sábado, 22 de diciembre de 2012

Próximo/prójimo

En la Plaza de Tirso de Molina un hombre cae al suelo como desmayado. Inmediatamente, se le acerca un joven negro y enseguida varias personas de piel blanca. Comprobamos que el hombre del suelo está consciente, abre los ojos, nos mira pero no nos contesta. Quizá no nos entiende. Todos tratamos de ayudar pero es el primer joven quien saca su móvil y llama al Samur. Simultáneamente, pasan dos agentes municipales en sus motos. Les damos el alto, paran y se hacen cargo de la situación. Le prestan los primeros auxilios y reclaman la asistencia sanitaria.

Los demás nos damos cuenta de que no somos necesarios y seguimos nuestro camino. Sólo el joven negro se acerca al hombre caído y le acaricia el hombro. Le sonríe. Vaya bien, le dice y se va.

Hay algo en este joven que le distingue de nosotros, su empatía, su proximidad. No quiero decir que a los demás no nos importe lo que le ocurra al hombre caído. Queremos ayudar, sin duda, pero hemos perdido el hábito de compartir con el prójimo. Ayudamos, si es preciso, pero mantenemos la distancia. Lo que quiera que sea que le ocurra, le está ocurriendo al otro, no a nosotros.

La escena trasciende lo anecdótico y explica, quizá, lo que sucede a nuestra sociedad. Entendemos la gravedad de lo que está ocurriendo, el desmantelamiento del sistema de bienestar social, la privatización de la sanidad, de la enseñanza, reclamamos una política diferente pero mantenemos un cierto distanciamiento en tanto no nos afecta directamente. Eso que sucede no nos preocupa tan directamente como para implicarnos un paso más.

Hemos confundido al prójimo -el próximo, el más cercano- con el vecino, el que vive al lado. Nosotros, tan civilizados y asépticos, quizá tengamos algo que aprender de nuestros inmigrantes, esas gentes que aún viven en primera persona el sentimiento de lo colectivo.

martes, 18 de diciembre de 2012

Ricos y pobres

Siempre habrá ricos y pobres. No sé las veces que habremos oído la frase. Viene a decir, deja las cosas como están que por mucho que hagas la vida es así y no hay que darle más vueltas.

Siempre ha habido ricos y pobres. Esto es, siempre ha habido quien tiene los privilegios y la sartén por el mango, el poder de decidir. Esto es, siempre hay quien nace sin posibilidad de superar sus condicionantes de clase desfavorecida.

Siempre habrá ricos y pobres. O sea, quien es expulsado de su casa y quien puede aprovechar el momento para hacerse con un patrimonio inmobiliario una vez conseguido bajar los precios de las viviendas.

Siempre habrá ricos y pobres. Poderosos y desplazados a las fronteras de la sociedad. Siempre ha habido quien puede escoger y quien no dispone ni de lo imprescindible para subsistir.

Siempre. Lo que no nos dicen es el por qué. Por qué, si hay para todos –comida, energía, lugar para vivir- unos acaparan y otros carecen. No lo explican porque tendrían que ir al fondo del asunto y eso supone preguntas incómodas. Incómodas para todos, para uno mismo también.

Estos días andamos preparando los regalos navideños. Más moderados, por razones de fuerza mayor y por solidaridad, pero seguramente excesivos. En esas ando, cuando mi hija me cuenta que la nieta ha escrito la carta a los Reyes Magos y Papá Noel y, sumados los importes de todo lo que había pedido, suponía un gasto de 600 euros.

Le he explicado lo privilegiados que somos y que en su colegio hay tres niños que no comen más que una comida al día, la que hacen en el colegio, dice y añade, pobrecitos míos, tres niños que tengo en el huerto ecológico escolar, que se lo pagan los servicios sociales. Yo les llevo la merienda, cuando tengo huerto con ellos, para que ese día coman un poco más, pero uno de los días el pequeñito, que tiene tres años, estaba llorando inconsolable porque tenía hambre. Manda cojones.

¿Son inmigrantes?, pregunto.

No, son catalanes, su madre les ha abandonado y el padre se ha quedado solo con los tres. Se pasa el día trabajando pero gana poquísimo porque es otro de los parados que subsisten con lo que va saliendo. Los niños están flaquísimos, con ropa que les queda pequeña y su casa tiene un cristal roto y no lo pueden arreglar. Vamos, que se me parte el alma, concluye.

Algo deberían hacer los servicios sociales de la Generalitat, en vez de andarse buscando la pulga con la independencia, dejo yo caer.

Los atienden, sí, me explica ella, el comedor y las tareas extraescolares lo paga la Generalitat, y también el Ayuntamiento colabora pero no dan para más. Y los niños trabajan en el huerto escolar como descosidos para que cuando salga la “comida” se la puedan llevar a casa.

Naturalmente, la nieta ha rehecho la carta petitoria. Pero yo le doy vueltas a la sentencia sobre la sempiterna existencia de ricos y pobres. Nosotros, que tenemos una mínima capacidad de resistencia y de protesta, que dialécticamente nos situamos en el lado de los pobres frente a las grandes fortunas, somos realmente privilegiados. A nuestro lado, los veamos o no, viven familias como las que me cuenta mi hija. Padres sin trabajo, sin perspectiva, sin futuro, niños mal nutridos. Niños que lloran de hambre. Hombres que esconden su fortuna para no pagar impuestos.

Siempre habrá ricos y pobres, percibo el eco de la sentencia tantas veces oída. ¿Por qué razón? ¿Por qué lo consentimos?

lunes, 10 de diciembre de 2012

Pasión dominical

A medida que se acerca la fecha maya del 21-12-2012, se comprende cabalmente que, en efecto, el mundo se está acabando. Ya, ni las tardes dominicales de sofá y periódico son los que fueron.

De entrada, hace tiempo que hay que comprar el periódico con pinzas para evitar el contagio. Y luego, que hay días que dan ganas de devolverlo y pedir una indemnización por los traumas devenidos. Es lo que estoy pensando sobre el número de ayer, el 12.950 de El País, edición Madrid.

La portada ya advierte: “Wert y la Iglesia negociaron con sigilo la religión en la enseñanza. Los obispos están a punto de lograr su mayor victoria en educación”.  Negociar, sigilo, educación, victoria, Iglesia –la católica, por si había duda- ¿de qué estamos hablando? De negocio puro y duro, de ideología, pura y dura. De un gobierno que se rinde a los pies de una organización religiosa y le sirve en bandeja un negocio redondo. Sigilosamente, como gusta de hacer las cosas la Iglesia. Contraponiendo adoctrinamiento religioso con formación para la ciudadanía. Razonable oposición: es difícil asumir los derechos de ciudadanía con una iglesia anclada en privilegios medievales.

Paso las páginas del periódico y en la 12 leo: “Díaz Ferrán presionó a Ruiz-Mateos para que usara a su mismo testaferro”. Bien, me digo, dignos ejemplares de la clase empresarial que nos ha tocado en desgracia. Modelos de referencia para los jóvenes que buscan abrirse camino en los negocios.

En la página 16, un reportaje explica pormenorizadamente hasta qué punto los gobiernos de cualquier signo están diligentes repartiendo indultos a otros políticos para evitar el sofoco de los antecedentes penales a quienes han aprovechado el cargo para delinquir por todo el morro. “Los políticos sí tienen perdón”, reza el titular. Algunas fotos que ilustran el texto me son conocidas y noto que se me están poniendo mala leche.

