Los últimos días de cualquier gobierno son tiempos pocos dados a la
lírica.
Muchos de quienes se van han dedicado los mejores años de su vida a la
actividad pública. Imagino que lo hicieron pensando en mejorar la situación que
habían encontrado. Imagino. Pero se van a punto de la bancarrota y con una
sociedad desmoralizada e irritada después de haber perdido cuatro millones de
votos, casi tantos como parados se cuentan.
La realidad es que este gobierno se va en la peor de las circunstancias. Con
una crisis galopante que ha puesto al ejecutivo frente a sus contradicciones
ideológicas y su inconsistencia política.
La última de ellas la ha firmado en tiempo de descuento: el indulto a Alfredo Sáenz, que dirigió Banesto y hoy es el número dos del Banco Santander.
Sáenz estaba condenado por el Tribunal Supremo por denuncia falsa a una
pena de tres meses, por la que no tenía que ir a prisión, y de inhabilitación,
por la que tendría que abandonar su actividad bancaria.
La petición de indulto ha estado bailando sobre la mesa del consejo de
ministros desde hace meses sin que se decidieran a firmarlo. Supongo que por vergüenza
torera. Pero hoy han pensado que de perdidos al río y se han lanzado al agua.
Cuesta creerlo, sinceramente. Incluso a los suyos. Cuesta hacerse a la idea de que un gobierno
socialista que ve impertérrito cómo miles de ciudadanos están perdiendo sus
viviendas hipotecadas por las condiciones leoninas impuestas por los bancos; que
contempla cómo esos bancos se quedan con las viviendas dejando a miles de
familias en la calle; ese mismo gobierno que no ha sido capaz de poner coto al
poder bancario que después de despojar de las viviendas sigue reclamando cifras
exorbitantes a trabajadores en paro, ese gobierno que se dice socialista se
despida firmando el indulto a un banquero mentiroso.
No es extraño que el portavoz gubernamental no haya sido capaz de
explicar las razones por las que se ha tomado esa decisión. Debe de ser difícil
asumir en público que uno gobierna al dictado del banquero Botín.
Se discute estos días en los medios quién ha de dirigir al PSOE en los
próximos años. Da igual, en estas condiciones pueden llamar al maestro armero. Lo
que este partido está necesitando es una definición ideológica. Que se sepa qué
son. Que lo sepan ellos en primer lugar para que podamos comprenderlo los
demás.
Lo de hoy ha sido una forma como otra cualquiera de suicidarse a la vista
del público. Para explicar una cosa así se necesitaría un Shakespeare 2.0.
Pues qué bien.
ResponderEliminarBotín manda, que lo llevo diciendo yo ya hace tiempo. Y ahora más todavía.
¡A ver si se queda el comentario, que siempre vengo ¿eh?!
Besitos
Quienes somos, adónde vamos, qué queremos? Muchas pregunta, pero al parecer una no, ¿a quien debemos mucho?
ResponderEliminarQue malamente pintaba la oposición en tiempos de Vitiza el chico!
Tita: el indulto es como la rúbrica de una generación perdida.
ResponderEliminarPilar: ponte buena pronto que sólo tus post nos van a aliviar de tanta pesadumbre, nean