lunes, 27 de febrero de 2012

El libro negro


El pasado viernes cerró la edición en papel del periódico Público. Con la empresa en concurso de acreedores, hay muy escaso margen de esperanza respecto al mantenimiento de su edición digital.

Es el último, por ahora, eslabón de una larga cadena de medios que cierran o reducen sus plantillas. Lo cual ofrece un horizonte oscuro en un mercado carente de ofertas ni en esta profesión ni, prácticamente, en ninguna otra.

Empero, el paro no es el único problema que afecta al periodismo en España.  

La Asociación de la Prensa de Madrid ha elaborado un Libro Negro del Periodismo en España. Un análisis sin contemplaciones de las causas que han conducido a la situación en que se encuentra la prensa española profesional y empresarialmente.

Se trata de un informe elaborado por el profesor Díaz Nosty, con aportaciones de Fernando González Urbaneja y Moragas e ilustraciones de El Roto.

Díaz Nosty habla de "las tumultuosas y concupiscentes relaciones entre política y periodismo, entre los aparatos de los partidos y del gobierno y los medios de comunicación" que han supuesto un "desastre, una catástrofe para la credibilidad" de los periodistas. Hace un repaso también a las interferencias del poder económico en la elaboración de información.

Se corre el riesgo de atribuir a la crisis económica la crisis de la prensa pero ésta es previa y, como se indica en el Libro Negro, “está relacionada con la gobernanza del sistema en un nuevo escenario tecnológico y cultural”, si bien “la crisis de los productos periodísticos ha servido para evidenciar sus carencias”.

Los periodistas trabajan en unas condiciones cada vez más precarias, cada vez más presionados por el poder político y por el poder económico. Con salarios cada vez más bajos y con horarios cada vez más dilatados, sin tiempo para elaborar un trabajo digno.

Días atrás conocía una investigación realizada por abogados sobre la composición del Euribor, el índice al que están referenciados los préstamos hipotecarios. Una labor impecable. Me pregunto, ¿por qué los periodistas cada vez más raramente se embarcan en investigaciones de este tipo? Probablemente, porque no se lo permiten sus empresas, casi todas vinculadas al poder económico.
 
El gobierno acaba de anunciar que el déficit público en España alcanzó el 8,51% el año pasado, 2,51 puntos por encima del 6% al que se había comprometido presupuestariamente. Todo apunta a que la responsabilidad principal del desvío es atribuible a las comunidades autónomas.

¡Cómo me gustaría leer –me da lo mismo en papel que en digital- qué proyectos faraónicos han conducido a ese desvío!

Porque en este tiempo se han reducido las partidas presupuestarias de lo que considerábamos el estado de bienestar: la sanidad, la enseñanza, la atención a mayores, las casas de acogida, la rehabilitación de drogadicciones, mientras se han multiplicado los aeropuertos fantasma, las obras inútiles a mayor gloria de los alcaldes-presidentes de diputación-presidentes autonómicos de turno, los viajes no justificados, las subvenciones a los amigos, del que el duque Urdangarín es solo una muestra.

En momentos como este me viene a la mente el viejo axioma: Una democracia puede vivir sin gobierno pero no podría pervivir sin prensa. Ni sin periodistas.

jueves, 23 de febrero de 2012

Grandola




Hay momentos en que el pasado se te echa encima y no sabes qué hacer con ese peso, salvo dejar que pase. 

Ayer estuve en un funeral, uno de esos compromisos que no se pueden eludir. Ha muerto la madre de una amiga, enferma de Alzeimer los últimos años. Menos mal que Dios se ha acordado de ella, diría mi abuela. La frase y mi abuela me vinieron a la memoria durante la misa.

Como la familia de mi amiga pertenece a la alta burguesía madrileña, la iglesia estaba casi llena de abogados, políticos, profesionales conocidos. Muchos miembros de la antigua UCD, a la que el marido de la difunta estuvo vinculado. Entre ellos, dos ex ministros que creí que habían muerto también.

La tarde está templada y me animo a volver a casa caminando un rato antes de tomar el metro. Al pasar por el número 4 de la calle Isaac Peral –en Moncloa- caigo en la cuenta de que el local que ocupó la Cafetería Galaxia –donde en 1978 se reunían Tejero, Inestrillas y otros colegas de la misma secta para preparar un golpe de Estado previo al 23-F- está ocupado ahora por un McDonalds. Lo que no sé si es lógico o paradójico.

