La provincia de Cáceres es un tablero en el que se ha representado una parte no pequeña de la historia de España. Lugares abiertos de una belleza exultante limitan con poblaciones que fueron escenario de momentos decisivos en el devenir colectivo o de donde salieron hombres que conquistaron un continente. Dólmenes prehistóricos, calzadas y puentes romanos, iglesias visigodas, aljibes árabes, torres defensivas, cuarteles de órdenes militares, casas blasonadas, plazas e iglesias conviven con dehesas de un verdor esplendoroso en este final de invierno; humedales rebosantes de cigüeñas y otras aves se besan con horizontes que se tiñen con los colores del arco iris.
Visitar Cáceres es una buena idea en cualquier momento. Hacerlo en compañía de buenos amigos que te llevan, por ejemplo, a comer a la Hospedería del Convento, es un privilegio, una fortuna. ¿Por dónde empezar? Pongámonos en camino.
El puente deAlcántara aparece al doblar un recodo de la carretera Ex-207 y, por muy advertida que vayas, creerás que se trata de una aparición. Tienes ante ti una obra levantada a comienzos del siglo II que desde entonces ha venido permitiendo el paso a personas y carruajes. Una obra monumental de 214 metros de longitud, 57 de altura y una anchura de calzada de ocho metros, que salva el curso del río Tajo apoyado sobre cinco pilares de distinta altura que se adaptan al terrero. La obra se levantó con el objetivo de comunicar la ciudad de NorbaCesarina (la actual Cáceres) con Conimbriga, lugar lusitano en el camino que conducía a Lisboa. Se construyó con sillares almohadillados de roca granítica de entre 45 y 50 cm. entre los años 105 y 106 de la era cristiana.
Es eso y algo más. Un nombre de resonancias épicas y literarias, un eco histórico y legendario. Estás ante uno de los puentes romanos más destacados de los que quedan en el mundo y una de las obras de ingeniería más sobresalientes de la Hispania romana. Sus dos arcos centrales tienen una altura de 48 metros y una anchura de casi 30. En este punto, las leyendas hablan de una espada, quizá enterrada, quizá colgada, acaso la del rey godo Rodrigo.
Sobre el pilar central se eleva un Arco de Triunfo de 13 metros de altura, a la manera de panel informativo. Sus inscripciones explican, entre otros asuntos, que el puente fue construido por Cayo Julio Lacer en honor del emperador Trajano –nacido en la Bética hispana- y costeado mediante impuestos sobre los pueblos lusitanos Igaetani, Lancienses, Opidani, Talori, Interannienses, Colarni, Lancienses Transcudani, Arani, Meidubrigenses, Arabrigenses, Benienses, Paesures.
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