Entre los
periodistas, como en cualquier profesión, hay de todo. Los hay buenos, malos,
mediocres o excelentes, honrados y vendidos, inteligentes y tontos de baba.
Hubo un tiempo que fue una profesión respetada; hoy, está menospreciada cuando
no bajo sospecha.
Es la lógica
consecuencia a mucho desafuero protagonizado por famosillos o famosos a secas
que utilizaron su pluma, su imagen o su palabra como palanca para obtener cosas
distintas de un salario decente y también de una cierta dejación de los
profesionales en general. El catálogo es variado: los todólogos que pontificana toda hora y sobre cualquier tema en radios y televisiones, sobre todo en
éstas, atrincherados en posiciones partidistas; los que se tasan a sí mismos encifras astronómicas; los que se pasean alegremente fuera de la ley.
Están también
aquellos a quienes las noticias no favorables al poder o a los poderosos les
pillan siempre mirando a otro lado o fuera de foco. No están ni se les espera. Empero,
ésta es una profesión imprescindible en democracia. Conocido es el axioma de
que la democracia de un país puede subsistir sin gobierno pero no sin
periodistas.
Periodistas, esto
es, personas al servicio de la verdad, que se enfrentan a la realidad con
espíritu crítico y lo cuentan, estos sí, “cueste lo que cueste y les cueste lo
que les cueste”. A algunos, incluso, les cuesta la vida y a la mayoría, les
ocasiones sinsabores, dificultades e incomprensiones. Al poder, a cualquier
poder, le desagrada la crítica y le resultan sospechosas la independencia y la
crítica.
A la orilla de un
camino en el parque del Retiro de Madrid, cerca de la vía que une la Plaza del
Ángel Caído con la Cuesta de Moyano (a la derecha), hay una pequeña inscripción
que reza así: "A la memoria de Juantxu Rodriguez. La Asociación Nacional de Informadores Gráficos de Prensa y el Ayuntamiento de Madrid".
¿Quién era Juantxu Rodríguez? Un periodista gráfico. Alguien que utilizaba su cámara para contar al mundo lo que ocurría en cualquier esquina del planeta. Y en una de
ellas, en Panamá, su dedicación le costó la vida. Le acompañaba en aquella
ocasión Maruja Torres, otra periodista que ha recorrido el mundo contándonos lo
que ocurría, a despecho de los distintos poderes, como bien quedó de manifiesto
al dejar el periódico en el que había trabajado durante años.
Estos días Maruja
ha escrito un artículo en el que relata lo que ocurre desde su atalaya de mujer
de 70 años que ha visto y vivido casi todo pero que sigue con los ojos abiertos
y la tecla afilada. Un artículo que honra la profesión. Periodismo en carne
viva.
Gracias por la reseña, se me habría pasado.
ResponderEliminarun abrazo
¿Donde están esos periodistas hoy?. Se ha perdido un poder.
ResponderEliminarSaludos
me ha encantado tu post de hoy...
ResponderEliminargracias!
y muchos besos!!!
Ay, tanto vivido y pasado que a veces las cosas que nos impresionaron se nos pierden del recuerdo. Gracias por hacernos hacer memoria.
ResponderEliminarHacen falta más como Juantxu Rodríguez y no como los que abundan ahora, los todólogos, que opinan de cualquier tema indistontamente y muy a menudo son la voz de su amo.
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