Paso página y observo con perplejidad que la información la firma Luis R. Aizpeolea. ¿Cómo puede ser? El firmante es uno de los periodistas despedidos por obra y gracia de Juan Luis Cebrián al aplicar el ERE. ¿Lo habrán readmitido o se trata de una utilización a posteriori? Comoquiera que sea, el titular no lo arregla. “Zapatero: ‘Lo hecho, hecho está’”. La entrevista refleja palmariamente la inanidad del personaje. Un ejemplo de cómo el sistema de partidos favorece la promoción de individuos de perfil plano, gente maleable por las estructuras de poder. Un tipo que ha llegado más lejos de lo que nunca soñó, seguramente. Aquél que dijo tomar las decisiones “me cueste lo que me cueste” y que se ha garantizado un retiro desde el que poder mirar el futuro sin sobresaltos. De los pocos españoles que pueden mirarlo con esa tranquilidad. Ese es el precio que pagó él.

La página 22 se subdivide en una entrevista a cuatro columnas a la ministra de Des-Empleo: “Báñez se mete en todos los charcos”,  y una columna con el siguiente titular: “Baltar achaca al enchufismo de su padre el ERE en la Diputación de Orense”. Una y otra abundan en las mismas conclusiones ya expresadas, ahora referidas a personal pepero. El mismo modelo, “porque yo lo valgo y para morro, el mío”.


La vuelta de página no mejora el panorama. La foto muestra al ministro de Economía, de Guindos, con esa dentadura que parece una talla más grande que la boca, que le construye una risa zorruna. Se me está poniendo un nivel de cabreo tal que paso directamente a la página siguiente. “Castillos (y palacios) en el aire”, titula la información sobre la crisis de Paradores, en la que viene a recordarnos que la presidencia de esta empresa ha sido una bicoca que se ha repartido por los gobiernos de turno a mayor beneficio de los suyos. La última de esta cadena, Ángeles Alarcó, la ex del ex (ex ministro, ex director del FMI, ex presidente de Bankia) Rodrigo Rato.  Que ya son ganas de tentar a la suerte con estos gafes.

El cuadernillo de Madrid habla de la huelga de los profesionales de la Sanidad pública. “Un modelo en entredicho”, titula la información, en la que se cuenta el propósito del gobierno autonómico de privatizar el sistema sanitario. Alegría para el cuerpo es lo que necesitamos.

Llego, finalmente, a la página 36 en la que detallan pormenorizadamente lo que anunciaban en portada. La rapiña eclesiástica. La información se ilustra con una foto del ministro con cara de “mi reino no es de este mundo”. Un corte a dos columnas anuncia: “Un traje a medida para la enseñanza separada por sexos”. Bien vamos, a velocidad acelerada hasta el siglo XVIII.

Vuelvo la página y leo: “Un Kioto descafeinado hasta 2020”. En resumen rápido, tampoco nos importa demasiado defender el ecosistema.

Si hay que juzgar por la prensa diaria, en España no funciona nada y lo que funciona -sanidad y educación- nos estamos aplicando a desmontarlo con la alegre complicidad del gobierno, la iglesia y las empresas interesadas en el negocio. Se me han quitado las ganas de hacer los crucigramas, que es lo que más me gusta de los dominicales. Cierro el periódico, apago la tele –que no tiene la culpa, pero por si acaso- pongo música y abro el libro.

Ya, ni las tardes de domingo se respetan.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Sic transit

No somos nada. A veces creemos otra cosa, pero se trata de un espejismo. Sólo tenemos aquello que damos. Sólo somos aquello hacemos. Sic transit gloria mundi.

Celestino Corbacho fue ministro de Trabajo e Inmigración entre los años 2008 y 2010, ayer mismo. Gestionó su cartera con un ojo puesto en la Moncloa, donde el presidente Zapatero le ninguneó tantas veces como tuvo ocasión, y el otro en Cataluña, donde esperaba hacer carrera política. De hecho, dejó el ministerio para engrosar las listas del PSC cuando se convocaron elecciones al Parlament catalán. Las cosas no han sucedido con arreglo a sus proyectos y el Partido Socialista de Cataluña está en caída libre como su homónimo en el resto del país.

Al ex alcalde de Hospitalet la gloria le duró muy poco y lo poco que le duró estuvo trufada de sinsabores. El mayor de ellos el que le ocasionó el presidente de la patronal, a la sazón Gerardo Díaz Ferrán quien se negó a llegar a un acuerdo social con los sindicatos auspiciado por el gobierno Zapatero.

Desde la presidencia de la patronal se dedicó a hacerle la campaña al partido popular en un flujo de ida y vuelta que, ahora se ha visto, se recompensaba mutuamente.

Díaz Ferrán (si llegáis a tiempo no os perdáis este enlace de wikipedia) era entonces un hombre dicharachero, amigo de ofrecer titulares en frases a cual más celebrada por un tipo de prensa afín, que le reía las gracias. Especialmente gracioso era aquél que definía a la entonces presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, como "cojonuda". Término que seguramente apela a las dotes intelectuales del autor y de la piropeada.

Pues bien, si la carrera de Corbacho derivó cuesta abajo y sin frenos, la trayectoria Díaz Ferrán entró en picado, hubo de abandonar la presidencia de la CEOE, perdió sus empresas y fue procesado por causas varias. Se supo entonces que, como miembro del consejo de Caja Madrid se había concedido créditos millonarios que no se molestó en devolver, pese a lo cual le fueron prorrogados por Rodrigo Rato. Cuando ya la quiebra era evidente trató de salvar sus muebles de mala manera. Le fue embargado el chalet familiar pero el banco tuvo el detalle de permitirle vivir en él ahora ya como inquilino.  

Hoy, dos días después de concluir el periodo de la amnistía fiscal que el gobierno concedió a quienes habían evadido y ocultado sus bienes, ha sido detenido por alzamiento de bienes y blanqueo de dinero. Al registrar su casa le han encontrado 150.000 euros y un kilo de oro. Esta noche parece que va a pernoctar en la comisaría.

Es de suponer que en las dependencias ministeriales que fueron de Corbacho y en los despachos de la CEOE que fueron de Díaz Ferrán sus sucesores hoy se hayan tentado la ropa varias veces evocando aquello de polvo eres, etc. No hay constancia de que en los locales donde reinó Rato se haya producido reacción alguna pero el presidente de la patronal bancaria, Miguel Martín, ha dicho -con la boquita pequeña, pero lo ha dicho- que podrían exigirse responsabilidades a los directivos que estaban cuando se vendieron las preferentes.

