A
Gumiel de Izán se puede ir por cien razones y todas serán igual de
buenas. La viajera habrá acudido si no en cien sí en muchas, y en
esta ocasión lo hace para visitar la bodega Portia, diseñada por el
arquitecto británico Norman Foster. El edificio se levanta a la
orilla de la A-1, a 12 kilómetros de Aranda de Duero y a 68 de
Burgos. Es una estructura bien incardinada en el paisaje -en realidad
la mayor parte está sumergida en la tierra- y, al decir, de la
propiedad de la bodega, se adecua perfectamente al uso para el que
fue pensado: la recepción de la uva, la elaboración del vino y su
posterior cuidado y distribución.
La
bodega Portia es espectacular y, seguramente, un modelo de
construcción moderna y racional. Los visitantes se admiran de las
dimensiones interiores, de la distribución, de la pulcritud de las
instalaciones en las que se elaboran los vinos. Los viajeros
quisieran informarles que, sin demérito del Sr. Foster, en la Ribera
existen bodegas tan espectaculares como la que están viendo desde al
menos el medievo: en Aranda, en Sotillo, en Peñafiel, en la mayoría
de pueblos con tradición vinícola el subsuelo ha conservado durante
siglos estas catedrales del vino, que ahora se dedican a otros usos o
a los mismos.
La viajera se asomará a la balconada del bar de Portia desde la que se contemplan las viñas de Gumiel y se alegra del cambio vivido en la comarca desde que se apostó por la elaboración de vino de calidad. Un cambio de tal magnitud que, si no lo has vivido, resulta difícil de creer.
Aprovechando,
pues, el turismo enológico los viajeros se acercan a la plaza de
Gumiel que reúne dos de los monumentos principales del lugar: la
iglesia parroquial de Santa María y la casa donde residió Santo
Domingo de Guzmán durante su infancia. La casa era del arcipreste de
la villa, tío del santo, como recuerda una placa en su fachada.
La
iglesia es gótica del siglo XVI, de aspecto imponente, con una
escalinata y fachada barrocas. De su interior destaca el retablo
mayor, con grupos escultóricos que relatan la vida de Jesús y de la
Virgen, rematado por un Calvario.
Meritorias
son también las capillas del Rosario, del Cristo y de San Miguel. En
la capilla del Rosario se guarda una pila bautismal y varios
capiteles románicos procedentes la primera de la ermita de Santa
Marina de Revilla y los segundos del monasterio de San Pedro, ambos
desaparecidos. En la iglesia se guarda un Cristo yacente articulado
de la escuela castellana.
En la sacristía se ha creado un pequeño
pero muy interesante museo, que incluye la Virgen de Tremello,
románica, y el Cristo de Reveche, gótico. Este Cristo de Reveche es
muy venerado en Gumiel, donde es famosa la coplilla: “Santo Cristo
de Burgos, / ¿quién es tu hermano? / Santo Cristo de Reveche / que
es gomellano”.
Dos
jóvenes se encargan de mostrar, de manera totalmente voluntaria y
altruista, el tesoro parroquial gomellano, lo que tiene su mérito en
una tarde estival que invita a la holganza y al paseo.
Gumiel
tiene un caserío bien conservado y cuidado, declarado conjunto
histórico artístico en 2004, que merecen una visita sin prisa. El
Gumiel de Izán actual es una población pequeña, que mantiene con
dignidad el recuerdo de un pasado antiguo que entronca con los
romanos y sigue con los árabes. Por aquí pasaba la vía Clunia
Astúrica, de la que se conservan dos puentes sobre el Gromejón, río
que cruza el término.
Gumiel
de Izán aparece ya en un documento de 1042 y en 1326 es declarada
villa real, privilegios que le serían confirmados en 1335. En el
siglo XV era una villa amurallada, con cinco puertas de acceso y una
fortaleza con galerías subterráneas, de las que aún quedan restos.
Estuvo vinculada a los señoríos de Avellaneda, de Santillana, a los
condes de Ureña y al ducado de Osuna. En una casona de la calle Real
propiedad de los de Osuna se alojaron los reyes a su paso por la
villa.
Tuvo
bajo su jurisdicción aldeas y monasterios. En el de San Pedro de
Gumiel se celebró en 1473 la primera parte del Concilio de Aranda.
La
viajera se aleja de la villa recordando la visita aquella en la que
tuvo que intermediar en una contienda vecinal con ocasión del
proyecto de construcción de un embalse llamado a garantizar el riego a
las tierras. El proyecto tuvo desde el comienzo la oposición de una
parte importante de los vecinos, que consideraban que se iban a
anegar las tierras más productivas, frente al alcalde, quien defendía
que el agua mejoraría la rentabilidad de las tierras.
En
aquella tesitura, cada pleno municipal se convertía en una sesión bronca que
acababa a gritos. Un día de aquellos, el alcalde, homónimo de un
conocido periodista deportivo de la época, se atrincheró en un
edificio municipal con un grupo de vecinos mientras el grupo
opositor tomaba posiciones al otro lado de la calle. Como la
situación amenazaba con ir a mayores, acudió la guardia civil y el
alcalde decidió que sólo parlamentaría a través de dos
periodistas comarcales. Y allí que se vieron un conocido periodista
radiofónico local y la sesentera que es hoy trayendo y llevando
mensajes de un lado a otro, en una de las situaciones más
surrealistas que recuerda en su vida profesional. Sí, el conflicto
terminó bien. Y no, el embalse no se llegó a construir.
La anécdota no debe conducir a confusión. Si por cualquier razón pasas por la A-1 no deberías desaprovechar la oportunidad de sentirte como los reyes de otrora y hacer un alto en Gumiel de Izán. Seguro que no te arrepientes.
La anécdota no debe conducir a confusión. Si por cualquier razón pasas por la A-1 no deberías desaprovechar la oportunidad de sentirte como los reyes de otrora y hacer un alto en Gumiel de Izán. Seguro que no te arrepientes.
Siempre que te leo toma nota, nada de desaprovechar ocasiones que no sabemos a donde iremos a parar.
ResponderEliminarBesos
Impresionante colección de tallas góticas, cada día tengo más claro que dónde menos te lo esperas hay un guiño de belleza esperando a quien quiera o pueda detener sus presurosos pasos y dejarse atrapar.
ResponderEliminarBuen paseo regado con buen vino!