domingo, 4 de marzo de 2012

Redes


Mi bisabuela nació en una familia de la provincia de Burgos. Tenía una hermana que se casó con un señor de la provincia de Toledo. No volvieron a verse nunca más. Por la distancia, explicaba mi bisabuela.

Lo recuerdo cuando pienso en los cambios sociales que se han producido en los últimos años. Hoy, mi bisabuela hubiera podido ir y volver a ver a su hermana en el mismo día. Y no sólo eso. Podría hablar con ella mientras la ve a través de la pantalla del ordenador. Podría pedirle una receta de cocina y resolver dudas acerca de los ingredientes mediante el whatsapp, comentar sus impresiones en twitter y subir la foto en facebook.

Los tiempos han cambiado una barbaridad. Hoy, las redes sociales han desmontado las últimas fronteras que quedaran y ofrecen la posibilidad de contacto en tiempo real a personas de cualquier parte del mundo.

Los bloggers participan del mismo fenómeno. Cualquiera puede acercarse a esta pizarra universal en la que se ha convertido internet y decir lo que estime conveniente y cualquiera puede echar una mirada a esa pizarra y leer lo que hay escrito o comentar lo que le parezca. Es un diálogo universal.

Luego, la realidad va acotando afinidades y cada cual encuentra los bloggeros con los que coincide o con quien le apetece establecer discrepancias. Y del diálogo surgen amistades que, a veces, se prolongan en la vida real. Ese cruce entre el mundo digital y el analógico da para un tratado de las relaciones humanas y para escribir novelas que llenarían la Biblioteca Nacional.


Este fin de semana nos hemos citado en Madrid una pandilla de amigos: tres bloggeros con sus respectivas parejas. Valdomicer, el cocinero de Andanzas y Rutinas, y Pilar, la fina analista de Abalorios. Nos conocimos a través de la red y fuimos afianzando nuestra amistad pasando de la realidad virtual a la analógica, con itinerarios de ida y vuelta.




Nos hemos divertido mucho, como es normal cuando se reúnen amigos. Hemos hablado quitándonos la palabra los unos a los otros. Hemos comido, hemos bebido, hemos brindado, hemos disfrutado con la exposición de Marc Chagall en el Thyssen y en la sala de la Fundación Caja Madrid, hemos paseado por el centro de Madrid.

En uno de esos paseos por la Puerta del Sol, coincidimos con un amago de manifestación. Un montón de lecheras y más policía que manifestantes. Una muralla de antidisturbios corta el paso. Algunos de nosotros hemos corrido delante de sus predecesores más de una y más de dos veces. Alguno ha pasado deprisa por este mismo lugar huyendo del riesgo de acabar en la temida Dirección General de Seguridad, donde hoy manda la virreina Aguirre.


Todos estamos de buen humor. Principalmente, por habernos reunido. ¿Nos hacemos una foto con ellos? Muy educadamente, nos acercamos y se lo proponemos. Un agente se separa, discretamente. Otro responde que por él no hay problema. Y ahí estamos, posando risueños.

Verdaderamente, los tiempos cambian que es una barbaridad.

8 comentarios:

  1. ¡Qué alegría me dan estas cosas!

    Un beso a los tres (pillines)

    ResponderEliminar
  2. ¿De dónde has sacado tiempo para ponerte a escribir? Nosotros llegamos a casa exhaustos.

    ResponderEliminar
  3. Que gusto veros y una alegría que lo hayáis disfrutado.
    Besos !

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ya he comentado a Tita que os recordamos a todas las que frecuentáis nuestros blogs. Besos.

      Eliminar
  4. Ya en casa...cansados pero encantados. Ha sido un placer.

    Besos

    ResponderEliminar

Lo que tú digas