Haz la prueba y pregunta a un hombre que conozcas. ¿Tú cuándo descubriste que
eras chico? Yo siempre he sido chico, no tengo nada que descubrir, te
responderá. Los hombres son hombres por la gracia divina, ni
se plantean ni se percatan de que hay un mundo aparte que no les es exclusivo.
En el mejor de los casos, encontrarás hombres que tratarán en un plano de
igualdad a las mujeres que vayan encontrando en su camino pero muy difícilmente
caerán en la cuenta de la elaboración de roles en el mundo que les rodea. Roles
que se han ido construyendo desde tiempo inmemorial puesto que los hombres son hombres
y el mundo es suyo.
Yo descubrí que
era mujer a los 13 años. Pasé entonces un examen y al salir las notas observé
que había sacado 9,5 pero mi nombre aparecía en segundo lugar. El primero de la
lista era un chico con idéntica calificación que yo. Con la ingenuidad y la
osadía de la poca edad me dirigí a secretaría a preguntar por qué no aparecía
yo la primera. Me respondieron: porque él es varón. Pues yo soy varona,
contesté. No recuerdo si mi interlocutor se molestó, le hizo gracia o me
respondió que fuera acostumbrándome pero cuando insistí me indicaron que se
había seguido el orden alfabético.
Fue un descubrimiento. Supe que en el mundo real, en igualdad de condiciones siempre le darían el mejor puesto, el mejor trabajo, el mejor salario, la mejor oportunidad a un chico. En aplicación del orden alfabético o su propio orden. Empezaban los maravillosos
años sesenta y a la sazón era rarísimo que las mujeres españolas estudiaran y
eligieran una profesión porque era más raro aún que trabajaran fuera de casa. De
hecho, existía un premio en metálico para las mujeres solteras que trabajaran y
pasaban a “sus labores” después del matrimonio. Eran esos tiempos en los que
los hombres alcanzaban la mayoría de edad a los 21 mientras que las mujeres
debían esperar a los 25, hasta 1972 no se equiparó la edad en los 21 años.
Tiempos en que el hombre podía matar a su mujer si la sorprendía con otro
varón, en tanto que la mujer debía sorprender a su marido “yaciendo” con otra
mujer para poder siquiera solicitar la separación. Digo separación, de divorcio
ni pensar. Y menos mal que en 1958 el Código Civil había introducido –gracias a
Mercedes Fórmica- el concepto de “hogar conyugal” en vez de “casa del marido”,
con lo que la mujer separada podía permanecer en su casa en vez de quedarse en
la calle como hasta entonces sucedía. El delito de adulterio y amancebamiento
permaneció en vigor hasta 1978.
Años aquellos en
que las mujeres casadas no podían ser empleadas bancarias, hasta 1966 no pudieron
acceder a la Administración de Justicia pero no podían ser notarias ni
registradoras.
Hasta 1970 los
padres podían dar en adopción a sus hijos sin consentimiento materno; hasta
1972 las mujeres menores de 25 años no podían abandonar el domicilio familiar
sin permiso paterno, salvo para casarse o para ingresar en un convento y, si
optaban por el matrimonio, debían presentar la “licencia marital” para
trabajar, ejercer el comercio, ocupar cargos públicos y obtener el pasaporte.
En 1973 se licenció
la primera ingeniera de caminos; en 1974 se abrió el primer centro de
planificación familiar en Madrid; pero hasta 1977 las mujeres casadas en
régimen de gananciales no pudieron adquirir bienes inmuebles sin consentimiento
del marido; hasta 1978 las mujeres podían ser procesadas por utilizar métodos
anticonceptivos, vulgo píldora. Ese mismo año se elimina el servicio social
para mujeres y Carmen Conde entra en la Real Academia de la Lengua, que llevaba
300 años funcionando a base de testosterona. Hasta 1981 no se equiparan
jurídicamente a los cónyuges en lo económico y en la titularidad de la patria
potestad de los hijos. Ese mismo año se aprobaría el divorcio.
En 1983 se
crearía el Instituto de la Mujer (inolvidable Carlota Bustelo) y se empiezan a
contabilizar los casos de malos tratos. Hasta entonces, se daba por sentado que
el marido podía agredir a su mujer, incluso había quien lo consideraba una
prueba de amor, como los asesinatos de género eran crímenes pasionales. Habría que esperar a 1989 para que se penalizara
la violencia física entre cónyuges o personas unidas por lazos afectivos, penas
que se endurecerían en 1995. Y no será hasta 1998 cuando se apruebe el plan
contra la violencia doméstica. A pesar de lo cual cada año son asesinadas
alrededor de sesenta mujeres a manos de quienes fueron sus compañeros. Un
verdadero terrorismo machista del que los hombres no acaban de darse por
aludidos. Por cierto que no estaría de más que algún político se personara en esos
funerales como acudían a los funerales de las víctimas de Eta. Para hacer visible tanto asesinato y tanta impunidad.
En 1985 se
aprueba la primera Ley del aborto y el primer Plan de Igualdad de
Oportunidades. El mismo año que se designa la primera mujer miembro del Consejo
General del Poder Judicial y habrá que esperar al segundo milenio para que dos
mujeres presidan el Congreso y el Senado (2000), una mujer sea magistrada del Tribunal
Supremo (2002) y otra presida el Tribunal Constitucional (2004).
