jueves, 29 de noviembre de 2012

Sofonisba Anguissola y la historia oficial

La dama del armiño
Cada cual pone sus complacencias en lo que le apetece, que para eso están los colores y los gustos. A mí, lo tengo archirrepetido, me gustan las pinacotecas en general y el Museo del Prado en particular. Me dejas un día por la mañana en la puerta de Goya y me recoges a última hora en la de Murillo y yo, feliz. De hecho, cuando tengo un día tonto que no sé cómo rematar me voy paseando al Prado, enseño el carnet que me permite entrada gratis -porque han puesto el ticket a 12 euros, excepto a partir de las 18 horas, que el acceso es gratis- me doy un paseo por mis salas favoritas, bajo a los flamencos, echo un vistazo al Descendimiento de Van der Weyden, me detengo un momento frente a la Virgen y el Niño y me voy con la sensación de haber apañado el día.
La Virgen y el Niño de Van der Weyden
Descendimiento - Van der Weyden
Lo declaro de antemano para que no parezca que me pongo estupenda con el asunto. Dicho lo cual, ¿a nadie le parece extraño que en una muestra exhaustiva de la pintura universal estén tan poco representadas las mujeres? Las informaciones de prensa afirman que sólo una mujer –Sofonisba Anguissola- cuelga su obra en la primera pinacoteca española. Si hay alguna otra, yo no lo conozco.
Ana de Austria Sofonisba Anguissola
Ya sé que hubo un tiempo –la conjugación en pasado es un brindis al optimismo- en que las mujeres apenas tenían presencia en las bellas artes, obligadas a la reclusión en el ámbito privado. Así y todo, hubo mujeres, excepciones pero hubo, que descollaron en la pintura sin que apenas nos haya llegado su obra.
Felipe II - Sofonisba Anguissola
Es el caso de Sofonisba Anguissola, nacida en Cremona en 1532, la mayor de siete hermanos, seis de ellos mujeres. Fue su padre quien alentó a las hijas a dedicarse a la pintura y fue Sofonisba quien más lejos llegó en este propósito. Viajó a Roma –conoció a Miguel Ángel y a Vassari- a Milán y a Madrid, donde fue pintora de la corte y dama de compañía de Isabel de Valois, esposa de Felipe II. Aquí trabajó con Sánchez Coello, lo que le ha valido para que, con frecuencia, sus obras se atribuyan al pintor.

Otra de sus obras más conocidas –La dama del armiño- ha venido siendo atribuida al Greco. Es mi favorita.
Catalina Micaela - Sofonisba Anguissola
«La vida está llena de sorpresas; intento capturar estos preciosos momentos con los ojos bien abiertos», dejó dicho Sofonisba con toda razón pues tuvo una vida novelesca para una mujer de su época. En 1570, a los 30 años, edad en que una mujer era considerada casi anciana, Felipe II le concede una dote y le arregla la boda con un hijo del Príncipe de Paterno, virrey de Sicilia. El marido moriría en 1979 y, en un viaje a Cremona, Sofonisba se enamora del capitán del barco, Orazio Lomellino, más joven que ella, con el que se casa en 1980.
Isabel de Valois - Sofonisba Anguissola
La pareja se instala en Génova, donde Sofonisba disfrutó de su propio estudio y de tiempo para dedicarse a la pintura y al dibujo, merced a la pensión concedida por Felipe II y a la fortuna del marido. Fue famosa, se codeó con muchos colegas coetáneos y creó escuela entre los pintores jóvenes. Murió a los 93 años, aclamada y respetada.  

Cuando se cumplía el centenario de su nacimiento, Orazio colocó una inscripción en su tumba dedicada: «A Sofonisba, mi mujer .... quien es recordada entre las mujeres ilustres del mundo, destacando en retratar las imágenes del hombre ... Orazio Lomellino, apenado por la pérdida de su gran amor, en 1632, dedicó este pequeño tributo a tan gran mujer».

Se le han atribuido con certeza medio centenar de obras que cuelgan en galerías italianas, en Budapest y en el Museo del Prado. Se dice que su retrato de Isabel de Valois con una piel de marta cibelina fue el más copiado en España, incluso por Rubens.
  
