sábado, 30 de mayo de 2015

Ni contigo ni sin ti

Una de las consecuencias de todo proceso electoral es que durante semanas nos aplicamos a interpretar qué han querido decir los electores. Por qué han votado a este partido y no a otro, cuántos lo han hecho, cuántos han dejado de hacerlo.
Una vez abiertas las urnas el 24 de mayo, el primer balance es que el PP es el partido más votado, seguido del PSOE. Ciudadanos ha dado un salto vertiginoso y Podemos, en sus distintas presentaciones, ha dado una puñalada a Izquierda Unida. IU se desangra ante la opinión pública y UPyD entona el gorigori.
Eso es así, en efecto, pero también es verdad que el PP se ha descalabrado, que el PSOE sigue en caída libre, que Podemos no es la última esperanza de occidente y que Ciudadanos dista de ser una alternativa de gobierno.
Ha trascurrido una semana y, a pesar de su victoria relativa, en el partido del gobierno empiezan a abrirse en canal. Los alcaldes y barones que han perdido poder lo achacan a la mala gestión del gobierno, no a sus propios errores, y Rajoy se pasea por la Moncloa silbando a los pajaritos. ¿Cómo nos ha podido pasar esto?, se preguntan. La corrupción, responden los más avispados. La gente ya no aguanta como aguantaba antes. Y se extrañan.
Algunos hacen propósito de enmienda. Ya hemos cambiado las leyes para que no vuelva a pasar lo que pasó. Siguen sin entender que ya no cuela. Que se precisa mucho más que un buen maquillaje para ser creíble.
Porque no hay quien se crea que un partido se haya financiado ilegalmente durante años sin que lo conocieran y respaldaran sus dirigentes. Como no es creíble que quienes han promovido y respaldado a decenas y decenas de cargos corruptos puedan ser quienes regeneren la vida política.
Este Mariano Rajoy que asegura estar combatiendo la corrupción es el mismo que respaldó a Francisco Camps, a Carlos Fabra y a la larguísima saga de depredadores valencianos sin que se dieran por aludidos a pesar de las muchísimas denuncias que se han hecho, incluida Rita Barberá y su minuta gastronómica o Dolores Cospedal y sus privatizaciones tan rentables. El mismo que respaldó y sostuvo a la red de corrupción balear, las expresiones de caciquismo gallego, las estrechas relaciones entre políticos y empresarios corruptos. Este Mariano Rajoy y esta Soraya Sáen de Santamaría no afearon a la niña Fabra cuando vomitó aquel “que se jodan” contra los parados que ellos estaban produciendo a destajo.
Este partido, el PP, es el mismo que se rió por lo bajinis cuando el ínclito alcalde de Valladolid, Javier León de la Riva, cuyo mayor mérito es haber sido el ginecólogo de Ana Botella, hizo burla y escarnio de las mujeres, en singular y en plural. Y que nunca, en ningún caso, se le pasó por la mente que un tipo así, que falta al respeto a la mitad de la población, es impresentable, también en una lista electoral.
Este presidente de gobierno es el mismo que olvida a los casi cinco millones de parados y al millón y medio de familias en las que no entra ningún salario, y se prodiga en declaraciones triunfales sobre la situación económica del país.
Este partido, este gobierno y estos dirigentes son los que han gobernado a mayor gloria de una clase dominante y poderosa, más dominante y más poderosa desde que gobiernan ellos, y han maltratado de palabra, obra y omisión a una mayoría de ciudadanos que no ha causado la crisis pero la está pagando.
Y, aunque el memorial de agravios tiende al infinito, basta fijar la mirada en Madrid para comprender que el PP sigue sin entender absolutamente nada. Se necesita ser muy necio o estar muy ciego para colocar como cabeza de candidatura a la alcaldía de la capital a una persona bajo cuyo manto se han formado y han prosperado dos de las redes de corrupción político-económica más extensas de los últimos años sin que, según asevera la candidata, se comiera una rosca. No es creíble. No es creíble ni siquiera dentro de su partido.
El Partido Popular no empezará a recuperarse hasta que su dirección no reconozca de forma explícita la verdad”. Esta frase, que haría suya más de la mitad de la población española, encabeza el artículo firmado por la diputada popular Cayetana Álvarez de Toledo en ABC. Un análisis crudo de la realidad: “El domingo pasado sufrimos una derrota devastadora. (…) El PP ha evitado el rescate de España. Pero ha despreciado la política”.
Hacer política es amparar a los millones de españoles golpeados por la crisis, y no solo difundir una avalancha de porcentajes macro mezclada con una lágrima socialdemócrata. Hacer política es combatir implacablemente la corrupción evitando la demagogia y la amenaza indiscriminada a los ciudadanos. Hacer política es atreverse a abrir complejos debates éticos sin cerrarlos luego por cálculos electoralistas. Hacer política es defender con energía la legalidad constitucional y democrática, y no favorecer el humillante repliegue del Estado. Hacer política es no confundirla con la tecnocracia”.
Álvarez de Toledo no es una recién llegada. Pasó del periodismo a la política aupada por Aznar que la presentó como una de las apuestas seguras de futuro y la llevó a su fundación, FAES. La camada Rajoy la apartó sin contemplaciones y en esta legislatura ha consolado sus soledades con reuniones multibanda en el Café Comercial. Resulta improbable que sus propuestas no tengan el respaldo de un amplio sector del partido. Y su propuesta se resume así: “El futuro de una España potente y moderna no es posible ni con este PP ni sin el PP”.
A Rajoy, el autista, la cabeza le huele a pólvora.