Recuerdo aquellos patriotas de pacotilla. Inestrillas fue asesinado por Eta en 1986, cinco años después del asalto al Congreso de los Diputados del que hoy se cumplen 31 años. 

Hago cuentas y me percato de que todo eso ocurrió en el siglo pasado. Me parezco a mi abuela, contando historias del pasado, pienso, de pronto.

Hoy hace 25 años que murió Jose Zeca Afonso, autor de Grandola Vila morena, la melodía que sirvió de contraseña a la Revolución de los Claveles, el 25 de abril de 1974 y alentó las esperanzas de quienes esperábamos que cayera la dictadura española.

Grandola es más que una canción hermosa, que lo es. Es una declaración de principios. Sus notas evocan emociones que tienen que ver con el compromiso político, con deseos de libertad y con amigos queridos, algunos perdidos definitivamente. Evocan emociones de un tiempo que aún creíamos que lo podíamos todo. 

Grandola, Villa morena
Tierra de la fraternidad
El pueblo es quien más ordena
Dentro de ti, oh ciudad

En cada esquina un amigo
En cada rostro igualdad
Grandola, villa morena
Tierra de la fraternidad

A la sombra de una encina
De la que no sabía la edad
Juré tener por compañera,
Grandola, tu voluntad.

Grandola, Villa morena
Tierra de la fraternidad
El pueblo es quien más ordena
Dentro de ti, oh ciudad.

Va a ser verdad que me estoy convirtiendo en mi propia abuela.    

lunes, 20 de febrero de 2012

¿Está el enemigo?


Desde que Gila hiciera humor surrealista con la guerra el vocablo enemigo tiene entre nosotros una connotación a caballo entre la ironía y el disparate. ¿Está el enemigo?, repetía Gila ante el auricular y los españoles de aquellos años –los sesenta, los setenta, los ochenta, los noventa- se desprendían lentamente de otras acepciones menos bienintencionadas.

Los españoles no hemos aprendido del todo a enfrentar nuestras diferencias dialécticamente. Tenemos una peligrosa tendencia a identificar como adversario a quien piensa de manera distinta a la nuestra y a pasar de la confrontación a la enemistad.

Es peligroso jugar con conceptos que no son inocuos. En España, nunca es inocuo señalar a alguien como el enemigo. A muchos, eso les ha costado la vida. Pero que un funcionario público, a quien la sociedad le ha encomendado el uso racional de las armas para defender la legalidad, identifique como el enemigo a adolescentes de esa misma sociedad es, además de una pura insensatez, una temeridad.

En Valencia están ocurriendo cosas graves. Muy graves. En una comunidad autónoma al borde de la bancarrota, trufada por acusaciones de corrupción que afectan a todos los estamentos, desde la presidencia del gobierno a ediles de pueblos que apenas aparecen como un punto en el mapa, alumnos de un instituto de bachillerato han utilizado las redes sociales para protestar porque los recortes presupuestarios les han dejado sin calefacción.

Uno de los alumnos publicó en twitter una foto en la que se veía a los alumnos abrigados con mantas para protegerse del frío. El alumno fue expedientado. Como seguían sin calefacción, la semana pasada los alumnos del IES Luis Vives llevaron sus protestas ante la Consejería de Educación. La policía cargó contra ellos y detuvo a varios.

Hoy se ha repetido la protesta y la carga. La delegada del Gobierno en la Comunidad y el jefe de la Policía han ofrecido una rueda de prensa para informar sobre los hechos. Cuando los periodistas le han preguntado al comisario qué efectivos habían utilizado ha respondido que no es prudente informar al enemigo de cuáles son sus fuerzas. El enemigo.

En ocasiones, es difícil identificar al enemigo pero ahora está bien visible. El señor comisario no lo tenía muy lejos, me temo. Ayer, en Madrid muchos miles de personas salimos a la calle para protestar contra una reforma laboral que precariza el empleo, elimina de un plumazo derechos adquiridos con mucho esfuerzo y nos retrotrae a mediados del siglo XX. Muchos de quienes salimos a la calle tenemos bien identificado al enemigo: el capitalismo ultraliberal, que sólo sabe de beneficios económicos e ignora a las personas, y sus representantes en la tierra, alguno de los cuales forman parte del gobierno de la nación.

No está la situación para dejar sueltos a individuos que consideran el enemigo a adolescentes. Fue Bertold Brecht quien dijo que las revoluciones se producen en los callejones sin salida. Y la sociedad española, al menos la que conforman los millones de parados, los trabajadores con empleos precarios, los jóvenes sin futuro laboral, los empleados que ven recortados sus salarios, empiezan a tener el callejón sin salida como único horizonte.

