En una ciudad tan grande y variopinta como Madrid hay que ir con mucho cuidado porque a poco que te descuides te saltas un lugar interesante. O secreto. O antiguo. O misterioso. O todo a la vez, que es el caso de La Antigua Farmacia de la Reina Madre. Así que mucha atención cuando llegues a la altura del número 59 de la calle Mayor, no te distraigas con el envoltorio ni te fíes de las apariencias.
El envoltorio es un edificio modernista construido en 1913 por el arquitecto Jesús Carrasco-Muñoz Encina, responsable también del Hotel Reina Victoria, en la Plaza de Santa Ana. La licencia se concedió para construcción de viviendas para D. Amós Espina y Botica de la Reina Madre en la calle Mayor, que viene a ser el comercio más antiguo abierto en la capital del reino.
Vayamos por partes y desmenucemos la razón social: La Antigua Farmacia de la Reina Madre. Esta botica, que ofrece los últimos avances en farmacia y parafarmacia, además de potingues ultramodernos, es la heredera de una alquimia abierta por un veneciano famoso en 1578 en la calle de Sacramento. El taller del alquimista hubo de cerrar para dar mayor amplitud a la calle, que impedía el paso de la procesión del Santísimo, y se trasladó a la calle Mayor, evolucionando en sus pócimas y preparaciones de acuerdo con los avances de la ciencia.
Se conoce que en el siglo XIX, siendo su titular Benito Moreno, su rebotica acogió tertulias liberales con ilustres del momento –Fermín Caballero o Modesto Lafuente- tertulianos que, además, aprovechaban los pasadizos que se abrían bajo el sótano de la farmacia para facilitar la huida de los liberales perseguidos en momentos de presión conservadora. Se cuenta que en 1831 el mismo Salustiano Olózaga salvó la vida al huir por esta vía. También se cuenta que uno de los pasadizos unía la botica con el mismísimo palacio real, de manera que, llegado el caso, los miembros de la realeza ni siquiera tenían que salir a la intemperie.
Solventado, pues, el asunto de la antigüedad, vayamos a la segunda parte ¿quién era la reina madre? Pues Isabel de Farnesio, la segunda esposa de Felipe V, el primer Borbón de la corona española. Parece que la reina –esposa de rey, madrastra de dos reyes –Luis I y Fernando VI-, regente y madre de otro rey –Carlos III- no se fiaba demasiado de la lealtad de su entorno por lo que, en vez de en la botica Real de Palacio, se procuraba sus medicamentos en lugar de su confianza, esto es, la farmacia de la calle Mayor, que sirvió a la familia de Felipe V durante medio siglo.
Ocurría todo ello en un edificio ya desaparecido pero desde 1914 la farmacia ocupa su emplazamiento actual y en 1935 pasó a propiedad de José Cid Guerrero. Su actual titular es Mercedes Ramos Cid.
La botica ha perdido una parte de su amplitud pero sigue manteniendo la prestancia de su apariencia. Es un establecimiento hermoso, con maderas labradas, zócalos con azulejos de Talavera, botamen de cerámica del siglo XVIII, y otras piezas de cristal procedentes de las Fábricas del Buen Retiro y de la Granja. Con todo, lo más relevante de la farmacia es aquello que no está a la vista: su biblioteca, sus recetas –en número superior a las 1.600, alguna firmada por Godoy, otra a nombre de Miguel de Cervantes- y documentos diversos que hablan de la evolución de la profesión farmacéutica y de la diferenciación entre ésta y la práctica médica. Se cuenta que fue una de las primeras en vender quinas procedentes de América y en poner a la venta agua mineral.
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