El levantamiento
de los vecinos del barrio burgalés de Gamonal está siendo analizado desde todas las vertientes. Los economistas apuntan al endeudamiento municipal; los
sociólogos aluden a la elevada tasa de paro del vecindario de esta barriada;
los políticos sostienen que se trata de un levantamiento antidemocrático; los
responsables de Interior declaran que es una invasión de jóvenes antisistema;
los vecinos rechazan la creación de un bulevar y la construcción de un
aparcamiento subterráneo. Y todos, todos, pronuncian en voz baja un nombre Antonio Méndez Pozo ¿Qué tiene que ver este aparejador, empresario, gestor en esta
historia? Todo o nada, según se mire.
Burgos es una
ciudad tranquila –demasiado, dicen los jóvenes- habitualmente apacible, con una
población envejecida que goza de buenos servicios públicos o semipúblicos a un
precio razonable. Con buenas instalaciones deportivas, buenas y muy concurridas
bibliotecas, un teatro público y varias salas privadas, varios cines, con oferta
cultural, con un trazado urbanístico muy a la medida de las personas, donde es
posible encontrarte con los amigos, disfrutar de un rato de charla. Un lugar
donde apetece estar, con permiso de su climatología.
Padece la ciudad una
fama de ciudad conservadora en parte porque aquí vino a instalarse el
Generalísimo de todos los ejércitos tras el golpe de Estado que derivó en la
guerra civil, y en parte porque el hecho de ser sede de una Capitanía General y
de un Arzobispado le confirieron durante décadas un carácter de lugar de curas
y militares. Que no es personal muy dado a progresismos.
Todo ello, más su
propia idiosincrasia de ciudad de interior han contribuido a hacer de Burgos
una ciudad como esculpida en el tiempo. Una ciudad de piedra donde nunca pasa
nada. No sé si será casualidad que la película del mismo nombre se rodara en
una población de la provincia: Aranda de Duero, una población que, paradójicamente,
pasa por ser la más progre de las localidades burgalesas.
Pues esta ciudad
de Burgos se ve sacudida de vez en cuando por movimientos convulsos que la
llevan a primera plana de los informativos como en 2005, la última vez este fin de semana.
Los vecinos del barrio de Gamonal llevan meses protestando pacíficamente contra
un proyecto urbanístico que, por un lado, reordena la principal arteria de la
ciudad –la calle Vitoria- quitándole vías al tráfico y plazas de aparcamiento
y, por otro, supone la construcción de un aparcamiento subterráneo. La empresa
constructora tiene previsto ofrecer la concesión de uso de esas plazas al
precio de 19.800.000 euros por un plazo de 40 años.
Ocurre que Gamonal
es un barrio eminentemente obrero donde la crisis se está cebando en sus
jóvenes, que no encuentran empleo, y en los trabajadores de mediana edad, que
tampoco. Un barrio obrero con tradición combativa y hábito de organización. Que
está padeciendo los recortes que el Ayuntamiento de Burgos ha impuesto en servicios
públicos, como guarderías o transporte. Que es deficitario –muy deficitario- en
plazas de aparcamiento porque cuando se construyó el barrio –allá por los años
60 y 70 del pasado siglo- el coche era un bien minoritario.
Y así, mientras los
vecinos de Gamonal reclaman un fortalecimiento de los servicios públicos se
encuentran que el Ayuntamiento les ofrece unas obras valoradas en 8 millones de
euros que no han pedido y que, en vez de ampliar los espacios disponibles, les
va a quitar las pocas plazas de aparcamiento existentes. Crean una coordinadora
para negociar con el Ayuntamiento pero el alcalde –un hombre joven formado
políticamente en la actividad municipal pero con pocas habilidades para la
negociación- se niega a cualquier negociación alegando que el proyecto figuraba
en su programa y en el del PSOE.
Así hasta que
aparece la maquinaria de obras que deberá ejecutar el proyecto. El viernes
pasado, cuando los ánimos en el barrio están caldeados, la coordinadora decide
disolverse y desmarcarse de cualquier expresión violenta. Esa misma noche, tras
una manifestación del vecindario, ocurren los primeros incidentes que se saldan
con varias detenciones y algunos heridos, parece que de poca consideración.
Grupos “incontrolados” queman algunos contenedores y provocan destrozos en
alguna entidad bancaria. Lo de incontrolados es algo relativo puesto que ni uno
solo de los muchos comercios del barrio resulta afectado.
