sábado, 22 de diciembre de 2012

Próximo/prójimo

En la Plaza de Tirso de Molina un hombre cae al suelo como desmayado. Inmediatamente, se le acerca un joven negro y enseguida varias personas de piel blanca. Comprobamos que el hombre del suelo está consciente, abre los ojos, nos mira pero no nos contesta. Quizá no nos entiende. Todos tratamos de ayudar pero es el primer joven quien saca su móvil y llama al Samur. Simultáneamente, pasan dos agentes municipales en sus motos. Les damos el alto, paran y se hacen cargo de la situación. Le prestan los primeros auxilios y reclaman la asistencia sanitaria.

Los demás nos damos cuenta de que no somos necesarios y seguimos nuestro camino. Sólo el joven negro se acerca al hombre caído y le acaricia el hombro. Le sonríe. Vaya bien, le dice y se va.

Hay algo en este joven que le distingue de nosotros, su empatía, su proximidad. No quiero decir que a los demás no nos importe lo que le ocurra al hombre caído. Queremos ayudar, sin duda, pero hemos perdido el hábito de compartir con el prójimo. Ayudamos, si es preciso, pero mantenemos la distancia. Lo que quiera que sea que le ocurra, le está ocurriendo al otro, no a nosotros.

La escena trasciende lo anecdótico y explica, quizá, lo que sucede a nuestra sociedad. Entendemos la gravedad de lo que está ocurriendo, el desmantelamiento del sistema de bienestar social, la privatización de la sanidad, de la enseñanza, reclamamos una política diferente pero mantenemos un cierto distanciamiento en tanto no nos afecta directamente. Eso que sucede no nos preocupa tan directamente como para implicarnos un paso más.

Hemos confundido al prójimo -el próximo, el más cercano- con el vecino, el que vive al lado. Nosotros, tan civilizados y asépticos, quizá tengamos algo que aprender de nuestros inmigrantes, esas gentes que aún viven en primera persona el sentimiento de lo colectivo.

martes, 18 de diciembre de 2012

Ricos y pobres

Siempre habrá ricos y pobres. No sé las veces que habremos oído la frase. Viene a decir, deja las cosas como están que por mucho que hagas la vida es así y no hay que darle más vueltas.

Siempre ha habido ricos y pobres. Esto es, siempre ha habido quien tiene los privilegios y la sartén por el mango, el poder de decidir. Esto es, siempre hay quien nace sin posibilidad de superar sus condicionantes de clase desfavorecida.

Siempre habrá ricos y pobres. O sea, quien es expulsado de su casa y quien puede aprovechar el momento para hacerse con un patrimonio inmobiliario una vez conseguido bajar los precios de las viviendas.

Siempre habrá ricos y pobres. Poderosos y desplazados a las fronteras de la sociedad. Siempre ha habido quien puede escoger y quien no dispone ni de lo imprescindible para subsistir.

Siempre. Lo que no nos dicen es el por qué. Por qué, si hay para todos –comida, energía, lugar para vivir- unos acaparan y otros carecen. No lo explican porque tendrían que ir al fondo del asunto y eso supone preguntas incómodas. Incómodas para todos, para uno mismo también.

Estos días andamos preparando los regalos navideños. Más moderados, por razones de fuerza mayor y por solidaridad, pero seguramente excesivos. En esas ando, cuando mi hija me cuenta que la nieta ha escrito la carta a los Reyes Magos y Papá Noel y, sumados los importes de todo lo que había pedido, suponía un gasto de 600 euros.

Le he explicado lo privilegiados que somos y que en su colegio hay tres niños que no comen más que una comida al día, la que hacen en el colegio, dice y añade, pobrecitos míos, tres niños que tengo en el huerto ecológico escolar, que se lo pagan los servicios sociales. Yo les llevo la merienda, cuando tengo huerto con ellos, para que ese día coman un poco más, pero uno de los días el pequeñito, que tiene tres años, estaba llorando inconsolable porque tenía hambre. Manda cojones.

¿Son inmigrantes?, pregunto.

No, son catalanes, su madre les ha abandonado y el padre se ha quedado solo con los tres. Se pasa el día trabajando pero gana poquísimo porque es otro de los parados que subsisten con lo que va saliendo. Los niños están flaquísimos, con ropa que les queda pequeña y su casa tiene un cristal roto y no lo pueden arreglar. Vamos, que se me parte el alma, concluye.

Algo deberían hacer los servicios sociales de la Generalitat, en vez de andarse buscando la pulga con la independencia, dejo yo caer.

Los atienden, sí, me explica ella, el comedor y las tareas extraescolares lo paga la Generalitat, y también el Ayuntamiento colabora pero no dan para más. Y los niños trabajan en el huerto escolar como descosidos para que cuando salga la “comida” se la puedan llevar a casa.

