Recoger los
adornos navideños, devolver las figuras del belén a sus cajas, donde esperarán
hasta la siguiente navidad, te hace considerar la fugacidad del tiempo. Parece que
fue ayer cuando compraste las pequeñas figurillas, pero no sólo no fue ayer
sino que han pasado casi dos décadas. Así
es como discurre la vida: de belén en belén, de navidad en navidad, de veranos,
de inviernos, del solsticios, de equinoccios en equinoccios...
Vas echando
cuentas de los datos que alimentaron al 2013 que se ha despedido. Un mal año,
sin paliativos, con poco margen para la esperanza. No es el único año malo que recuerdas pero en éste
la desfachatez de quienes han ocasionado, han permitido y han aprovechado el
desgarrón social es absoluta. Da la impresión de que el gobierno trabaja para
un país imaginario, para gentes imaginarias, para intereses concretos que no
son los tuyos ni los de la gente que conoces.
El nuevo año no
anuncia cambios radicales; si acaso, la situación se irá consolidando, se
creará algo de empleo precario, algunos jóvenes empezarán a trabajar en
condiciones miserables y así iremos convenciéndonos de que la crisis –la gran
estafa- ha pasado. La mayoría nos encontraremos más pobres, peor asistidos, con
menos y peores escuelas públicas, con una sanidad privatizada, con unos bancos
subvencionados que no dan crédito, con una minoría enriquecida hasta la
desvergüenza. Bonito panorama.
Terminas de devolver
a los animalillos del belén a su aprisco de verano y en la última caja
depositas el deseo que has pedido este año –para mí y para todos mis
compañeros-, a saber, poder disfrutar del solsticio y del equinoccio entre seres
queridos, mejor aún, si llega el caso, contemplando la sabiduría de los
hermanos constructores que adivinaron la inclinación del rayo solar para que a
la caída de la tarde iluminara el capitel de la Anunciación en San Juan de
Ortega o la de quienes esculpieron el claustro de Santo Domingo de Silos. O algo
así.
Sobre la
fugacidad del tiempo saben mucho los periodistas. La primicia de hoy mañana
será noticia atrasada. A la estrella de hoy le sucede mañana un astro
emergente. El día de Nochebuena Elvira Lindo se despedía de su columna semanal
de El País. Hoy ha venido a sustituirla una nueva firma: Leila Guerriero,periodista y escritora. En su presentación, hace una atinada descripción que
vale tanto para una columna, para un blog y para la vida misma: (Escribiré) de
esas cosas, o de otras y, a veces, inevitablemente, de cosas que no le
importarán a nadie. Pero aquí estaré, no sé durante cuánto tiempo. Y cuando
digo “aquí”, y cuando digo “no sé durante cuánto tiempo”, quiero decir aquí: en
esta página, pero, también, en esta tierra. Nos pasa a todos.
Bueno.
ResponderEliminarSiempre queda el consuelo de pensar que desde aquí hasta el próximo solsticio, los días van a seguir creciendo. que el sol va a salir un ratito antes y nos va a alumbrar unos segundos más cada tarde.
Ese y otros muchos consuelos, Valentín. Sitios nuevos por conocer, libros que leer, ratos para compartir...
EliminarUn abrazo.
Aquí y sin que nadie nos oiga te digo que me da miedo el nuevo año. Muchos meses por delante, y mucha incertidumbre.
ResponderEliminarBesos
Hay que salir a conquistar el mundo día a día.
ResponderEliminarBesos y buen año.
Los animalicos al aprisco veraniego, las tristezas de ayer, eso al ayer y los miedos del mañana agazapados en las hojas del calendario, lo que no saben es que vamos con ganas, que al menos al principio no nos van a pillar con los brazos bajados.
ResponderEliminarA disfrutar de lo que no pudieron quitarnos y a pelear por lo que es nuestro aunque lo tengan ellos.
Un beso
Me apropio de todo lo que dices y añado: que tengamos ocasión de disfrutar de la compañía de los amigos.
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