En
el verano de 1978 Eta mataba casi a diario. Aunque la banda
terrorista nunca ha hecho remilgos en materia de víctimas, por
entonces, militares y policías estaban entre sus favoritas. Tras
cada atentado, se producían las consabidas condenas. Y así un día
y otro día.
El
30 de agosto de aquel año, la Asociación Profesional de la Policía
hizo público un comunicado en el que se declaraban “dolorosamente
hartos” de ver morir impunemente a sus compañeros y de “las
huecas declaraciones de condena de los grupos políticos y
sindicales” y de la “alarmante desprotección que padece la
sociedad”.
La
nota era un aldabonazo y tuvo un efecto devastador en el gobierno y
en la opinión pública. Los firmantes fueron expedientados por
expresarse fuera de los canales reglamentarios pero la queja quedó
en la memoria colectiva para los restos.
Pues
bien, siendo muchos y muy execrables los crímenes cometidos por Eta,
a lo largo de sus 43 años de macabra existencia el balance fue de
829 víctimas, algo menos de 20 por año.
Simultáneamente,
en España estamos padeciendo un terrorismo que sólo entre el 1 de
enero de 1999 y el 30 de septiembre de 2015 ha ocasionado 1.028 víctimas. Es éste un terrorismo de baja intensidad -expresión
cínica que puede traducirse por ahí me las den todas-; de baja
intensidad porque las víctimas son mujeres y porque los asesinos
son hombres que reivindican sus ancestrales derechos de dueños y
señores.
Con
picos que van desde las 76 en 2008 a las 52 de 2012, en los
últimos diez años la estadística no ha bajado de 50 víctimas cada
ejercicio. Medio centenar de mujeres asesinadas al año por el único
hecho de ser mujeres, a manos de asesinos que matan sólo porque así
se sienten hombres.
Sin
embargo, la violencia machista -el terrorismo machista- no forma
parte de las actuaciones políticas prioritarias para este gobierno y
está por ver si aparece en los programas de los partidos en las
próximas elecciones. Hay semanas que se registran tres, cuatro
asesinatos, pero nadie se da por aludido, nadie se cuestiona qué
tipo de enfermedad aqueja a esta sociedad que cree natural rendir un
tributo de sangre de medio centenar de mujeres para acallar a un
monstruo insensible e insaciable: el machismo.
Parece
razonable que las mujeres estemos dolorosamente hartas. Hartas de
tanta hipocresía, de tantas declaraciones huecas mientras se vacía
de presupuesto a la Ley de violencia contra las mujeres, aprobada por
el gobierno de Zapatero.
Dolorosamente
hartas de que las mujeres que denuncian amenazas o violencia no sean
suficientemente protegidas.
Dolorosamente
hartas de que las mujeres maltratadas sean las que tengan que
abandonar su vida cotidiana, ocultarse, alejarse, mientras los
maltratadores resultan intocables.
Dolorosamente
hartas de que la mayoría de los hombres aún no hayan caído en la
cuenta de que en este bando de víctimas y asesinos, ellos están en
el lado de los que matan, sin que sientan la obligación de hacer o decir algo. Algo.
Dolorosamente hartas de que hoy haya sido asesinada otra mujer y no pasa nada. Nunca pasa nada.
Hace unos días comentaba en un bloc las causas que aquí tenemos para erradicar, dentro de lo que cabe, la violencia: machista, doméstica o como quieran llamarla, a fin de cuentas es que por cuestiones atávicas el hombre quiere ejercer su poder ancestral sobre una mujer que desea actuar en libertad.
ResponderEliminarDecia que nuestros problemas para erradicarla vienen de una educación que sigue siendo machista, olvidamos que aún se segrega en algunos colegios por sexos, los libros de texto no son menos machistas el igualitarismo no existe, la familia, que decir, en muy pocas los hijos y las hijas realizan tareas igualitarias en la mayor parte de los casos, las niñas ejecutan tareas propias de la mujer. Si hablamos de las instituciones, aquí la crisis ha hecho su agosto, recortando en formación a jueces, fiscales y policiales, ha recortado en recursos humanos e igualmente en materiales, ¿que decir de esas ONG que se dedicaban a atender a las mujeres en situación de riesgo con las casas tuteladas?, buena parte de ellas han echado el cierre por falta de ayudas. En fin no quiero extenderme pero aquí tenemos mucho que hacer.
Un saludo
La crisis se ha cebado en los más débiles, como siempre sucede, pero el déficit de igualdad es un problema endémico. Afecta a la sociedad entera pero hay muchos hombres, la mayoría, que aún no se han enterado.
EliminarSaludos
creo que en lo que va de año llevamos ya cuarenta y cinco mujeres asesinadas... yo siempre digo lo mismo, porque creo que explica muy bien el tema, si cambias la palabra mujer, por otro colectivo, que pasaría?... imagínate que en lo que va de año lleváramos cuarenta y cinco políticos asesinados, o cuarenta y cinco taxistas, o cuarenta y cinco futbolistas, o cuarenta y cinco malabaristas... habría alarma social!... se abrirían las noticias con este dato... pero son mujeres (somos mujeres), nos están matando, y como bien dices, tristemente no pasa nada... ni siquiera todas nosotras estamos preocupadas por este dato... algo tiene que cambiar y pronto, porque esto es insoportable... y la expresión es perfecta, estamos dolorosamente hartas...
ResponderEliminarbesos!
Coincido contigo, ya lo sabes, pero estamos en minoría.
EliminarEs insoportable, sí, sobre todo para las mujeres que mueren.
Besos.
Harta de que nos maten y parezca "un accidente". Hartas muy hartas
ResponderEliminarUn beso