Ya
tengo dicho y reiterado que mi generación se ha alimentado intelectualmente de
la política, en ella hemos crecido, de ella hemos hablado, por ella hemos
combatido, a ella nos hemos confiado, en fin, los sesenteros somos así.
En
consecuencia, a mediodía de ayer me dispuse a seguir el Debate del Estado de la
Nación por tierra, mar y aire, esto es, por la tele, twitter –con la
etiqueta #DEN2015- y whatsapp –en tres grupos distintos- sin despegarme del
sofá. A estas alturas no creo necesario aclarar que no soy fan de Rajoy y
después de lo de ayer, menos. Que hasta para la sesión parlamentaria más importante
llegó con retraso.
Pero
a medida que el presidente del gobierno fue leyendo su discurso menos entendía
de qué estaba hablando. Especialmente cuando lanzó elogios al sistema de
caridad y a la ayuda familiar mientras nos echaba en cara que nos paga las
pensiones, como si las pensiones fuera algo graciable que sale de su bolsillo y
no un derecho por el que los pensionistas hemos cotizado durante toda nuestra
vida laboral.
Tanto
insistió en elogiar la caridad que en un rapto de mala uva escribí un tuit: “Rajoy
desmonta la asistencia a la dependencia y quiere sustituirlo con caridad y voluntariado”.
Al instante empezó a pitar desaforadamente twitter. Cientos de retuits y favoritos.
O sea, que no soy yo sola.
Cuando
el presidente aseguró que España había superado la crisis sin ahondar en las
desigualdades y que ya estamos recuperando el bienestar concluí que Rajoy se había
equivocado de país o de cuento. A esos miles de jóvenes que han tenido que
salir fuera a buscar un trabajo que aquí no hay, emigrantes forzosos, y a mí
misma nos gustaría vivir en ese país imaginario, idílico y de colorines del que
hablaba el presidente.
Luego
de la pausa para comer, a las 4 en punto estaba pendiente del discurso del
aspirante a líder: Pedro Sánchez, el guapito de cara. Todos, él más
que nadie, éramos conscientes de que en la sesión de ayer se jugaba el futuro.
El ser y el estar. Salió en tromba, pelín nervioso, pero dibujó un país más
parecido a la realidad, con más gente que en el de Rajoy. Habló de la España de
los derechos, de las libertades y de las oportunidades. Puede haber partido, me
dije.
A
medida que Sánchez avanzaba en su relato al presidente, en cambio, se le iba
cayendo el ojo más y más. Mala señal. El resto ya es sabido. Tuvieron un rifirrafe
que concluyó con una orden perentoria: “No vuelva usted aquí a hacer ni a decir
nada” y algo que quizá quiso ser descalificación: “Ha sido patético”, pero que
describe bien el efecto que la intervención de Sánchez hizo en el ánimo de
Rajoy. Porque como es bien sabido, patético, según la RAE, es aquello “que es
capaz de mover y agitar el ánimo infundiéndole afectos vehementes, y con particular
dolor, tristeza o melancolía”.
Me
hubiera gustado oir en directo al otro guapito de cara del Congreso y asimismo
aspirante a liderar los restos del naufragio de Izquierda Unida: Alberto Garzón.
Un tipo con buen discurso, buenas ideas y buena cabeza, sorprendido en un momento
histórico con visos de tragedia griega. Me hubiera gustado, digo, pero he
quedado con amigas de una asociación de mujeres con la que, modestamente,
también pretendemos arreglar el mundo.
Mientras
mantenemos nuestra reunión en el Café Comercial finaliza la primera sesión del
Debate en el Congreso. También nosotras hemos hecho un repaso a la situación en
Madrid y en el país. Mejor les iría a unos y otros si nos hicieran más caso a
las chicas, pienso. Incluso a las sesenteras.
Así
que no voy a dar más la barrila con el DEN2015 ni hablar del Candy Crush de
Celia Villalobos. Si queréis saber más, echad un ojo aquí al relato que publica hoy
el joven Manuel Jabois en El País.
Mientras
escribo esto, el “todo Madrid” y los leones del Congreso dividen su atención entre el Círculo de
Bellas Artes, donde Podemos da respuesta al discurso de ayer de Rajoy, y el
Polideportivo de la Fundación ONCE donde Pedro Sánchez presenta a su candidato a la
Comunidad de Madrid, Ángel Gabilondo. Ambas intervenciones pueden seguirse en
directo vía internet.
¡Qué viejo y caduco se ha quedado ya el Debate sobre el
Estado de la Nación!
yo sólo vi los mejores momentos (el jefe no entiende que en horario laboral quiera ver la tele...) y si te soy sincera tuve bastante... me sentí tan avergonzada que aun no lo he superado...
ResponderEliminary tienes razón, tendrían que hacernos mas caso a las chicas, sobretodo a las de tu generación... te digo yo que otro gallo nos cantaría...
besotes!!!
Un debate cada día más obsoleto como un patio de recreo de niñ@s rae@s.
ResponderEliminarUn beso