martes, 15 de mayo de 2012

Japiverdy


En Madrid hoy es fiesta, San Isidro, el patrón, lo cual en esta ocasión ha construido un hermoso puente. Algunos han aprovechado para salir pitando. Otros, para llegar corriendo. Madrid es una ciudad que enamora y exaspera a partes iguales. Y luego, hay un número indeterminado de personas que han aprovechado para celebrar que hoy hace un año del 15M.

El 15M, ese movimiento que empezó con el tamtam tuitero y se ha convertido en un movimiento político mundial. 

Estos días, coincidiendo con su primer aniversario, los analistas más sesudos, e incluso los que carecen de seso, están dándole vueltas a la incidencia del movimiento.

El balance va desde quienes piensan que su presencia ha sido perjudicial para los intereses generales a quienes los ven como los únicos salvadores de la patria, pasando por quienes creen que son una panda de vagos, maleantes y ocupas poco dados al aseo y al esfuerzo personales.



En este año, la economía española se ha hundido un poco más, algo que parecía difícil hace doce meses, y el Psoe perdió las elecciones de manera estrepitosa, como se veía venir. El PP las ganó sin despeinarse y, lo que es mucho peor, sin dignarse a explicar qué iba a hacer una vez tomado el gobierno. Ahora se ha visto: está haciendo lo que le place.

El resultado es un alarmante retroceso en las conquistas sociales que creíamos definitivas: políticas contrarias a las mujeres, a la dependencia, desmontan la sanidad pública, la enseñanza pública, privatizan todo lo público, desarticulan los derechos laborales. Gobiernan –si a eso puede llamarse gobernar- sin complejos. Son los amos y vienen a quedarse.

Hay que constatar, además, dos hechos a cuál más penoso. El primero es que la vida política oficial y los políticos que han sido elegidos en las urnas cada vez están más alejados de los intereses de los ciudadanos. El segundo, y tan inquietante como el primero, es que los ingresos económicos de las élites –empresariales, bancarias, políticas- cada vez están más distanciados de los que perciben los trabajadores.


¿Qué hay que celebrar, pues, de este año de movimientos sociales? Celebrar, poco, excepto la existencia misma de esos flujos que se están produciendo al margen de los focos. La vida política en los barrios, en los núcleos de trabajo, en los transportes públicos, en las ciudades está cambiando. Se perciben movimientos como en los años previos a la transición, una sensación de rearme ciudadano. Nos movemos, decíamos entonces para dar a entender que estábamos contra el sistema. Pues ahora, algo se mueve aunque no acertemos a definir qué ni hacia adonde.

jueves, 10 de mayo de 2012

Nani


Será la edad o será una cualidad intrínseca, el caso es que tengo un olfato especial para detectar a la pasma. Da igual que vistan de chaqué, de hippy o de 15-M. Los huelo.

Hace tiempo, acudimos a una manifestación mi hija pequeña y yo. En la Puerta del Sol se nos colocaron al lado dos chicos jóvenes, aseaditos en plan arreglaos pero informal. Mi hija me hizo un gesto de que los chicos le estaban haciendo ojitos.

- Son maderos, le dije.
- Te lo parecerán a ti, respondió ella.

Al rato, se movió uno hacia otro punto y, poco después, el segundo en otra dirección. Al irse, echó la mano hacia el bolsillo trasero del pantalón y, helo allí el cuerpo del delito: una pipa. Lo que digo, que he generado un olfato especial.

Esta mañana, en el hall de la estación de Nuevos Ministerios, me topo con un grupo de seis jóvenes con pinta de poligoneros en corrillo abierto. Cinco chicos y una chica, alguno masca chicle, todos parecen perder el tiempo, esperar la llegada de algún tren, nada importante, aparentemente despreocupados, ni siquiera parecen mirar muy detenidamente.

Algo, no sé qué, me advierte. Son polis. Apuesto cualquier cosa a que son polis, me digo a mí misma. No me da tiempo a más. Antes de llegar a su altura, veo que uno de los poligoneros se saca algo del bolsillo que muestra a una mujer claramente sudamericana. La mujer rebusca en su bolso, saca un papel y se lo muestra. Un segundo compañero ha hecho lo propio con otra mujer de idéntica apariencia. Ésta muestra lo que parece un carnet. El poligonero hace una llamada desde su móvil.

No hay ninguna duda: son policías controlando a los inmigrantes indocumentados. Son funcionarios cumpliendo las órdenes que les han dado.

