Hay lugares que emiten
señales indefinibles, lugares que llamamos mágicos para simplificar porque no
somos capaces de explicarlo de otra manera más científica. Lugares en los que
se alza una ermita sobre los cimientos de otra iglesia románica que a su vez se
levantó sobre los restos de una basílica visigoda, que utilizó las piedras de
un enterramiento anterior.
¿Qué lleva a los
hombres a venerar a sus dioses en esos lugares y no otros? En ningún caso la
casualidad. Corrientes telúricas, cálculos astrales, conocimientos profundos
del movimiento de los planetas determinan los caminos y los puntos donde
confluyen energías ignoradas por el común de los mortales. Las leyendas
hablarán luego de apariciones sobrenaturales –con sospechosa preferencia por
pastorcillos- que indican el punto donde quieren ser veneradas, puntos donde se
producen fenómenos y confluencias que requieren de una sabiduría que tampoco
está al alcance de cualquiera.
Santa Lucía del Trampal debe ser uno de esos puntos. En el entorno donde actualmente se levanta
la estructura de una iglesia visigoda han sido hallados restos muy anteriores de
objetos y lápidas de carácter religioso. Se supone que los sillares con los que
se levantó el templo actual procedían de un templo dedicado a Ataecina, deidad
prerromana, datado en el siglo VI antes de la era cristiana.
La iglesia es de planta basilical de tres naves, un crucero y tres ábsides. Es un raro ejemplo
de arquitectura visigoda en el sur de la península y esta rareza dificulta su
datación entre el siglo VII, influencia visigoda, o el VIII, influencia
mozárabe. Fue reconstruida en parte en el siglo XV para dejarla en una sola
nave cubierta por arquerías ojivales. Es en esta época cuando se pone bajo la
advocación de Santa Lucía. El monasterio permaneció hasta el siglo XVIII pero
durante la invasión francesa fue utilizado como fortín y establo.
Semi cubierto por
la vegetación y totalmente cubierto por el olvido permaneció arruinado hasta
que a finales del siglo XX fue restaurada tal como puede verse actualmente. La Junta
de Extremadura ha abierto un centro de interpretación donde se explica la
historia del monumento.
Santa María delTrampal está en la comarca de Montánchez, cerca de Alcuéscar. El acceso está
bien señalizado pero hay que estar atentos a la salida para no despistarse en
un pueblo de calles estrechas y empinadas. En nuestro caso, sólo la pericia conductora de
Valdomicer nos libró de montar un número pero no impidió que por un rato nos
convirtiéramos en atracción del vecindario que tomaba posiciones para ver si
éramos capaces de salir del atolladero.
En nuestra
memoria, sin embargo, permanece la belleza del paraje, en la falda de la Sierra
del Centinela. A la caída de la tarde, la luz nos regala un paisaje que parece
irreal de tan bello. A lo lejos se distingue el castillo de Montánchez, del que
nos separa una llanura con dehesas de alcornoques. A riesgo de ser redundante, no
se me ocurre una forma más científica para describirlo que decir que nos
hallamos en un lugar mágico.
Sin la menor duda, la magia impregna el lugar, que no solo es precioso, sino que tiene ese algo más dificil de explicar pero imposible no sentir, y más en buena compañía.
ResponderEliminarOtra excursión de lo mas bonita e interesante, sigo tomando nota de todo incluido el acceso jajajaja... para veros por un agujero.Besos
ResponderEliminar