Verdaderamente, no somos nada. Ni nadie.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Sofonisba Anguissola y la historia oficial

La dama del armiño
Cada cual pone sus complacencias en lo que le apetece, que para eso están los colores y los gustos. A mí, lo tengo archirrepetido, me gustan las pinacotecas en general y el Museo del Prado en particular. Me dejas un día por la mañana en la puerta de Goya y me recoges a última hora en la de Murillo y yo, feliz. De hecho, cuando tengo un día tonto que no sé cómo rematar me voy paseando al Prado, enseño el carnet que me permite entrada gratis -porque han puesto el ticket a 12 euros, excepto a partir de las 18 horas, que el acceso es gratis- me doy un paseo por mis salas favoritas, bajo a los flamencos, echo un vistazo al Descendimiento de Van der Weyden, me detengo un momento frente a la Virgen y el Niño y me voy con la sensación de haber apañado el día.
La Virgen y el Niño de Van der Weyden
Descendimiento - Van der Weyden
Lo declaro de antemano para que no parezca que me pongo estupenda con el asunto. Dicho lo cual, ¿a nadie le parece extraño que en una muestra exhaustiva de la pintura universal estén tan poco representadas las mujeres? Las informaciones de prensa afirman que sólo una mujer –Sofonisba Anguissola- cuelga su obra en la primera pinacoteca española. Si hay alguna otra, yo no lo conozco.
Ana de Austria Sofonisba Anguissola
Ya sé que hubo un tiempo –la conjugación en pasado es un brindis al optimismo- en que las mujeres apenas tenían presencia en las bellas artes, obligadas a la reclusión en el ámbito privado. Así y todo, hubo mujeres, excepciones pero hubo, que descollaron en la pintura sin que apenas nos haya llegado su obra.
Felipe II - Sofonisba Anguissola
Es el caso de Sofonisba Anguissola, nacida en Cremona en 1532, la mayor de siete hermanos, seis de ellos mujeres. Fue su padre quien alentó a las hijas a dedicarse a la pintura y fue Sofonisba quien más lejos llegó en este propósito. Viajó a Roma –conoció a Miguel Ángel y a Vassari- a Milán y a Madrid, donde fue pintora de la corte y dama de compañía de Isabel de Valois, esposa de Felipe II. Aquí trabajó con Sánchez Coello, lo que le ha valido para que, con frecuencia, sus obras se atribuyan al pintor.

Otra de sus obras más conocidas –La dama del armiño- ha venido siendo atribuida al Greco. Es mi favorita.
Catalina Micaela - Sofonisba Anguissola
«La vida está llena de sorpresas; intento capturar estos preciosos momentos con los ojos bien abiertos», dejó dicho Sofonisba con toda razón pues tuvo una vida novelesca para una mujer de su época. En 1570, a los 30 años, edad en que una mujer era considerada casi anciana, Felipe II le concede una dote y le arregla la boda con un hijo del Príncipe de Paterno, virrey de Sicilia. El marido moriría en 1979 y, en un viaje a Cremona, Sofonisba se enamora del capitán del barco, Orazio Lomellino, más joven que ella, con el que se casa en 1980.
Isabel de Valois - Sofonisba Anguissola
La pareja se instala en Génova, donde Sofonisba disfrutó de su propio estudio y de tiempo para dedicarse a la pintura y al dibujo, merced a la pensión concedida por Felipe II y a la fortuna del marido. Fue famosa, se codeó con muchos colegas coetáneos y creó escuela entre los pintores jóvenes. Murió a los 93 años, aclamada y respetada.  

Cuando se cumplía el centenario de su nacimiento, Orazio colocó una inscripción en su tumba dedicada: «A Sofonisba, mi mujer .... quien es recordada entre las mujeres ilustres del mundo, destacando en retratar las imágenes del hombre ... Orazio Lomellino, apenado por la pérdida de su gran amor, en 1632, dedicó este pequeño tributo a tan gran mujer».

Se le han atribuido con certeza medio centenar de obras que cuelgan en galerías italianas, en Budapest y en el Museo del Prado. Se dice que su retrato de Isabel de Valois con una piel de marta cibelina fue el más copiado en España, incluso por Rubens.
  
El catálogo del Prado cuenta con cuatro obras suyas que no siempre están colgadas. Me pregunto cuántas obras admiramos en éste y en otros museos atribuidas a caballeros con el ego bien retribuido que en verdad fueron realizadas por mujeres olvidadas por la historia oficial.

martes, 20 de noviembre de 2012

Tras el 20-N: Justicia aritmética o justicia poética

Hay fechas que podrían desaparecer del calendario y pocos las echarían en falta. El 20 de noviembre es una de ellas.

Durante décadas, exactamente desde 1936 a 1975, esta fecha remitía sin remedio a José Antonio Primo de Rivera, primero el Ausente y luego el omni-Presente. El fundador de la Falange Española fue uno de los santos de obligada veneración durante la dictadura franquista. Cada 19 de noviembre partía de la casa familiar de los Primo de Rivera, en la calle Génova, una comitiva fúnebre que al día siguiente rendía homenaje al Fundador en su tumba del Valle de los Caídos.

La decadencia física del general Franco era evidente mucho antes de 1975 –recuérdese al efecto las imágenes temblonas y llorosas durante el funeral de Carrero Blanco- pero a partir del 1 de octubre de aquel año se precipitó sin remedio. La versión oficial sostuvo que se enfrió al presidir desde el balcón del Palacio Real la manifestación de adhesión inquebrantable de quienes aplaudían las ejecuciones –cinco hombres jóvenes- firmadas por el general a finales de septiembre. Lo cual, de ser cierta, como parece, no dejaría de ser una suerte de justicia poética.

La agonía del dictador fue retransmitida en tiempo real. Cada mediodía y cada noche de aquel mes y medio el diario informativo de RNE de obligada conexión entonces –popularmente, el Parte- daba cuenta del diagnóstico del “equipo médico habitual”, cada vez más oscuro, más enrevesado.

Los españoles, acostumbrados a leer entre líneas, eran conscientes de que se aproximaba la hora final del dictador. Dos teorías acerca de la fecha final hicieron fortuna por entonces. La primera señalaba que los médicos trataban de mantenerlo con vida –aunque fuera aparente- para hacer coincidir su muerte con la de José Antonio, el 20-N. La segunda era más enrevesada y apuntaba a una cierta justicia aritmética. La muerte de Franco estaba escrita en su propia deslealtad. 

¿Cuándo se produjo el alzamiento militar?, preguntaban entonces los entendidos en la materia. El 18 de julio del 36, respondías. ¿Cuándo terminó la guerra civil?, insistían. El 1 de abril del 39, contestabas. Muy bien, ahora suma ambas fechas, día, mes y año y conocerás qué día va a morir el general golpista. Tú sumabas 18+1= 19; 7+4=11; 36+39=75. El 19 de noviembre de 1975. Pero la familia ha ordenado a los médicos que ese día no se muera, aseguraban los entendidos.

Los periodistas que siguieron la agonía desde el hospital de La Paz contaron que en la noche del 19 se produjeron indicios de que el difunto había muerto. De hecho, las rotativas estaban preparadas para dar la noticia al menos desde las 10 de la noche de ese día pero no fue hasta la madrugada del 20 cuando la agencia Europa Press emitió el teletipo oficializando el óbito. Luego, Arias Navarro aparecería en TVE con el ya famoso: Españoles, Franco ha muerto.

A partir de entonces pudo recordarse que ese mismo día, en 1936, además de José Antonio había muerto también Buenaventura Durruti, personaje con ribetes míticos entre los anarquistas.

Con esos antecedentes sólo a José Luis Rodríguez Zapatero se le hubiera podido ocurrir convocar elecciones generales el 20 de noviembre de 2011. Lo que venimos padeciendo desde ese día los españolitos de a pie no está escrito en los papeles.

