domingo, 17 de julio de 2011

Antecedentes

En Gran Bretaña, donde la población tiene una percepción del periodismo respetuoso con las normas éticas, se está viviendo con auténtica consternación las informaciones que hablan de las prácticas utilizadas por la prensa del grupoMurdoch, defensor del periodismo amarillo y propietario de grandes periódicos en esa línea.

Grabaciones ilegales, chantajes o complicidades con las cúpulas policiales y los partidos políticos que llegan hasta los aledaños del primer ministro. Un compendio de falta de escrúpulos.

El cierre del periódico británico de mayor tirada –News of de World- no ha sido suficiente para cerrar el escándalo. La investigación ha costado varias dimisiones de personas muy próximas al propio Rupert Murdoch y hoy mismo al jefe de Scotland Yard en el área metropolitana de Londres.

El relato de las investigaciones refleja el nivel de miseria al que está llegando una profesión, la periodística, sobre la que descansa en buena medida las garantías democráticas. Conocido es el aforismo según el cual la democracia podría sobrevivir en un país sin gobierno pero difícilmente podría ser calificado como democrático un país sin prensa libre.

¿Qué es lo que ha pasado? Muchos son los pasos que se han dado hasta llegar a semejante catástrofe.

En lo que nos atañe a los españoles, tras la etapa negra de la dictadura, el periodismo vivió unos años triunfales coincidiendo con la transición pero las complicidades creadas en esos años, la introducción de personajes ajenos a los intereses periodísticos como empresarios de prensa y el desarrollo de un formato supuestamente popular que alimenta los peores instintos de una población cada vez menos informada, han conducido a una situación de derrota absoluta.

En el consejo de administración de News Corporation, el grupo empresarial de Murdoch, ocupa un puesto de consejero el ex presidente José María Aznar, por el que percibe unos honorarios de más de 150.000 euros anuales.

Cuando se supo de su nombramiento, dos años después de dejar la Moncloa, sorprendió la distinción del magnate de prensa ¿Qué méritos adornaban a un político español –abogado y ex inspector de Hacienda en su vida privada- para un puesto así en un grupo periodístico?

Las razones se van entendiendo. En su etapa de presidente de Castilla y León se conoció la existencia de unas listas sobre periodistas de aquella comunidad, en las que se aludía a su vida privada: matrimonio, noviazgos, amantes, afinidades políticas y detalles de ese nivel. La autoría de aquellas listas se atribuyó siempre a su portavoz, Miguel Ángel Rodríguez, de quien se conocían más sus mañas que sus virtudes profesionales.
La existencia de aquellas listas provocó cierto revuelo en los ambientes periodísticos locales y poco más. Probablemente, de haber sucedido en Gran Bretaña o Estados Unidos el hecho hubiera supuesto el fin de la carrera política del responsable. No aquí, donde el consejero no ha abierto la boca sobre algo que le concierne tan directamente. Debe ser norma de la casa porque es la táctica seguida por su sucesor como dueño de la gaviota, Rajoy, quien tampoco ha dicho palabra sobre el procesamiento del presidente de la Comunidad Valenciana, Francisco Camps.

A veces, nos lamentamos de la escasa calidad de nuestra prensa. Lo atribuimos a factores siempre ajenos a nuestra responsabilidad. Quizá deberíamos empezar a preguntarnos por qué hay tantos empresarios de prensa millonarios recientes del ladrillo, por qué hay entre ellos tantos sospechosos de corrupción y, algunos, culpables, condenados y convictos. Por qué tienen tanto éxito los programas que no informan, ni forman ni entretienen sino que revuelven en las basuras personales. Y si alguien cree que todo ello es casual. No lo es.

Es un periodismo hecho con la hez de la sociedad. De vez en cuando, la materia hiede. Y, en países con tradición de buena prensa, se extirpa el tumor.

1 comentario:

Lo que tú digas