lunes, 25 de mayo de 2015

Mujeres en el poder

La historia de España aconseja observar con cuidado los resultados de las elecciones municipales: las de 1931 le costaron el trono a Alfonso XIII. Desde la periferia del poder los comicios del domingo 24 de mayo se anunciaban como un cambio de modelo y de sistema y desde el poder se habían tocado los clarines del miedo. Los resultados vienen a ser la media aritmética entre los temores de unos y las ilusiones de otros.
El partido del gobierno ha sufrido un castigo contundente pero sigue siendo el partido más votado en el ámbito nacional, como si la corrupción que atraviesa toda su historia fuera fácilmente perdonable. El PSOE pierde peso electoral pero sigue liderando la izquierda. Entre los emergentes, Podemos rentabiliza sus alianzas electorales y logra presencia en ciudades como Madrid y Barcelona pero sigue inédito en lo que se refiere a candidaturas propias. Ciudadanos consigue una aparición fulgurante pero lejos de la presencia estelar que anunciaban.
Con todo, los cambios son muchos y, en algunos lugares, profundos. Y, como nota significativa, muchos de ellos protagonizados por mujeres. En Madrid, se ha producido una suerte de justicia poética: Esperanza Aguirre, que ha protagonizado una campaña electoral en su conocido talante faltón, no ha conseguido la alcaldía, ni siquiera si obtuviera el apoyo de Ciudadanos. Cristina Cifuentes, candidata in extremis a la Comunidad de Madrid, ninguneada por Aguirre, ha obtenido en la capital más votos que la aspirante a alcaldesa. En Valencia también ha caído Rita Barberá, envuelta en unos excesos a costa del presupuesto municipal y en la corrupción generalizada del PP valenciano. En Cádiz, Teófila Martínez, salpicada por el affaire Rato, perderá la alcaldía si pactan el resto de los partidos. Y en Castilla-La Mancha, Dolores Cospedal ha quedado pillada en su propio cepo: modificó el reparto de escaños autonómicos para garantizarse la permanencia y este recorte le ha privado de encontrar posibles aliados. A todas ellas la corrupción les ha pasado factura. A Rosa Díez, que no se presentaba a las elecciones, los pésimos resultados también le han pesado y ya ha anunciado que pasa a la reserva. Un auténtico cataclismo.
Relacionado también con las mujeres, hay otro nombre al que las urnas han vapuleado: Francisco Javier León de la Riva, cuyo principal mérito era haber sido el ginecólogo de Ana Botella cuando José María Aznar gobernaba en Castilla y León, pero que ha hecho de la misoginia su seña de identidad, no ha logrado revalidar la mayoría absoluta que le ha mantenido más de veinte años insultando impunemente a las mujeres desde la alcaldía de Valladolid, con la sonrisa complacida de sus pares en el partido y el silencio de las mujeres del PP.
En el otro extremo, los votos han aupado al estrellato a las mujeres: Ada Colau, será, previsiblemente, la primera alcaldesa de Barcelona; en Madrid, Manuela Carmena lo será con el apoyo del grupo socialista. Y en la Comunidad Valenciana las urnas han venido a hacer justicia a una mujer entregada: durante años, Mónica Oltra ha denunciado la pétrea corrupción del PP de aquellas tierras, casi siempre en una soledad inmisericorde. Ahora, su partido, Compromis, se ha convertido en la llave del gobierno de la Comunidad y del ayuntamiento de la capital valenciana.