Hemos llegado a un punto que ya sólo nos queda esperar alguna suerte de justicia poética y aritmética que venga a sacarnos de semejante atolladero.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Píldoras de filosofía

 
 El mundo está lleno de gente aguda, dispuesta a regalar su inventiva y su ingenio de manera generosa. Basta con salir a la calle y mirar. Yo, además, lo fotografío y, de vez en cuando, lo traigo aquí para compartir con los amigos.

Frecuentemente, son fogonazos de inspiración, píldoras de filosofía para andar por casa o para ir un poco más lejos. En otras ocasiones, indican nuevas formas de organización. También son maneras de expresar la opinión individual o colectiva. 

Madrid ofrece dosis abundantes de este recetario. He aquí algunas.

Me gusta particularmente el mensaje que abre este comentario por lo que tiene de realismo: La evolución es anticonstitucional. 
 
Realista como pocos la secuencia de imágenes capturada en la iglesia de San Cayetano, en la calle de Embajadores, donde se advierte que el cambio de costumbres y la especialización llega también a los menesteres eclesiales. Me pregunto, si alguien precisara acogerse a sagrado ¿a qué hora habría de acudir?
También realistas los mensajes hallados en el campo de la Cebada, lugar okupado por grupos sociales de diversa índole. Cantamañanas, reza la pancarta de la actividad preparada para los más pequeños en la matinal de un domingo cualquiera. Más complicado me resultó descubrir el mensaje del improvisado sanitario.
Sol
Opi
Sno
Ca
C
A
En esta plaza no hay bancos para poner el culo, advierte el mensaje captado en la Plaza de Benavente. Hablando de bancos, conviene distinguir.
Hay mensajes incuestionables. Sin clientes no hay prostitución. Discusión zanjada.
Pero también los hay que se prestan a la disquisición. Votar es morir un poco. Ay.
Los hay que distribuyen su mensaje. Primera parte introductoria: Explotadores cabrones.
Segunda parte y conclusión: Nos hemos quedado con vuestra cara y podéis iros preparando. Os vamos a hacer la vida imposible.
Próximo al lugar, la calle Lavapiés, el autor -¿quizá la misma mano?- encontró la vena lírica. Camina, pero...no te olvides de mirarar (sic) las flores.
En la misma calle, otra dosis de lirismo cuestiona al viandante. ¿Qué has hecho hoy de bueno para cambiar el mundo?
Sin abandonar el lugar, una interpelación metafísica. ¿Existe la vida antes/después de esta muerte?
A caballo entre la filosofía y la vida práctica, un propósito loable: A Dios pongo por testigo que no pagaré 5 pavos por una caña. En la zona de La Latina.
Los hay que van con la filosofía a cuestas. Ante el terrorismo financiero expropiación bancaria, reclamaba el manifestante del Paseo del Prado la semana pasada. Esa manifestación en la que el centro de Madrid estaba petado. Cuatro gatos, 35.000 según la delegada del Gobierno, que anda trasteando con la aritmética, la pobre.
Cuatro gatos y, al menos, un perro. No es mi crisis, es tu estafa, sostenía el chucho.
En fin, tratándose de Madrid, concluiré con una amable invitación a su alcaldesa: Ana go home. La pobre.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Dolor de proximidad

En periodismo, la proximidad es un elemento decisivo. Nos sobrecoge conocer que han muerto cuatro jóvenes en una fiesta de Madrid pero leemos sin emoción que en Siria han muerto cien personas en un bombardeo. Por la misma razón, apenas echamos una ojeada a los titulares que hablan del eterno conflicto palestino-israelí.
Vista de Gaza desde Sderot
En estos días, las armas han vuelto a sonar en un lugar secularmente masacrado. Desde la franja de Gaza se han disparado misiles hacia las poblaciones de Israel y el ejército israelí ha vuelto a emplear los principios de ojo por ojo y ciento por uno. La historia de siempre.
Las nuevas paradas de bus de Sderot, convertidas en bukers antiproyectiles
Israel administra a su antojo los accesos a los territorios ocupados
Sabemos, por la misma reiteración de sucesos, que los misiles palestinos no tienen la eficacia del armamento israelí porque aquellos carecen del respaldo económico que sí tienen los israelíes. El armamento palestino es casi rudimentario, comparado con la sofisticación de las armas judías. Es una cuestión de presupuesto, no de intencionalidad. Los palestinos quieren matar a los judíos porque éstos los echaron de su tierra y les oprimen. Los judíos quieren matar a los palestinos porque éstos les amenazan y, en ocasiones, les matan.

¿Qué futuro les espera a los niños palestinos?
El bien nutrido presupuesto del ejército israelí les permite afinar objetivos, hasta el punto de que han conseguido dar muerte a uno de los líderes de Hamás –partido que domina la Franja de Gaza- y a varios civiles que pasaban por allí. Los misiles disparados desde Gaza llegan adonde llegan y matan a quien pueden.

Apenas un cuarto de página en los periódicos. Ocurre que los lugares de los que hablan las noticias me son familiares. Yo estuve allí y al leer y al oir las noticias siento un pinzamiento en el ánimo que no percibo cuando hablan de Siria, por ejemplo. La proximidad.

Sderot
Oigo hablar de los palestinos y recuerdo sus campos de refugiados, donde permanecen desde hace décadas generaciones y generaciones de familias, condenadas al ostracismo, a la miseria, olvidados de la historia.

Sderot
Oigo hablar de los israelíes y pienso en Sderot, población ubicada en la misma frontera de Gaza, cuyas viviendas disponen todas de un bunker donde guarecerse cuando las alarmas advierten de un nuevo ataque. Donde hasta las paradas de bus se han bunquerizado, donde lo primero que se enseña en los colegios son los planes de protección y evacuación, donde los carteles indicadores muestran signos de los últimos ataques. Donde la vida toda está condicionada por la amenaza del otro lado.

El proceso se mantiene desde hace décadas y, sin apenas variación, desde la constitución del estado de Israel en 1948. Los palestinos matan cuando pueden. Los israelíes matan cuando quieren. Unos y otros nos enseñan sus muertos, lloran sobre sus cadáveres. Nada nuevo, nada que no sepamos. Nada que no pudiera arreglarse si las grandes potencias hubieran querido o quisieran alguna vez. 

Control del paso de Qalandia
Campo de refugiados de Qalandia
Nada nuevo. Excepto que a mí me duele porque conozco a personas, judíos y palestinos, que trabajan codo con codo para encontrar una solución justa para todos, que se reúnen, hablan, discuten, elaboran programas, crean empresas, enseñan que pueden convivir en paz. Me duele porque, sin embargo, siguen cayendo las armas y matando a niños. Me duele constatar que tampoco aquí le dan una oportunidad a la paz.

Los niños son niños en cualquier parte del mundo
Es lo que tiene la proximidad. Duele pero, como ocurre siempre, otras noticias vendrás y se llevarán mi pesar. El único dolor que es definitivo es el de quienes están allí, ajenos a los intereses de unos y de otros: palestinos y judíos que quieren vivir en paz y no pueden porque no les dejan. Esa sí que es proximidad.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Otra huelga es necesaria

La de ayer fue la novena huelga general convocada desde la muerte del difunto. Cinco lo fueron frente a gobiernos socialistas, una contra UCD y dos contra gobiernos conservadores.

