viernes, 27 de diciembre de 2013

Aunque no tengamos 20 años


Fue a nacer la víspera de Inocentes en una familia convencional de posguerra. Padre obrero y madre ama de casa, rojos ambos, del bando de los vencidos. Vino a nacer en un barrio obrero de Barcelona: el Poble Sec. El noi del Poble Sec, Joan Manuel Serrat, el chico que acertó a recoger y poner voz a los sentimientos, afanes, inquietudes, desalientos y sueños de una generación, cumple hoy 70 años.
Tenía todo para encandilar. Habilidad para componer melodías que subrayaban la pulcritud de unas letras hermosas y un físico en el que se conjugaba la apariencia de chico desvalido y una mirada entre soñadora y pícara, inocente y socarrona. Amén de una dosis homeopática de feromonas. Encandiló  a mi generación y a las que vinieron después.
Nadie como él supo expresar la ternura y la torpeza de los primeros amores. Palabras de amor sencillas y tiernas, que echamos al vuelo por primera vez, apenas tuvimos tiempo de aprenderlas recién despertábamos de la niñez. Nos bastaban esas tres frases hechas que entonaba aquel trasnochado galán de historias de amor, sueños de poetas, a los quince años no se saben más.
Cuando teníamos 20 años compuso un himno generacional en el que seguimos identificándonos décadas después. Ahora que tengo veinte años,  ahora que aún tengo fuerzas, cuando mi alma no está muerta y siento hervir la sangre. Ahora que me siento capaz de cantar si otro canta, también. Hoy que aún tengo voz, y aún puedo creer en dioses... 
Quiero cantar a las piedras, a la tierra, al agua,
 al trigo y al camino, que voy pisando. A la noche, al cielo, a este mar tan nuestro, y al viento que por la mañana viene a besarme el rostro. Quiero alzar la voz por una tempestad, por un rayo de sol, o por el ruiseñor, que ha de cantar al atardecer. 
Fue y fuimos descubriendo juntos los pequeños y los grandes secretos y verdades de la vida pero también a los poetas olvidados: Manuel Machado, Miguel Hernández, Joan Salvat-Papasseit, y, con ellos, a Eduardo Galeano o Luis García Montero.
Ha cantado a los grandes principios –Para la libertad, sangro, lucho, pervivo- y a la cotidianeidad -Llueve, detrás de los cristales llueve y llueve, sobre los chopos medio deshojados, sobre los pardos tejados, sobre los campos llueve-; historias terribles –la vida y la muerte bordada en la boca tenía Merceditas la del guardarropa- y tiernas –tenía diez años y un gato peludo, funámbulo y necio que me esperaba en los alambres del patio a la vuelta del colegio-; ha cantado a la amistad –decir amigo es decir lejos y antes fue decir adiós, y ayer y siempre lo tuyo nuestro y lo mío de los dos-; y al amor –porque te quiero a ti, porque te quiero, cerré mi puerta una mañana y eché andar-; ha denunciado la hipocresía del momento –tu madre abrirá la puerta, sonreirá y os besaréis, la niña duerme en casa y en su reloj darán las diez- y la alegría de la fiesta –y colgaron de un cordel de esquina a esquina un cartel y banderas de papel verdes, rojos y amarillas- o de la paternidad – a menudo los hijos se nos parecen y así nos dan la primera satisfacción-.
Cuando cantó Hace veinte años que tengo veinte años nos complacimos con él: Y aún tengo fuerza y no tengo el alma muerta y aún tengo voz y aún puedo creer en dioses. Porque nadie como él ha sabido escribir la banda sonora de nuestra vida. 

De la plenitud de Mediterráneosoy cantor, soy embustero, me gusta el juego y el vino, tengo alma de marinero- a la amargura de las Nanas de la cebolla –en la cuna del hambre mi niño estaba, con sangre de cebolla se amamantaba-; con él hemos aprendido a convivir con los vaivenes de la existencia -De vez en cuando la vida nos besa en la boca y a colores se despliega como un atlas, nos pasea por la calles en volandas; de vez en cuando la vida nos gasta una broma y nos despertamos sin saber qué pasa, chupando un palo sentados sobre una calabaza-.
Le hemos visto hacerse mayor mientras a nosotros nos crecían las canas; hemos sabido de sus enfermedades mientras nosotros frecuentábamos al médico. Hemos visto crecer a sus hijos y hemos conocido a sus nietos. Le hemos aplaudido en sus últimas giras a sabiendas de que él y nosotros compartíamos una complicidad antigua.

