No tratamos
bien a nuestros próceres, no tenemos práctica, nos resulta más propio atizarlos
en el cogote. Excepto para asuntos de honda enjundia intelectual, como la tauromaquia, nos es ajena cualquier tentación de chovinismo. Despreciamos a nuestros
contemporáneos e incluso a nuestros antepasados.
En Madrid
existe, recostado en la basílica de Atocha, un Panteón de Hombres Ilustres en
el que, en teoría, deberían reposar los restos de nuestros próceres. Deberían. La
realidad es que el recinto, que ni siquiera llegó a concluirse con arreglo al
proyecto original, cobija una serie de mausoleos de políticos: Martínez de la Rosa, Muñoz-Torrero, Mendizábal, Olózaga, Argüelles, Dato, Canalejas, Cánovas del Castillo y Sagasta. Varios de ellos obra de
Benlliure y algún otro de Querol.
El
Panteón depende de Patrimonio Nacional y actualmente está en obras. La entrada
es gratuita y la visita reducida, el jardín está cerrado. Se prohibe
tajantemente hacer fotografías, bajo pena de excomunión, nadie sabe por qué
puesto que los derechos de autor de los escultores habrán pasado al dominio
público, se supone.Nada invita a la visita.
En la
galería abierta al público se encuentran los mausoleos de Cánovas y Sagasta,
dos políticos que protagonizaron la alternancia bipartidista en el periodo de
la Restauración española de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Sagasta
era presidente del Partido Liberal –el progresista- y Cánovas, del Partido
Conservador. Al margen del Pacto del Pardo, en el que se sustentaba el reparto
de poder, no era ajeno a él un sistema caciquil que pervivió hasta bien entrado
el siglo XX, en la hipótesis de que hubiera desaparecido realmente.
La historia ofrece ironías que no siempre somos capaces de aprender.
En aquellos años de decadencia del imperio español –aquél en el que no se
ponía el sol- le tocó a los progresistas presidir el gobierno que rindió los
últimos vestigios de esplendor -1898: pérdida de Cuba y Filipinas- y a Sagasta
asumir la responsabilidad de aquella crisis.
Quizá pensara en ello el todavía presidente del gobierno, Rodríguez Zapatero, cuando hoy ha firmado la disolución de las Cortes. También él se ha comido el marrón de lo que se presenta como la madre de todas las crisis.
Acabo de tomar nota de la visita, otra excusa perfecta para perderse en Madrid.
ResponderEliminarMe encanta la reflexión, que buena eres cuando te pones;)
A ver cuándo dejas las excusas y te decides a venir.
ResponderEliminarGracias, guapa, siempre es un placer encontrarte en esta tu casa.