He seguido algunas y otras, no, según lo que me dictaba la conciencia en cada caso. La situación en 2012 es de las que reclamaban un seguimiento masivo de cualquier protesta pero la huelga del 14-N me ha pillado ya fuera del mercado. Creo, pues, que estoy en posición de opinar sin ningún condicionante personal. Debemos pensar en otras formas de protesta. La huelga, tal como se interpreta hoy, no favorece los intereses de los trabajadores.

La huelga es un mecanismo de defensa heredado del siglo XIX cuando el trabajo carecía de cualquier regulación y los trabajadores de cualquier protección. Desde entonces, el sistema laboral ha evolucionado notoriamente pero así como las patronales se han organizado eficazmente y han sabido adaptar sus estrategias a cada momento los sindicatos parecen haber anclado sus mecanismos en un tiempo que nada tiene que ver con el actual.

La huelga, el cese voluntario y unilateral del trabajo por parte del trabajador como mecanismo de protesta, tiene un valor simbólico y otro efectivo. El primero apunta principalmente a quien ostenta el poder político: estos son mis poderes, vienen a decirle los sindicatos. El segundo, afecta al empresario y, más directamente, al trabajador, que ve mermados sus ingresos en la cuantía correspondiente al periodo no trabajado.

Pero actualmente no todas las empresas y no todos los empresarios son equiparables. No es lo mismo la Renault o Volkswagen, que gestionan presupuestos y cuentas de resultados de muchos dígitos, que una frutería de barrio. Y no todos los trabajadores están en la misma posición a la hora de decidir si trabajan o hacen huelga. No es lo mismo un funcionario, incluso con los recortes de derechos que ha introducido la última reforma laboral, que un empleado en una pequeña empresa, un interino o un temporal. Aunque los recortes afecten a todos las consecuencias, no. En última instancia, la primera incidencia de la huelga es sobre la economía del huelguista.

La reforma laboral aprobada por el gobierno Rajoy es la manifestación de la supremacía de la patronal sobre los sindicatos a la hora de diseñar las relaciones laborales. Contra lo que viene afirmando el gobierno, la reforma no es una modernización del mercado laboral, sino un retorno al feudalismo. Son los poderes económicos quienes dictan las leyes de vasallaje a las que someten a los trabajadores-vasallos, tras haber privado a éstos de cualquier capacidad de defensa.

Hoy, los trabajadores han perdido casi todos los derechos que, tan dificultosamente, habían ido conquistando a lo largo del siglo XX. Mientras los poderes económicos han modernizado su armamento, los trabajadores salen al campo de batalla con las mismas armas que utilizaban en el siglo XIX. Se adentran en la guerra nuclear armados con un tirachinas.

Warren Bufflett, uno de los hombres más ricos del mundo, cuya fortuna se ha basado esencialmente en la especulación, lo advirtió ya en 2006. “Por supuesto que hay guerra de clases. Pero es mi clase, la clase rica, la que está librando la guerra y vamos ganando”. Desde entonces, todas las batallas les han sido favorables a los ricos. El poder político está rendido a los pies del poder económico.

La huelga es un gesto hacia el gobierno, un pellizco de monja a la patronal y una merma salarial al trabajador. Hay que repensar otras herramientas de combate más acordes con los tiempos que vivimos.
Desde el feminismo se planteaban algunas propuestas para intervenir en la huelga de ayer con nuevas armas.  Huelga de cuidados, huelga de consumo.

Ahí es donde se puede hacer daño a los nuevos señores feudales: dejar de consumir, dejar de comprar, sacar el dinero de los bancos. Repetir esas operaciones tantas veces como sea necesario.

De acuerdo con los últimos datos oficiales, en octubre había 16.736.727 personas ocupadas en España. Si ayer cuatro millones de esos trabajadores, menos de un 30% del total de quienes tienen trabajo, se hubiera dirigido a su entidad bancaria y hubiera sacado lo que tiene depositado en su cuenta, el poder económico hubiera sentido el aliento en el cogote. Aunque hoy lo hubiera vuelto a ingresar. Para tenerlo disponible en la próxima oportunidad que fuera necesaria una huelga.

Naturalmente, en tiempos de dominio tecnológico, hay iniciativas mucho más osadas pero que podrían rozar la ilegalidad y de esa medicina ya ha tomado dosis suficiente Wikileaks. Pero no comprar un día a la semana o disponer del dinero propio son mecanismos absolutamente legales y que no operan contra los intereses de los trabajadores. 

Quizá haya llegado el momento de pensar en otras herramientas porque así como otro mundo es posible, otra huelga es necesaria.

martes, 13 de noviembre de 2012

Toda la belleza del mundo


Hay quien pasa por la vida creyéndose el centro del universo aunque apenas haya hecho nada por mejorar el mundo que le tocó en suerte. Hay quien pasa sin hacer ruido aun cuando dedique su vida a hacer más agradable la existencia de sus semejantes.

Jaroslav Seifert fue de los segundos y, por alguna suerte de justicia poética, al final de su vida le otorgaron el Premio Nobel de Literatura.  Nació en 1901 y murió en 1986. Atravesó casi todo el siglo XX, en la convulsa Europa y participó en todos los movimientos literarios y en todas las contiendas defendiendo los derechos humanos. Fue encarcelado, torturado y postergado literariamente, primero por los nazis y luego por los comunistas. Mantuvo el tipo y la dignidad y creó una obra poética que imaginativa y sensual que le sitúa como uno de los primeros poetas checos.

En 1983, un año antes de que el jurado del Nobel le señalara con el dedo de la inmortalidad, escribió sus memorias con el título Toda la belleza del mundo. Es un libro maravilloso. En él va hablando de cómo era el mundo que le tocó vivir, cómo era la sociedad checa, cómo eran sus amigos, cómo era la vida de Praga.

Vale la pena leerlo para entender que, incluso de los momentos más negros de la historia se sale y se sigue. Para constatar que antes, ahora y siempre la sociedad la forman personas generosas y ruines, seres desprendidos y otros egoístas, gente que explota y gente que se entrega a los demás. 

No hay en él mención alguna a sus penalidades, a su actitud heroica en los tiempos difíciles. Da por sentado que los lectores conocen las grandes líneas de la historia colectiva y la suya personal así que se dedica a contar las anécdotas menudas. El resultado es un magnífico retrato de su época narrado en un tono en el que mezcla la ironía con el lirismo.