Ha envejecido con dignidad y sabiduría. Hasta en ese nos sirve de referencia. Joan Manuel Serrat cumple hoy 70 años y, aunque no tengamos 20 años, todos estamos de fiesta.

domingo, 22 de diciembre de 2013

A Belén pastores, a Belén chiquillos



 Muchos de los niños que han nacido y nacen en España no son bautizados, no son educados en ningún credo y, en consecuencia, ignoran todo acerca del Antiguo y el Nuevo Testamento. En ocasiones, hasta extremos que a los mayores nos resultan inusitados.
En mi habitación tengo colgadas dos tablas que representan a Jesús y a la Virgen María. Los tengo en un lugar preeminente porque los heredé de una persona a la que apreciaba. Entre ambos cuadros cuelga un angelito de escayola pintado con mucha habilidad por mi hija pequeña, que tiene una vena artística admirable. Un día, hace ya tiempo, entró mi nieta en la habitación, miró la pared y me explicó: El papá, la mamá y su bebé. No, traté de aclararle, es Jesús, la Virgen María y un angelito que me regaló mamá. ¿Qué es una virgen?, me preguntó entonces. Ese cuestionario, a tu madre, me sacudí la tarea. Recientemente, me preguntó qué es un rosario.  
Ese tipo de preguntas eran inimaginables en mi infancia. Para empezar, el bautismo no era una opción sino una obligación. En la España nacional católica, la religión era una seña de identidad. No cualquier religión: la religión católica, apostólica y romana. El clero tenía tanto poder como la autoridad civil, si no más. Una recomendación del cura te abría –o te cerraba-más puertas que un expediente académico impecable. En suma, todos éramos católicos, los santos y personajes sagrados eran como de la familia y los escenarios bíblicos eran nuestra patria sentimental. Abraham e Isaac, Sansón y Dalila, Judith y Holofernes, Esaú y Jacob, Salomón y la reina de Saba, Moisés, el monte Tabor, el Sinaí, Belén…
Cuando ya muy mayor llegué a Israel, sentí que me hallaba en territorio familiar. En Nazaret, en Jerusalén, en el lago Tiberíades, en el Mar Muerto sentí una emoción profunda que tenía mucho que ver con los relatos oídos a mi abuela, a las viejas profesoras de mi niñez. Cuando deposité mis peticiones en el Muro de los Lamentos, lloré. Lloré de la emoción de hallarme en el lugar de los viejos relatos, en el mismo lugar al que habían peregrinado millones de personas, de añoranza por los seres queridos ausentes, de felicidad. Vale que soy llorona pero también soy agnóstica. Si Rilke está en lo cierto al afirmar que la verdadera patria es la infancia, Palestina es nuestro paisaje de adopción.
Para las nuevas generaciones, incluida mi nieta, Israel es un país creado en 1948 para asentar a los judíos dispersos por Europa sobre un territorio que hasta entonces habitaban pueblos palestinos. Un foco de conflicto que ha dado lugar a enfrentamientos cíclicos, un enquistamiento violento no resuelto. Se podría añadir: una realidad muy compleja que, vista de cerca, te parte el alma, lo mires desde el lado que lo mires.
Pues bien, esta agnóstica que escribe y otros muchos que conozco, cada año por estas fechas organizan un pequeño cataclismo en sus hogares para hacer sitio al belén, un escenario que representa el nacimiento de Jesús, fundador de una Iglesia en la que no creen. ¿Qué significa el belén en nuestras casas? Un rito, una tradición, un pacto con nuestra infancia, un tributo a quienes nos transmitieron sus creencias, nos relataron sus cuentos y nos enseñaron a caminar por la vida.
El belén es, además, un punto de conexión con mi nieta, que desde que apenas se andaba trasteaba con las figuritas y los animales (el diminutivo no es caprichoso, las figuras son muy pequeñas). Este año, por primera vez, ella ha contribuido activamente en el montaje. Y lo ha estructurado con arreglo a la mentalidad moderna: por áreas. Un área de servicios primarios, donde se cultiva la tierra, pastan ovejas, comen cerdos, picotean gallinas y pavos, y quizá, corren conejos. En este ámbito rural las mujeres lavan y los hombres tratan de pescar en el río. En la zona de tránsito obligatorio para llegar al portal, un área comercial donde se ubica la castañera, el zapatero, la hilandera, el frutero, el herrero… Finalmente, la zona administrativa o de poder. El palacio de Herodes, el molino, una casa principal y el portal. Como éste es un belén moderno, moderno, del hostal parten San José y María, aún embarazada, camino del portal, donde en la medianoche del 24 de diciembre serán reemplazados por lo que se conoce como “el misterio”: San José, la Virgen, el Niño, el buey y la mula –que ya están instalados-, a la espera de que el 6 de enero lleguen los Reyes Magos, con las consabidas ofrendas de oro, incienso y mirra.   
Como las figuras son minúsculas caben muchas, de manera que la familia y amigos estamos representados en el belén, cada cual de acuerdo con sus gustos y aficiones.
En realidad, ¿qué celebramos cuando hablamos de navidad? La posibilidad de reunirnos con familia y amigos, de congratularnos por haber vivido un año más, de expresarnos buenos deseos para el año que se avecina. Algo muy parecido a lo que harían nuestros ancestros remotos, aquellos que celebraban el solsticio de invierno. Una forma de transmitir esas tradiciones. 
Algún día, pienso, nos faltarán energías o ánimo -o definitivamente no estaremos- para montar el belén. Otros vendrán que, con figuras o sin ellas, brindarán por haber alcanzado a vivir un nuevo ciclo y rendirán homenaje al Sol invencible, llámenlo como lo llamen.   

