jueves, 15 de septiembre de 2016

En las Huelgas de Burgos, pedíos a Vidal

El monasterio de las Huelgas de Burgos no es seguramente el primero de los monumentos de la ciudad, ni el más importante, ni el más visitado pero es el más femenino de sus muchos atractivos. Fue fundado por el rey Alfonso VIII a instancias de su mujer, Leonor Plantagenet, quien pretendía equiparar a las mujeres en cuanto a poder y responsabilidad, al menos en la vida monástica. Hasta tal punto lo consiguió que, según se decía, si el Papa hubiera de buscar mujer para casarse solo podría hacerlo con la abadesa de las Huelgas.

Impresionada por este axioma, cuando, hace años, tuve la suerte de entrevistar a la abadesa, encontré a una mujer inteligente y sabia, de gran espiritualidad pero informada de lo que sucedía en el mundo, capaz de comprender a sus semejantes. Ese era el último buen recuerdo que conservaba del monasterio porque las últimas visitas, acompañando a amigos que pasaban por la ciudad, habían sido harto frustrantes. 

En una de estas ocasiones, la guía expulsó de malas manera a un visitante francés que estaba haciendo fotos, infringiendo la prohibición de Patrimonio Nacional, que de esta manera protege los derechos de imagen que posee sobre los bienes públicos. En otra, la guía trató al grupo de manera destemplada, como si nos estuviera haciendo un favor y le costara mucho esfuerzo. Todos tenemos un mal momento, sin duda, en nuestro trabajo o fuera de él, y nos había tocado a nosotros.

Ayer, el colega propuso que fuéramos a dar una vuelta por el monasterio y allá que nos fuimos, puntuales, a las 4 de la tarde. La mayoría de los visitantes éramos parejas de jubilados, personas de edad. Por primera vez nos tocó un guía masculino. En la cabecera de la iglesia, a poco de entrar en el recinto religioso, nos impartió una lección magistral de historia en un lenguaje perfectamente comprensible, culto pero inteligible. Antes de entrar en la parte en la que se guardan los sepulcros reales, nos dio unos minutos para que pudiéramos contemplar la cabecera de la nave, mientras él hacía la introducción a unos turistas de habla inglesa. ¡En un perfecto inglés!  

Pero lo mejor estaba por venir. Al hablar sobre la historia del monasterio, lo hizo refiriéndose a las mujeres que habían intervenido en ella en el mismo plano que lo hacía al referirse a los hombres. No eran ya las pobres mujeres, sino mujeres inteligentes, poderosas, hábiles, estrategas... Elogió la inteligencia de doña Berenguela, hija de los fundadores y madre de Fernando III, y de otra dijo que era "descerebrada como don Quijote". ¡Como don Quijote!

Habló sobre los últimos estudios realizados en el que se ha tenido como el pendón de las Navas de Tolosa, que parecen identificarlo como parte de una tienda de algún personaje principal musulmán obtenido por Fernando III en la conquista de Sevilla, con conocimiento y humor. No se les ocurra decir en Burgos que este no es el pendón de las Navas, aconsejó. Con el mismo humor que abordó la información sobre la imagen de Santiago que armaba caballeros, "reciclaje total" de una imagen mariana articulada, con un cierto aire de click de Famobil.  

¿Te has dado cuenta de que ha hablado de las mujeres como iguales a su pares?, le comento al colega. Nos está dando una lección de historia, pero habla poco de arte, protesta él. Como si le hubiera oído, al llegar a "las claustrillas" -el primer y antiguo claustro- se extenderá en sus características artísticas, como lo hará, y muy ampliamente, sobre el museo de telas medievales. 

Vidal, este tipo competente, educado y culto, se llama Vidal. Es funcionario de Patrimonio, cobrará lo mismo si su trabajo es excelente que si es vulgar, si respeta a los visitantes o los menosprecia. Nos hizo el regalo de su trabajo, de su conocimiento y de su sensibilidad. Cuando termina la visita encuentro en el móvil una llamada de la heredera pequeña. Quiere contarnos que Rita, la mejor alcaldesa de España, al decir del presidente del Gobierno en funciones, se niega a dimitir como senadora. Y pienso que personas como Vidal son los que sostienen este país mientras otros, más importantes socialmente, mejor remunerados, más reconocidos, con el futuro garantizado, se empeñan en avergonzarnos ante nosotros mismos y ante quienes nos miran desde fuera. 

Anotadlo. Si vais a las Huelgas, pedíos a Vidal