En
una de esas interminables discusiones que mantuvimos durante la
pasada campaña electoral uno de los amigos, ferviente seguidor de
Podemos, me acusó de sostener una postura pequeño-burguesa.
¿Pequeño burguesa? Dios santo, ¿cuántos años hacía que no oía
ese término, tan frecuente en nuestra juventud? En aquellos años,
que alguien te acusara de semejante desviación podía arruinar tu
crédito de por vida y la militancia en el partido. Como no militaba,
ni milito, en ninguno no me preocupó pero el concepto me parecía
tan obsoleto que creí que había desaparecido para siempre. ¡Pero
si ya no quedan burgueses!, alegué en mi defensa.
Después
de las elecciones, la autodeterminación de los pueblos
se ha convertido en un punto de fricción a la hora de cerrar un
acuerdo para un gobierno de izquierda. Hago memoria y creo que la
última vez que oí hablar de esa reivindicación mis hijas no habían
hecho la comunión. Y hace por lo menos un cuarto de siglo que se
declaran ateas.
El
día de Reyes, el presidente de Corea del Sur, Kim Jong-un, anunciaba
que su país había hecho explotar una bomba termonuclear o de
hidrógeno, cuya característica principal es que son más potentes
que las convencionales de uranio o plutonio. Una bomba H. ¿Pero la
bomba H no estaba superada hace décadas? Parece que no.
Anteayer,
Kazuo Hirai, presidente de Sony, aseguraba que a no mucho tardar
volverán a estar de moda los vinilos y los carretes de fotos.
Simultáneamente,
sostenemos que las leyes aprobadas por el partido que sustenta al
gobierno de Rajoy nos han hecho retroceder varias décadas. ¿Estamos
volviendo realmente al pasado?, te preguntas, alarmada.
Pero
lo que de verdad enciende todas las alarmas es el comunicado que ayer hacía público la CUP para justificar su apoyo a la investidura de
un candidato de Convergencia a la Generalitat de Cataluña. “Hay
que reconocer errores en la beligerancia expresada hacia Junts pel
Sí (…) se compromete a reconstruir a todos los efectos, la
potencia discursiva y movilizadora de la etapa política que se
inicia con este acuerdo (…) y asumir implícitamente la parte de
autocrítica que le corresponde en la gestión del proceso
negociador”.
Eso
es una autoconfesión en regla. Ese procedimiento leninista previo a
la expulsión social, a la deportación a Siberia y al gulag. Estamos
apañados, le digo al colega, por la derecha nos encaminamos a un
fascismo fino de cuello blanco y por la izquierda a un gulag con
deportivas.
Hoy
se ha celebrado en París una manifestación de apoyo a las víctimas del terrorismo yihadista. Han asistido al acto el presidente de la
República Francesa, François Hollande, el primer ministro, Manuel
Valls, y la alcaldesa de la capital, Anne Hidalgo. Se han evocado las
palabras de Víctor Hugo frente a la amenaza de invasión de Prusia
en 1870, el coro del Ejército ha entonado “Los nombres de París”,
de Jacques Brel, y se ha cantado una canción expresamente escrita
para recordar los atentados vividos el pasado año contra la revista
Charlie Hebdo y un supermercado judío. ¿Y quién creerán que ha
entonado esta canción? Voilá: Johnny Hallyday. Aquel mozo siempre
sudoroso que protagonizaba un mes sí y otro también los sucesivos
números de Salut
les copains,
mi revista favorita allá por la lejana adolescencia.
¿Qué
va a ser lo próximo?, me pregunto, ¿un póster del Che? Pero abro
facebook y me encuentro con este enlace, que habla de las 13 asombrosa fotos
inéditas del Che Guevara.
Vale.
Me rindo. Pero ya no tengo ni edad ni piernas para calzarme una minifalda.
Parece mentira que cada vez que queremos mirar hacia delante cientos de ??? se empeñan en colocarnos ante los ojos espejos retrovisores.
ResponderEliminarBesos
Tu planteamiento confirma la idea de Zygmunt Bauman sobre el concepto de "sociedad liquida".
ResponderEliminarSaludos
es una extraña sensación... habíamos asumido que en moda todo vuelve (hasta los ochenta!) pero no creímos posible que esa vuelta fuera en cosas fundamentales, como lo está siendo...
ResponderEliminarespero que vengan otros tiempos...
besotes!!
pd. espero que estés mejor del pie...