viernes, 20 de diciembre de 2013

¿Qué tiene el PP contra las mujeres?




Se cumplen dos años de la llegada del Partido Popular al gobierno. Dos años, únicamente. Es preciso recalcar lo de únicamente porque somos muchos a los que nos parece que ha trascurrido una eternidad. Dos años.
En este tiempo, el partido conservador ha gestionado su aplastante mayoría para desmontar el incipiente estado de bienestar que los españoles habíamos conquistado con mucho esfuerzo. Lo ha hecho traicionando su programa electoral en el que se afirmaba que no se iban a tocar las pensiones, ni la educación, ni la sanidad.
Se han recortado las pensiones en su cuantía y en las condiciones de acceso, incluso para quienes ya son pensionistas; se ha primado la enseñanza privada, para la que siempre hay dinero, sobre la pública, cuyos presupuestos se recortan inmisericordemente; se está privatizando la sanidad pública en beneficio de una casta que maneja información y contactos privilegiados.
Se han recortado de paso los derechos de los trabajadores con una Ley de Empleo que consagra la esclavitud laboral. Se han salvado los bancos, y con ellos a los banqueros que nos habían llevado a la ruina, con un rescato multimillonario que estamos pagando los curritos. Todo sucede sin recato y sin pudor, con el argumento de que el gobierno se ve obligado a tomar médicas drásticas que no le gustan, obligado por la crisis.
Pero hete aquí que, justo cuando se cumple el segundo año triunfal, el gobierno, de la mano del ministro de Justicia, se ha sacado una Ley del Aborto que no era necesaria y nadie pedía, excepto la Conferencia Episcopal y sus afines. Una ley que deroga la anterior de plazos y la sustituye por un articulado que rezuma sadismo y falta de piedad ante quien se ve obligada a tomar una decisión siempre difícil y dolorosa. Ya es mala suerte que el único punto del programa electoral que cumple el PP sea un ataque frontal contra las mujeres.
La nueva ley significa un regodeo en el sufrimiento de la mujer embarazada que produce angustia sólo de leerlo. Se ve en ella el espíritu, la letra e incluso el rostro de Rouco Varela y su Conferencia Episcopal y en ella, lo peor de ese clero oscuro y oscurantista que tan bien conocemos las mujeres, el que hurga en el sexo siempre a la búsqueda de lo sucio, lo pecaminoso, el que considera a la mujer culpable por el hecho mismo de serlo y se empecina en hacérselo purgar.  
Sostiene el ministro de Justicia que con la futura ley ninguna mujer sufrirá reproche penal, lo cual está por ver, pero, aceptando que así sea, se ponen toda suerte de trabas que, en la práctica, imposibilitarán la interrupción voluntaria del embarazo; se reprocha a las mujeres querer abortar y se amenaza a los facultativos con la cárcel, como ya ocurría con la ley de 1985.
Hoy es un día triste para la sociedad española, que sufre un nuevo retroceso en los derechos adquiridos, y para las mujeres, que vuelven a ser consideradas menores de edad, sujetas a tutelaje de profesionales que podrán decidir si aborta o no, que decidirán por ella sobre algo tan privado y personal como si quiere tener un hijo o no tenerlo. Un retroceso innecesario y gratuito, motivado exclusivamente en razones de índole religiosa.
Ninguna mujer aborta por placer ni con alegría. Es una decisión siempre dura, pero una decisión de la mujer. Ningún hombre –ni siquiera los que forman ese “comité de sabios” que ha informado favorablemente el proyecto de ley- ha abortado nunca ni lo hará. La ley de plazos no obliga a abortar a nadie que no lo desee, simplemente deposita en la mujer embarazada la capacidad de decisión.   
Hoy, España ha retrocedido un cuarto de siglo. Y vuelta a empezar.

