Universidad del Barrio: un chute de optimismo
El Teatro del Barrio es una
cooperativa liderada por el actor Alberto San Juan, que opera como un revulsivo
social y cultural. Ofrecen representaciones teatrales, actuaciones musicales y
un programa variopinto que incluye lo que llaman Universidad del Barrio: ciclos
de conferencias sobre cuestiones de actualidad. Este es el segundo año de la
iniciativa; desde ayer y hasta la primavera se impartirá un Curso de historia
crítica para ciudadanos y otro de Economía aplicada alternativa de
consumo/producción.
La sesión inaugural estuvo
protagonizada por el matrimonio Bill Ayers y Bernardine Dohrn, militantes ambos
del movimiento radical estudiantil The Weather Underground que en los años 60 y
70 del siglo pasado se oponían a la guerra de Vietnam. Los Weathermen
organizaron cientos de sabotajes y explosiones contra bienes materiales lo que
les llevó a la clandestinidad durante varios años.
Pasado aquel tiempo, Bill se
convirtió en un pedagogo de prestigio, uno de los teóricos de la educación
alternativa de mayor prestigio mundial. Es profesor emérito de pedagogía en la
Universidad de Chicago.
Se trataba, pues, de una
apertura de curso interesante y de nivel. Pero en el Teatro del Barrio el
interés no está sólo en el programa, también en lo que se ve y se oye antes y
después de cada acto, en el ambiente.
Presentó a la pareja Ayers un
personaje de la política actual: Juan Carlos Monedero. Conviene advertir que el
Teatro del Barrio se mueve en la onda de Podemos, cuya sede se encuentra frente
al espacio teatral. Y entre quienes frecuentan el local y asisten a sus
actividades hay una mayoría de simpatizantes de este movimiento. Por si alguien
necesitara el apunte, Monedero es ese chico con gafitas que aparece siempre en un
aparente segundo plano entre Pablo Iglesias –el chico de la coleta- e Iñigo
Errejón –ese niño que pone morritos y cara de yo no he sido mejor que Mick
Jagger-.
Los asiduos del Teatro del
Barrio conocíamos a Monedero del curso pasado. Un chico al que calificarías de educado,
amable, inteligente y culto a poco que le hubieras visto actuar. Ayer lo
encontramos muy desmejorado, con ojeras y aire cansado. Será la luz, pensamos,
o la paliza que supone organizar una asamblea como la que Podemos ha celebrado
el fin de semana en Madrid. Luego él aclarará que arrastraba un dolor de cabeza
y se preguntará por qué el paracetamol genérico no ha de disolverse igual de pronto
que el de marca. Eso es lo que se llama estar atento a la realidad.
Empero, ayer no era Monedero el
centro de atención, sino Bill y Bernardine. Una pareja con años a la espalda y
tan jóvenes, sin embargo. Él y ella con un discurso elaborado y coherente,
conscientes de la realidad que les rodea, y dispuestos a cambiar el mundo. Realistas
y utópicos o utópicos de una realidad imprescindible.
Los oradores dejaron en la sala
una sucesión de mensajes para repensar:
- hay que reinterpretar el mundo
para transformarlo
- o cambiamos la manera de
educarnos o no hay solución
- la gente que tiene problemas
también tiene soluciones
- es importante conocer lo que
ocurrió en los años 60 porque es el preludio del presente
- la educación se produce en
todas partes porque la educación es vida
- uno no necesita pedir permiso
para interrogar al mundo
- es absurdo concebir la
educación de tal a tal edad porque la educación dura toda la vida
- las escuelas son el espejo y
la ventana de una sociedad
- hay que dudar y replantearse
lo que está haciendo, de lo contrario se cae en la soberbia
- hay que abrir los ojos y
actuar consecuentemente
- algo hay que hacer aunque haya
diferentes manera de hacer
- la lucha continúa.
No era sólo lo que decían,
también cómo lo decían, esa sensación de verdad que transmiten quienes creen en
lo que hacen, la corriente vital que emana de quienes han vivido con intensidad.
Bernardine, sobre todo, era la imagen misma del coraje, de la vitalidad, del
valor. Era hermoso ver cómo mientras ella hablaba, Bill le acariciaba la
espalda con suavidad, con esa ternura de las parejas que han vivido mucha
pasión y muchas peripecias juntos.
Ambos se expresaron en inglés y
fueron traducidos por los dos moderadores –Pablo y Noelia- con una pulcritud profesional.
No obstante, se apreciaba un amplio conocimiento del inglés entre el público
que se evidenció cuando una chica joven, que se presentó como profesora de
enseñanza media, formuló su pregunta en un inglés casi perfecto y tradujo la
respuesta con total soltura.
Qué generación de gente
preparada y luchadora nos viene, pensé. Gente competente en su área, buenos
profesores, buenos médicos, profesionales capaces de crear programas
informáticos, nuevas aplicaciones digitales, capaces de idear nuevas vías de
ampliar el conocimiento, filósofos que analizan nuevas pautas sociales ¿Por qué
nos flagelamos de manera tan inmisericorde si tenemos la mejor materia prima
para salir del atolladero en el que nos han metido los dueños del dinero?
Tienes que amar tu vida y amar
el mundo también, sugerían los conferenciantes. Vivimos en la historia, somos
parte de la historia. La diferencia es hacer o no hacer, añadían. Por la noche te
acuestas pensando que has perdido la batalla contra el capitalismo, confesaba
Bill, pero hay que levantarse por la mañana pensando: hoy va a ser el día.
Fue un chute de optimismo. Cuando
todo se hunde es el momento de empezar de nuevo. La lucha continúa...
Me ha encantado tu descripción, que hago mía. Fue un privilegio asistir a esa sesión y poder seguir el ciclo será participar en la inteligente interpretación de la historia y de este momento que nos ha tocado vivir.
ResponderEliminarEl regalo insuperable de seguir aprendiendo. Y la compañía de buenos amigos.
Eliminarla lucha continúa... y yo añadiría que se complica día a día...
ResponderEliminartu post me ha encantado... y que sepas que con lo negativa que estaba hoy, me has dado un poquito del optimismo que me hacía falta... así que gracias...
¿Negativa con tu edad? Os vais a comer el mundo, haz la prueba.
ResponderEliminarBesos.
Empezar de nuevo, lástima que para hacer la tortilla tengamos que romper los h...
ResponderEliminarEspero que esta envidia sea sana, porque amplia, sin duda
Besos