabido expresar adecuadamente lo mucho que nos gustó Ezcaray y lo que disfrutamos en nuestra visita.
      Gracias por la amabilidad de tu comentario. Estás en tu casa.
      Un saludo cordial

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  4. E' veramente una meraviglia se ci vai ne resti incantato e ritornarci è d'obbligo. Una cittadina meravigliosa con abitanti ospitali e simpatici. Merita veramente.

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    1. Coincido plenamente, anónimo visitante. Sé bienvenido tantas veces como desees

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    2. Coincido plenamente, anónimo visitante. Sé bienvenido tantas veces como desees

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