domingo, 21 de agosto de 2011

Revival agosteño

Agosto es un mes peculiar en Madrid.  Habitualmente, durante unas semanas la ciudad pierde la mitad de su población y dos terceras partes de su parque móvil. En consecuencia, las calles ofrecen un tráfico fluido y las aceras y vías peatonales, grandes claros por los que pasear cómodamente.

Lo de este año ha sido el acabose. Quienes no hemos podido escapar de la ciudad hemos sufrido un duro castigo. Miríadas de jóvenes han tomado calles, plazas y, muy especialmente, andenes y trenes del metro, en un movimiento constante como si se tratara de atunes, que se ven obligados a nadar sin descanso para mantenerse vivos.

Ha sido una semana extraña en la que, muy a nuestro pesar (al mío, al menos) nos hemos visto inmersos en una especie de revival agosteño. Una vuelta a un pasado remoto que creíamos olvidado y superado.

El clero y sus fieles han ocupado el centro de la ciudad, los principales medios de transporte público, las fuentes, los grandes almacenes y todos los macdonalds.

El papa ha dictado al gobierno cómo tiene que ser el programa docente sin que el gobierno reclame, en contrapartida, su derecho a dictar cómo tiene que decir el clero la misa.

El gobierno ha pedido ayuda al clero para reconvertir el Valle de los Caídos y para reclamar su apoyo en el fin de ETA, sin que a nadie -ni al gobierno ni al clero- se le caiga la cara de vergüenza. Al primero por mendigar derechos y al segundo por sus complicidades criminales.

El gobierno ha ofrecido un menú de amenes suficientes para indigestar al estómago mas acostumbrado.

La ciudad tomada por seguidores de una religión. Las autoridades civiles arrodilladas ante el poder religioso. Miles de jóvenes alucinados antes un líder, repitiendo mantras acríticos. Otros jóvenes apaleados e insultados por defender la aconfesionalidad del Estado reconocida en la Constitución.

El sábado el programa papal tomó la plaza de Cibeles y sus aledaños durante horas. Igualito, igualito que en los años 60 cuando ocupaba la Castellana el padre Peyton para rezar el rosario en familia, bajo el eslogan de “familia que reza unida permanece unida. Y, como entonces, allí estaba una nutrida representación de las familias más distinguidas del régimen. De cualquier régimen.
El centro de Madrid ha sido clausurado al tráfico rodado para permitir el paso a los miles de visitantes. El centro de Madrid ha quedado repetidamente convertido en un basural porque la organización no contempló que los seguidores papales también manchan como cualquier mortal, especialmente si deben estar horas y horas apalancados bajo un sol de justicia.

El sabado se anuncian temperaturas aún más altas así que optamos por acercarnos a la sierra en busca de un poco de fresco. Miramos en la web y optamos por el monasterio del Paular y Rascafría y sus piscinas naturales, paraje conocido como las Presillas

En el camino, confundimos el lugar y acabamos en un claro del río Lozoya. El lugar está fresco, el agua baja rumorosa, en la pequeña poza brujulean peces, tratamos de dilucidar si son o no truchas. Se está tan bien, lejos del mundanal ruido, que nos sentamos en una piedra de la orilla y metemos los pies en el río, entre pequeños pececillos y aclaraaguas.
- Hace más de cuarenta años que no hacía una cosa así, recuerdo. Es como volver atrás en el tiempo.  

Finalmente, llegamos a las Presillas. El lugar es hermoso pero no en las condiciones en que lo hallamos. Cientos y cientos de personas han tomado las orillas como si se tratara de una playa. Tumbonas, neveras, pequeñas tiendas de camping, balones, raquetas, mesas con familias jugando a las cartas…

De esto, hace por lo menos cincuenta años, cuando pasábamos los domingos de verano junto al río. Toda la familia, abuela, padres, tíos, hijos, sobrinos, primos, amigos. Una tropa. Con suerte, alguien con coche trasladaba los trastos y a los mayores pero a la gente menuda nos tocaba ir a pie. Y allí, jugábamos a la pelota, corríamos, comíamos sobre el suelo o en las mesas plegables, las mismas que luego utilizaban los mayores para echar una partida de cartas mientras los pequeños esperábamos que pasara el tiempo de la digestión para volver al agua.

Para entrar en las Presillas habría que pedir permiso. El bar está tomado por quienes pretenden refrescar la garganta. No falta el inevitable chulito de playa que se pasea galleando, tripudo y con el calzón mínimo. En una mesa, un grupo de jóvenes bromea. ¿Estudias o trabajas?, dice uno.

-  Pero ¿siguen existiendo estas cosas?, me pregunto.
Parece que sí. Al menos en estos días.

2 comentarios:

  1. Qué te digo, maifren. Que me acosté en la hierba del Retiro y casi que no pensé en nada. Que estábamos rodeadas por esa sanísima juventud, oh, y superviviendo. Y que no sé qué me pasa con la T4, oyes. La veo híper-preciosa en-llegando, pero me da mucho ajco en-volviendo.

    Las Presillas tienen buena pinta. Te las cambio por El Postiguet. En serio. Jartita me tiene tanta arena.

    Besos verdes, rosas y amarillos.

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  2. El panorama que has descrito es conocido por todos quienes hemos vivido una época dorada de desarrollo industrial, político y social. Hemos pasado de los veranos en "Las Presillas", tumbadas en su verde césped (antes no dejaban entrar con tumbonas o sillas a la pradera que bordea las piscina que forman las presas), y bañándonos en sus heladas aguas (cuando éramos mucho más jóvenes), o simplemente vigilando el baño de nuestros retoños (cuando éramos un poco menos joven y el agua fría nos paralizaba los músculos), o cuando como ahora, añoramos aquellos días de tartera con filetes empanados y tortillas de patatas. Con sandías puestas a enfríar en el río y refrescos comprados en el kiosco para que nos dejaran usar los merenderos y así, sentarnos al menos durante la comida...
    ah! aquellos maravillosos veranos...! dejaron pasar otros más lujosos, divertidos también, intensos si. Pero...cuánto añoramos aquellos veranos en la sierra de Madrid, con sus aguas frías y nuestras risas juveniles volando con el aire y zarandeándo las hojas de los árboles que forman los bosques del Parque Natural de Peñalara!!

    Besos, guapa!

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