martes, 17 de diciembre de 2013

Apatrullando la ciudad



Una de las –numerosas- ventajas que tiene la jubilación es que te concede tiempo. Quizá no demasiado si lo observas con perspectivas de futuro, pero sí lo suficiente para disfrutar del presente. Tiempo para lo que quieras hacer. Pasas de tener que hacer lo que quiera el jefe cuando el jefe es el otro a hacer la voluntad del jefe cuando el jefe eres tú. Así en horario continuado, sin pausas para el café ni moscosos ni gaitas. El tiempo es tuyo y haces con él lo que te parece.
Luego, a cada cual le parece una cosa. A mi colega le da por la vena intelectual: lee, pinta, ayuda a ONG’s desamparadas y, en los ratos libres, filosofa conmigo. A mí me va el pendoneo. Da igual si estoy en un pueblo, en ciudad de provincias o en la capital del reino, para mí que hay pocos deleites como el que proporciona un paseo por el callejero del lugar. 
Si el paseo es en compañía tienes la opción de compartir experiencias, descubrimientos, conocimientos. Si tu eres la única que va contigo ese es el momento de repensar la idea que has dejado aparcada por otra ocupación, dar una vuelta al proyecto que te traes entre manos, en fin, es la oportunidad de hablar contigo misma. O de rumiar la actualidad candente.
Estos días ha sido noticia en Madrid la espantá de Mr. Adelson, un señor feo a conciencia pero que acumula una de las mayores fortunas de los USA. Adelson vino prometiendo el oro y el moro a condición de que le acomodaran un escenario a su medida. No sólo quería su república independiente sino que pretendía una ley que declarara ilícito que otros hicieran lo mismo que quería hacer él. A estos liberales profesionales les sale la vena leninista en cuanto atañe a sus beneficios.
Hoy, las agencias vomitan dos noticias que apuntalan la misma tesis. Uno. Díaz Ferrán, exjefe supremo de la patronal, el prócer que representó a los empresarios españoles entre los años 2007 a 2010, ha sido condenado a dos años y dos meses por fraude fiscal y a una multa de más de 99 millones de euros, equivalente a lo defraudado. Este prenda ya ha sido condenado por quiebra culpable y está siendo investigado por otras causas como la venta de preferentes y la quiebra de otra empresa. Un modelo de empresario.
Dos. Los salarios llevan cuatro trimestres bajando como consecuencia de la reforma laboral aprobada por el gobierno Rajoy, de acuerdo con las directrices de la patronal CEOE. El nivel salarial ha retrocedido al de hace dos años, hecho que sucede por primera vez desde que el INE realiza estas estadísticas.   
De todo ello se deduce que el empresariado español –el que se presenta como tal y al que financiamos para que se organice y defienda sus intereses- no son emprendedores arriesgados sino una casta que se ha apalancado en posiciones que ya estaban desfasadas en el siglo XIX. Un grupo de presión que se escuda en el gobierno y le dicta las leyes que faciliten su actividad y, sobre todo, sus beneficios. Un lobby que pretende operar sin competencia o con los competidores atados de pies y manos.
Voy rumiando estas noticias y poniéndome de peor humor mientras me acerco al Centro-Centro, la multisala de exposiciones que ocupa el Palacio de Cibeles. Allí, entre otras opciones sugestivas, hay una “Feria Internacional de la ciudad creativa”. Una mezcolanza de iniciativas surgidas la mayoría de lo que llamábamos grupos de base.   
Hay proyectos de todo tipo, nacionales y foráneos. Desde una moneda para intercambiar el tiempo a una plataforma para generar procesos participativos o una nueva forma de navegar por internet o nuevas formas de ocupación de los espacios urbanos o un modelo autosostenible de provisión de servicios y apoyo al ciudadano. Son ideas tan simples que te preguntas cómo no se te ha ocurrido a ti y tan complejas que sólo requieren de voluntad de acometerlas. Quienes piensan y diseñan estos proyectos son emprendedores que conjugan riesgo e innovación sin perder de vista los beneficios sociales.
Puede ocurrir que mientras la mayoría estamos lamentándonos de las consecuencias de esta estafa colectiva que padecemos, sin encontrar una forma de reaccionar ni de organizarnos, hay quienes están dedicando tiempo y energías a pensar y diseñar soluciones para el futuro inmediato.
Sales de Cibeles con otro ánimo.  