Ada, Manuela y Mónica representan las esperanzas de un cambio, de una forma distinta de hacer política y de unas políticas diferentes dirigidas a la gestión de los asuntos públicos en beneficio de los ciudadanos y no de los bancos, de las personas y no del dinero, de todos y no sólo de los privilegiados. Que haya suerte.

domingo, 24 de mayo de 2015

Madrid, Madrid, Madrid


Amanece el día soleado y suave en Madrid. Jornada decisiva, coinciden todos los observadores. De lo que hoy salga de las urnas depende el diseño de la ciudad para los próximos cuatro años pero también la posibilidad de que entre un soplo de aire fresco, unas normas de decencia pública o que siga el lodazal en que las sucesivas administraciones ultraliberales han convertido a la capital de España, como modelo para el resto del país.
Hay quien va a votar como quien va a comprar fruta y hay quien se acerca a las urnas como los creyentes van a misa: con respeto y devoción. Así voy yo a votar. Hoy había cola. Es la primera vez que me sucede, pero se resuelve pronto. En realidad, la retención se produce ante la mesa donde se extienden los votos. Los partidos emergentes no han buzoneado las papeletas por razones de economía así que muchos votantes han de buscarlo entre los muchos montones que se ofrecen y esto es lo que provoca retenciones. Una vez elegida la papeleta, el trámite se resuelve rápidamente. Se aprecian mayoría de apoderados del PP. En el camino nos hemos encontrado con varios de ellos. Todo esto lo hemos hecho nosotros, a ver cómo nos lo pagan, dice uno de ellos.
Hay mucho votante mayor, jubilados arregladitos de domingo. Miedo me dan los jubilatas son todos admiradores de la Aguirre, comento al colega. No parece que tú la admires mucho y eres jubilada, argumenta él. No sé, no sé, no me fío mucho.
Cuando introduzco las papeletas en las urnas pienso en las pioneras que lucharon por el voto femenino, pienso en Clara Campoamor, pero pienso también en los miles de votos de jóvenes que han sido expulsados de su país a quienes este gobierno ha puesto todo tipo de obstáculos hasta impedirles emitir su voto. Ciudadanos de segunda hasta en eso. 


Una vez cumplido lo esencial, aprovechamos la bonanza del día para dar un paseo por el barrio. En la calle de Embajadores se ha montado un sarao frente a la tienda de la Asociación Piel de Mariposa. Somos de la Asociación de Indiana Jones y la de 511, que estamos haciendo un evento a favor de los niños enfermos, explican. Los paseantes se arremolinan para fotografiarse con los personajes de ficción.
Como hemos salido pronto nos da tiempo a dar una vuelta por el Museo Reina Sofía, que es lugar siempre propicio para el recogimiento. Hemos coincidido en la idea con varios cientos de visitantes más que nos desperdigamos por las salas del antiguo Hospital de San Carlos. Nos paramos un rato frente al Guernica de Picasso, ese retrato de los desastres de la guerra. Debería ser visita obligada antes de votar, me digo. Enfrentarse al cuadro, sacar las consecuencias y luego, votar. O botar.
De vuelta a casa hacemos una parada en El boquerón, taberna mítica propiedad de unos burgaleses de Brazacorta, muy recomendable si te apetecen unas gambas o unas ostras, que está a tope de gente. Mientras esperamos, identificamos al actor Joaquín Hinojosa, director del Cronicón de Oña. El colega, relaciones públicas de la familia, se acerca a saludarlo. Cinco minutos después se despiden como si fueran compañeros de colegio. Poco más y tenemos que poner otro plato a la mesa, le digo. Para uno que nos regala un poco de alegría, se justifica él.
Por poco, pero comemos solos. Y nos disponemos a esperar el resultado de las urnas. Con el ánimo en suspenso. Que sea lo que haya de ser, dice el colega. Si es posible, un poco mejor.