Son pequeñas
conquistas, siempre contestadas por las fuerzas conservadoras y clericales, con
las que las mujeres hemos conseguido en los últimos años un avance notable en
el reconocimiento de nuestros derechos. Un paso considerable fue la Ley
Orgánica 3/2007 para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, que situó a
España en primera fila europea en el plano legislativo.
Sería injusto no
reconocer que las nuevas generaciones de hombres comparten en mayor porcentaje
que lo hicieron sus padres y abuelos las tareas familiares y laborales pero estamos
muy lejos aún de una verdadera igualdad. Ahí están los defensores del honor patrio calderoniano representados por lo más rancio del conservadurismo y del clero.
Ellos son lo que en los últimos tiempos –con la excusa de la crisis-estafa- empujan hacia un retroceso
en el camino andado por las mujeres. Las que están en el mercado laboral ganan
entre un 25 y un 30% menos que sus compañeros masculinos, soportan más paro,
más precariedad, tienen menos posibilidades de promoción y además, cargan con
la responsabilidad de la atención familiar. En casos de divorcio salen peor
paradas pues, por lo general, asumen la tutela de los hijos, mientras que su ex
pareja puede volar profesionalmente sin lastre familiar que se lo impida. Ellas
son también las que asumen el cuidado de los mayores, padres y suegros, ellas
las que siguen gestionando el hogar, ellas las que padecen los recortes –la
eliminación podríamos decir- del sistema público de la Dependencia.
El gobierno del
PP está dirigiendo un ataque frontal a los derechos de las mujeres y a su
consideración ciudadana. El anteproyecto de ley de aborto elaborado por el
equipo Gallardón supone un claro retroceso en los derechos conquistados. Con
independencia de la opinión que cada cual tenga sobre el hecho de abortar, la
nueva ley, de aprobarse en su enunciado actual, contempla a la mujer como menor
de edad permanente, incapaz de tomar decisiones sobre su propia vida, que
deberá ser aconsejada por otras personas y diagnosticada como enferma mental a
la hora de decidir si quiere proseguir con su embarazo o interrumpirlo.
Muchas de las
mujeres que descubrimos con dolorosa sorpresa lo que significaba ser mujer en
los años 60 peleamos luego por el reconocimiento legal y la práctica en la vida
real de los derechos de ciudadanía. La batalla por el divorcio y por el aborto
forma parte de nuestra memoria juvenil compartida. Creíamos que esas luchas pertenecían
al pasado, que eran el ejemplo que dejábamos a nuestras hijas, bagaje para
contar a nuestras nietas y resulta que estamos otra vez en el punto de partida.
Cada 8 de marzolas mujeres salimos a recordar que la igualdad real redundaría en una sociedad
mejor y más avanzada para todos pero este año resulta imprescindible salir a
las calles a gritar que somos ciudadanas de pleno derecho, capaces de decidir
sin tutela.
El descubrimiento de ser mujer.
Y seguiremos saliendo, por las que se fueron, por las que aún estamos y sobre todo por las que vendrán.
ResponderEliminarUn beso
No se puede dejar ni a una sola mujer que esté al margen del mundo; sin embargo cientos de millones de mujeres no se las tiene en cuenta, ¡¡cuanta pérdida de capacidades perdidas!!
ResponderEliminarUn abrazo.
Una recopilación terrorífica, cuyas fechas debieron quedar en el siglo pasado. Y que sea bien entrado este siglo que se retroceda...
ResponderEliminarSigo confiando en los hombres que nos acompañarán y nos ayudarán a que eso no pase. Y sobre todo, sobre todo, pienso en esas mujeres que no están en este primer mundo y que no tienen derecho ni a la salud, que no conocen ni el aborto, ni la anticoncepción, que no tienen derecho ni al no, porque pueden ser tomadas como animales.
Besos
yo soy de esa generación a la que le contaron que la igualdad ya la teníamos, y que poco a poco nos fuimos dando cuenta de que era mentira...
ResponderEliminarhoy saldré, como todos los años, porque hay que seguir saliendo, ahora con más motivo... porque no es posible quedarse en casa viendo como poco a poco vamos perdiendo lo que a otras tanto les costó hacernos ganar...
que me ha encantado el post!! siempre es un placer pasar a leerte... pero hoy, un poquito mas...
besos!!
pd. aunque me da vergüenza (yo no hago estas cosas) me vas a permitir que te deje enlace a uno de mis blogs... porque de verdad me gustaría que leyeras el post de hoy...
http://www.librodearena.com/post/nana/sobre-ochos-de-marzo/4403492/2295
mas besos!!
Así, todo seguido, deja sin aliento. El aliento que muchas mujeras han perdido y siguen perdiendo por la ¿necedad, soberbia, incultura? de los varones (con perdón, Varona) que las rodean/rodeamos.
ResponderEliminarMe siento orgulloso de vosotras, hoy y espero que el resto de los días de mi vida que tenga el lujo de compartir.
¡Feliz Dia, Feliz Vida!
¡ Que buen repaso histórico ! hay que seguir luchando para avanzar, no podemos permitir que lo rancio y retrógado nos devuelva al punto de partida.
ResponderEliminarBesos