El catálogo del Prado cuenta con cuatro obras suyas que no siempre están colgadas. Me pregunto cuántas obras admiramos en éste y en otros museos atribuidas a caballeros con el ego bien retribuido que en verdad fueron realizadas por mujeres olvidadas por la historia oficial.

martes, 20 de noviembre de 2012

Tras el 20-N: Justicia aritmética o justicia poética

Hay fechas que podrían desaparecer del calendario y pocos las echarían en falta. El 20 de noviembre es una de ellas.

Durante décadas, exactamente desde 1936 a 1975, esta fecha remitía sin remedio a José Antonio Primo de Rivera, primero el Ausente y luego el omni-Presente. El fundador de la Falange Española fue uno de los santos de obligada veneración durante la dictadura franquista. Cada 19 de noviembre partía de la casa familiar de los Primo de Rivera, en la calle Génova, una comitiva fúnebre que al día siguiente rendía homenaje al Fundador en su tumba del Valle de los Caídos.

La decadencia física del general Franco era evidente mucho antes de 1975 –recuérdese al efecto las imágenes temblonas y llorosas durante el funeral de Carrero Blanco- pero a partir del 1 de octubre de aquel año se precipitó sin remedio. La versión oficial sostuvo que se enfrió al presidir desde el balcón del Palacio Real la manifestación de adhesión inquebrantable de quienes aplaudían las ejecuciones –cinco hombres jóvenes- firmadas por el general a finales de septiembre. Lo cual, de ser cierta, como parece, no dejaría de ser una suerte de justicia poética.

La agonía del dictador fue retransmitida en tiempo real. Cada mediodía y cada noche de aquel mes y medio el diario informativo de RNE de obligada conexión entonces –popularmente, el Parte- daba cuenta del diagnóstico del “equipo médico habitual”, cada vez más oscuro, más enrevesado.

Los españoles, acostumbrados a leer entre líneas, eran conscientes de que se aproximaba la hora final del dictador. Dos teorías acerca de la fecha final hicieron fortuna por entonces. La primera señalaba que los médicos trataban de mantenerlo con vida –aunque fuera aparente- para hacer coincidir su muerte con la de José Antonio, el 20-N. La segunda era más enrevesada y apuntaba a una cierta justicia aritmética. La muerte de Franco estaba escrita en su propia deslealtad. 

¿Cuándo se produjo el alzamiento militar?, preguntaban entonces los entendidos en la materia. El 18 de julio del 36, respondías. ¿Cuándo terminó la guerra civil?, insistían. El 1 de abril del 39, contestabas. Muy bien, ahora suma ambas fechas, día, mes y año y conocerás qué día va a morir el general golpista. Tú sumabas 18+1= 19; 7+4=11; 36+39=75. El 19 de noviembre de 1975. Pero la familia ha ordenado a los médicos que ese día no se muera, aseguraban los entendidos.

Los periodistas que siguieron la agonía desde el hospital de La Paz contaron que en la noche del 19 se produjeron indicios de que el difunto había muerto. De hecho, las rotativas estaban preparadas para dar la noticia al menos desde las 10 de la noche de ese día pero no fue hasta la madrugada del 20 cuando la agencia Europa Press emitió el teletipo oficializando el óbito. Luego, Arias Navarro aparecería en TVE con el ya famoso: Españoles, Franco ha muerto.

A partir de entonces pudo recordarse que ese mismo día, en 1936, además de José Antonio había muerto también Buenaventura Durruti, personaje con ribetes míticos entre los anarquistas.

Con esos antecedentes sólo a José Luis Rodríguez Zapatero se le hubiera podido ocurrir convocar elecciones generales el 20 de noviembre de 2011. Lo que venimos padeciendo desde ese día los españolitos de a pie no está escrito en los papeles.

Hemos llegado a un punto que ya sólo nos queda esperar alguna suerte de justicia poética y aritmética que venga a sacarnos de semejante atolladero.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Píldoras de filosofía

 
 El mundo está lleno de gente aguda, dispuesta a regalar su inventiva y su ingenio de manera generosa. Basta con salir a la calle y mirar. Yo, además, lo fotografío y, de vez en cuando, lo traigo aquí para compartir con los amigos.