sábado, 16 de mayo de 2015

La jueza Carmena y la abogada Aguirre

Hay ocasiones en las que una tiene que escribir recogiéndose las tripas. Hay momentos en los que una procura coger cuidadosamente el teclado por la parte menos afilada para no hacer sangre. Hay días en los que hay que pasar una fregona sobre las informaciones leídas para que no chorree la mugre. Hoy es uno de ellos.
Es conocido el desparpajo de la candidata del PP a la alcaldía de Madrid, que habla sin empacho sobre lo divino y  lo humano, sin que considere necesario tener un mínimo conocimiento de lo que habla. Aguirre desarrolla maneras de señoritismo tópico, faltón, pendenciero y fanfarrón. Insulta si le place, en la confianza de que no le va a pasar nada. Si la cosa se pone fea siempre puede decir: Ay, lo siento, me informaron mal, me engañaron... Porque Aguirre no se equivoca, la equivocan, no miente, la confunden. Los señoritos son así.
Estoy convencida de que en la derecha española hay gente razonable, culta, respetuosa, moderada, que defiende una opción conservadora pero no pretende desmontar los servicios públicos, ni que se jodan los parados, ni justifica la corrupción, ni va insultando a quienes no piensan como ellos. Seguro que hay personas así pero entre ellas no se encuentra la candidata a la alcaldía de Madrid.
Hace unos días, Aguirre fue a la Sexta y dejó caer la sospecha de que la jueza Carmena no era una jueza pata negra, sino que había llegado al cargo por el cuarto turno, el que corresponde a los abogados de prestigio, en vez de haber accedido por oposición, que, a lo que parece, es la única forma que entiende Aguirre de acceder a la judicatura. Y aunque el cuarto turno es tan legal como cualquier otro, deslizaba la especie de que Manuela Carmena, que aspira a la alcaldía igual que ella, era una candidata de segunda. Comparada con ella, sobre todo.
Esta Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, condesa consorte de Bornos y grande de España, que observa con tanta displicencia a una rival política, se licenció en Derecho en la Complutense en 1974 y en 1976 entró por oposición en el Cuerpo de Técnicos de Turismo, pasando rápidamente a ocupar la jefatura del Servicio de Publicidad de Turismo de la Secretaría de Estado de Turismo, donde permaneció hasta 1979. Que en ese tiempo el secretario de Estado de Turismo fuera Ignacio Aguirre Borrel, tío suyo, fue sólo una casualidad. Una de esas felices casualidades que tanto se dan entre los grandes de esa España clasista pero, por si acaso, en el obituario de Ignacio Aguirre publicado en El País y firmado por su sobrina Esperanza ésta se cuidó mucho de mencionar la feliz coincidencia de ambos en la Secretaría de Estado de Turismo.
Manuela Carmena se licenció también en Derecho (1965) y ahí se terminan todas las coincidencias con su rival en el ayuntamiento de Madrid. Porque, siendo perfectamente lícita la aspiración a garantizarse un salario, y más en la Administración Pública, mientras Aguirre –ultra defensora de lo privado- se colocaba al amparo de lo público, Carmena se dedicaba a defender a trabajadores y, con otros abogados próximos al Partido Comunista, fundaba un bufete en la calle Atocha que habría de hacerse tristemente famoso cuando lo asaltó un grupo de ideología ultra derechista, mató a cinco personas e hirió gravemente o varios más.
En 1980 Carmena obtiene la plaza de juez por oposición y en 1996 es elegida miembro del Consejo General del Poder Judicial a propuesta de Izquierda Unida. Fue una de las juezas fundadoras de la asociación Jueces para la Democracia, de corte progresista y ha sido relatora de la Organización de Naciones Unidas. En su vida profesional se ha caracterizado por la aplicación de la ley a favor de los más débiles. Jubilada ya, ha seguido vinculada a esta defensa. Abrió una tienda de ropa infantil que cosen las mujeres presas, lo que les permite disponer de un salario.
En su actuación personal, Carmena se muestra tolerante y respetuosa, más dada a la ironía que al insulto. De hecho, resulta difícil imaginarla insultando a nadie. Aguirre, en cambio, gusta de mostrarse faltona y mal educada y tan inculta que es dudoso si tanta ignorancia es real o se trata de una pose. No sé si es mentirosa o es que no distingue la verdad de lo falso. El resultado es el mismo, ella dice lo que se le ocurre y si no es verdad, ah, se siente.
