Pablo el Barriles era así
El pasado mes de agosto hablaba aquí sobre Pablo de Pablo, el popular Barriles de mi pueblo. Me sorprendía entonces
que un hombre que fue tan popular en Aranda no tuviera ninguna referencia en el
mundo virtual.
La pregunta, en el fondo, era: ¿Qué
rastro dejamos de nuestro paso por este mundo? ¿Cómo nos recordarán cuando nos
hayamos ido para siempre? Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto,
concluía Agustín Díaz Yanes en su película del mismo nombre.
Pero, no, no es verdad. Siempre dejamos
estela. La dejamos en nuestra familia, en nuestros amigos, en quienes nos
conocieron, en quienes ayudamos, en quienes no lo hicimos, en quienes dimos
buen ejemplo, en quienes escandalizamos, en quienes sonreímos, en quienes
tratamos desconsideradamente, en quienes fuimos amables. En el recuerdo de lo
que fuimos y de lo que hicimos.
Pablo el Barriles era tal como
lo relaté pero era mucho más que eso. Sus hijos podrán dar fe de ello. Sus amigos
guardan una imagen particular, cada cual la suya. Hay quienes le recuerdan como
cazador, con ese olfato infalible que desarrollan quienes conocen bien el
terreno que pisan. Quienes hablan de su conocimiento del río, de los ríos que
atraviesan Aranda. Los hay que le recuerdan jovial y dicharachero, en el
merendero de sus dominios. Aquella broma que él gustaba repetir frente a un
guiso de conejo, cuando ya todos lo habíamos probado y habíamos elogiado sus
habilidades culinarias. Sí, me costó cogerlo pero me ha quedado bueno este gato…
Era una buena persona, pero no
solo: era un hombre inteligente. Con esa inteligencia de quienes se han enfrentado
a la vida. Quienes tuvimos la fortuna de recorrer con él los montes que rodean
Aranda sabíamos con certeza que, si nos perdíamos en aquel territorio, de nada
nos servirían nuestras habilidades profesionales ni nuestros laureles
académicos: sólo Pablo sabría cómo sacarnos de allí, sólo él sobreviviría sin
ayuda.
La naturaleza y Pablo venían a
ser sinónimos. Hubo un tiempo en que los árboles se convirtieron en elemento de
especulación en la villa. Se talaron riberas y parcelas de monte sin demasiados
escrúpulos. Pablo se lo contó a la periodista con indignación. Ni saben ni
preguntan, se lamentaba. Le habló de lo que costaba repoblar un bosque, de cómo
había que entresacar y plantar… Un domingo nos llevó a un grupo de amigos al
monte de La Calabaza para mostrarnos los destrozos que propiciaba el gobierno
municipal del momento. (Contra lo que pudiera parecer, la corrupción no es un
invento actual). Se conocía el monte como el salón de su casa. Cada camino,
cada trocha, cada cuesta, cada hondonada, cada variedad de pino, cada encina, cada
madriguera…
Ellos, los árboles de la
Calabaza, de Costaján, el Bañuelos, el Arandilla, el Duero, mantendrán,
seguramente, el recuerdo de Pablo de Pablo, el Barriles en la memoria indeleble
de la tierra y el tiempo.
No sólo ellos. Al hilo del post
de agosto, un antiguo compañero de Aranda, Antonio Miguel Niño, me envía unas
fotos de Pablo de aquellos años. Son unas fotos en blanco y negro hermosísimas
en las que se ve a nuestro amigo en su ambiente, junto al río, con sus barcas,
sus cañas, con sus niñas. “Cuando las encontré lo primero que pensé fue en tu
blog y en el post”, me dice. Así que traigo aquí esas fotos para que quede
constancia en la memoria fugaz o no de los bits. Así era Pablo de Pablo, el
Barriles.
Te parece extraordinario porque
era tu amigo pero personas como
Pablo el Barriles, afortunadamente, hay muchas, me dice el colega cuando le muestro las fotos. Seguro que
tiene razón. El Barriles y las personas como él nos salvan y nos redimen de esos otros famosos de medio pelo que
pueblan y saturan las redes digitales y que se encuentran sin dificultad en san
google. Los que nutren las gürtel, tamayazos, ERE´s, cursos de formación,
pujoles, preferentes, púnica y operaciones similares.
Para esto sirve escribir. En este texto la diferencia entre quienes juntamos las letras y quienes son capaces de ahormarlas para moldear el mundo.
ResponderEliminarCuando te alejas de la realidad cotidiniana para poner en acento en lo que importa más allá del escandalazo del siglo que apenas dura un telediario en el canderlero, es cuando más te admiro.
Un beso
Mari Pili, tenemos que echar unas risas sin mucho tardar. Luego ya si eso, vemos el resto.
EliminarBesos.
Tampoco nos pongamos estupendos, en dos o tres generaciones, nadie se acuerda de nadie, salvo que acometas algo para la posteridad y esto lo tienen al alcance solo unos poquitos.
ResponderEliminarSaludos
Hay quien cree haber salvado al mundo y en cuanto se da la vuelta todo salta por los aires. Estoy pensando en Cela o Umbral.
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