Naturalmente, la nieta ha rehecho la carta petitoria. Pero yo le doy vueltas a la sentencia sobre la sempiterna existencia de ricos y pobres. Nosotros, que tenemos una mínima capacidad de resistencia y de protesta, que dialécticamente nos situamos en el lado de los pobres frente a las grandes fortunas, somos realmente privilegiados. A nuestro lado, los veamos o no, viven familias como las que me cuenta mi hija. Padres sin trabajo, sin perspectiva, sin futuro, niños mal nutridos. Niños que lloran de hambre. Hombres que esconden su fortuna para no pagar impuestos.

Siempre habrá ricos y pobres, percibo el eco de la sentencia tantas veces oída. ¿Por qué razón? ¿Por qué lo consentimos?

lunes, 10 de diciembre de 2012

Pasión dominical

A medida que se acerca la fecha maya del 21-12-2012, se comprende cabalmente que, en efecto, el mundo se está acabando. Ya, ni las tardes dominicales de sofá y periódico son los que fueron.

De entrada, hace tiempo que hay que comprar el periódico con pinzas para evitar el contagio. Y luego, que hay días que dan ganas de devolverlo y pedir una indemnización por los traumas devenidos. Es lo que estoy pensando sobre el número de ayer, el 12.950 de El País, edición Madrid.

La portada ya advierte: “Wert y la Iglesia negociaron con sigilo la religión en la enseñanza. Los obispos están a punto de lograr su mayor victoria en educación”.  Negociar, sigilo, educación, victoria, Iglesia –la católica, por si había duda- ¿de qué estamos hablando? De negocio puro y duro, de ideología, pura y dura. De un gobierno que se rinde a los pies de una organización religiosa y le sirve en bandeja un negocio redondo. Sigilosamente, como gusta de hacer las cosas la Iglesia. Contraponiendo adoctrinamiento religioso con formación para la ciudadanía. Razonable oposición: es difícil asumir los derechos de ciudadanía con una iglesia anclada en privilegios medievales.

Paso las páginas del periódico y en la 12 leo: “Díaz Ferrán presionó a Ruiz-Mateos para que usara a su mismo testaferro”. Bien, me digo, dignos ejemplares de la clase empresarial que nos ha tocado en desgracia. Modelos de referencia para los jóvenes que buscan abrirse camino en los negocios.

En la página 16, un reportaje explica pormenorizadamente hasta qué punto los gobiernos de cualquier signo están diligentes repartiendo indultos a otros políticos para evitar el sofoco de los antecedentes penales a quienes han aprovechado el cargo para delinquir por todo el morro. “Los políticos sí tienen perdón”, reza el titular. Algunas fotos que ilustran el texto me son conocidas y noto que se me están poniendo mala leche.

Paso página y observo con perplejidad que la información la firma Luis R. Aizpeolea. ¿Cómo puede ser? El firmante es uno de los periodistas despedidos por obra y gracia de Juan Luis Cebrián al aplicar el ERE. ¿Lo habrán readmitido o se trata de una utilización a posteriori? Comoquiera que sea, el titular no lo arregla. “Zapatero: ‘Lo hecho, hecho está’”. La entrevista refleja palmariamente la inanidad del personaje. Un ejemplo de cómo el sistema de partidos favorece la promoción de individuos de perfil plano, gente maleable por las estructuras de poder. Un tipo que ha llegado más lejos de lo que nunca soñó, seguramente. Aquél que dijo tomar las decisiones “me cueste lo que me cueste” y que se ha garantizado un retiro desde el que poder mirar el futuro sin sobresaltos. De los pocos españoles que pueden mirarlo con esa tranquilidad. Ese es el precio que pagó él.

La página 22 se subdivide en una entrevista a cuatro columnas a la ministra de Des-Empleo: “Báñez se mete en todos los charcos”,  y una columna con el siguiente titular: “Baltar achaca al enchufismo de su padre el ERE en la Diputación de Orense”. Una y otra abundan en las mismas conclusiones ya expresadas, ahora referidas a personal pepero. El mismo modelo, “porque yo lo valgo y para morro, el mío”.


La vuelta de página no mejora el panorama. La foto muestra al ministro de Economía, de Guindos, con esa dentadura que parece una talla más grande que la boca, que le construye una risa zorruna. Se me está poniendo un nivel de cabreo tal que paso directamente a la página siguiente. “Castillos (y palacios) en el aire”, titula la información sobre la crisis de Paradores, en la que viene a recordarnos que la presidencia de esta empresa ha sido una bicoca que se ha repartido por los gobiernos de turno a mayor beneficio de los suyos. La última de esta cadena, Ángeles Alarcó, la ex del ex (ex ministro, ex director del FMI, ex presidente de Bankia) Rodrigo Rato.  Que ya son ganas de tentar a la suerte con estos gafes.