Al día siguiente,
la manifestación, cada vez más numerosa, se dirige a la comisaría a reclamar la
libertad de los detenidos, y luego, a la sede del Grupo Promecal, propiedad de Méndez
Pozo, el empresario que resultó condenado en el Caso de la Construcción, uno de
los escándalos de corrupción vinculados al ladrillo y al Partido Popular, hoy dueño
de varios periódicos de Castilla y León, incluido Diario de Burgos, y de Castilla-La
Mancha, de una agencia de comunicación y cotitular de la televisión regional
con otro empresario bajo sospecha, en este caso implicado en la trama Gürtel,
José Luis Ulibarri.
El Ayuntamiento,
entretanto, se mantiene en su posición de llevar a cabo las obras “para no dar
una baza a los violentos”. ¿Por qué? ¿Por qué el empecinamiento del
Ayuntamiento y por qué los manifestantes se enfrentan al primer periódico de la
provincia? La respuesta a estas preguntas es un nombre sacralizado y maldito a
la vez: el mismo Antonio Miguel Méndez Pozo.
De Méndez Pozo se
han dicho desde los mayores elogios a los peores insultos. Llegó a Burgos a los
20 años a estudiar Aparejadores, se puso al amparo de un arquitecto consagrado,
creó su propia empresa constructora y prosperó, prosperó, prosperó y prosperó.
En un momento dado sus compañeros de profesión denunciaron las maniobras que se
permitía en el Ayuntamiento de Burgos, donde calificaciones y licencias
urbanísticas se concedían y negaban a su antojo. La denuncia cuajó como el caso de la construcción, donde salieron a relucir los trapos sucios de la clase
política y del empresariado burgaleses, con mención expresa a José María Aznar
–a la sazón presidente de la Junta de Castilla y León- y se zanjó con varias condenas: al alcalde y al empresario, las mayores. Méndez Pozo calló los
secretos que sabía, no implicó a nadie pudiendo hacerlo, y fue a la cárcel. El
silencio como inversión.
Salió mucho antesde cumplir los siete años de condena y siguió haciendo negocios que siempre le
salieron bien, como si no hubiera pasado nada. Siempre al amparo del poder: en
Castilla y León con el PP, en Castilla-La Mancha, con el PSOE (es amigo
personal de Bono, que habla maravillas del empresario). Montó entonces el grupo
de comunicación -Promecal- y a la inauguración de la sede empresarial
asistieron los Príncipes de Asturias, que hasta entonces no habían aparecido
por la ciudad. Un toque de distinción.
Con el tiempo, ha
logrado que todo, absolutamente todo lo que ocurre en Burgos pase por su
control, directamente o a través de peones suyos: sea la economía, la política
local, la cultura, la información. Además de las varias empresas constructoras
o vinculadas con el sector y del grupo de comunicación de su propiedad, Méndez Pozo preside la Cámara de Comercio de la provincia, está presente en la
Fundación Atapuerca y detrás de cuantas iniciativas se pongan en marcha en la
ciudad. Porque hay una cosa que conviene saber: aquí las cosas se hacen a
través de Méndez Pozo o no se hacen.
¿Cómo es este
hombre hecho a sí mismo con tan buen resultado? En su cara amable, un seductor,
alguien que quiere, que exige, ser querido y no entiende –“Con lo que yo he
hecho por Burgos”- que haya quien le critique. Un hombre detallista, afectuoso
y generoso con los afines y que tiene la lealtad como valor supremo. Esa es la
cualidad que exige a sus colaboradores, una lealtad acrítica, una
disponibilidad próxima al “sí, bwana”. Si reúnes las condiciones para ser
considerado de los suyos tienes la vida asegurada, da igual si eres un figura, un
viejo comunista, un inútil o un indocumentado, siempre tendrá una generosa
sinecura que proporcionarte. Una parte de la población le jalea y le admira, sobre
todo, “porque da trabajo”.
Pero Antonio
Miguel Méndez Pozo, Michel, tiene otra cara menos amable. La de una persona
implacable con quienes considera no afines. Capaz de borrarte de un plumazo y hacerte
desaparecer de la vida civil, personalmente o a través de sus peones, empeñados
en demostrar que quien no adora al jefe no merece residir en el paraíso. En suma,
si te enfrentas a él, si no haces aquello que él espera de ti, puedes ir
preparando las maletas y abandonar la ciudad. Nadie, ni por la derecha ni por
la izquierda, se atreverá a acogerte y enfrentarse a un hombre que tiene en sus
manos todas las riendas del poder.
