domingo, 30 de septiembre de 2012

Gyenes y Neptuno, dos mundos


La Biblioteca Nacional ha organizado una exposición fotográfica en honor de quien fuera retratista de la burguesía de la segunda mitad del siglo XX: el húngaro naturalizado español Juan Gyenes, de quien este año se cumple el centenario de su nacimiento.

Hoy parece una bobada pero hubo un tiempo en que el retrato –casi siempre de mujeres- firmado por Gyenes era una muestra de distinción en el salón de una casa, un signo externo de bonanza. Tenía curiosidad por conocer cómo se veían a la luz del siglo XXI las poses del siglo XX.

La cotilla que habita en mí se regodea ya en el inicio mismo del recorrido: parece que nadie se ha percatado del morbillo que supone colocar juntas las fotos de la duquesa de Alba y Antonio Ruiz el bailarín, con lo que se ha escrito de aquella relación. Bastaba con intercambiar posiciones con Charlton Heston para desactivar el efecto, estos detalles hay que cuidarlos.

La muestra es abundante en número pero reducida al espectro social conocido: el artisteo y la burguesía. Hay fotos muy hermosas de estrenos teatrales;  hay alguna evocadora, como la de Dalí con su Cristo inacabado; pero, en general, se trata de fotos complacientes, descomprometidas, que embellecen al retratado, quienquiera que éste sea.

Baste recordar que fue Gyenes el autor de la foto de Franco luego reproducida en los sellos de correos y suya la foto que reúne a las tres Cármenes de la misma familia.

La exposición se presta a la evocación de aquellos años. Ahí están los actores americanos que entonces nos visitaban y los actores locales, especialmente la actrices porque Gyenes tenía una clara preferencia por las mujeres: Nati Mistral, Autora Bautista, Carmen Amaya, Lola Flores... También está Sonsoles de Icaza, marquesa de Llanzol, y su hija Carmen Díaz de Rivera, que tanta presencia tuvo en la transición, protagonista ella misma de una verdadera tragedia griega y así y todo, sonriente y feliz. Está la Marisol de la tom, tom, tómbola y los Iglesias-Preysler, en plan pareja feliz.

Gyenes era un buen fotógrafo, eso está fuera de discusión, pero su obra envejece mal. De la misma manera que la imagen del miliciano de Robert Capa parece latir 75 años después de haber sido captada, los personajes de la exposición reunidos en la Biblioteca parecen un poco de carton piedra. Salvo, quizá, la de la reina Sofía en el palco del Real: su soledad resultaría premonitoria.


Aprovechando la bonanza de la tarde, volvemos a casa paseando. El paseo de Recoletos está concurrido con la Feria del Libro Antiguo. Sorprende la abundancia de banderas nacionales que han colocado en torno a la fuente de la Cibeles. Quizá esté haciendo méritos para solicitar la nacionalidad, de la misma manera que a la Virgen del Pilar le han concedido una medalla al mérito (¿a cuál de todos?) de la Guardia Civil.

La afluencia va aumentando a medida que nos acercamos a la plaza de Neptuno. ¿Qué hay hoy? Nos lo aclara un folleto de Attac que nos entregan antes de llegar, donde se reclama justicia fiscal global y, más concretamente, un impuesto a las transacciones financieras. Hay una convocatoria espontánea en torno al Parlamento. La policía ha tomado posiciones, ha cortado el acceso a la Carrera de San Jerónimo y ha situado una veintena de lecheras en las inmediaciones.

Al pasar a la altura del dios del mar hacemos una foto a los policías, que posan no ya como los hombres de Harrelson sino como si fueran el mismísimo Harrelson. No permiten que los paseantes se acerquen. ¿A quién creen que se enfrentan? ¿Nadie les ha contado que son funcionarios del Estado? Ya puestos, ¿no les han dicho que ellos tampoco van a cobrar la extra de navidad?

Falta media hora para la cita y a esa hora la plaza está ocupada a la mitad pero se observa una inusitada afluencia. Llegan otras diez lecheras. Entre Neptuno y Atocha la llegada de gente se ha convertido en un aluvión. Hay muchos jóvenes pero hay, sobre todo, adultos, cuadrillas de familias: abuelos, hijos, nietos, tíos; hay parejas de jubilados, grupos de mujeres. Van comentando sus cosas pero de las palabras captadas aquí y allí se puede elaborar un discurso breve pero inteligible: No puede ser que nos traten así, nos merecemos un respeto.

No es seguro que el gobierno se haya enterado de lo que está ocurriendo, tampoco el resto de partidos. Los mismos que se han apalancado en unos privilegios autoconcedidos reprochan a quienes pagan el gasto que protesten por tener que soportar en exclusiva el coste de la crisis.