El cuadernillo de Madrid habla de la huelga de los profesionales de la Sanidad pública. “Un modelo en entredicho”, titula la información, en la que se cuenta el propósito del gobierno autonómico de privatizar el sistema sanitario. Alegría para el cuerpo es lo que necesitamos.

Llego, finalmente, a la página 36 en la que detallan pormenorizadamente lo que anunciaban en portada. La rapiña eclesiástica. La información se ilustra con una foto del ministro con cara de “mi reino no es de este mundo”. Un corte a dos columnas anuncia: “Un traje a medida para la enseñanza separada por sexos”. Bien vamos, a velocidad acelerada hasta el siglo XVIII.

Vuelvo la página y leo: “Un Kioto descafeinado hasta 2020”. En resumen rápido, tampoco nos importa demasiado defender el ecosistema.

Si hay que juzgar por la prensa diaria, en España no funciona nada y lo que funciona -sanidad y educación- nos estamos aplicando a desmontarlo con la alegre complicidad del gobierno, la iglesia y las empresas interesadas en el negocio. Se me han quitado las ganas de hacer los crucigramas, que es lo que más me gusta de los dominicales. Cierro el periódico, apago la tele –que no tiene la culpa, pero por si acaso- pongo música y abro el libro.

Ya, ni las tardes de domingo se respetan.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Sic transit

No somos nada. A veces creemos otra cosa, pero se trata de un espejismo. Sólo tenemos aquello que damos. Sólo somos aquello hacemos. Sic transit gloria mundi.

Celestino Corbacho fue ministro de Trabajo e Inmigración entre los años 2008 y 2010, ayer mismo. Gestionó su cartera con un ojo puesto en la Moncloa, donde el presidente Zapatero le ninguneó tantas veces como tuvo ocasión, y el otro en Cataluña, donde esperaba hacer carrera política. De hecho, dejó el ministerio para engrosar las listas del PSC cuando se convocaron elecciones al Parlament catalán. Las cosas no han sucedido con arreglo a sus proyectos y el Partido Socialista de Cataluña está en caída libre como su homónimo en el resto del país.

Al ex alcalde de Hospitalet la gloria le duró muy poco y lo poco que le duró estuvo trufada de sinsabores. El mayor de ellos el que le ocasionó el presidente de la patronal, a la sazón Gerardo Díaz Ferrán quien se negó a llegar a un acuerdo social con los sindicatos auspiciado por el gobierno Zapatero.

Desde la presidencia de la patronal se dedicó a hacerle la campaña al partido popular en un flujo de ida y vuelta que, ahora se ha visto, se recompensaba mutuamente.

Díaz Ferrán (si llegáis a tiempo no os perdáis este enlace de wikipedia) era entonces un hombre dicharachero, amigo de ofrecer titulares en frases a cual más celebrada por un tipo de prensa afín, que le reía las gracias. Especialmente gracioso era aquél que definía a la entonces presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, como "cojonuda". Término que seguramente apela a las dotes intelectuales del autor y de la piropeada.

Pues bien, si la carrera de Corbacho derivó cuesta abajo y sin frenos, la trayectoria Díaz Ferrán entró en picado, hubo de abandonar la presidencia de la CEOE, perdió sus empresas y fue procesado por causas varias. Se supo entonces que, como miembro del consejo de Caja Madrid se había concedido créditos millonarios que no se molestó en devolver, pese a lo cual le fueron prorrogados por Rodrigo Rato. Cuando ya la quiebra era evidente trató de salvar sus muebles de mala manera. Le fue embargado el chalet familiar pero el banco tuvo el detalle de permitirle vivir en él ahora ya como inquilino.  

Hoy, dos días después de concluir el periodo de la amnistía fiscal que el gobierno concedió a quienes habían evadido y ocultado sus bienes, ha sido detenido por alzamiento de bienes y blanqueo de dinero. Al registrar su casa le han encontrado 150.000 euros y un kilo de oro. Esta noche parece que va a pernoctar en la comisaría.

Es de suponer que en las dependencias ministeriales que fueron de Corbacho y en los despachos de la CEOE que fueron de Díaz Ferrán sus sucesores hoy se hayan tentado la ropa varias veces evocando aquello de polvo eres, etc. No hay constancia de que en los locales donde reinó Rato se haya producido reacción alguna pero el presidente de la patronal bancaria, Miguel Martín, ha dicho -con la boquita pequeña, pero lo ha dicho- que podrían exigirse responsabilidades a los directivos que estaban cuando se vendieron las preferentes.

Verdaderamente, no somos nada. Ni nadie.