Sindyanna de Galilea: regalos comprometidos
“Mañana estreno un jabón hecho en Alepo (Siria) y
se me encoge el alma”, escribió en su facebook una joven periodista
amiga, que es quien me refrescó la memoria.
En verdad, mi memoria necesita de poco refresco porque raro es el día
que no recuerdo a las muchas personas que en Israel trabajan –en dura pelea con
el desaliento- por el reconocimiento de los derechos de palestinos y judíos y
por mejorar la convivencia entre ambas comunidades.
Una de estas iniciativas es Sindyanna de Galilea. Sindyanna significa
roble, árbol que representa cabalmente la fuerza y la resistencia de quienes
forman parte de la asociación sin ánimo de lucro. Fundada en 1996, Sindyanna ha
ido tejiendo una red de apoyo a los pequeños agricultores y productores
palestinos, potenciando sus capacidades, respaldando sus iniciativas. La
asociación tiene una visión universal de los problemas y de las soluciones pero
con una perspectiva local. Es decir, puesto que quieren un mundo mejor han
empezado por asear su entorno más próximo. Y puesto que creen en la igualdad
entre los seres humanos respaldan con especial empeño los derechos de las
mujeres y su acceso al mercado laboral.
Mujeres son, en su mayoría, quienes elaboran o preparan sus jabones o
su magnífico za’atar, una mezcla de especias aromática y sabrosa. Los jabones
se elaboran con aceites de olivos palestinos y arcillas del Mar Muerto.
Conviene recordar que el Mar Muerto es un lago endorréico situado entre
Israel, Palestina y Jordania. Sus aguas son muy ricas en distintos minerales
que dan lugar a un comercio muy activo del que se benefician exclusivamente
Jordania, en su vertiente oriental, e Israel en la vertiente occidental. Estos
minerales son especialmente apreciados por la industria cosmética de ahí que
las grandes firmas internacionales tengan en sus inmediaciones instalaciones
extractivas y de transformación que rinden espectaculares beneficios a ellas y
a Israel, país que hace las concesiones. La inclusión de sales o minerales del
Mar Muerto en la composición de cualquier cosmético no sólo eleva su precio
sino que le aporta una pátina de autenticidad y de originalidad.
Los jabones de Sindyanna de Galilea tienen, pues, el aroma y los
principios activos del Mar Muerto y la calidad de los productos artesanales. Resultan
un lujo en cualquier baño, al tiempo que una llamada de atención diaria: Todos
podemos ser útiles si prestamos un poco de atención.
La asociación es también una entidad de comercio justo que distribuye
sus productos con la ayuda de otras organizaciones con similar ideología. En
España pueden adquirirse a través de Amnistía Internacional en caja de cuatro
jabones que incluye una postal de un artista palestino.
Ya se sabe que a quienes vivimos en el mundo desarrollado
–especialmente en los países del ámbito cristiano- en Navidad nos acomete
simultáneamente un fervorín solidario y un ataque de consumismo que cada cual
resuelve como puede.
Los jabones de Sindyanna son una buena opción para las fechas entrañables que
se nos avecinan. Son un buen regalo a un precio no excesivo y son un gesto de
compromiso con quienes trabajan por un mundo menos injusto. Podría añadir que
son una buena opción por sí mismos en cualquier momento del año pero a esa conclusión llegará seguramente quien ahora opte por hacer la prueba.
Visión global acción local, creo que no solo a la terrible situación de Palestina podríamos aplicar el principio, pero quizás es el frío el que nos detiene, ¿o se nos ha olvidado lo que queremos?
ResponderEliminarTomo nota de la idea, gracias
tomo nota del enlace... yo ya tengo encargadas las típicas tazas de unicef, que suelo regalar por navidad... por lo que bien dices: por intentar mantener un equilibrio en estas fechas entre lo que son y lo que deberían ser...
ResponderEliminarel post me ha encantado!!
besos!!