Frecuentemente, son fogonazos de inspiración, píldoras de filosofía para andar por casa o para ir un poco más lejos. En otras ocasiones, indican nuevas formas de organización. También son maneras de expresar la opinión individual o colectiva. 

Madrid ofrece dosis abundantes de este recetario. He aquí algunas.

Me gusta particularmente el mensaje que abre este comentario por lo que tiene de realismo: La evolución es anticonstitucional. 
 
Realista como pocos la secuencia de imágenes capturada en la iglesia de San Cayetano, en la calle de Embajadores, donde se advierte que el cambio de costumbres y la especialización llega también a los menesteres eclesiales. Me pregunto, si alguien precisara acogerse a sagrado ¿a qué hora habría de acudir?
También realistas los mensajes hallados en el campo de la Cebada, lugar okupado por grupos sociales de diversa índole. Cantamañanas, reza la pancarta de la actividad preparada para los más pequeños en la matinal de un domingo cualquiera. Más complicado me resultó descubrir el mensaje del improvisado sanitario.
Sol
Opi
Sno
Ca
C
A
En esta plaza no hay bancos para poner el culo, advierte el mensaje captado en la Plaza de Benavente. Hablando de bancos, conviene distinguir.
Hay mensajes incuestionables. Sin clientes no hay prostitución. Discusión zanjada.
Pero también los hay que se prestan a la disquisición. Votar es morir un poco. Ay.
Los hay que distribuyen su mensaje. Primera parte introductoria: Explotadores cabrones.
Segunda parte y conclusión: Nos hemos quedado con vuestra cara y podéis iros preparando. Os vamos a hacer la vida imposible.
Próximo al lugar, la calle Lavapiés, el autor -¿quizá la misma mano?- encontró la vena lírica. Camina, pero...no te olvides de mirarar (sic) las flores.
En la misma calle, otra dosis de lirismo cuestiona al viandante. ¿Qué has hecho hoy de bueno para cambiar el mundo?
Sin abandonar el lugar, una interpelación metafísica. ¿Existe la vida antes/después de esta muerte?
A caballo entre la filosofía y la vida práctica, un propósito loable: A Dios pongo por testigo que no pagaré 5 pavos por una caña. En la zona de La Latina.
Los hay que van con la filosofía a cuestas. Ante el terrorismo financiero expropiación bancaria, reclamaba el manifestante del Paseo del Prado la semana pasada. Esa manifestación en la que el centro de Madrid estaba petado. Cuatro gatos, 35.000 según la delegada del Gobierno, que anda trasteando con la aritmética, la pobre.
Cuatro gatos y, al menos, un perro. No es mi crisis, es tu estafa, sostenía el chucho.
En fin, tratándose de Madrid, concluiré con una amable invitación a su alcaldesa: Ana go home. La pobre.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Dolor de proximidad

En periodismo, la proximidad es un elemento decisivo. Nos sobrecoge conocer que han muerto cuatro jóvenes en una fiesta de Madrid pero leemos sin emoción que en Siria han muerto cien personas en un bombardeo. Por la misma razón, apenas echamos una ojeada a los titulares que hablan del eterno conflicto palestino-israelí.
Vista de Gaza desde Sderot
En estos días, las armas han vuelto a sonar en un lugar secularmente masacrado. Desde la franja de Gaza se han disparado misiles hacia las poblaciones de Israel y el ejército israelí ha vuelto a emplear los principios de ojo por ojo y ciento por uno. La historia de siempre.
Las nuevas paradas de bus de Sderot, convertidas en bukers antiproyectiles
Israel administra a su antojo los accesos a los territorios ocupados
Sabemos, por la misma reiteración de sucesos, que los misiles palestinos no tienen la eficacia del armamento israelí porque aquellos carecen del respaldo económico que sí tienen los israelíes. El armamento palestino es casi rudimentario, comparado con la sofisticación de las armas judías. Es una cuestión de presupuesto, no de intencionalidad. Los palestinos quieren matar a los judíos porque éstos los echaron de su tierra y les oprimen. Los judíos quieren matar a los palestinos porque éstos les amenazan y, en ocasiones, les matan.