El discurso de Rajoy, halagando a quienes se quedan en casa, es insultante porque manifestarse es un hecho tan legal como no hacerlo; como es insultante que la secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, equipare a los manifestantes con los golpistas del 23-F.

No ven y se empeñan en permanecer ciegos cuando presentan como sociales unos presupuestos cuyo única partida garantizada es la dedicada a abonar los intereses de una deuda ocasionada, entre otros, por los bancos.

Es posible que estemos condenados a pagar una cuota importante de esta crisis pero si es así, convendría que el gobierno y todos los partidos políticos explicaran por qué causa quedan exentos del pago las principales fortunas del país y por qué razón no ha pisado la cárcel ninguno de los banqueros que nos han colocado en esta tesitura mediante fraudes bien planeados.

La ciudadanía quizá acepte sacrificios económicos pero no parece dispuesta a aceptar que se le falte al respeto. Es una cuestión de dignidad, era el argumento más reiterado por los manifestantes.

Finalmente, la plaza de Neptuno se llena a rebosar. La Delegación de Gobierno, con la finura de vista que le caracteriza, cifra en 2.000 el número de asistentes. Esos cálculos explican muchas cosas. Si los que cuentan 900.000 personas cuando viene el Papa, 6.000 cuando quienes llenan la plaza protestan contra el gobierno y  2.000 cuando protestan por los recortes y por la actuación policial, son los mismos que hacen las cuentas del gobierno y elaboran los presupuestos, demasiado bien va la economía nacional.

Gyenes y la plaza de Neptuno: dos maneras de estar y de ver el mundo.   

jueves, 27 de septiembre de 2012

Españoles go home


Medio país con el corazón encogido por el devenir diario: empresas que cierran, tiendas que se traspasan, precios que suben, salarios que se recortan, tasas que se incrementan, becas que se truncan, servicios (a la dependencia) que se cancelan, derechos que se recortan (en el empleo, en la enseñanza, en la sanidad)…

Medio país acogotado por el paro, por el propio o por el de algún familiar o conocido, apenado porque los funcionarios vean congelado su salario por tercer año o por el recorte en un 15% la ya recortada dependencia, lo que supone su práctico desguace.

Medio país asombrado de que el único sector que no está en crisis sea el relacionado con el del lujo.

Medio país dolorido al comprobar que más de 400.000 familias han perdido su vivienda por desahucio durante esta crisis.

Medio país atónico al conocer que el Banco de España conocía el alcance de la morosidad de Bankia y sus chanchullos varios pero calló, ellos sabrán por qué.

Medio país pasmado de que ninguno de los responsables de unos hechos constitutivos de delito haya pisado una cárcel ni es previsible que la pise.

Medio país con la boca abierta al constatar la magnitud de los manguerazos de dinero que se inyectan en los bancos.

Medio país aturdido al conocer que el déficit sube por las ayudas a la banca a pesar de los desmentidos previos del gobierno.

Medio país preguntándose por qué la constitución resulta ser intocable para, por ejemplo, equiparar a la mujer en la sucesión de la corona, pero puede abrirse sin dificultad para garantizar a los bancos que van a cobrar lo suyo, con intereses de usura, aunque los españoles mueran de hambre.

Medio país admirado de que lo único que se garantiza en los presupuestos de 2013 sea el pago de los intereses de la deuda.

Medio país indignado por las imágenes que muestran una policía infiltrada,  descontrolada y aparentemente enloquecida, apaleando en grupo a un manifestando caído en el suelo, amenazando y agrediendo a la prensa.
Medio país desconcertado por el anuncio del ministro de Interior de que los manifestantes que se acerquen al Congreso de los diputados puedan ser enjuiciados por la Audiencia Nacional.

Medio país confundido al preguntarse en manos de quién está la protección ciudadana, si es incapaz de articular un operativo policial eficiente, incapaz de evitar los destrozos vandálicos, que pagamos todos, y es responsable de provocar el pánico persiguiendo a ciudadanos en lugares cerrados como la estación de Atocha.

Medio país temeroso de la deriva retrógrada que está tomando un país que, hasta hace cinco años, era un referente en materia de derechos de ciudadanía (ley de igualdad, reconocimiento matrimonio entre personas del mismo sexo, ley de dependencia).

Medio país preguntándose si el gobierno está superado por la envergadura de la crisis o se trata de pura incompetencia. Incompetencia para resolver los problemas financieros, los problemas laborales, los problemas de la industria, del comercio, de los servicios. Incompetencia para diseñar un modelo de gestión, un modelo de crecimiento, un modelo de economía, un modelo de país. Incompetencia para crear empleo, para reducir el déficit, para paliar los desahucios.