En esta oportunidad, Carmena le ha llamado al orden y Aguirre se ha visto obligada a rectificar. Lo leí en ABC, se ha justificado. ¿Y quién te manda fiarte de ese periódico?, le ha respondido la jueza.
Luego, como las encuestas deben advertirle de que la jueza Carmena le pisa los talones, la abogada Aguirre, en gozosa connivencia con medios de comunicación afines, se ha lanzado a divulgar supuestos conflictos laborales de la candidata adversaria. Ésta ha vuelto a dar explicaciones demostrando documentalmente que Aguirre falsea la verdad.
Si llega el caso y se ve muy apurada, la marquesa volverá a repetir el número y reiterará la disculpa. Total, ¿qué importa una mentira más o menos? Ella domina como pocos las técnicas populistas: ir a la tele y ponerse a cantar o a bailar, vestirse de chulapa, los saraos donde pueda repartir besos y abrazos, como ayer en la pradera de San Isidro, esas cosas que encandilan al marujeo local (que no está compuesto exclusivamente por mujeres), las bromas que apelan a los más bajos instintos. Pero no la encontrarás desarrollando las líneas maestras de su programa, más allá de bajaremos los impuestos y ofreceremos pan y circo. No es fácil oírle disertar sobre programas sociales, sobre las cifras de sus previsiones, sobre filosofía política, excepto que ella es liberal. Curiosa liberalidad la de quién siempre ha vivido de la hacienda pública.
De ella dijo Arturo Fernández, otro prenda parecido, siempre bordeando el código penal, que era una tía con dos cojones –que, a lo que parece, es el desiderátum de los elogios en el nivel marquesado-; otros han alabado su capacidad de supervivencia –a prueba de tramas corruptas, navajeos políticos y helicópteros averiados- pero no se conoce de nadie que haya destacado ni directa ni indirectamente sus dotes intelectuales ni sus virtudes ciudadanas.
Con todo, hay dos circunstancias que, a mi manera de ver, inhabilitan a la candidata del PP para aspirar a la alcaldía o a cualquier cargo público: su manifiesta inclinación a rodearse de personas corruptas y su falta de respeto a los empleados municipales. Sobre el primer punto, basta un repaso a las tramas Gürtel y Púnica, dos redes de prácticas mafiosas con epicentro en el PP de la Comunidad de Madrid, que ella se precia de dirigir con mano férrea. Todos los nombres de quienes han esquilmado los presupuestos de comunidad y ayuntamientos son hechura suya, se han criado y crecido bajo su amparo, aunque ella asegure haber sido engañada. En cualquier caso, si no es cómplice por acción lo es por omisión: estaba allí para gestionar lo público y para evitar la rapiña que se ha producido. Por cierto, resulta raro que alguien tan devota de Gran Bretaña ignore que los políticos de ese país se van a su casa por mucho menos. Y no vuelven.
En cuanto al segundo punto, basta un repaso al incidente de tráfico que protagonizó después de aparcar en la Gran Vía madrileña y salir sin atender a las órdenes de los policías municipales. Se ha escrito tanto sobre el incidente que sólo cabe preguntarse quién de los aquí presentes sabe de alguien, de Viriato a hoy, que haya salido huyendo de la policía sin terminar el día en una comisaría.
No hay que darle muchas vueltas. Si Aguirre se desenvuelve con la soltura que lo hace es, principalmente, porque se sabe protegida por su casta. Entiéndase por casta quienes creen tener la patria inscrita en su propio registro de la propiedad. En realidad, Aguirre ha vivido siempre apalancada en esos privilegios de clase: la de una derecha depredadora, perdonavidas, inculta en varios idiomas, que cree que el país le pertenece y acostumbra a llevarlo al límite mismo del despeñadero. Y no le importa dejarlo caer porque sus activos principales los tiene en otra parte a buen recaudo, como se ha visto en los múltiples casos de corrupción, del PP a la Convergencia de Pujol.
En resumen: como vecina de Madrid advierto desde ya al PP que puede ahorrarse las papeletas que me envía a domicilio. No sólo no voy a votar a su candidata al Ayuntamiento sino que me avergüenza profundamente que alguien haya podido pensar que una persona tan incívica, mal educada, mentirosa y promotora de corruptos pueda representar a los ciudadanos de la capital de España ni del último pueblo de este país.
Patriotas de pacotilla, que diría Mafalda.