¿Qué futuro les espera a los niños palestinos?
El bien nutrido presupuesto del ejército israelí les permite afinar objetivos, hasta el punto de que han conseguido dar muerte a uno de los líderes de Hamás –partido que domina la Franja de Gaza- y a varios civiles que pasaban por allí. Los misiles disparados desde Gaza llegan adonde llegan y matan a quien pueden.

Apenas un cuarto de página en los periódicos. Ocurre que los lugares de los que hablan las noticias me son familiares. Yo estuve allí y al leer y al oir las noticias siento un pinzamiento en el ánimo que no percibo cuando hablan de Siria, por ejemplo. La proximidad.

Sderot
Oigo hablar de los palestinos y recuerdo sus campos de refugiados, donde permanecen desde hace décadas generaciones y generaciones de familias, condenadas al ostracismo, a la miseria, olvidados de la historia.

Sderot
Oigo hablar de los israelíes y pienso en Sderot, población ubicada en la misma frontera de Gaza, cuyas viviendas disponen todas de un bunker donde guarecerse cuando las alarmas advierten de un nuevo ataque. Donde hasta las paradas de bus se han bunquerizado, donde lo primero que se enseña en los colegios son los planes de protección y evacuación, donde los carteles indicadores muestran signos de los últimos ataques. Donde la vida toda está condicionada por la amenaza del otro lado.

El proceso se mantiene desde hace décadas y, sin apenas variación, desde la constitución del estado de Israel en 1948. Los palestinos matan cuando pueden. Los israelíes matan cuando quieren. Unos y otros nos enseñan sus muertos, lloran sobre sus cadáveres. Nada nuevo, nada que no sepamos. Nada que no pudiera arreglarse si las grandes potencias hubieran querido o quisieran alguna vez. 

Control del paso de Qalandia
Campo de refugiados de Qalandia
Nada nuevo. Excepto que a mí me duele porque conozco a personas, judíos y palestinos, que trabajan codo con codo para encontrar una solución justa para todos, que se reúnen, hablan, discuten, elaboran programas, crean empresas, enseñan que pueden convivir en paz. Me duele porque, sin embargo, siguen cayendo las armas y matando a niños. Me duele constatar que tampoco aquí le dan una oportunidad a la paz.

Los niños son niños en cualquier parte del mundo
Es lo que tiene la proximidad. Duele pero, como ocurre siempre, otras noticias vendrás y se llevarán mi pesar. El único dolor que es definitivo es el de quienes están allí, ajenos a los intereses de unos y de otros: palestinos y judíos que quieren vivir en paz y no pueden porque no les dejan. Esa sí que es proximidad.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Otra huelga es necesaria

La de ayer fue la novena huelga general convocada desde la muerte del difunto. Cinco lo fueron frente a gobiernos socialistas, una contra UCD y dos contra gobiernos conservadores.

He seguido algunas y otras, no, según lo que me dictaba la conciencia en cada caso. La situación en 2012 es de las que reclamaban un seguimiento masivo de cualquier protesta pero la huelga del 14-N me ha pillado ya fuera del mercado. Creo, pues, que estoy en posición de opinar sin ningún condicionante personal. Debemos pensar en otras formas de protesta. La huelga, tal como se interpreta hoy, no favorece los intereses de los trabajadores.

La huelga es un mecanismo de defensa heredado del siglo XIX cuando el trabajo carecía de cualquier regulación y los trabajadores de cualquier protección. Desde entonces, el sistema laboral ha evolucionado notoriamente pero así como las patronales se han organizado eficazmente y han sabido adaptar sus estrategias a cada momento los sindicatos parecen haber anclado sus mecanismos en un tiempo que nada tiene que ver con el actual.

La huelga, el cese voluntario y unilateral del trabajo por parte del trabajador como mecanismo de protesta, tiene un valor simbólico y otro efectivo. El primero apunta principalmente a quien ostenta el poder político: estos son mis poderes, vienen a decirle los sindicatos. El segundo, afecta al empresario y, más directamente, al trabajador, que ve mermados sus ingresos en la cuantía correspondiente al periodo no trabajado.