martes, 3 de diciembre de 2013

Mentiras y cintas de vídeo



En días como hoy me pregunto una vez más para qué sirve un blog. Para dejar constancia de que hay una realidad que nada tiene que ver con lo que se cuenta oficialmente, me respondo. Para no ser cómplice de la mentira institucionalizada, insisto.
Hoy, segundo día laboral del mes, se han publicado los datos de paro registrado y de afiliación a la Seguridad Social del mes de noviembre. Respecto al mes de octubre, el paro baja en 2.475 trabajadores sobre un total de 4.808.908 aspirantes; también baja la afiliación en 66.829 cotizantes lo que sitúa el censo en 16.293.543 personas en alta laboral.
A los pocos minutos de hacerse públicos los datos, varios ministros han salido para repiquetear las campanas. Las radios y televisiones lo han contado, mañana lo repetirán los periódicos. Baja el paro, cambia la tendencia, estamos saliendo de la crisis, se ve la salida del túnel, cosas así. Ni la más mínima crítica. Ni una pequeña explicación al significado de los datos. A lo largo del día y seguramente en las próximas fechas volveremos a escuchar interpretaciones triunfantes de lo bien que va todo.
Una vez más, parece de aplicación el conocido aforismo de que hay mentiras pequeñas, mentiras grandes y datos estadísticos. Mentiras y cintas de vídeo.
Vayamos por partes. ¿Qué es el paro registrado? La relación de personas que acuden a las oficinas oficiales y se inscriben como personas que no tienen empleo y quisieran trabajar.  Por lo común se trata de trabajadores que han perdido su empleo y necesitan ese trámite para tener acceso al subsidio de paro, puesto que muy raramente las oficinas de empleo público proporcionan trabajo a los parados.
Podría ocurrir, pues, que quienes no tienen derecho a percibir el subsidio no se inscriban; o que los trabajadores extranjeros vuelvan a sus países y desaparezcan de las listas. En ambos casos, las cifras de paro bajarían sin que se hubiera creado un solo empleo. El descenso de las cifras de paro registrado ni indica por sí mismo cambio de tendencia ni invita a ninguna esperanza. Pero si queremos fijarnos en los datos estadísticos, vayamos a ello. En noviembre de 2005 el paro registrado era de 2.095.580; en 2006: 2.023.164; en 2007: 2.094.473; en 2008: 2.989.269; en 2009: 3.868.946; en 2010: 4.110.294; en 2011: 4.420.462; en 2012: 4.907.817; y en 2013: 4.808.908, como ya ha quedado dicho.
¿Se puede hablar de tendencia? Se podría si las estadísticas de afiliación -esto es, de personas que cotizan por el trabajo que desempeñan- hubieran crecido pero las cifras señalan justamente lo contrario. Han disminuido en 66.829 respecto al mes anterior y en 237.505 sobre el mismo mes del año pasado.
¿Cuál es la tendencia en afiliación? Veamos. En noviembre de 2005 aumentó en 980.956 cotizantes sobre el mismo mes del año anterior; en 2006: 592.393; en 2007: 470.337. Es a partir de 2008 cuando empiezan las cifras en negativo, ese año la afiliación baja en 671.772 respecto a noviembre del año anterior; en 2009: -873.718; en 2010: -234.960; en 2011: -364.179; en 2012: -717.482; y este último noviembre -237.505 menos afiliados.
En cifras de conjunto, la afiliación a la Seguridad Social a finales de 2005 era de 18.316.323 trabajadores; en 2006: de 18.925.996; de 19.372.777 en 2007; de 18.531.312 en 2008; de 18.803.839 en 2009; de 17.612.709 en noviembre de 2010; de 17.248.530 en el mismo mes de 2011; de 16.531.048 en 2012 y de 16.293.543 el último noviembre.
¿Dónde está la creación de empleo?
El balance es mucho más pesimista si atendemos a la calidad de las contrataciones. Del 1.241.479 contratos que se formalizaron en el mes de noviembre, únicamente 94.014 eran indefinidos, el 7,57% del total. El resto es empleo precario. 
Los datos estadísticos no han impedido a los ministros y otros portavoces de la felicidad imperecedera salir a contarnos que todo va bien. Cabe preguntarse, pues, si mienten en cuestiones tan fáciles de constatar, con datos que proporciona el propio gobierno ¿qué no ocurrirá en asuntos que no es posible contrastar y cuyas fuentes ocultan?