jueves, 7 de mayo de 2015

Mensajeros del azar


A veces, el azar te conduce mientras tú crees tomar decisiones y te guía hacia lugares donde no pensabas ir para encontrarte con personas que habían hecho proyectos para estar en otros sitios. Hemos dado en llamar a eso destino. A cambio, el destino te concede regalos maravillosos a los que hemos dado en llamar amigos. Los amigos no es algo para lo que uno haga méritos: la vida te los regala o no si al destino le da por repartir así las cartas o por guardárselas para otra mano.

Nani era una experta en inmigraciones: en las ajenas y en la propia. Había nacido en Italia pero había vivido en Argentina muchos años y allí hubiera pasado la vida entera de no haber sido por los militares, que tomaron el poder por la fuerza y se dedicaron a perseguir a los militantes de izquierda, que era su caso. Como ella, muchos miles de latinoamericanos se vieron forzados a salir de su país.

Su experiencia migratoria y sus conocimientos legales los aplicó para explicar el proceso migratorio y diseñar políticas de integración dirigidas a la primera oleada de mujeres que llegaba a España, a comienzos de los años 90 del pasado siglo. El resultado fue un librito: Inmigración en España: femenino y plural. De aquel tiempo data nuestra amistad, que es uno de los regalos de la vida que tengo en gran aprecio.

Un día me invitó a que le acompañara a una conferencia de un escritor, desconocido entonces para mí, en la Casa de América. En Argentina es un autor consagrado pero, sobre todo, es el marido de mi amiga Helena Villagra, me contó. Helena había vivido una experiencia devastadora durante la dictadura militar pero la vida le había puesto en el camino del escritor, que era Eduardo Galeano. Concluido el acto oficial, nos reunimos en una cena informal. Allí descubrí al grandísimo creador que, en efecto, era, a la inteligente y discreta Helena y a las extraordinarias personas que eran ambas.

Galeano nos dedicó dos libros. El primero -El libro de los abrazos- donde lo suelen dedicar todos los autores, en la primera página, y el segundo -Las palabras andantes- en la página 310, debajo del texto titulado "Ventana sobre la utopía". "Ella está en el horizonte -dice Fernando Birri-. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar". Hay que andar siempre, me dijo, si uno se para, es que está muerto. En esta segunda oportunidad el escritor había venido solo. Helena estaba enferma.

La vida no siempre es justa y Nani murió en agosto de 2005Dejó algunas lecciones de vida y un hueco irremediable en sus amigos.

Tiempo más tarde, durante un viaje a Cádiz, repentinamente y contra toda costumbre, el colega decidió hacer un alto en Sevilla. Aparcamos el coche y nos dispusimos a dar un paseo por la ciudad. Apenas habíamos caminado unos metros por la Avenida de la Constitución cuando, sentados en una terraza, descubrimos a Helena y Eduardo. Entendí que el azar nos había conducido a ese lugar y a ese instante, independientemente de cuáles fueran nuestros planes.