He aquí algunas de las perlas:

“A veces voy allí a llorar silenciosamente. Es verdad que la casita no era muy indicada para vivir en ella, pero era hermosa (…)
Si en este momento habéis oído un silencioso suspiro, no hagáis caso. Soy yo quien ha suspirado por la belleza de aquellos tiempos pasados, cuando éramos felices y no lo sabíamos. Ahora ya lo sabemos (…)
Tenía ganas de hacer el amor con Praga; sólo con los ojos, de la misma manera que cuando miramos a una mujer, enamorados, desde el cabello hasta los pies (…)
Max Brod afirmó en cierta ocasión que el río Moldava fluye en sí mayor –porque Smetana lo quiso así- (…)
En mi tiempo, lo que hay de bello en el amor era todavía un poco más hermoso (…)
El tiempo no nos trató nada bien. Los años pasaban despacio. Cuando se vive mal, el tiempo no se apresura para darnos tiempo a saborear todos sus horrores. Despacio nos deja olvidar, aún más despacio cura las heridas, pero las cicatrices no las borra nunca (…)
Un día nos uniremos a sus filas (de los muertos) y con ellos esperaremos para entrar en los sueños de aquellos que habíamos dejado (…)
La vida no deja de llevarnos a algún lugar lejano, y nosotros no hacemos más que decir adiós a las riberas que desaparecen (…)
Este siglo parecía un trapo de carnicero: No dejaba de correr en él la espesa sangre negra (…)
En el fondo del alma de cada persona están escondidas dos cosas: la curiosidad y el miedo (…)
Ya que no nos es dado vivir durante mucho tiempo, dejemos algo detrás de nosotros como testimonio de nuestro paso por la vida (…)
A veces me parece casi imposible creer que, después de producirse aquellos hechos –no tan antiguos, en realidad- nos coloquemos ante la barra de un merendero, nos tomemos una cerveza, un refresco, bromeemos con una chica bien peinadita que está detrás de la barra y sonriamos felices. ¿Cómo puede ser que nuestra vida –y entre aquellos muertos había decenas de miles de los nuestros- haya superado aquellos espeluznantes acontecimientos con tanta facilidad y que siga adelante como si en nuestras existencias jamás hubieran tenido lugar aquellos episodios terroríficos? No estoy hablando de los jóvenes. Pero nosotros fuimos testigos. ¡Qué pronto olvidan los vivos! Probablemente, así debe ser. Probablemente, de otro modo vivir sería imposible (recordando el nazismo)
Vamos por la vida de desengaño en desengaño. Si los encerramos dentro de nosotros y no se los mencionamos a los demás, a eso se le llama optimismo vital. Pero empiezan ya en la infancia y continúan hasta el final de la vida. (…)
Cada uno tiene en su vida recuerdos sentimentales al menos para un minuto. (…)
Ahora sé bien que, si un hombre decide poner fin para siempre a todas las locuras, a todos los sueños y a todas las tonterías a las que estaba tan acostumbrado de joven, empieza a ser viejo (…)
No es tan fácil ir ahuyentando siempre de sí el desaliento de la vejez, pero es la única manera de escapar a la desesperación. También sé ahora que no es nada ingenioso mezclar el café azucarado con las lágrimas de uno (…)
La aventura tuvo un final feliz: no volví a verla nunca más en mi vida (…)
Al llegar a una edad avanzada –dice André Gide- siento menos curiosidad por los países, incluso por los más hermosos, pero cada día me siento más curioso con respecto a la gente. Aunque el científico Jean Jeans nos asegure sinceramente que no somos más que moho. Pero, ¡qué cosas ha conseguido hacer este moho y cuánto ha creado! (…)
Podéis pensar de mí lo que queráis, pero cuando las cédulas del gusto de mi boca se refocilan, amo la vida con todo mi corazón (…)
Pero ya sólo eran los colores de los recuerdos, meras apariencias, mera añoranza, mera tristeza y nada más (…)
Cada día nos moríamos un poco, como aconsejaba Tristan Tzara, pero nadie pensaba (…)
Y eso es todo. Cuanto quería y podía decir, lo he dicho. He terminado mi relato”.

lunes, 12 de noviembre de 2012

La sacrosantidad de las deudas


Las cifras son sangrantes. 500 desahucios de media al día, según repiten en la radio, cerca de 400.000 desde 2007. Más de un millón de ciudadanos que han perdido su vivienda en lo que llevamos de cuesta abajo por las malas prácticas del sistema bancario.

Decimos crisis y parece que la palabra lo cubre todo. Pero la crisis, -nunca será suficientemente reiterado-, es la consecuencia del fracaso y del descontrol total en la organización del sistema financiero consentido por los reguladores del sistema con la complacencia del poder político.

Ese fracaso, la mala praxis y la permisividad han conducido a la bancarrota a la mayoría de entidades bancarias, salvada in extremis por la inyección de dinero público que, en última instancia, pagamos los ciudadanos.   

Pues bien, esos mismos ciudadanos que pagan las alegrías bancarias se ven desalojados de sus viviendas por no poder hacer frente a las hipotecas que les fueron ofrecidas por los bancos y que suscribieron en días de vino y rosas, cuando parecíamos instalados en una euforia permanente.

Las noticias empezaron, primero con cuentagotas y pronto en aluvión, en las grandes ciudades, en las ciudades dormitorio del entorno de las primeras, hasta extenderse por todo el territorio nacional de manera que raro es el pueblo que no ha sido testigo de algún proceso de desahucio. Un proceso dramático en el que se plasma como en pocos otros hasta qué punto el poder está al servicio de los poderosos. Los jueces, la policía, los funcionarios municipales, de consuno, emplean sus mecanismos de fuerza contra quienes primero perdieron el empleo y ahora pierden el lugar donde vivir por no poder hacer frente a sus deudas. Todos, en defensa de los derechos bancarios, porque, como ha recordado González Páramo, las deudas son sacrosantas.

Los medios han ido dando cuenta de estos procedimientos pero con tiento, con cuidado de no herir demasiado la sensibilidad de los bancos, pues quien más quien menos, todos tienen algún crédito que pedir, que renovar o que abonar.

Sólo la iniciativa ciudadana surgida a partir del 15-M ha asumido la seriedad del problema y ha organizado un foro de afectados, estrategias de movilización, propuestas alternativas como la dación en pago.

En este tiempo ni el gobierno socialista presidido por Zapatero ni el gobierno popular presidido por Rajoy se han dado por aludidos. Han tenido que producirse tres suicidios coincidentes con un desalojo por desahucio y la consiguiente alarma social desatada por esa causa para que los dos partidos de gobierno se hayan visto impelidos a adoptar alguna medida. (El 25 de octubre el PSOE había presentado una propuesta de modificación legal).

La situación es tan lacerante que hasta el Tribunal de Justicia europeo ha dado un toque a la Justicia española al dictaminar que la ley española sobre los desahucios viola la Directiva 93/13 de la Unión Europea al permitir que los bancos introduzcan cláusulas abusivas en los contratos de préstamos hipotecarios que, en caso de incumplimiento, acaban en la ejecución forzosa del desalojo.

Tan sangrante, que los responsables bancarios se hayan visto obligados a ofrecer propuestas de moratorias. Lo cual puede indicar que el miedo de los desalojados empieza a subir de nivel. Empero, no son parches lo que demandan los tiempos sino soluciones reales a problemas reales. Las leyes por las que se rigen los desahucios están hechas por los poderosos para favorecer a sus pares. La banca española se está beneficiando de un caudal de créditos sin que hasta el momento se vean sus efectos cuando, según estimaciones de la Asociación de Usuarios de Bancos, Cajas y Seguros de España (ADICAE), sólo un 1% o 2% de los cerca de 490.000 millones de euros que el Banco Central Europeo le ha inyectado solucionaría el problema de las familias que no pueden afrontar el pago de su hipoteca. Parece llegado al momento de cruzar todas las variables. No puede considerarse legítima una ley que no tiene en cuenta más que la sacrosantidad de la deuda sin consideración alguna a los derechos de los ciudadanos como consumidores.

Sería deseable que tantas dificultades, tanta pesadumbre, tanto esfuerzo sirviera a los partidos políticos para descender de su especial Olimpo a la dura realidad y a las entidades bancarias para desterrar prácticas abusivas. Sería dramático que no hubieran aprendido nada.