 Los adolescentes que protestan por los recortes presupuestarios –en una comunidad que despilfarra en eventos que no se llevan a cabo y en otros perfectamente inútiles- los estudiantes que salen a la calle a reclamar mejor enseñanza pública no son el enemigo. Son nuestra garantía de futuro.

sábado, 11 de febrero de 2012

Argumentario

Se conoce como “argumentario” el catecismo que los partidos políticos y, en general, las organizaciones que disponen de equipos de comunicación distribuyen entre los suyos para que se atengan a él en sus intervenciones públicas. Recibido el argumentario, nadie osa salirse de él ni una coma.

Así, en las semanas previas a la aprobación de la reforma laboral el santo y seña fue que ésta sería “completa, equilibrada, operativa y útil”. Podrían haber dicho que iba a ser redonda, amarilla y de pana. Da lo mismo. Se trata de decir algo sin decir nada. Concepto vacío se llama esa figura.

Pues bien, allí donde fueron el presidente y sus ministros, desde el Parlamento a los medios de comunicación, repitieron el kyrie eleison del argumentario. La reforma iba a ser completa, equilibrada, etc, etc.

Sólo de Guindos se salió del guión cuando creyó estar hablando sin micrófonos y advirtió que la reforma sería “extremadamente dura”.

Ayer salió por fin el conejo de la chistera. Y resultó que de Guindos estaba en lo cierto. La reforma laboral es extremadamente dura. También completa, es cierto, pero desequilibrada, inoperante e inútil a los efectos que dice perseguir, cuales son los de crear empleo.

Lo que ayer se aprobó no es una reforma: es el desmantelamiento de un sistema de derechos y deberes que, aún imperfecto, mantenía una apariencia de equilibrio entre capital y trabajo. El Real Decreto que hoy publica el BOE consagra el poder absoluto del empresario, de los poderes económicos en suma, y priva a los trabajadores de cualquier atisbo de defensa. Con la nueva ley en la mano el empresario podrá disminuir el salario, modificar jornadas, variar funciones y cambiar de lugar de trabajo sin que el afectado pueda objetar nada. Al empresario, por añadidura, le saldrá casi gratis -20 días por año trabajado- despedir al empleado.

Ajeno a la realidad constatable, el argumentario de hoy insiste en que la reforma busca potenciar el empleo de calidad y poner fin a la dualidad del mercado de trabajo. Kyrie eleison.

Esta reforma es tanto más injusta cuanto que son los responsables de la crisis quienes, tras afianzar sus privilegios, hacen recaer el precio de la crisis en los elementos más débiles de la sociedad. El gobierno se ha limitado a poner el “Hágase” en la lista de la compra que le han entregado los poderes fácticos.

Injusta e inútil. Ni aunque se establezca por ley el trabajo gratis se creará empleo en tanto los bancos no liberen el crédito, como norma general, y en tanto no se cambie el modelo productivo. Empero, se da la paradoja de que se prima la economía especulativa y se carga la presión en la economía productiva.

Con la reglamentación laboral ahora abolida se crearon cuatro millones de empleos en la época de bonanza económica. Con la misma norma, se han perdido tres millones de empleos. No es la ley, es la desregulación del sistema bancario, la aplicación del catecismo neoliberal lo que nos ha llevado a la crisis. Y sus recetas nos abocan a la ruina.

Los trabajadores, quienes dependemos de nuestro empleo para vivir, hemos retrocedido hoy décadas en nuestros derechos. Me temo que quienes aún tenemos trabajo no somos capaces de reaccionar porque nos hemos acostumbrado a la comodidad. Quienes no lo tienen parecen haberse acostumbrado a la desesperanza.

El argumentario sostiene que esta es una reforma “histórica” y así lo repitió ayer la vicepresidenta del gobierno. En eso tiene razón. Es una regresión que pasará a la historia.


jueves, 9 de febrero de 2012

El triunfo


Hay días en que tienes ganas de sentarte a la orilla del camino y dejar que pase el tráfico. Hay días en que no entiendes nada de lo que ocurre alrededor. Hay días en que se diría que te has equivocado de mundo, de tiempo, de era, de lugar, de modo. Hoy es uno de esos días.