Nos dirigimos a ellos y, tras los saludos de rigor, nos contaron que habían ido a Sevilla a un acto literario pero que habían decidido prolongar la visita para disfrutar de la ciudad tranquilamente y a solas. Ninguno habíamos proyectado estar en Sevilla en ese momento pero el caso es que allí estábamos, hablando de arte y de literatura. 

Siempre lamentaré haber sido yo quien os dé la mala noticia, logré decir por fin: Nani ha muerto. Creo que a los cuatro nos anegó una angustia casi sólida. ¿Sufrió?, me preguntó Helena, al fin. No, respondí, y murió rodeada del cariño de todas sus amigas.

Viaja la luz de las estrellas muertas, y por el vuelo de su fulgor las vemos vivas. Viaja la voz, que sin la boca sigue, dejó escrito Eduardo Galeano. Me gusta pensar que esas palabras hablan de Nani, aunque las hubiera escrito cuando ella aún vivía. O del propio Galeano, que se fue el 13 de abril pero que sigue perenne en sus palabras escritas.  

sábado, 2 de mayo de 2015

¿Quién hablará de ellos? (editado)

Para ser periodista se requieren varias cualidades pero dos de ellas imprescindibles: que te guste la profesión por encima de todo y tener la cabeza fría. Si te gusta lo que haces no sientes como carga ninguna de las servidumbres que lleva adherido el periodismo –la sobreexposición personal, en primer lugar-. Si no tienes cabeza fría mejor que te dediques a otra cosa, porque lo que diga o escriba un periodista quedará para los anales y puede ponerte en evidencia. Cualquiera que quiera saber qué ocurría o quién era quién y qué hacía en los años pre-internet, e incluso en la era google, tendrá que recurrir a las hemerotecas y leer lo que un periodista escribió. Así que hay que tener mucho cuidado con lo que se firma si quieres mantener el respeto de tu nieta.
No voy a hacer una descripción idílica sobre el periodismo porque para mentir ya está el gobierno. A los periodistas que vivimos la transición nos tocó un tiempo apasionante –a ratos delirante, también- pero complicado. Pasamos de la noche a la mañana de llorar la ausencia de un dictador –que se murió de viejo y si no lo hizo en su cama fue porque no lo dejó su familia- a ser la quintaesencia de la democracia. Todo, con los mismos protagonistas. Menos el difunto y Arias Navarro, que hubo que despegarlo de presidencia del gobierno con fórceps, todos los demás eran los mismos. Con el tiempo se fueron incorporando nuevas figuras, partidos políticos antes prohibidos, pero los modos cambiaron poco.
Como no habíamos aprendido el manual de instrucciones de la democracia sucedía a veces que a alguien no le gustaba lo que escribías y trataba de explicártelo a tortas. O a tiros, que de todo hubo. A esta menda le dispararon varias veces a las ventanas de su casa con la sola intención de amedrentarla. A la tercera o cuarta vez de reponer el cristal, avanzados ya los años ochenta, llamé al comisario de policía –de nombre Pablo Leceta- para explicarle lo que pasaba. Ay, ay, qué estarías escribiendo tú para que te disparen, me contestó el buen hombre, como si me hubiera pillado en falta. Antes, el cabo de la policía municipal, de nombre Felipe, me había advertido: Ten cuidado, que van a por ti y cualquier día te descalabran. ¿Por qué, siendo policía, en vez de advertirme a mi no adviertes a los que amenazan?, le pregunté. Yo te aviso, tú haz lo que quieras, me contestó. Entonces las cosas eran así. Bien es verdad que sólo excepcionalmente pasaban a mayores.  
En las pequeñas ciudades, donde la relación es más próxima, la transición se hizo a base de complicidades, generosidad y muchos silencios. Tengo para mí que ese fue un momento prodigioso del periodismo. Semanas hubo en que entrevistábamos al difunto Garrigues Walker, a Suárez y a Juanjo Laborda. Otras, a Enrique Tierno Galván y Julio Anguita, éste incluso con sus hijos, adelantándose a la historia. Y todos tenían cosas interesantes que decir.