Medio país preguntándose si el presidente Rajoy, incapaz de expresar una idea lúcida si no se la dan escrita, está sonado,  sobrepasado por los acontecimientos o, simplemente, es que no da más de sí. 

Medio país aguantando la risa floja al conocer las declaraciones del presidente que manifiesta su entusiasmo en la frase: “Es una situación fascinante ésta que estoy abordando”.

Medio país con lágrimas en los ojos ante el elogio del presidente Rajoy a la mayoría silenciosa que, como los sabios que en el mundo han sido, no se mete en política, no se manifiesta y no abre los telediarios.

Medio país dudando si tomarse a chufla o en serio la nueva consigna de “Españoles go home”.

martes, 25 de septiembre de 2012

Rodear el Congreso



Hay que ser cuidadoso con los símbolos. Promover una manifestación con el lema “Rodea el Congreso” tiene un riesgo. El Congreso, donde reside la representación ciudadana, debe tener la garantía de que los diputados pueden actuar sin presiones. Ni de grupos de derecha ni de grupos de izquierda ni de grupos de centro.

Hay que ser cuidadoso con los símbolos. Cuando los diputados olvidan quién los llevó a su escaño y cuáles son sus prioridades, están ciscándose en todos los símbolos y poniendo en riesgo el sistema. Cuando los diputados aprueban un presupuesto de 100.000 euros para reparación de los Ipads que se han regalado al tomar posesión mientras informes económicos anuncian que este año se producirán otros 180.000 desahucios; cuando el Congreso aprueba una partida de 6.750.000 euros para viajes de sus señorías, 30.000 euros para abonar el parking del aeropuerto o 7.000 más para multas de los coches oficiales mientras los periódicos recuerdan que al menos un millón de familias no cuenta con ningún ingreso al mes, es que algo muy serio se está pudriendo en la democracia española.

Cuando aquellos que fueron elegidos para defender los intereses ciudadanos se convierten en protectores de los intereses de los poderosos se rompe el pacto social por el que se rige la democracia. De nada vale el formulismo un hombre un voto cuando los votos se ponen en almoneda.

Cuando el gobierno recorta sin reparo los derechos laborales de los trabajadores, el sueldo de los funcionarios, malbarata la enseñanza, desmonta el sistema de sanidad y se extraña de que los ciudadanos protesten contra tanta medida injusta, es que no entiende nada.

Cuando se identifica la protesta ciudadana con un problema de orden público y se echa a la calle una tropa de policía –algunos de ellos encapuchados- a cargar contra los manifestantes de forma desproporcionada, es que algo muy grave está ocurriendo.

Algo muy serio está ocurriendo en la sociedad española y no parece que los políticos se estén enterando. Aislados en su burbuja, con sus ipads, sus viajes gratuitos, sus pensiones garantizadas, sus canonjías, han perdido todo contacto con la realidad, con las preocupaciones de quienes los eligieron. Muchas personas empiezan a temer que cuando se percaten de lo que ocurre sea irremediable. Para ellos y para todos los demás.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Madrid, ciudad sin ley




¡Madrid, qué bien tu nombre suena, rompeolas de todas las Españas!, escribió Antonio Machado en horas dramáticas para el país. Madrid, Madrid, Madrid, cantó Agustín Lara, desde la ensoñación mexicana. Madrid, Madrid, Madrid, rezongan muchos madrileños a diario, entre el embeleso con la gran ciudad y el hartazgo de su cotidianeidad.
 
Madrid no es una sino tan plural como sean los ojos que la contemplan. Está el Madrid de los Austrias, con sus mesones, sus callejuelas, sus iglesias; el Madrid galdosiano que se cruza en cien pasajes con el Madrid de la Edad de Oro de Lope o Cervantes. Está el Madrid del ensanche en el Barrio de Salamanca, con aspiraciones parisinas.

El Madrid universitario en el entorno de Moncloa, el Madrid de los Borbones en la Plaza de Oriente, el Madrid moderno en lo que fueron los altos del hipódromo, un niuyork en pequeñito, un Madrid con aspiraciones de Brodway en la Gran Vía. Hay un Madrid obrero y un Madrid señorito, un Madrid intelectual y un Madrid castillo y un Madrid cosmopolita y un Madrid mestizo. Un Madrid que madruga y un Madrid que trasnocha.

Siempre ha sido así pero de un tiempo a esta parte, Madrid va camino de convertirse en una ciudad sin ley. Se diría que cualquiera que pisa sus calles está exento de cumplir las leyes que rigen para los nacionales en el resto del país.

Una de las primeras advertencias que hacen al visitante a Praga, ciudad de la Unión Europea, es que sea cuidadoso con los cigarrillos porque si tira una colilla al suelo puede ser multado con una sanción elevada. Pero en Madrid cualquiera puede arrojar al suelo botellas, botellines, papeles, restos de comida, cigarrillos o abandonar en las aceras cajas, muebles, armatostes de toda especie con absoluta impunidad.

