jueves, 21 de julio de 2011

Literatura política

A la generación que cumplió veinte años en los sesenta se le acusó de que todo lo convertían en política: la música, el cine, la pintura, la literatura, todo tenía un matiz político, quizá para compensar la imposibilidad de hacer política real.

Pues bien, con ocasión de la dimisión de Camps como presidente de la Generalitat valenciana he tenido la percepción de vivir el fenómeno contrario, es la política la que se aventura por la literatura y se pasea entre don Ramón María del Valle Inclán y don Pedro Muñoz Seca.

A caballo entre el esperpento y el sainete. Ay, ese don Francisco Camps, ojeroso y extraviado, sintiéndose a ratos un Bradomín y a ratos un don Mendo. Pura literatura.

2 comentarios:

  1. ¡Animalico! Sigo llorándolo. Camps nos gusta. Camps, te votamos. Camps, te queremos.

    ¡CAMPS, CAMPS, CAMPS!

    Ay, qué listos somos. Ay, soy valenciano, tengo retraso mental y derecho a voto.

    Te mando biquiños fermosos.

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  2. Larisa, comparto plenamente sus fervores. Es que no me explico por qué le critican con tanta saña por haber aceptado cuatro regalitos: trajecitos, viajecitos, relojitos, joyitas de sus amiguitos del alma.
    Menos mal que él lo ofrece por la salvación del mundo. O algo así.

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