Pero, aparte de los primeros espadas de la política, vivimos de cerca la eclosión de políticos locales: un registrador de la Propiedad, cabeza de lista del Partido Comunista que financiaba al partido y a una asociación cultural, modelo donde las haya. Un chico listo –de nombre Eliseo Cuadrao- que el mismo Laborda envió de paracaidista en las listas del PSOE y que un día se largó a América sin avisar para aparecer tiempo después dirigiendo la Casa de América en Madrid. Tardó meses en despedirse del ayuntamiento. Un concejal centrista que contaba a quien quisiera oírlo que su padre había estado en las cárceles franquistas; y resultó ser cierto pero por malversación o estafa.
Naturalmente, no todo lo que se sabe se publica. Cuando decía que la transición se hizo a base de silencios recordaba una anécdota que vivió la periodista. El alcalde del momento –centrista- necesitaba pactar con otro grupo, que le había pedido a cambio la delegación del Hospital de los Santos Reyes. El titular de ésta era un edil también centrista, amigo y perrunamente fiel al alcalde, pero que se oponía al pacto y se negaba a ceder el cargo. Para abreviar el trámite, el alcalde se fue de parranda con su concejal, lo emborrachó y en ese estado le hizo firmar su renuncia. Por esas cosas del azar, hubo de ser la periodista quien le contara al buen edil su condición de ex delegado, una vez despejada la melopea.
No sólo eran políticos a mayor o menor escala: el pintor Vela Zanetti volvió de su exilio dominicano y se asentó en Milagros dispuesto a recibir la pleitesía de sus conciudadanos. La primera vez que me concedió una entrevista casi me desmayo de la emoción. Más de tres horas de grabación en un estudio destartalado y gélido de la casona familiar en las que descargó sus amarguras –había sido testigo del asesinato de su padre en la guerra- su desarraigo y esa necesidad imperiosa que tienen los artistas de ser reconocidos en grado superlativo. Luego comprobé que todas sus entrevistas eran iguales, las mismas palabras, la misma entonación, la misma necesidad de reconocimiento. Aún siento ternura al recordarlo.
Artistas y personajes peculiares. Hoy ha venido a refrescarme estos recuerdos la imagen de Julián Ayala que Antonio Miguel Niño ha colgado en facebook. Julián, de nacionalidad arandino y de profesión Julián Ayala, es un todo un personaje. No me extenderé mucho porque Antonio, que tiene información reciente, ha prometido escribir sobre él. Sí diré que tenía el armario más surtido que una vedette y que dondequiera que fuera siempre iba trajeado ad hoc: de militar, de frac, de lo que requiriera la ocasión. Es castizo, divertido y amable y no se pierde una bajada y el pingado de la Cruz, rito tradicional que en Aranda aún se mantiene. Tiene una casa o museo, siempre abierta a sus amigos, a la sombra de la iglesia de San Juan.   
¿Quién hablará de ellos si no lo hacemos los periodistas, cronistas, al fin y al cabo, del instante fugaz?
Ese instante fugaz que recogió la cámara del fotógrafo Florentino Lara dejó para la posteridad el momento en que Juan Francisco Bonilla, el registrador de la Propiedad y líder del Partido Comunista, departía con Julián. Se diría que Bonilla impartía doctrina y Ayala la acataba religiosamente pero no hay que fiarse de las apariencias. Pero de esta foto, de septiembre de 1983, siempre me llamó la atención la persona que está en segundo plano: Máximo Pastor, sindicalista de CC.OO y entonces eterno segundón en las listas del PCE y luego de Izquierda Unida, que mira con distanciamiento y cierta socarronería la escena. Máximo era empleado de la factoría Michelín, un hombre discreto, correcto y trabajador, nada amigo de protagonismos. No era mi amigo –los periodistas y los políticos mezclan mal- pero cuando tantas veces oigo hablar de los políticos corruptos pienso en Máximo Pastor y en quienes, como él, han entregado la mitad de su vida y tantas energías a batallar por lo que creían era bueno para los demás. Como defendía León Felipe, los periodistas estamos también para contar estas cosas de poca importancia.