Cualquiera puede tocar el claxon gritar, cantar, vocear a cualquier hora y en cualquier lugar en uso de su más libre albedrío e independientemente de si molesta o no. En la ciudad de Valencia la policía requisa los patinetes a los adolescentes que juegan en la calle a la hora de la siesta porque incomodan a los vecinos pero en Madrid –que también es territorio nacional y, a mayor abundamiento gobernado por el mismo partido- las sirenas de los bomberos superan con creces el nivel permitido pero no aceptan que se reduzca porque estiman que esa es una de sus señas de identidad.

¿Que está prohibido el botellón? En Madrid los hay a cientos cada noche –a veces, incluso, a pleno día-. Miles de personas se dan cita en espacios públicos de la zona centro por donde merodean cientos otros que proporcionan bebida al margen de cualquier control. Reuniones que se prolongan hasta que llega el día para martirio de los vecinos que quisieran descansar porque han de madrugar para trabajar.

Frecuentemente, los vecinos llaman a la policía que unas veces acude y otras no. Cuando acude, suele pasar de largo por dos razones, según ha explicado al vecindario algún funcionario. A saber: si la concentración es muy numerosa no se apea del coche porque está en inferioridad de condiciones, no les harían caso y corren el riesgo de ser agredidos. Si el botellón es reducido el coche no se para porque, total, ¿para qué? si son cuatro borrachos desgraciados.

A veces hay suerte y los municipales se bajan del coche, miran detenidamente a algún asistente y, quizá, le aconseja que se vaya a su casa. En ningún caso aplican la ley antibotellón ni al que vende bebidas ni al que las consume. Pero tampoco impide que toquen cualquiera de los instrumentos que suelen acompañar estas reuniones: guitarras, tambores, trompetas, saxos… Ni siquiera pide la identidad de nadie.

Una de esas noches de jarana, los vecinos, hartos de reclamar inútilmente la presencia de la policía, salen a la ventana y, a voz en grito, reclaman silencio a los botelloneros. Éstos se ofenden y devuelven la palabra con insultos. Metidos en juerga, se dedican a lanzar botellas, botellines y demás artillería a las ventanas de los vecinos. Algún vecino presenta denuncia por la agresión. El funcionario le mira conmiserativamente, admirado quizá de que aún le quede fe en la capacidad de actuación policial. “No podemos hacer otra cosa”, confiesa.

Y el vecino, el madrileño que sigue considerando que ésta es una ciudad con múltiples atractivos, se pregunta para qué paga sus impuestos si, a la hora de la verdad, nadie es capaz de hacer cumplir la ley. ¿Por qué en Madrid se permite la impunidad total?

Anda la actual alcaldesa empeñada en conseguir unos juegos olímpicos para el año que se los den. Bien está aspirar a grandes hitos pero ninguno de tal calibre como conseguir que en Madrid se aplique la ley.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Belén Landáburu


La actualidad trae al presente nombres que, en ocasiones, evocan la memoria del pasado. En el telediario de hoy, a propósito del sumario sobre los bebés desaparecidos y dados en adopción de manera irregular, aparece una mujer mayor, repeinada y arreglada, que identifican como Belén Landáburu. La persona te resulta totalmente desconocida, no así el nombre. Landáburu, Landáburu, haces memoria. ¿De qué te suena? ¡Ya!.

Burgalesa, adscrita al ala “social” del falangismo, Belén Landáburu fue procuradora en Cortes en las postrimerías del franquismo. Miembro de la Asociación Española de Mujeres Juristas, (presidida entonces o después por la incansable María Telo, que intervendría luego en la modificación del Código Civil) su participación fue decisiva para que se rebajara la mayoría de edad legal de las mujeres de los 25 a 21 años, equiparándola al hombre. Corría el año 1972, hace apenas 40 años.  

En la transición, Belén Landáburu adquirió cierto renombre en los medios conservadores y en la primera legislatura constitucional fue designada senadora por el rey, haciendo uso de un privilegio que desapareció una vez aprobada la Constitución de 1978.

Landáburu fue, pues, una de las veintisiete mujeres, a las que hace unos meses la directora Oliva Acosta les dedicó un documental: Las Constituyentes. Porque si es verdad que la Constitución tuvo padres, no es menos verdad que también tuvo madres.


Vuelves a mirar la pantalla pero no logras identificar en la anciana repulida que ves a la abogada a la que entrevistaste hace tantos, tantos años.