Pero actualmente no todas las empresas y no todos los empresarios son equiparables. No es lo mismo la Renault o Volkswagen, que gestionan presupuestos y cuentas de resultados de muchos dígitos, que una frutería de barrio. Y no todos los trabajadores están en la misma posición a la hora de decidir si trabajan o hacen huelga. No es lo mismo un funcionario, incluso con los recortes de derechos que ha introducido la última reforma laboral, que un empleado en una pequeña empresa, un interino o un temporal. Aunque los recortes afecten a todos las consecuencias, no. En última instancia, la primera incidencia de la huelga es sobre la economía del huelguista.

La reforma laboral aprobada por el gobierno Rajoy es la manifestación de la supremacía de la patronal sobre los sindicatos a la hora de diseñar las relaciones laborales. Contra lo que viene afirmando el gobierno, la reforma no es una modernización del mercado laboral, sino un retorno al feudalismo. Son los poderes económicos quienes dictan las leyes de vasallaje a las que someten a los trabajadores-vasallos, tras haber privado a éstos de cualquier capacidad de defensa.

Hoy, los trabajadores han perdido casi todos los derechos que, tan dificultosamente, habían ido conquistando a lo largo del siglo XX. Mientras los poderes económicos han modernizado su armamento, los trabajadores salen al campo de batalla con las mismas armas que utilizaban en el siglo XIX. Se adentran en la guerra nuclear armados con un tirachinas.

Warren Bufflett, uno de los hombres más ricos del mundo, cuya fortuna se ha basado esencialmente en la especulación, lo advirtió ya en 2006. “Por supuesto que hay guerra de clases. Pero es mi clase, la clase rica, la que está librando la guerra y vamos ganando”. Desde entonces, todas las batallas les han sido favorables a los ricos. El poder político está rendido a los pies del poder económico.

La huelga es un gesto hacia el gobierno, un pellizco de monja a la patronal y una merma salarial al trabajador. Hay que repensar otras herramientas de combate más acordes con los tiempos que vivimos.
Desde el feminismo se planteaban algunas propuestas para intervenir en la huelga de ayer con nuevas armas.  Huelga de cuidados, huelga de consumo.

Ahí es donde se puede hacer daño a los nuevos señores feudales: dejar de consumir, dejar de comprar, sacar el dinero de los bancos. Repetir esas operaciones tantas veces como sea necesario.

De acuerdo con los últimos datos oficiales, en octubre había 16.736.727 personas ocupadas en España. Si ayer cuatro millones de esos trabajadores, menos de un 30% del total de quienes tienen trabajo, se hubiera dirigido a su entidad bancaria y hubiera sacado lo que tiene depositado en su cuenta, el poder económico hubiera sentido el aliento en el cogote. Aunque hoy lo hubiera vuelto a ingresar. Para tenerlo disponible en la próxima oportunidad que fuera necesaria una huelga.

Naturalmente, en tiempos de dominio tecnológico, hay iniciativas mucho más osadas pero que podrían rozar la ilegalidad y de esa medicina ya ha tomado dosis suficiente Wikileaks. Pero no comprar un día a la semana o disponer del dinero propio son mecanismos absolutamente legales y que no operan contra los intereses de los trabajadores. 

Quizá haya llegado el momento de pensar en otras herramientas porque así como otro mundo es posible, otra huelga es necesaria.

martes, 13 de noviembre de 2012

Toda la belleza del mundo


Hay quien pasa por la vida creyéndose el centro del universo aunque apenas haya hecho nada por mejorar el mundo que le tocó en suerte. Hay quien pasa sin hacer ruido aun cuando dedique su vida a hacer más agradable la existencia de sus semejantes.

Jaroslav Seifert fue de los segundos y, por alguna suerte de justicia poética, al final de su vida le otorgaron el Premio Nobel de Literatura.  Nació en 1901 y murió en 1986. Atravesó casi todo el siglo XX, en la convulsa Europa y participó en todos los movimientos literarios y en todas las contiendas defendiendo los derechos humanos. Fue encarcelado, torturado y postergado literariamente, primero por los nazis y luego por los comunistas. Mantuvo el tipo y la dignidad y creó una obra poética que imaginativa y sensual que le sitúa como uno de los primeros poetas checos.

