Imaginemos por un
momento que la emisora Al Jazeera nos cuenta que el rey de Marruecos ha
decidido condecorar a Mahoma y nombrarle capitán general de sus ejércitos. Habría
un rasgado general de vestiduras y un cierto pitorreo sobre la ignorancia del
mundo musulmán en general y sobre el país magrebí en particular.
Pues no es
necesario imaginar nada: ahí tenemos al ministro de Interior que, sobre estar
orgulloso con su director general de la Guardia Civil cuando ordena disparar
contra inmigrantes que pretenden entrar en España de manera heterodoxa, como
consecuencia de lo cual han muerto al menos 15 personas, ahora decide condecorar a Nuestra Señora María Santísima del Amor con la medalla de oro al mérito
policial. Distinción que se sustrae a un policía que se lo ha estado currando
todo el año, sin ánimo de menospreciar a Nuestra Señora, que habrá estado
ocupada en sus cosas, sin duda.
El ministro del
Interior actual tiene fama de beato pero en materia de condecoraciones no ha
inventado nada. La Virgen del Pilar es, además de patrona de la Hispanidad,
capitana general de los Ejércitos españoles, por Real Orden de 8 de octubre de
1908. Menos mal que estamos en un Estado aconfesional.
Cosas como esas y
el debate sobre el estado de la Nación te llevan a pensar que alguien se está
pasando de frenada. Que el presidente del Gobierno vaya al Parlamento a
explicar cómo está el país y hable de Alicia en el país de las maravillas y le
aplaudan enfervorizadamente ciento y pico diputados tiene que tener una
explicación que a mí se me escapa. Los cinco millones y medio de parados, la
caída de los salarios, los niños que van al colegio sin comer, los desahuciados
de sus casas, la sanidad y la enseñanza públicas enviadas al desguace junto con
el resto de servicios sociales, los estafados por las preferentes, Blesa, la
financiación ilegal del PP, Bárcenas, los supersueldos e indemnizaciones de los
banqueros estafadores, la reforma laboral, la reforma de la ley del aborto, todo
eso deben ser cosas de ciencia ficción, cosas que pasan en otro país, porque
para Rajoy todo va bien y va a ir mejor. Qué bien.
En vista de que
la realidad me parece de ficción, me voy a ver la exposición de Sebastiao Salgado en Caixaforum. Salgado es un fotógrafo que hace periodismo del bueno con
su cámara.
Pero hace algo más. Nos muestra que el mundo es ancho y largo y
diverso, nos enseña paisajes ignorados, horizontes que ni imaginamos. Nos habla de mujeres y hombres tan iguales y tan distintos a nosotros. De chamanes del Mato Grosso, por ejemplo, en ese país que está organizando el campeonato mundial de futbol.
Las fotos de Salgado nos vacunan contra el nacionalismo excluyente –todos
los nacionalismos son excluyentes, por definición- contra el egoísmo, contra la
ceguera. Contra la estupidez.
Si tienes
ocasión, no te la pierdas. No te explica el discurso de Rajoy pero tampoco te pone de mala leche.
Menudo montón de mierda de país...
ResponderEliminarSoy un enamorado de la fotografía de Sebastiao Salgado. Tiene una serie de fotos realizadas en las Minas de Gerais (Brasil) que son magníficas, donde se ve y se toca el esfuerzo, el dolor y la dureza de ese trabajo y de las condiciones en las que se ejecuta.
ResponderEliminarSaludos
Muy bien definido, alguien se está pasando de frenada, o todo lo contrario, van embalados sin mirar nada. Tan surrealista todo, que no nos diferenciamos en nada de esa república bananera donde sus dirigentes salen en chandal de colores a decir que les hablan los pajaritos...
ResponderEliminarHabrá que emborracharse de arte para soportarlo, tienes razón.
Besos