La historia de los niños robados es algo impensable en un país con las mínimas garantías legales, consecuencia, quizá, de la impunidad que han disfrutado las personas próximas a la iglesia católica en el franquismo, antes del franquismo y después del franquismo. Pero hay algo, no sabrías decir qué, que no acaba de casar con la trayectoria de Belén Landáburu a quién las mujeres de tu generación y de otras anteriores le deben dos años de mayoría de edad y una mínima autonomía cuando aún era preciso el permiso paterno o marital para abrir una cuenta bancaria o para viajar al extranjero. 

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Santiago y cierra España



La muerte de Santiago Carrillo ha descubierto heridas que se creían cerradas. No ya las que arrastran sus adversarios ideológicos, aquéllos para quienes la biografía del difunto se paró en noviembre de 1936, con la matanza de Paracuellos, y ya no ha avanzado nunca más; también quienes le admiraron, le siguieron, acataron sus órdenes como si se tratara de mandatos divinos y un día descubrieron que el Partido, como la Iglesia, no eran infalibles. La cicatriz, que parecía seca, aún escuece.

Durante décadas, el Partido Comunista, el pecé, fue el único partido posible para quienes no creían en la democracia orgánica. Y Carrillo era su profeta en virtud de su condición de secretario general desde el año 1960. Almudena Grandes ha acertado a retratarlo en sus dos últimas novelas: Inés de la alegría y El lector de Julio Verne.

Muerto Franco, Carrillo dio por concluido su exilio y volvió a España de tapadillo hasta que pudo hacerlo legalmente. Fue acogido y jaleado por un sector poderoso de la alta burguesía que suele poner huevos en todas las cestas y siempre tiene una apuesta en la recámara por si acaso. El rey y el entonces presidente del gobierno, Adolfo Suárez, lo recibieron y acogieron con los brazos abiertos, sabedores de que la democracia no prosperaría sin las bendiciones del PCE.


Estos días –los de las alabanzas- se elogia su papel en aquellos años. La transición no hubiera sido posible sin su generosidad, repiten voces a derecha e izquierda del espectro político y dicen verdad.

Sin discutir el diagnóstico, otras voces se preguntan si no hubiera sido preferible que la generosidad hubiera estado un poco más repartida y la izquierda se hubiera embelesado algo menos con la grandeur de la burguesía y hubiera terminado con algunos de los privilegios que se reservaron los poderes fácticos: el económico, el eclesial y el militar. La intentona del 23-F permitió al poder civil controlar a los mílicos pero bancos e iglesia conservaron y conservan intactos sus regalías. Ahora se está viendo hasta qué punto.

Los sucesivos fracasos electorales del pecé y su paulatino desmembramiento ocasionaron infinitos desgarros personales. Amigos y camaradas que habían luchado juntos por la democracia se vieron enfrentados en confrontaciones semejantes a las provocadas tras la invasión de Checoslovaquia cuando los  comunistas españoles se distanciaron de la URSS.

Alejado del parlamento y de la primera línea política, Carrillo se ha dedicado en los últimos años a escribir libros de memorias o de teoría política a la manera en que los abuelos de la familia narran los hechos a los nietos, es decir, ocultando los sucesos comprometidos.
 
Es como si se hubiera ido alguien de la familia, se oía hoy en el velatorio de Santiago Carrillo. Un hombre cuya sombra se extiende por el último siglo y que, por acción o por omisión, influyó en las vidas de varias generaciones de españoles. Santiago y cierra España.

martes, 18 de septiembre de 2012

El hereu



Es conocida la tendencia de los políticos a la hipérbole y el ditirambo. Sólo así se entiende que Esperanza Aguirre pueda definir a su heredero, Ignacio González, como un gran jurista. Salvo que se licenció en Derecho y su habilidad es soslayar las complicaciones procesales, no se le conocen otros méritos en la judicatura.


Les oyes y te preguntas, ¿En qué país vive esta gente? Hablan de cosas que nada tiene que ver con lo que les preocupa a los ciudadanos. En el Parlamento tratan de asuntos totalmente abstrusos mientras quienes los llevaron al escaño claman por soluciones concretas. Un desvarío.

 ¿Cómo es posible que se produzca tal desajuste? Se han creado su república independiente y se han acomodado en esa órbita. Han desarrollado un sistema de captación ajeno totalmente a la intervención de los ciudadanos. Para acceder a la representación política no se requiere una gran preparación intelectual, ni cultural, ni experiencia en movimientos ciudadanos, ni conocimiento político. Es suficiente con manejarse en la estructura jerárquica de los partidos, orientarse en la dirección donde sopla el viento. Saber quién manda en el partido y hacerse fan para tener garantizado un puesto en las listas cerradas. Y, luego, esperar que corra la fila.