Eso vale para los
trabajadores de sus empresas pero también para la política. Méndez maneja los
hilos del poder local a través de sus buenas relaciones con las cúpulas de los
partidos y a través de su manejo de la información. En 2012, Diario de
Burgos lanzó una campaña contra Eduardo Villanueva, un concejal pillado in fraganti con una abultada
factura telefónica. Un concejal del grupo popular que, finalmente, hubo de dimitir. Lo nunca visto, se decía en Burgos, DB contra el PP. Ahora se ha
extendido la versión de que el concejal se habría opuesto a las obras y el
empresario habría mandado un recado al Ayuntamiento para dejar sentado quién
manda aquí.
¿Qué intereses
tiene Méndez en las obras del bulevar de Gamonal? Una nimiedad, el diseño del proyecto, menos de medio millón de euros, sobre un presupuesto total de ocho millones, cuando el negocio está en las plazas
de aparcamiento. Pero una parte de la opinión pública tiene la opinión de que
él es quien controla el poder civil a la manera de los caciques tradicionales. Y
cree que el Ayuntamiento decidió acometer la obra del bulevar empujado por el
constructor. Nunca sabremos qué hay de cierto en tal suposición, de la misma
manera que nunca sabremos si los proyectos que se adjudican a las empresas de
Méndez es porque son las mejores, porque goza de información privilegiada o las
empresas de la construcción han formado un cártel que se reparte el pastel.
Luego está la
gestión de la información. Si la televisión regional, que financia la Junta de
Castilla y León, está en manos de los dos constructores, lo mismo ocurre con
los dos periódicos locales, el ya mencionado Diario de Burgos y El Correo de
Burgos, propiedad también de Ulibarri, que se distribuye encartado con El
Mundo. Y como perro nunca muerde a perro, la información en general y la del
levantamiento de Gamonal en particular, ha sido una información de parte: de la parte del Ayuntamiento. De manera que de los manifestantes se ha dado la imagen
de alguien intolerante y violento cuando llevan meses pidiendo diálogo.
Y luego está la
fatalidad, los hados, la chispa. Incluso los pueblos más pacíficos, cuando se
creen menospreciados tienen un punto en que dicen: hasta aquí hemos llegado. Los
jóvenes carecen de futuro, la participación, la política, todo está mediatizado,
los mayores ven recortadas sus prestaciones, sus ingresos. El poder se cree
investido de divinidad. Salta una chispa, por pequeña que sea, y prende la mecha.
En Gamonal de
Burgos estamos en la fase de chispa. Si el poder, quienquiera que sea el
titular, es inteligente, dialogará y pactará una salida honrosa para todos. Si se
impone la ley del más fuerte se habrá abierto una brecha de muy difícil
solución que empiece en Burgos y no se sabe dónde ni cómo puede terminar.
Pero hay una cosa
que unos y otros tienen claro. Cualquiera que sea la salida, el poder va a
seguir en manos de su actual titular. La sombra de Méndez Pozo es ancha, como
Castilla.
Nostalgia de periodismo del bueno.
ResponderEliminarAplausos a parte, el caballero viene a ser un Fagra de interior, pero más listo.
Por ahora, los vecinos van ganando el primer asalto, esperemos que hasta la victoria final.
Besos
Lo peor de estos caballeros es que no se someten al escrutinio de las urnas: son los ungidos por la gracia divina. Es listo, sí, listísimo. Pone por delante a sus trabajadores para que sean ellos quienes reciban los insultos que le están dirigidos al jefe. Y ellos se/lo defienden.
EliminarEstamos tan acostumbrados a perder que cuando ganamos, por pequeña que sea la victoria, nos extrañamos. Hummm. ¿Qué pasará luego?
Gracias, nena.
Magistral, valiente e independiente. Ay, qué gusto.
ResponderEliminarEl gusto es mío.
EliminarBesos.
Un buena radiografía de lo que se ha convertido nuestro país. Felicitaciones
ResponderEliminarUn fuerte abrazo!
Muchas gracias. Siéntete en casa.
EliminarUn abrazo.