En 1983, un año antes de que el jurado del Nobel le señalara con el dedo de la inmortalidad, escribió sus memorias con el título Toda la belleza del mundo. Es un libro maravilloso. En él va hablando de cómo era el mundo que le tocó vivir, cómo era la sociedad checa, cómo eran sus amigos, cómo era la vida de Praga.

Vale la pena leerlo para entender que, incluso de los momentos más negros de la historia se sale y se sigue. Para constatar que antes, ahora y siempre la sociedad la forman personas generosas y ruines, seres desprendidos y otros egoístas, gente que explota y gente que se entrega a los demás. 

No hay en él mención alguna a sus penalidades, a su actitud heroica en los tiempos difíciles. Da por sentado que los lectores conocen las grandes líneas de la historia colectiva y la suya personal así que se dedica a contar las anécdotas menudas. El resultado es un magnífico retrato de su época narrado en un tono en el que mezcla la ironía con el lirismo.

He aquí algunas de las perlas:

“A veces voy allí a llorar silenciosamente. Es verdad que la casita no era muy indicada para vivir en ella, pero era hermosa (…)
Si en este momento habéis oído un silencioso suspiro, no hagáis caso. Soy yo quien ha suspirado por la belleza de aquellos tiempos pasados, cuando éramos felices y no lo sabíamos. Ahora ya lo sabemos (…)
Tenía ganas de hacer el amor con Praga; sólo con los ojos, de la misma manera que cuando miramos a una mujer, enamorados, desde el cabello hasta los pies (…)
Max Brod afirmó en cierta ocasión que el río Moldava fluye en sí mayor –porque Smetana lo quiso así- (…)
En mi tiempo, lo que hay de bello en el amor era todavía un poco más hermoso (…)
El tiempo no nos trató nada bien. Los años pasaban despacio. Cuando se vive mal, el tiempo no se apresura para darnos tiempo a saborear todos sus horrores. Despacio nos deja olvidar, aún más despacio cura las heridas, pero las cicatrices no las borra nunca (…)
Un día nos uniremos a sus filas (de los muertos) y con ellos esperaremos para entrar en los sueños de aquellos que habíamos dejado (…)
La vida no deja de llevarnos a algún lugar lejano, y nosotros no hacemos más que decir adiós a las riberas que desaparecen (…)
Este siglo parecía un trapo de carnicero: No dejaba de correr en él la espesa sangre negra (…)
En el fondo del alma de cada persona están escondidas dos cosas: la curiosidad y el miedo (…)
Ya que no nos es dado vivir durante mucho tiempo, dejemos algo detrás de nosotros como testimonio de nuestro paso por la vida (…)
A veces me parece casi imposible creer que, después de producirse aquellos hechos –no tan antiguos, en realidad- nos coloquemos ante la barra de un merendero, nos tomemos una cerveza, un refresco, bromeemos con una chica bien peinadita que está detrás de la barra y sonriamos felices. ¿Cómo puede ser que nuestra vida –y entre aquellos muertos había decenas de miles de los nuestros- haya superado aquellos espeluznantes acontecimientos con tanta facilidad y que siga adelante como si en nuestras existencias jamás hubieran tenido lugar aquellos episodios terroríficos? No estoy hablando de los jóvenes. Pero nosotros fuimos testigos. ¡Qué pronto olvidan los vivos! Probablemente, así debe ser. Probablemente, de otro modo vivir sería imposible (recordando el nazismo)
Vamos por la vida de desengaño en desengaño. Si los encerramos dentro de nosotros y no se los mencionamos a los demás, a eso se le llama optimismo vital. Pero empiezan ya en la infancia y continúan hasta el final de la vida. (…)
Cada uno tiene en su vida recuerdos sentimentales al menos para un minuto. (…)
Ahora sé bien que, si un hombre decide poner fin para siempre a todas las locuras, a todos los sueños y a todas las tonterías a las que estaba tan acostumbrado de joven, empieza a ser viejo (…)
No es tan fácil ir ahuyentando siempre de sí el desaliento de la vejez, pero es la única manera de escapar a la desesperación. También sé ahora que no es nada ingenioso mezclar el café azucarado con las lágrimas de uno (…)
La aventura tuvo un final feliz: no volví a verla nunca más en mi vida (…)
Al llegar a una edad avanzada –dice André Gide- siento menos curiosidad por los países, incluso por los más hermosos, pero cada día me siento más curioso con respecto a la gente. Aunque el científico Jean Jeans nos asegure sinceramente que no somos más que moho. Pero, ¡qué cosas ha conseguido hacer este moho y cuánto ha creado! (…)
Podéis pensar de mí lo que queráis, pero cuando las cédulas del gusto de mi boca se refocilan, amo la vida con todo mi corazón (…)
Pero ya sólo eran los colores de los recuerdos, meras apariencias, mera añoranza, mera tristeza y nada más (…)
Cada día nos moríamos un poco, como aconsejaba Tristan Tzara, pero nadie pensaba (…)
Y eso es todo. Cuanto quería y podía decir, lo he dicho. He terminado mi relato”.