Naturalmente, hay excepciones, apañados iríamos si no fuera así. Pero son minoría, ese es el drama. Un alto número de parlamentarios no ha desempeñado otra tarea que las que le encomendaran en su partido. Muchos no han cotizado como trabajadores fuera de ese entorno. Algunos no han concluido unos estudios o una profesión que les permitiría vivir honestamente fuera del ámbito político. De ahí que se vean obligados a urdir o participar en todo tipo de maniobras, maquinaciones y complots para sobrevivir en la política. 

Todo ello es harto conocido. Pero cuando se constata con nombre y apellido produce desolación. Los periódicos ofrecen hoy lecturas diversas sobre la decisión de Esperanza Aguirre de abandonar el poder. En lo que coinciden es en el meritoriaje de su sucesor: un fontanero del poder al servicio de su mentora. Y ahí está: la primera autoridad de la Comunidad de Madrid.

Hoy, la única foto posible es la de Santiago Carrillo, que ha muerto a los 97 años y es la antítesis –para bien y para mal- de los políticos actuales.  

lunes, 17 de septiembre de 2012

Desesperanzado



Un político tiene que saber escoger el momento de irse, ha declarado Esperanza Aguirre a primera hora de la tarde de este lunes de septiembre cuando el país entero estaba atento a otras cosas.

La presidenta de la Comunidad de Madrid ha escogido la puesta en escena para comunicar que se va. ¿Se va? Se va del actual escenario político. ¿Por qué? Se preguntan unos y otros, mientras la consejera Lucía Figar llora sin consuelo.

Desde hace meses se viene rumoreando por Madrid –que es la capital del rumor, por otro lado- que el cáncer que ha padecido o padece le preocupa más de lo que confiesa en público. Y esa parece la explicación que prospera en los comentarios generales. Si es así, solo cabe desearle un total y feliz recuperación. A ella, como a las personas que en estos momentos luchan contra el cáncer en cualquiera de sus variantes.

Conociendo los antecedentes de la lideresa y de que no es habitual en ella dar puntada sin hilo, no está de más sopesar la situación de la Comunidad en estos momentos de crisis, su endeudamiento, la necesidad ineludible de adoptar decisiones difíciles que tendrán una repercusión en las urnas. En esta situación, cualquiera buscaría una excusa para quitarse de en medio. Más si se posee una cabeza estructurada para el populismo.

¿Solo por eso? Puestos a aventurar argumentos, no está de más hacer una lectura crítica de los indicadores que muestran los últimos sondeos y encuestas. El PP está cayendo drásticamente en la apreciación ciudadana por las medidas adoptadas, opuestas frontalmente a las que había prometido en campaña electoral. A pesar de lo cual, el PSOE no remonta en la intención de voto.
Muchos ciudadanos interpretan que, en caso de crisis, los socialistas adoptarán medidas menos descaradas que los populares pero unos y otros desarrollarán las políticas que diseñan las grandes corporaciones bancarias, los mercados, que son quienes se están enriqueciendo con esta crisis. Es sabido: la banca siempre gana.

Las encuestas apuntan también hacia la aparición de nuevos partidos de corte populista que vendrían a captar el voto de los ciudadanos desengañados con los dos grandes. En materia de populismo y de descaro, nada como el tea party para hacerse un hueco. ¿Y quién con más desparpajo que Aguirre para liderar una opción de ese tipo?  

Hay un último elemento a analizar. Aguirre ha hecho una apuesta firme y muy personal por el proyecto Eurovegas. De hecho, este verano viajó a Estados Unidos para entrevistarse muy discretamente con el equipo de Adelson, el promotor del proyecto. De ahí sus intuiciones y clarividencias. De momento, el “intuitivo” anuncio de que el hipercasino se ubicaría en Alcorcón ha propiciado el primer pelotazo en beneficio de los propietarios de los terrenos. Metrovacesa, dueña de la mayor parte de ese suelo, duplicaba su valor en bolsa en solo tres días. Eso, lo que se conoce.

Llegado el caso de reparto de beneficios a lo grande, mejor fuera de los focos que en primera línea. Aunque, probablemente, este sea uno de esos megaproyectos llamados a perderse en el cajón de las melancolías. Lo que pudo haber sido y no fue.

Cualquiera que sea la razón última, el hecho es que Madrid ha perdido la última esperanza que le quedaba y que Rajoy tiene motivos para estar un poco más desesperanzado.

 

Nada hay irreversible, pese a todo. Las modas y las costumbres, a veces, tienen recorrido de ida y vuelta. Sostienen algunos economistas que la subida del IVA está llevando al cierre de las pequeñas peluquerías. Las peluqueras se dedicarían a hacer su trabajo a domicilio. A la antigua usanza, según recuerdan carteles como éste que aún perdura en la calle del Ave María de Madrid.

sábado, 15 de septiembre de 2012

15 de septiembre: estamos tod@s


 

Es un día especial, se nota en el aire en cuanto abres la ventana. No será que la princesa cumple los 40, te dices cuando ojeas los periódicos digitales, que vienen con una dosis de almíbar que va a terminar con tu amigo Valdomicer.