Por el contrario, la cotidianeidad ofrece regalos impagables. Como la imagen del estanque del Retiro en un día de otoño madrileño.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Sin ley (bis)

No hace aún dos meses que hablé sobre ello pero la realidad es obstinada y el tiempo corre con más rapidez que las soluciones. Se da la circunstancia añadida de que últimamente cuando Madrid es noticia suele serlo para mal. También ahora.

Los hechos son harto conocidos: coincidiendo con la festividad del Halloween, otrora noche de Todos los Santos, cuatro mujeres jóvenes pierden la vida en un local que es propiedad del Ayuntamiento de Madrid, cedido para la ocasión a una empresa de organización de espectáculos.

Lo que parecía un accidente desgraciado pronto se revela como una sucesión de ilegalidades en cascada. El edificio de propiedad municipal carece de licencia de funcionamiento y, a partir de ahí, no se acomoda a la legalidad vigente; el local carece de plan de emergencias; la empresa organizadora no podría concursar por estar en descubierto con la Seguridad Social en el momento de la adjudicación; la fiesta en la que ocurrió la avalancha mortal tampoco cumplía la normativa de espectáculos; no se respetó el aforo. Y así un etcétera que aún no sabemos hasta dónde alcanza.

Mientras se inicia la investigación judicial se conoce que el Ayuntamiento ha venido avalando a la empresa organizadora de la fiesta, a pesar de que ésta ha protagonizado notorios incidentes sin fin con la hacienda pública y con la Seguridad Social. Se conoce asimismo que el propietario de tal empresa hacía alarde de sus excelentes relaciones con el Ayuntamiento madrileño como tarjeta de presentación ante otras instancias. Se afirma que el vicealcalde es o ha sido socio de la empresa, extremo que él se apresura a desmentir. Aparece, en cambio, una foto en la que empresario y vicealcalde posan en sonriente compañía. Días después se conoce también que durante el puente de Todos los Santos la alcaldesa ha viajado por dos veces a Portugal y se ha alojado en un hotel de lujo.

Hoy, se insiste en que la Policía Municipal no intervino en el macrobotellón que se organizó en el exterior del local donde se celebraba la fiesta, mientras la mayoría de los medios ponen el acento en ese último dato: la alcaldesa y el hotel de lujo con spa. Familiares y amigos de las víctimas se han manifestado en la Plaza de Cibeles, frente al Ayuntamiento, pidiendo que las muertes no queden impunes. La alcaldesa comparece en rueda de prensa, afirma que siguió la evolución de los hechos durante todo el fin de semana y anuncia el cierre de otros dos edificios municipales: el Palacio de Congresos del Campo de las Naciones y el de Cristal de la Casa de Campo. Cabe suponer que porque ambos infringen alguna ley. De dimisiones, ni se habla.

A la vista de lo que ya se conoce, lo que sorprende es que algo funcione legalmente en esta ciudad. Aquí, donde la Policía Municipal se pasea ante los cientos de botellones que cada día se organizan en calles  y plazas sin que en ningún momento intervenga, no ya para sancionar –que debería porque es su función- sino ni siquiera para disolverlo.

La oposición se desgañita pidiendo la dimisión de la alcaldesa por haberse ausentado cuando esa ausencia es, justamente, lo único legal de lo ocurrido en esta Villa y Corte.  

miércoles, 31 de octubre de 2012

Cuando vencíamos al tiempo

Niño Jesús de Praga

En los últimos tres años he recorrido metódicamente todos los lugares sagrados de los sitios por los que he pasado, en los que he encendido velas al santo patrón o patrona local. No por propia devoción sino porque en este tiempo he tenido dos amigas enfermas de cáncer: Paloma y Belén. La primera, creyente, la segunda, no. Yo soy creyente pero en ninguna religión, creo en otras cosas.

Acuérdate de la vela, me decía Paloma antes de cada viaje, por corto que fuera. Así lo hacía y, ya puesta, ponía una segunda por mi amiga no creyente, que esas cosas, daño no hacen. Mi sentido del método había llegado a un punto que con frecuencia bromeaba con Paloma: o ella se curaba o yo iba a acabar beata perdida.

Para Paloma, octubre era un mes aciago: en un mes como éste habían muerto sus padres y su suegro. Me da mala espina este mes, había confesado recientemente a una amiga. Cuando me desperté esta mañana mi primer pensamiento fue: ya sólo queda un día. Pero a esas horas ya había muerto. Sólo 16 días después que Belén. 
Peniche (Portugal)
Nacer y morir son las dos caras de la misma moneda, decimos, y decimos bien. Ver morir a quienes queremos es el precio que pagamos por cumplir años  pero perder a dos personas queridas en medio mes es duro de asimilar.

Así que, tratando de encontrar consuelo en los recuerdos, me ha venido a la mente una anécdota vivida años atrás, creo que en 1996 –que también era bisiesto- cuando quisimos torcer el tiempo.

Por entonces, un grupo de amigas nos reuníamos un viernes al mes a cenar en el restaurante Bellman del Hotel Suecia, situado en la calla Marqués de Casa Riera, esquina con los Madrazo, a un costado del Congreso de los Diputados. En el hotel –ya cerrado- se habían alojado Hemingway y el Che Guevara y en el restaurante pasaba las horas muertas el diputado guerrista Pepe Acosta, frecuentemente acompañado de algún compañero de grupo. El responsable del local nos preparaba siempre una mesa en el mismo lugar, en el rincón del fondo a la derecha, según se entraba por la pequeña puerta de la calle de los Madrazo.

El grupo no podía ser más heterogéneo: una italiana, dos argentinas, una holandesa y dos españolas; una actriz, una psicóloga –argentina, naturalmente-, una empresaria, dos abogadas y una periodista. Cada mes una imponía la tarea que todas teníamos que llevar en la siguiente cita. Hicimos las tareas más peregrinas: desde una muestra de labor –creo recordar que un zurcido y un ojal- hasta relatos breves, dibujos o recetas de cocina.  Los trabajos los guardaba siempre Nani. 

Nuestra Señora de los Ángeles en Colliure
En octubre de aquél año una de las amigas estaba divorciándose y el proceso estaba resultando más doloroso y complicado de lo previsto. Así que en la reunión de aquel mes decidimos dar por concluido el año en noviembre, sin esperar a diciembre, para conjurar su maleficio. Si el año no era capaz de comportarse como era debido, nosotras no íbamos a andarnos con contemplaciones, lo finiquitamos y a otra cosa. En consecuencia, celebraríamos la cena de Nochevieja en la reunión de ese mes. Y, naturalmente, con toda pompa y boato y respetando todas las tradiciones.

Allí nos presentamos el día fijado vestidas con nuestras mejores galas, dispuestas a cumplir una por una las costumbres de nuestros respectivos países de origen: comeríamos lentejas y uvas, beberíamos cava y tiraríamos algo, si no por la ventana, ya veríamos dónde. A mí me tocó esto último por lo que acudí provista de una taza desportillada.

Cenamos, reímos, brindamos y dimos por finalizado el año aciago de 1996. La botella de cava, que había llevado Belén, y mi taza la romperíamos discretamente contra un contenedor que habíamos localizado en la calle Marqués de Cubas. Pero, al salir a la calle Marqués de Casa Riera y divisar la tapia del Banco de España que está frente al hotel, metí la mano en el bolso y, animada quizá por el cava que habíamos bebido, dije algo como: siempre he querido hacer una cosa así, y estampé la taza contra la tapia. Las demás me miraron horrorizadas porque, justo al lado del hotel había una patrulla de la Policía Nacional.