lunes, 12 de noviembre de 2012

La sacrosantidad de las deudas


Las cifras son sangrantes. 500 desahucios de media al día, según repiten en la radio, cerca de 400.000 desde 2007. Más de un millón de ciudadanos que han perdido su vivienda en lo que llevamos de cuesta abajo por las malas prácticas del sistema bancario.

Decimos crisis y parece que la palabra lo cubre todo. Pero la crisis, -nunca será suficientemente reiterado-, es la consecuencia del fracaso y del descontrol total en la organización del sistema financiero consentido por los reguladores del sistema con la complacencia del poder político.

Ese fracaso, la mala praxis y la permisividad han conducido a la bancarrota a la mayoría de entidades bancarias, salvada in extremis por la inyección de dinero público que, en última instancia, pagamos los ciudadanos.   

Pues bien, esos mismos ciudadanos que pagan las alegrías bancarias se ven desalojados de sus viviendas por no poder hacer frente a las hipotecas que les fueron ofrecidas por los bancos y que suscribieron en días de vino y rosas, cuando parecíamos instalados en una euforia permanente.

Las noticias empezaron, primero con cuentagotas y pronto en aluvión, en las grandes ciudades, en las ciudades dormitorio del entorno de las primeras, hasta extenderse por todo el territorio nacional de manera que raro es el pueblo que no ha sido testigo de algún proceso de desahucio. Un proceso dramático en el que se plasma como en pocos otros hasta qué punto el poder está al servicio de los poderosos. Los jueces, la policía, los funcionarios municipales, de consuno, emplean sus mecanismos de fuerza contra quienes primero perdieron el empleo y ahora pierden el lugar donde vivir por no poder hacer frente a sus deudas. Todos, en defensa de los derechos bancarios, porque, como ha recordado González Páramo, las deudas son sacrosantas.

Los medios han ido dando cuenta de estos procedimientos pero con tiento, con cuidado de no herir demasiado la sensibilidad de los bancos, pues quien más quien menos, todos tienen algún crédito que pedir, que renovar o que abonar.

Sólo la iniciativa ciudadana surgida a partir del 15-M ha asumido la seriedad del problema y ha organizado un foro de afectados, estrategias de movilización, propuestas alternativas como la dación en pago.

En este tiempo ni el gobierno socialista presidido por Zapatero ni el gobierno popular presidido por Rajoy se han dado por aludidos. Han tenido que producirse tres suicidios coincidentes con un desalojo por desahucio y la consiguiente alarma social desatada por esa causa para que los dos partidos de gobierno se hayan visto impelidos a adoptar alguna medida. (El 25 de octubre el PSOE había presentado una propuesta de modificación legal).

La situación es tan lacerante que hasta el Tribunal de Justicia europeo ha dado un toque a la Justicia española al dictaminar que la ley española sobre los desahucios viola la Directiva 93/13 de la Unión Europea al permitir que los bancos introduzcan cláusulas abusivas en los contratos de préstamos hipotecarios que, en caso de incumplimiento, acaban en la ejecución forzosa del desalojo.