No, nada que ver con los royals. Lo que hace especial al 15 de septiembre es la convocatoria ciudadana a expresar el malestar por la crisis, por la forma en que se ha generado, por la forma en que se gestionó inicialmente por el gobierno socialista y por la forma, más drástica aún y contra todo lo que habían afirmado previamente, de gestionarlo del gobierno popular.

Un desastre. Nos encaminamos al abismo y no hay posibilidad de marcha atrás ni de paso adelante. Así que sales a expresar tu malestar y a decir alto y fuerte que tú sí que apuestas por el futuro. En cuanto llegas a la calle te percatas de que hay mucha gente que ha salido a lo mismo.

Gente millonaria le paga a gente rica para que le diga a la clase media que la culpa es de la gente pobre, reza una pancarta a manera de resumen. Los ciudadanos reclaman los derechos que han disfrutado y que se les están hurtando.



El ambiente es festivo. Hay grupos de Andalucía, muchos y muy numerosos, de Extremadura, de la Comunidad Valenciana,


 Hay gente joven


y menos joven


Hay inmigrantes

Hay famosos, como Pilar Bardem o Álvaro de Luna, junto al Café Gijón 
 
 y gente anónima

 Estamos tod@s, piensas. Perros voluntariosos
 
y escritores de piedra, como don Ramón María del Valle Inclán

 

Por estar, está hasta el rey, te dicen. Miras al personaje que pasa a tu lado. Le fotografían desde todos los ángulos, él saludo a la manera borbón. ¿Es el rey?, pregunta el colega con cierta sorna.

A veces las apariencias engañan.
- No lo es por dos razones: porque no hay lo que hay que tener para estar aqui y porque él tiene hoy una celebración familiar.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Buen rollito


De un tiempo a acá se ha convertido en un lugar común que los políticos son una de las preocupaciones principales de los españoles. Las encuestas así lo indican y seguramente algunos se lo tienen bien ganado y en otros casos es una injusticia meridiana.

Lo malo no es solo que se hayan convertido en una casta de privilegiados, inútiles, desconsiderados y, en muchos casos, corruptos. Peor aún es esa habilidad que tienen para sacar los sentimientos más rastreros de cada individuo, para ahondar en el enconamiento antes que facilitar la convivencia.

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, podría convertirse en el paradigma de esta especie. Es maleducada, faltona, insensible al dolor ajeno y, más veces de lo que sería deseable, insensata. También es lista, muy lista, aunque nadie ha dicho de ella que sea inteligente.

Aficionada a convertirse en el perejil de todas las salsas, estos días anda en liza simultánea por dos cuestiones: no le gusta que un etarra condenado muera en su casa y no le gusta que le lleven la contraria en el parlamento regional.

Josu Uribetxebarria Bolinaga es un ser humano despreciable. Tiene en su haber la muerte de varias personas que estaban cumpliendo con su deber y el secuestro del funcionario de prisiones Ortega Lara, cuyos pormenores ponen la carne de gallina por su refinado sadismo. Bolinaga fue procesado y condenado y, durante el cumplimiento de esta condena, enfermó de cáncer parece que de manera irremisible. La ley señala la conveniencia de que los penados mueran en su entorno familiar. Es un gesto que muestra la diferencia entre un delincuente y un sistema democrático. Aquél es insensible, éste, misericordioso.

Pues bien, Aguirre no sólo se opone a tal medida, que está en su derecho, sino que aprovecha la coyuntura para rebañar en los instintos básicos: el rencor, el ojo por ojo, el odio, la venganza.

La misma lideresa ha protagonizado estos días una sesión parlamentaria áspera y bronca en la que ha regalado descalificaciones a la oposición. No parece haberse enterado de que el Partido Comunista es legal desde 1977 y ha pretendido insultar a uno de los parlamentarios llamándole comunista y a quien fuera líder del PCE, Santiago Carrillo, acusándole de delator. A renglón seguido, acusa a sus adversarios de guerracivilistas. Sin complejos.

En este capítulo merece un tratado aparte lo que concierne a Cataluña. Los mismos que hicieron una agresiva campaña publicitaria contra el cava catalán y contra el estatuto de autonomía se extrañan ahora de que los catalanes quieran campar a sus anchas. Para terminar de arreglar el roto, los mismos que han llevado a Cataluña a la ruina económica, aquellos que reclamaban el 3% de comisión, se alzan como salvadores de su dignidad e idiosincrasia.