Cuando me percaté, ya no quedaba nada de la taza. Me recompuse como pude y pasamos junto a los policías que nos miraban, entre sorprendidos y desconcertados. Arregladas como íbamos, seguramente pensaron que éramos un grupo de diputadas y no nos dijeron nada.      

Por lo común, las dos argentinas llegaban y volvían juntas, en el coche de una de ellas. A las demás, Belén nos iba distribuyendo a domicilio. Ocurrió que, cuando Belén quiso abrir el coche no hubo manera de encontrar la llave. Se te habrá caído en el restaurante, dijimos. En ese caso, ¿quién volvía a pasar delante de la policía? 

Volvimos sobre nuestros pasos y pasamos, con aire inocente, las cuatro amigas. Las llaves no aparecieron y tuvimos que volver a casa en taxi. Bien empiezo yo el año, se lamentaba Belén. Si no nos gusta cómo se porta 1997, lo terminamos en marzo, propuso Nani.

¡Qué días aquellos, en que nos creíamos capaces de vencer al tiempo! 

domingo, 28 de octubre de 2012

Sal a la calle, es barato

Hay días que los rostros pálidos del famoseo nacional e internacional se ponen estupendos todos a la vez que no sabes discernir si estamos en el preludio del fin del mundo azteca o nos afecta una epidemia de tontería, directamente. El rey Juan Carlos se va de la lengua; Rajoy se va a Cataluña a calentar el partido; en el PSOE, para celebrar los 30 años de la llegada del socialismo al gobierno, Griñán le pone la proa a Rubalcaba; en CiU juegan a la comba con la historia; en Grecia, detienen al periodista que publica una lista de evasores fiscales, no a los evasores; la Delegación de Gobierno de Madrid anuncia expedientes contra quienes ejercían un derecho amparado constitucionalmente. En fín, la cosa llega a un nivel que al expresidente Aznar le da un patatús gástrico. 

No te conformes, sal a la calle, repiten quienes se oponen al conformismo social que nos aqueja.Más aún, la última consideración económica aconseja no hablar de crisis. No, contra lo que venimos repitiendo a diario, sostiene que no estamos ante una crisis sino ante una estafa. Así que nada de conformarse, hay que salir a la calle, observar y disfrutar. Observar las iniciativas ciudadanas que se multiplican y disfrutar de lo que la ciudad ofrece. Low cost, es la consigna.

Así que dedico el fin de semana a orearme, a pesar de que el tiempo parece ponerse en contra. El sábado, nos acercamos a la Plaza de la Cebada donde el hueco dejado por un polideportivo demolido y no reconstruido ahora es ocupado por un huerto ciudadano -huerto 2.0, le llaman- y otras iniciativas cívicas. A esa hora, en el solar unos adolescentes hacen deporte, dos jóvenes se baten en duelo a plena luz y otros ensayan una obra, quizá el Tenorio que se anuncia para su cita de Todos los Santos.

La gente entra y sale, mira, se acerca al huerto, da una vuelta por la explanada o se va. En unos improvisados paneles se invita a una "guerrilla de semillas" mediante bombas verdes que sepulten el asfalto urbano. La tierra te necesita, recuerda.
 
Sobre la valla del recinto se divisa el cartel del Teatro La Latina, donde Concha Velasco luce piernamen, a despecho de titulares amarillos.

Frente al mercado, que linda con el solar recuperado por la iniciativa ciudadana, un grupo de militantes del PSOE reclama la reconstrucción del polideportivo.

Esto de la ruina y demolición es un movimiento de ida y vuelta que en Madrid parece no tener fin. En la calle de Embajadores, frente al Teatro Pavón, nos topamos con una casa solariega -a juzgar por el escudo de su fachada- en cuyos bajos hasta no hace mucho tiempo había una farmacia y que ahora amenaza ruina.

En el mercado de San Fernando, en la misma calle de Embajadores, un grupo de jazz anima el cotarro mientras las familias ultiman las compras semanales. Un panel anuncia una actuación de cuentacuentos "solo chicas". Las que cuentan.

Como el tiempo se ha metido en invierno, dedicamos la tarde al cine casero -con una proyección de El Principito, realmente tierna-. En consecuencia, no estamos cuando pasan lista en la manifa ante el Congreso, donde los convocados protestan contra el presupuesto hipersocial de Montoro. Nos unimos en espíritu al amor de la calefacción.

Pero una vez que amanece el domingo, con la alegría de esa horita de regalo, nos lanzamos a la calle en busca de emociones. Sin saberlo, a pesar del anuncio del Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente, nos encontramos con el paso de los rebaños que rememoran la trashumancia.

 
 
Aunque el frío no da tregua, la Puerta del Sol está a tope.Acompañado al rebaño una amplia caravana folklórica con grupos que proceden de León y de Extremadura. Carros de paseo, pendones, trajes coloristas y de buen paño, pies calzados con almadreñas, pitos, dulzainas y tamboriles...

Un grupo se para y canta una canción de ronda, los caballos desfilan como pueden, atosigados por la gente que cada vez estrecha más el paso reservado a la caravana, para desesperación de los policías encargados de la organización.

La mayoría de ellos van montados por jinetes pero hay un numeroso grupo de amazonas, algunas montando a mujeriegas.  Hay, incluso, una amazona infantil que desfila con la misma dignidad que lo haría ante la realeza o ante el Honrado Concejo de la Mesta. Y un caballo que mira con aire filosófico.
 
 
Esto de la trashumancia tiene su ritual, de manera que los pastores son recibidos protocolariamente en la Plaza de la Villa y, luego, habrán de pagar su tributo por atravesar el tramo madrileño de la cañada real.

Es una manera de hablar, claro, pero hay que hacerlo con cuidado. Porque en Madrid, hay otra cañada real mucho menos folklórica y más dramática, que aparece con frecuencia en titulares y casi nunca para bien. Aquí hablamos de la cañada real Galiana, que nace en La Rioja, atraviesa el centro de Madrid y termina en Ciudad Real.  Ocho siglos llevan pasando por estás vías los rebaños, en invierno de norte a sur y en verano de sur a norte, buscando pastos. ¡Qué no habrán visto y vivido estos pastores y sus padres y los padres de sus padres y los abuelos de sus abuelos!
 

A estas alturas del desfile, seguramente hay más fotógraf@s que ovejas. El rebaño pasa con dificulttad. ¡Qué estrés, este Madrid!, pensarán, ellas como muchos visitantes. Uno de los abuelos que desfilan a caballo, se para coquetamente y posa ante el móvil. Le sonrío, agradecida.
- También en Madrid hace frío ¿eh?, saluda.
En efecto, hoy hace frío. Así que tomamos el camino de vuelta a casa y al llegar descubrimos que, justo bajo nuestro balcón, se ha organizado un concierto para presentar una nueva orquesta, la Joven Orquesta Barbieri. Varios jóvenes Down danzan al ritmo de la música. Suenan bien y merecen tener éxito porque se necesita moral para presentarse en tiempos como los que vivimos.
Más que nada, por el frío.