jueves, 9 de febrero de 2012

El triunfo


Hay días en que tienes ganas de sentarte a la orilla del camino y dejar que pase el tráfico. Hay días en que no entiendes nada de lo que ocurre alrededor. Hay días en que se diría que te has equivocado de mundo, de tiempo, de era, de lugar, de modo. Hoy es uno de esos días.

Y mira que me acosté contenta. Ayer se presentó públicamente la Fundación Mujeres por África, una iniciativa que impulsa la ex vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega. Se trata de una Fundación privada, que cuenta con financiación de empresas españolas para luchar por la igualdad de las mujeres africanas. "No hay factor de desarrollo más fuerte que la igualdad", recordaba. Pensé en los 135 millones de niñas y mujeres en el mundo sufren ablación.

Al acto había asistido la flor y nata de los dos partidos mayoritarios además de la reina Sofía. Las imágenes presentaban a una ex vicepresidente muy recuperada. Dos años después de su salida del gobierno, asentada en su puesto del Consejo de Estado, recuperada de la intervención que sufrió en la etapa final de paso por el Gobierno, había recuperado peso, había cambiado de peinado y su aspecto era mucho más saludable.

Esta mañana, todos los periódicos ponían el acento en su apariencia. Cinco millones de parados, una economía en recesión, un mercado laboral en regresión galopante, una pérdida feroz de derechos sociales, un desprestigio general de instituciones que deben ser pilar del sistema democrático y periódicos supuestamente serios se preguntan en portada qué se ha hecho en la cara Fernández de la Vega. Lo que corrobora, una vez más, que cuando alguien señala la luna, los tontos miran el dedo.

A las 2 de la tarde, llega la noticia de la inhabilitación al juez Garzón. No es éste santo de mi devoción, creo haberlo dicho ya en otra ocasión, pero habría que ser muy ciego para no comprender que un sector poderoso de la judicatura ha ido directamente a por él. Me ha dolido especialmente su procesamiento por haber atendido la petición de familiares de desaparecidos para abrir las fosas donde fueron sepultados miles de civiles del bando republicano en la guerra y en la posguerra.

El relato de tantas penalidades, de tanto sufrimiento, de tanta dignidad pisoteada ponía un nudo en la garganta. Al parecer, no en la de los magistrados.

Bien, no tengo conocimientos jurídicos suficientes para discutir los pormenores de una sentencia. Expertos en la materia sostienen, incluso, que la sentencia es conforme a derecho. Puede ser. En Derecho, una sentencia puede amparar un hecho y su contrario según quien aplique la ley. 

Mi ignorancia no me impide constatar que la protección de derechos que el Tribunal Supremo hace de los procesados por la trama Gürtel no tiene nada que ver con el trato que habitualmente reciben los procesados menos importantes y conocidos. Aquellos que carecen de padrinos poderosos. Aquellos que “disfrutan” de abogados de oficio que cobran poco y tarde. O no cobran.

La justicia española no es ciega sino tuerta. Sólo ignora los delitos que comete la derecha. Los delitos que cometen los poderosos. Los crímenes de las mafias bien asentadas en el poder.

Hoy es un día lamentable. No porque hayan condenado a Garzón. Sino porque se ha lanzado un claro y rotundo aviso a navegantes: quien se enfrenta al dinero y al poder de la derecha tiene todas las de perder.
Son las consecuencias de una transición, tantas veces canonizada, que dejó intacto el poder de la oligarquía más beata y reaccionaria.

La que hoy celebra su triunfo.

4 comentarios:

  1. Me siento exactamente igual que tú, gracias por explicarlo tú tan bien.

    A mí tampoco me alcanza el conocimiento para juzgar esta sentencia, pero sí tengo claro que ahora hay un estorbo menos para no juzgar las tumbas colectivas en las cunetas.

    ¿Dije juzgar? Verás como no lo hace nadie ya, ni él, ni sustitutos.

    Besitos

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    1. Estas cosas dejan la sensación de que caminamos hacia atrás. Vivimos malos tiempos pero yo quiero creer que nuestras hijas y nietas serán más capaces que nosotras de construir una sociedad más justa.

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  2. Duele, te deja callada, tratando de abrazarte pero sin llegar a darte cobijo. Supongo que se pasará, pero la herida es profunda, el sistema judicial se resentirá por ello.

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    1. El sistema judicial y el resto de los sistemas está resintiéndose. Incluso nosotros estamos doloridos.

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