Te
desperezas en la cama mientras piensas en la agenda del día cuando
en la radio Pepa Bueno conecta con Elena Valenciano, presidenta de la
subcomisión de Derechos Humanos del Europarlamento, que acaba de
recorrer los campamentos donde se agolpan los refugiados que quieren
entrar en Europa.
Valenciano
tiene una voz joven y potente que sabe modular bien para lanzar sus
discursos. Empieza relatando lo que ha visto, montones de zapatos de
niños, y pone ante los ojos de los oyentes las dramáticas imágenes
que ha captado en su viaje: el drama humano de miles de personas
empujados a abandonar su casa, su familia, su país y abandonados a
su suerte en tierra de nadie a las puertas de lo creen el paraíso.
Elena
está enfadada. Se siente impotente, dice, ante tanta desolación. Y
dirige su crítica a la Unión Europea y a los países miembros,
empeñados en encerrarse en el castillo, ciegos ante la crisis
humanitaria que ocurre delante de nuestras narices, que nos están
televisando en directo. Lo primero es salvar vidas y luego vendrán
las soluciones, reclama.
Te
ha espabilado de golpe. Pero el discurso te reconcilia con la
política, que está para eso, para denunciar lo que ocurre y para
buscar soluciones, para cambiar lo que está mal, para hacer más
confortable la vida de los ciudadanos, para encauzar la solidaridad,
para crear una sociedad consciente, justa y fuerte.
Las
palabras de Elena te activan la memoria. Te llevan a los primeros
años 90 y al piso de Almagro 28 cuyas dependencias se repartían las
asociaciones de mujeres. Elena presidía entonces la Asociación
Mujeres Jóvenes, luego Fundación Mujeres, que desarrollaba
programas de incorporación al mercado laboral de las jóvenes. Nani
D'aolio presidía Mujer y Sociedad, en la que Mercedes Roig era una
autoridad, dedicadas a la integración de las mujeres inmigrantes.
Ambas organizaciones se movían en el área del socialismo, pero
había muchas más, recuerdas Mujeres Juristas Themis.
Valenciano
y Purificación Causapié se pasaban la vida en la asociación. Horas
y horas. Otro tanto ocurría en Mujer y Sociedad y en el resto de
entidades. Horas para buscar financiación y horas para justificar
los gastos hasta el último céntimo y no tener que devolver un
dinero que, por lo común, se había gastado antes de cobrarlo. Horas
buscando soluciones para quienes acudían en busca de ayuda.
Ha
pasado un cuarto de siglo. La inmigración, que entonces era un
fenómeno incipiente, hoy retorna a sus países de origen, obligada
por la falta de trabajo y la merma de programas sociales. Nani se fue
hace definitivamente ya una década.
Elena
y Puri, entonces treintañeras, tenían toda la energía, el arrojo,
la osadía y un punto de suficiencia de la juventud. Ambas empezaron
a destacar muy pronto en la política. Causapié fue directora
General del IMSERSO y ahora es portavoz en el Ayuntamiento de Madrid.
Valenciano ha sido casi de todo en el PSOE. Ahora, desde Bruselas,
levanta la voz en defensa de los refugiados.
Nada
es casual. Seguramente ellas, y otras y otros, han perdido demasiado tiempo en intrigas de partido, en soslayar ataques
personales, pero la voz de Elena Valenciano viene a refrescarte los
recuerdos, de cuando las veías arremangarse cada día para trabajar
por las mujeres jóvenes y por el feminismo, mirando a “las
mayores” que se amontonaban en aquel piso con un punto de
suficiencia.
Vais
a ver, parecían decir. Y ahí están.
Aún le queda en España a la mujer mucho por andar, por desgracia la mujer tiene, en algunas de ellas, al enemigo en casa.
ResponderEliminarSaludos
Sin duda que algunas mujeres operan contra sus propios intereses pero el mayor enemigo es el machismo de los hombres y su resistencia a la igualdad, de eso tampoco me cabe duda.
EliminarCuando echo la vista atrás me doy cuenta de que la generación que las y nos ha sustituido no tiene nada que ver con aquella. Buena y oportuna reflexión.
ResponderEliminarA mí me preocupa que algunas mujeres jóvenes crean que ya no es necesario el feminismo.
EliminarUn abrazo.