Salgo del metro con una sensación de dolor. Recuerdo a Nani, pionera en la atención a mujeres inmigrantes, y sobre todo, en la comprensión del fenómeno que se avecinaba. Escribió sobre la incidencia de la inmigración, sobre la necesidad de adaptar las estructuras sociales a las nuevas demandas del mercado laboral, ideó y desarrolló programas de integración dirigidos a las mujeres inmigrantes.


Cuando mataron a la dominicana Lucrecia Pérez, dejó escrito que había muerto por ser mujer, negra y pobre. Luchó por mejorar la vida de las mujeres, las negras y las pobres. Porque nadie fuera discriminado por el color de su piel, por su género, por su nivel social.

Para quienes conocimos a Nani su ausencia es un hueco que nunca podrá cubrirse. Su ausencia hoy era particularmente dolorosa.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Lalita


 

Hubiera cumplido los cien años este mes de no haber muerto en 1999. Lalita fue una mujer víctima de muchas circunstancias adversas, la primera y no menor, su generosidad con los demás. Nació en una familia de la alta burguesía madrileña, hija de un jurista y emparentada con un escritor famoso de la época, en su juventud fue lo que se llamaba una mujer moderna. A despecho de las convicciones conservadoras familiares, estudió magisterio, hizo oposiciones y obtuvo una plaza de oficial en el Ministerio de Justicia, se cortó el pelo a lo garçon, se sacó el carnet de conducir, se relacionó con las mujeres de la Institución Libre de Enseñanza, creyó en el feminismo…
  

Durante la guerra civil, su familia permaneció en Madrid bajo el permanente temor de ser denunciados y paseados por algún republicano revanchista, que también hubo. Se salvaron todos pero ya nada fue igual. Cuando la conocí, a principio de los sesenta, Lalita era una mujer madura y acabada. Atrapada por una familia tradicional, un padre autoritario, unos usos sociales que despreciaba tanto como acataba, había enterrado sus ilusiones de viajar y conquistar su propia autonomía.
 
Le gustaba oir mis proyectos, mis pequeñas conquistas, mis avances, mis éxitos académicos, que le hablara de mis novietes, de mis viajes. Me quería y se sabía correspondida.

Acababa de cumplir los 87 cuando una caída agravó sus achaques. Había perdido parte de su lucidez pero no la consciencia. Un día se lamentó: ¿Tanto mal he hecho en esta vida para que Dios me dé este final? Me pareció tan injusto que una persona esencialmente buena tuviera una agonía tan atroz que aún me duele el recuerdo.

 
Está enterrada en el cementerio madrileño de San Justo y hoy, aprovechando que ha salido el sol después de tanta lluvia, he ido a poner flores a su tumba. No soy muy partidaria de esas cosas, más bien de expresar los afectos en vida.
 San Justo y el vecino San Isidro son los cementerios más antiguos de Madrid. En ellos se alzan imponentes panteones de familias que debieron ser poderosas, esculturas funerarias de quienes se creyeron inmortales, lápidas que recuerdan a ilustres pintores o literatos algunos de cuyos restos, caso de Goya, yacen en otro lugar.

Los cementerios dicen mucho de la sociedad en que se levantan. Pasear por esos lugares proporciona unas referencias, en el tiempo y en el espacio, que en tiempos como los que vivimos resultan tranquilizadoras. Después de oir algunas declaraciones de políticos con mando en plaza resulta consolador saber que no hay fatuidad que soporte una década bajo losa.   

 









Solo el recuerdo del amor se mantiene...

martes, 1 de mayo de 2012

Por todos los dioses


Ya sabíamos que los dioses son todos de derechas pero parece que la lluvia también es del PP, me digo esta mañana cuando por tercera vez en lo que va de año me cae una manta de agua mientras participo en una manifestación contra las medidas del gobierno.

En fin, nos mojamos a conciencia y a conciencia reclamamos un cambio en las medidas de gobierno que sabemos no se va a producir. La Ley Orgánica de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera es una losa que irá aplastándonos progresivamente –irónicamente, va a ser lo único progresivo de este gobierno- durante toda la legislatura.


Pero hoy es el Día del Trabajo y millones de personas han salido a la calle en todo el mundo a reclamar mejores condiciones laborales o más empleo.



Así que traigo aquí el testimonio de una cooperativa de mujeres con una connotación especial: son palestinas e israelíes que trabajan conjuntamente para mejorar las condiciones de vida de las mujeres palestinas mediante la elaboración de productos de aseo, alimenticios u ornamentales con materias naturales adquiridas a los pequeños productores del entorno, aceites de los olivos de Palestina y sustancias del Mar Muerto. Sindyanna. Sus jabones se comercializan a través de la red de comercio justo y son excelentes. Para el consumo propio y para un regalo especial.