Y mira que me acosté contenta. Ayer se presentó públicamente la Fundación Mujeres por África, una iniciativa que impulsa la ex vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega. Se trata de una Fundación privada, que cuenta con financiación de empresas españolas para luchar por la igualdad de las mujeres africanas. "No hay factor de desarrollo más fuerte que la igualdad", recordaba. Pensé en los 135 millones de niñas y mujeres en el mundo sufren ablación.

Al acto había asistido la flor y nata de los dos partidos mayoritarios además de la reina Sofía. Las imágenes presentaban a una ex vicepresidente muy recuperada. Dos años después de su salida del gobierno, asentada en su puesto del Consejo de Estado, recuperada de la intervención que sufrió en la etapa final de paso por el Gobierno, había recuperado peso, había cambiado de peinado y su aspecto era mucho más saludable.

Esta mañana, todos los periódicos ponían el acento en su apariencia. Cinco millones de parados, una economía en recesión, un mercado laboral en regresión galopante, una pérdida feroz de derechos sociales, un desprestigio general de instituciones que deben ser pilar del sistema democrático y periódicos supuestamente serios se preguntan en portada qué se ha hecho en la cara Fernández de la Vega. Lo que corrobora, una vez más, que cuando alguien señala la luna, los tontos miran el dedo.

A las 2 de la tarde, llega la noticia de la inhabilitación al juez Garzón. No es éste santo de mi devoción, creo haberlo dicho ya en otra ocasión, pero habría que ser muy ciego para no comprender que un sector poderoso de la judicatura ha ido directamente a por él. Me ha dolido especialmente su procesamiento por haber atendido la petición de familiares de desaparecidos para abrir las fosas donde fueron sepultados miles de civiles del bando republicano en la guerra y en la posguerra.

El relato de tantas penalidades, de tanto sufrimiento, de tanta dignidad pisoteada ponía un nudo en la garganta. Al parecer, no en la de los magistrados.

Bien, no tengo conocimientos jurídicos suficientes para discutir los pormenores de una sentencia. Expertos en la materia sostienen, incluso, que la sentencia es conforme a derecho. Puede ser. En Derecho, una sentencia puede amparar un hecho y su contrario según quien aplique la ley. 

Mi ignorancia no me impide constatar que la protección de derechos que el Tribunal Supremo hace de los procesados por la trama Gürtel no tiene nada que ver con el trato que habitualmente reciben los procesados menos importantes y conocidos. Aquellos que carecen de padrinos poderosos. Aquellos que “disfrutan” de abogados de oficio que cobran poco y tarde. O no cobran.

La justicia española no es ciega sino tuerta. Sólo ignora los delitos que comete la derecha. Los delitos que cometen los poderosos. Los crímenes de las mafias bien asentadas en el poder.

Hoy es un día lamentable. No porque hayan condenado a Garzón. Sino porque se ha lanzado un claro y rotundo aviso a navegantes: quien se enfrenta al dinero y al poder de la derecha tiene todas las de perder.
Son las consecuencias de una transición, tantas veces canonizada, que dejó intacto el poder de la oligarquía más beata y reaccionaria.

La que hoy celebra su triunfo.

lunes, 6 de febrero de 2012

Madrid, rompeolas del mundo


De Madrid se ha dicho casi todo, en prosa y en verso, pero a mí me gusta esa definición que hizo de ella don Antonio Machado, en triste ocasión guerrera: rompeolas de todas las Españas.

¡Madrid, Madrid; qué bien tu nombre suena,
Rompeolas de todas las Españas!
La tierra se desgarra, el cielo truena,
Tú sonríes con ploma en las entrañas.

Así debió de ser cuando él la conoció: un poblachón manchego en el que recalaban gente de todas las provincias. Con el tiempo, la afluencia ha ido a más. El poblachón se ha hecho ciudad con aspiraciones en la que recalan gentes del mundo entero.

En eso pienso cada mañana cuando me dirijo al trabajo. A esa hora, hacia las 8,15, el metro y la red de cercanías es lo más parecido a una colmena. Miles de personas caminan aprisa de una estación a otra, camino al trabajo. Sol bulle bajo tierra.

Justo frente a la salida del metro, casi a diario se ubica una mujer, cuya imagen me intimida. Es de edad indefinida y de nacionalidad indefinida. Podría tener 40 o 30 o 50 años; podría ser rumana o polaca o española. Lo que la define, a mis ojos timoratos, es la falta del ojo derecho, se diría que se lo han rebañado. Cuando la vi por vez primera, hará unos dos años, creí que se lo acababan de arrancar por el brillo de la cavidad pero la herida sigue brillando como el primer día después de estos meses.