Tan sangrante, que los responsables bancarios se hayan visto obligados a ofrecer propuestas de moratorias. Lo cual puede indicar que el miedo de los desalojados empieza a subir de nivel. Empero, no son parches lo que demandan los tiempos sino soluciones reales a problemas reales. Las leyes por las que se rigen los desahucios están hechas por los poderosos para favorecer a sus pares. La banca española se está beneficiando de un caudal de créditos sin que hasta el momento se vean sus efectos cuando, según estimaciones de la Asociación de Usuarios de Bancos, Cajas y Seguros de España (ADICAE), sólo un 1% o 2% de los cerca de 490.000 millones de euros que el Banco Central Europeo le ha inyectado solucionaría el problema de las familias que no pueden afrontar el pago de su hipoteca. Parece llegado al momento de cruzar todas las variables. No puede considerarse legítima una ley que no tiene en cuenta más que la sacrosantidad de la deuda sin consideración alguna a los derechos de los ciudadanos como consumidores.

Sería deseable que tantas dificultades, tanta pesadumbre, tanto esfuerzo sirviera a los partidos políticos para descender de su especial Olimpo a la dura realidad y a las entidades bancarias para desterrar prácticas abusivas. Sería dramático que no hubieran aprendido nada.

Por el contrario, la cotidianeidad ofrece regalos impagables. Como la imagen del estanque del Retiro en un día de otoño madrileño.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Sin ley (bis)

No hace aún dos meses que hablé sobre ello pero la realidad es obstinada y el tiempo corre con más rapidez que las soluciones. Se da la circunstancia añadida de que últimamente cuando Madrid es noticia suele serlo para mal. También ahora.

Los hechos son harto conocidos: coincidiendo con la festividad del Halloween, otrora noche de Todos los Santos, cuatro mujeres jóvenes pierden la vida en un local que es propiedad del Ayuntamiento de Madrid, cedido para la ocasión a una empresa de organización de espectáculos.

Lo que parecía un accidente desgraciado pronto se revela como una sucesión de ilegalidades en cascada. El edificio de propiedad municipal carece de licencia de funcionamiento y, a partir de ahí, no se acomoda a la legalidad vigente; el local carece de plan de emergencias; la empresa organizadora no podría concursar por estar en descubierto con la Seguridad Social en el momento de la adjudicación; la fiesta en la que ocurrió la avalancha mortal tampoco cumplía la normativa de espectáculos; no se respetó el aforo. Y así un etcétera que aún no sabemos hasta dónde alcanza.

Mientras se inicia la investigación judicial se conoce que el Ayuntamiento ha venido avalando a la empresa organizadora de la fiesta, a pesar de que ésta ha protagonizado notorios incidentes sin fin con la hacienda pública y con la Seguridad Social. Se conoce asimismo que el propietario de tal empresa hacía alarde de sus excelentes relaciones con el Ayuntamiento madrileño como tarjeta de presentación ante otras instancias. Se afirma que el vicealcalde es o ha sido socio de la empresa, extremo que él se apresura a desmentir. Aparece, en cambio, una foto en la que empresario y vicealcalde posan en sonriente compañía. Días después se conoce también que durante el puente de Todos los Santos la alcaldesa ha viajado por dos veces a Portugal y se ha alojado en un hotel de lujo.

Hoy, se insiste en que la Policía Municipal no intervino en el macrobotellón que se organizó en el exterior del local donde se celebraba la fiesta, mientras la mayoría de los medios ponen el acento en ese último dato: la alcaldesa y el hotel de lujo con spa. Familiares y amigos de las víctimas se han manifestado en la Plaza de Cibeles, frente al Ayuntamiento, pidiendo que las muertes no queden impunes. La alcaldesa comparece en rueda de prensa, afirma que siguió la evolución de los hechos durante todo el fin de semana y anuncia el cierre de otros dos edificios municipales: el Palacio de Congresos del Campo de las Naciones y el de Cristal de la Casa de Campo. Cabe suponer que porque ambos infringen alguna ley. De dimisiones, ni se habla.

A la vista de lo que ya se conoce, lo que sorprende es que algo funcione legalmente en esta ciudad. Aquí, donde la Policía Municipal se pasea ante los cientos de botellones que cada día se organizan en calles  y plazas sin que en ningún momento intervenga, no ya para sancionar –que debería porque es su función- sino ni siquiera para disolverlo.

La oposición se desgañita pidiendo la dimisión de la alcaldesa por haberse ausentado cuando esa ausencia es, justamente, lo único legal de lo ocurrido en esta Villa y Corte.