Eso, por no mencionar la actuación estelar de la diputada Andrea Fabra y su ya famoso slogan pro parados.

Tacita a tacita se hacen un hueco en el altar de la España profunda.

¿Cómo combatir tanta bazofia? Desde su blog de Abalorios –tan elegante, sensible e inteligente- Pilar propone una sonrisa diaria. No hay nada más beneficioso para el ánimo que tener siempre una sonrisa a mano.


¿Cómo contribuir al buen rollito?, te preguntas. Rebuscas en tus fotos y encuentras la que encabeza estas líneas. Una alumna de la escuela de interpretación de Cristina Rota hace prácticas en plena calle mientras dos emigrantes pasan a su lado cargados con unos hatillos sospechosos mientras el sol alumbra a unos y otra, ajeno a diferencias.

martes, 11 de septiembre de 2012

La medida del verano




En la primera juventud el paso del tiempo se mide en veranos. El verano es el tiempo de libertad. Más aún en el siglo pasado (ah, duro descubrimiento constatar que tu juventud pertenece a otro siglo) cuando los niños carecían del aparataje que ahora poseen pero, a cambio, disfrutaban de una autonomía de la que ahora carecen.

El verano era entonces turno de aventuras, de nuevas amistades, de correrías, de descubrir lugares secretos. Con el tiempo, el verano pasó a ser tiempo de nuevos novios. ¡Novios!, qué palabra, intraducible al presente.

A medida que el tiempo y la edad fueron avanzando, el verano se convirtió en el momento de los viajes al extranjero (ah, también el vocablo extranjero tiene ahora resonancias distintas a las que tuvo), de nuevas intendencias, de viajes familiares, de playa, apartamentos, hoteles. Todo, con el plazo establecido. Un mes como máximo.

El de 2012 ha sido como volver a la primera juventud. Verano de libertad. De reuniones familiares, de viajes al extranjero, de nuevas intendencias, de playa, de montaña, de cumplir deudas pendientes.

Estás de vuelta y te deleitas con lo vivido. Praga, ciudad que resume la historia europea, ese tejer y destejer de unos con otros. Esa forma civilizada de ser y estar. Tan limpia, tan cuidada, tan romántica, tan hermosa.




Esa plaza de Wenceslao por donde un día, recién cumplidos tus 20 años, bajaron los tanques rusos del Pacto de Varsovia dando por terminada la primavera de Praga, el socialismo de rostro humano. Tus amigos y tú discutisteis durante semanas sobre el alcance de aquel avance, sobre la capacidad de resistencia de Alexander Dubcek. Tus amigos y tú misma formabais parte de lo que el gobierno denominaba “los tontos útiles”, los que hacían el trabajo de campo a los antisistemas de la época, los compañeros de viaje del partido, en una época en la que partido solo había uno: el Partido Comunista.

Vosotros no erais comunistas pero la invasión de Praga supuso un desgarro en vuestras convicciones políticas y en vuestras relaciones personales. Se rompieron relaciones que no se recuperaron nunca más.

 

Dubcek desapareció de la escena política, a la primavera le sucedió el invierno y de aquellos meses quedaron en tu memoria las estupendas fotografías de Josef Koudelka. Praga se hizo un lugar en tu corazón como uno de los lugares a los que algún día habrías de ir.

Cuarenta y cuatro años después, ahí estás tú en la plaza de Wenceslao, buscando los rostros de aquellos praguenses que el 20 de agosto de 1968 se jugaron la vida frente a los tanques, de quienes asistieron al entierro de Jan Palach, el estudiante que se suicidó quemándose a lo bonzo en enero de 1969 en esta misma plaza.

 


La plaza Wenceslao era y sigue siendo lugar de reunión de los habitantes de Praga. El corazón popular de una ciudad que enamora al visitante. El lugar donde cayó Palach está ocupado por una sencilla placa que le recuerda a él y a Jan Zajic, un segundo estudiante siguió el ejemplo de Palach, y a todas las víctimas del comunismo,  y al que no le faltan flores frescas. Es un lugar que estremece.



Salvo esta pequeña zona, a la sombra de la estatua de san Wenceslao, bajo la escalinata del Museo Nacional, todo en la plaza apela a la alegría de vivir. Abundan los hoteles, los restaurantes, los bares y terrazas y los puestos de bocadillos de salchichas. En uno de los edificios que bordean la plaza trabajó Franz Kafka; hoy está ocupado por una firma de moda.



 


En tu estancia en Praga, has recorrido decenas de veces esa plaza. Te fotografías en los lugares que fotografió tu admirado Koudelka. Han pasado 44 años, te dices. Casi una vida. Pero has llegado.