- Señorita, por Dios, deme una ayuda; caballero, tenga una caridad, se lo ruego, que Dios se lo pagará; ayúdeme, por favor, señorita…

Es una letanía antigua, con palabras y expresiones que ya nadie utiliza, sólo ella. Aparentemente, nadie le presta atención, nadie le da una limosna, nadie le mira. Ella permanece apoyada en la pared viendo pasar las oleadas de pasajeros. Yo también paso, aprisa, con la cabeza baja para no verla. 

Lo confieso, soy incapaz de mirarla de frente. De la grima que me produce la cavidad brillante y tersa y de la vergüenza de oir su cantinela.

 ¿Vergüenza, he dicho? Sí, vergüenza por ella y por los millones de mujeres que, como ella, vagan por el mundo sin herramientas para defenderse y vergüenza por mi cobardía y por los millones de mujeres que, como yo, nos movemos por la vida con herramientas para defendernos pero incapaces de ayudar adecuadamente con nuestras semejantes.

¿Qué puedo hacer yo?, me pregunto cada mañana. Nada, me respondo. Acaso, darle una limosna, que es como no hacer nada (Por otra parte, detesto dar limosna, me hace sentir miserable). Podría preguntarle algo, qué le ha pasado en el ojo, pero sería una intromisión en su vida que tampoco conduciría a nada. Ella no querrá explicar su vida, querrá resolverla.

La mujer que pide en el metro me desasosiega cada mañana. Subo las escaleras lo más deprisa que puedo y tomo el pasillo que conduce a la plaza central del suburbano. En ese mismo pasillo, hay días que me encuentro con una pareja que yo he imaginado rusa. Él toca el violín –lo hace muy bien- y ella pasa las hojas pautadas. Hace semanas que no los veo. La primera vez que se ausentaron me inquieté, ahora sé que suelen hacerlo. En su lugar, cada mañana hay una mujer de apariencia eslava que entona canciones tristísimas con un hilo de voz y un micrófono. La mujer eslava permanece en el mismo lugar cuando vuelvo del trabajo, a primera hora de la tarde. Alguna vez que he pasado por el lugar a las 8 de la noche he comprobado que permanece allí entonando las mismas canciones preñadas de nostalgia. Doce horas viendo pasar el tráfago del metro tratando de atraer la atención de quienes pasan a su lado.

En ese corto tramo, del metro al tren de cercanías, cada mañana me topo con mujeres y hombres de todas las razas, nacionalidades y edad. Chinos que van o vienen de sus tiendas, imagino. Negros grandones, senegaleses, me digo, que caminan con ese aire majestuoso que les da el haber visto tantas cosas y su privilegiada estructura ósea, pienso. Hoy, en la estación donde me apeo por poco atropello a un chico joven, blanco, bien alimentado, sentado en la postura del loto, aparentemente meditando.
Madrid, rompeolas…

Hoy, hacia las 6 de la tarde, en la calle del Príncipe me he dado de bruces con Carmen Chacón. La del Príncipe es una calle que va de la plaza de Santa Ana a la de Canalejas, puro corazón de Madrid. Es una vía con tráfico reducido y aceras limitadas por bolardos. No hay margen de error. Si crees que es Carmen Chacón es porque es Carmen Chacón.

Nos cruzamos en la puerta de una tienda en la que ella se dispone a entrar, yo la paso pero, de pronto, siento la necesidad de decirle algo. Me vuelvo y le toco el brazo.

- Lo siento, lo siento mucho, me hubiera gustado ver el triunfo de una mujer, le digo.

- Gracias, no sabe cómo se lo agradezco, especialmente hoy.

Me doy cuenta de que tiene los ojos brillantes y yo también noto que los míos se humedecen. Le acaricio la espalda

- No te rindas, otra vez será, insisto.

Se le saltan las lágrimas. A mí también. Nos abrazamos.
- Suerte, le digo.
Ella entra en la tienda, yo sigo mi camino hacia casa.

En realidad, me hubiera gustado decirle que ninguno de los dos candidatos merecía ganar pero, puestos a elegir, me gustaría que las mujeres no tuvieran que pasar por descalificaciones ni campañas de descrédito.

No sé por qué, me viene a la mente la imagen de la mujer mendiga, la mujer cantante del metro. Un día de estos tengo que pegar la hebra con ellas, me propongo.

Madrid, rompeolas del mundo.