Mire
usted, señor Rajoy, usted no es una persona decente, le espetó Sánchez al candidato popular en el debate a dos de la campaña
electoral. Directamente, sin vueltas ni circunloquios.
Pero
todo ha sido conocer el resultado de las urnas y la mayoría de
políticos han vuelto a hablar en ese dialecto privado e
incomprensible que solo utilizan ellos. Por ceñirnos solo a los dos
candidatos con posibilidades de presidir el próximo gobierno, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, ahí
los tenemos:
Sale
Rajoy y dice que con 200 diputados haría virguerías en materia de
reformas. No aclara de dónde piensa sacar esos 200 voluntarios, si
él solo tiene 123 diputados, uno de ellos huero. Tampoco explica qué
tipo de reformas, lo que, con sus antecedentes, es una explicación
sumamente necesaria. Sale, suelta su speech y se va.
Sale
Sánchez y dice que Rajoy no cuente con él, mira en derredor y se
va. Lo de mirar en torno suyo es medida sabia porque en el entorno
socialista vuelan los cuchillos que al menor descuido alguien va a
salir en carne para albóndigas.
Así
llevamos desde el día 20, una y otra vez. Cada cual recita su
monólogo y se va, como en el Club de la Comedia. Hablan con
soniquete, como los malos actores de teatro. Con perífrasis, como si
fuéramos niños que no entendiéramos de qué va la historia.
Pero
no somos niños y entendemos bien.
a.
Que Rajoy quiere seguir gobernando como si tuviera mayoría pero no
la tiene y, de momento, no tiene con quién pactar.
b.
Sánchez quiere gobernar como si tuviera mayoría pero no la tiene y
sus pares no le dejan pactar para alcanzarla, no sea que vaya a
gobernar y arruine sus expectativas, la de los pares.
Y
así estamos. Con lo fácil que sería hablar claro. En castellano,
catalán, gallego o euskera, pero claro. Y llegarse a la Moncloa y
decir:
Mire,
señor Rajoy, no puedo pactar con usted porque no es digno de
gobernar un país quien ha convertido la política en un lodazal, ha
amparado a la banda de maleantes en que se había convertido una
parte de su partido, incluido su protegido, Luis Séfuerte.
Mire,
señor Rajoy, no puedo pactar con usted porque lo primero que pienso
hacer es derogar las leyes que usted y los suyos aprobaron y que han
hecho retroceder a España décadas en progreso y en derechos.
Mire,
señor Rajoy, no puedo pactar con usted desde un plasma, así que si
quiere seguir haciendo el indio, pegue la oreja al terreno para saber
qué es lo que ocurre en las calles, en las casas, en las empresas,
en las escuelas, en los hospitales de este país.
Mire,
señor Rajoy, usted tiene detrás 122 diputados, uno de ellos huero,
pero no voy a pactar con usted porque representa una manera de hacer
política que ya era vieja cuando se aprobó la Constitución de 1978
y ahora mismo es imprescindible regenerar la política y la sociedad
española.
Y
aclaradas las cosas, ir al grano. Pero ya, que no están las cosas
para ir perdiendo el tiempo.
Pues eso, que así estamos.
ResponderEliminarSaludos
Pues al grano, como no sea en salva sea la parte....pa'mí que no vamos.
ResponderEliminarBesos