domingo, 6 de octubre de 2013

Tráfico internacional


El sur de Italia se ha teñido de sangre y luto estos días con el hundimiento de un barco que trasladaba medio millar de hombres, mujeres y niños en su mayoría procedentes de África. Medio millar de hombres, mujeres y niños que huían del hambre, de la miseria y de la guerra y buscaban la salvación en la vieja, civilizada y rica Europa.

Para pagarse el pasaje ellos o sus familias hubieron de empeñarse por años. Los organizadores de esas travesías, los verdaderos organizadores, comercian con seres humanos -de África, de Asia, de América, del tercer mundo- con la misma indiferencia que lo harían con naranjas o aceite de soja. Son los modernos traficantes de esclavos. 

Gente seria y solvente, por supuesto, que delega el trabajo sucio en capataces de segundo nivel encargados de dirigir el viaje. Tipos que, si fracasara la aventura, tratarán de pasar inadvertidos entre el pasaje, como ha ocurrido en el último naufragio de Lampedusa. Unas veces son identificados y detenidos y otros no. Da lo mismo, en uno u otro caso las ganancias del jefe están a salvo.

En el hundimiento de estos días han salvado la vida 155 personas, 40 de ellos menores de edad. Italia está tratando de devolver a los supervivientes a sus lugares de procedencia. En lo que va de año han entrado por el sur Italia unos 30.000 inmigrantes, la mayoría de los cuales han sido repatriados por haber entrado ilegalmente en un país del ámbito comunitario. El procedimiento es similar en España, otro país europeo frontera con África.

Por los mismos días se ha hecho pública una noticia de índole económico en la que también se produce un flujo entre Europa, España en este caso, y un pequeño país de difícil localización en el mapa: Abu Dhabi. O por mejor decir, de un fondo soberano de aquel país: el Abu Dhabi IPIC. 

Ese fondo soberano es propietario de Cepsa y ha suscrito un contrato de alquiler con opción a compra sobre el edificio conocido como Torre Bankia, por ser propiedad de esta entidad bancaria (rescatada con dinero público), pero que antes fue conocida por idéntica razón como Torre Caja Madrid, antes Torre Repsol, y antes aún como Torre Foster por ser és el arquitecto que diseñó el edificio.

La operación no es simple. Bankia no es el titular directo de la torre sino a través de una empresa participada: Torre Norte Castellana, que es quien alquila. Pero tampoco lo hace directamente a Cepsa, sino al susodicho fondo, con filial en Luxemburgo. 

Llama la atención que, al contrario que lo que sucede con las personas migrantes, interviniendo tantos agentes y de países tan diversos toda la operación sea legal. Sin duda se debe a que se me escapan las altísimas razones jurídicas que diferencian a los seres humanos del dinero en favor de éste, así que me remitiré, sin que sirva de precedente, a las palabras pronunciadas por el Papa Francisco, quien, además de ser el jefe de una de las religiones con más seguidores, es también jefe de un país reconocido incluso por la ONU: Una vergüenza.

jueves, 3 de octubre de 2013

No conozco a Rajoy




Las encuestas apuntan a un deterioro general del crédito de los políticos y de los partidos que los sostienen. Son muchos los programas, los comentarios, las personas que se regodean en ello. Raro es el chiste que no tiene a un político como protagonista y siempre para ridiculizarlo.
Creo que es un proceso de alto riesgo. Los políticos son –por activa o por pasiva- el resultado de nuestra elección. Están ahí porque los han seleccionado en sus partidos pero, en última instancia, porque los hemos votado nosotros en las urnas. En consecuencia, somos nosotros quienes hemos de ser exigentes en el cumplimiento de sus programas, de sus promesas. Nosotros quienes hemos de exigirles un cierto nivel ético e intelectual, que no nos dejen en ridículo cuando nos representan. Si no lo hacemos, la responsabilidad es nuestra.
Pero últimamente, no ganamos para disgustos. Zapatero era un ser como de otro planeta, que parecía no haberse enterado de lo que significaba ser presidente de gobierno, que desconocía cómo moverse entre sus pares, que no hablaba inglés, ni francés y el español muy malamente. Cada discurso suyo era un mal rato. ¿Por qué no le enseñan a hablar a este hombre?, te decías. Eso, aparte de las decisiones que tomaba, con las que unos coincidirían y otros discreparían. (Personalmente, muchas veces discrepaba).
A Zapatero le sucede Rajoy, que va por el mundo alardeando de ser registrador de la propiedad como si fuera un bagaje equiparable al Nobel de literatura y física, conjuntamente, y no el resultado de un proceso de memorización de temas perfectamente inútiles para la vida en general y para la política en particular. Bien, pues desde que ha llegado a la Moncloa, nos avergüenza aún más que Zapatero. Y no era fácil, francamente, pues bien alto que había dejado éste el listón.
Pasando por alto que ha ido incumpliendo minuciosamente una por una todas sus promesas electorales, aquellas que llevaron a sus electores a preferirle sobre otras opciones, cada aparición pública suya viene a saldarse con una pifia. Incluso aquellas que se hacen vía plasma, cuando le falta coraje para presentarse en carne mortal.
Se podría recordar su afirmación de que el desfile militar es un coñazo o cómo trasformó las 77.000 toneladas de crudo del Prestige en “los hilillos de plastilina” que salían del barco, cuando aún era vicepresidente del gobierno de Aznar, pero, situándonos en su mandado presidencial, ahí le tienen confundiendo al gobierno peruano con el cubano ante el presidente de Perú, Ollanta Humala; le pueden oir asegurando que de los papeles de Bárcenas todo es falso… menos alguna cosa y, hoy, se desplaza a Fukushima, escenario de uno de los mayores siniestros nucleares, cuyas consecuencias siguen candentes ante la inquietud de los científicos (y de cualquier persona mínimamente preocupada por el medio ambiente) para afirmar con toda pomposidad que se trata de “un temor infundado”. Pero ¿quién le asesora a este hombre, si puede saberse?
Con todo, lo peor de Rajoy son sus alabanzas. Donde él pone una loa, el juzgado pone una inculpación.
El tesorero del PP, Luis Bárcenas, era un tipo competente y leal; el presidente de la Generalitat valenciana, Francisco Camps un modelo de gobernación; el presidente del Gobern Balear, Jaume Matas, un ejemplo a seguir por las autonomías deEspaña; el presidente de la Diputación de Castellón, Carlos Fabra, “un políticoejemplar para el PP”. Todos ellos han pasado, están pasando o pendientes de pasar por los juzgados y ninguno por razones honorables. ¿Con quién se relaciona este hombre?
Líbrenos Dios del día de las alabanzas, decía mi abuela, apuntando al final de la vida, cuando hasta el más villano se convierte en una buena persona. Pues bien, quiero dejar claro que no conozco a Rajoy ni siquiera de vista. Que no se le ocurra elogiarme porque lo denuncio.
Hasta ahí podíamos llegar.