martes, 12 de julio de 2016

Segunda etapa: Nimes, la romana

Nimes es nuestra primera incursión siguiendo los vestigios de las Galias. Y lo hacemos por auténtica afición pues la información que hemos recabado es más bien desalentadora. Nimes no es la bulliciosa Marsella, ni la elegante Montpellier, ni la amurallada Avignon, la torera Arles, la teatral Orange, la ducal Uzès o la veneciana Sète pero comparte el sol, una cierta calma plácida entre sus habitantes. Le falta por decir, puede usted pasar de largo.
Pero el colega se ha empeñado en venir a Nimes y aquí estamos, a los pies de las Arenas, el anfiteatro romano mejor conservado del mundo, dice la información turística, construido a finales del primer siglo de nuestra era. Milagro parece que esté así de bien conservado, teniendo en cuenta la afición de los nimeños a meter mano en él a lo largo de los siglos. Los vizcondes de Nimes tuvieron la idea de construir dentro su palacio-fortaleza, con el tiempo se fueron levantando casas alrededor del palacio hasta contarse unas cien viviendas y dos capillas. Así, hasta que en el siglo XVIII se derribaron todas y se le devolvió a su aspecto original. La visita de los viajeros coincide con la celebración de los festivales de verano así que el anfiteatro aparece semicubierto con una estructura metálica muy poco romana, francamente.
Nimes era un asentamiento galo hasta que fue ocupada por los romanos, unos 120 años a.C., para asegurar el camino hacia Hispania, respetando su primitivo nombre de Nemausus y la convierten en lugar de apacible retiro para muchos de los veteranos de Julio César. En el 462 cae en poder de los visigodos, en el 719 es conquistada por los árabes y en el 754 por los carolingios, que le hacen sede de un condado. En 872 pasa al conde de Tolosa. En 1215 es ocupada por los cruzados de Simón de Montfort pero un año después vuelve bajo la soberania de los vizcondes de Trencavel hasta que Luis IX lo incorpora a la corona. Fue un bastión hugonote durante la reforma y, tras un periodo de decadencia, en el siglo XIX inicia una etapa de prosperidad económica. A los viajeros les pareció una ciudad tranquila y sosegada, muy sosegada, de 140.000 habitantes.
El patrimonio principal de Nimes son sus restos romanos: el anfiteatro, la Maison Carrée, las murallas, la Torre Magna y el Templo de Diana, estas últimas en los jardines de la Fontaine.
La Maison Carrée – la Casa Cuadrada- es un templo construido en el año 16 a.C. por Augusto, con seis columnas en la parte frontal y diez en los laterales, de las que ocho están integradas en los muros. Construido en mármol, es el templo más antiguo que se conserva íntegramente. Lo cual tiene su mérito porque, como pudieron observar los viajeros, nimeños y visitantes acostumbran a solazarse sobre las venerables piedras y, según les contaron en el lugar, los fines de semana es punto de reunión para la movida local.
En un costado de la plaza que ocupaba el foro, Norman Foster ha ideado un edificio transparente que mira a un costado de la Maison Carrée y que acoge el museo de Arte Contemporáneo. Al colega le parece un edificio insustancial, a la viajera, en cambio, le gusta. A un costado de la plaza se extienden varias mesas, con sus correspondientes sombrillas, atendidas por un cafetín que toma el nombre del monumento. 
Los viajeros eligen el lugar para comer a un paso de la Maison Carrée y se equivocan. El Café Carrée tiene una carta mediocre y un mal servicio. Nos hacen esperar bajo un sol que no logra paliar la sombrilla, comemos regular y nos vamos cocidos al punto mientras los camareros se pasean entre las mesas como si fueran modelos de alta costura.
De la muralla romana, que tenía siete kilómetros de longitud, nueve metros de altura y dos de anchura, apenas quedan algunos fragmentos y dos puertas. En los jardines de la Fontaine se pueden contemplar varios restos romanos, los más importantes la Torre Magna, que era la más alta de la muralla y, al estar en la cima del monte Cavalier, puede verse desde cualquier punto de la ciudad. Ha perdido uno de los tres niveles que tuvo y aún así mide 32 metros de altura. Se cree que señalaba el santuario de la Source, lugar de culto prerromano. Aunque se puede acceder en coche hasta muy cerca de la torre, los viajeros ascienden a pie la cuesta con la esperanza de disfrutar de la vista panorámica que, dicen, se contempla desde ella pero llegan a las 18,05, cuando ya se ha cerrado al público.
Mientras inician el descenso en busca del templo de Diana, por caminos sombreados y entre trinos de aves diversas, el colega va haciendo un canto a la naturaleza, que se muestra exuberante en este jardín del siglo XVIII, pero la viajera, que aún no se había recuperado de las escaleras del anfiteatro de la mañana, va jurando en arameo por lo bajinis.
El templo de Diana se encuentra a la izquierda de la entrada principal del jardín, donde concluye la avenida Jean Jaurés. En realidad son unas ruinas en regular estado de conservación pero con un cierto aire romántico muy a tono con el lugar.
Los viajeros han hecho una pausa en su recorrido nimeño para tomar un refresco bajo la torre del Reloj, en la plaza que lleva el nombre de la torre y que viene a ser el corazón de la ciudad medieval, una zona que durante el día está atestada. Porque en Nimes coexisten tres ciudades superpuestas: la romana, la medieval y la moderna. La torre del Reloj y la catedral de San Castor son los exponentes de la riqueza medieval nimeña. En su apuesta vanguardista Nimes ha contado con la colaboración de Jean Nouvel, Philippe Starck, Kisha Kurokawa o Norman Foster, como ya se ha dicho. 
En su callejeo, los viajeros se topan con una tienda de productos derivados del cerdo ibérico.
Cuando los viajeros vuelven a la plaza del Reloj, hacia las 7 de la tarde, bares, restaurante y comercios hace una hora que han cerrado. A las 8, con el sol todavía alto, no hay nadie en la calle. Este horario, que sin duda es bueno para la conciliación, no es lo que se entiende por un jolgorio. Nimes es, no cabe duda, una ciudad tranquila.

4 comentarios:

  1. ¿Me falla la memoria o en Nimes no se hacía hasta hace poco una feria taurina?

    ¡Vaya guía de viajes que estás haciendo! Para seguir vuestros pasos.

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    1. No te falla nada. En Nimes y en Arles hay una afición taurina que ríete de las ferias y fiestas castellanas. En cuanto a los pasos, aún estamos reponiéndonos.

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  2. Reajustando tiempo de estancia.
    te debo una ;)

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    1. Nosotros nos dimos cuenta enseguida de que habíamos abarcado demasiado, así que hicimos lo que pudimos.
      Besos

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