domingo, 1 de abril de 2012

El clavo




Las siete plagas bíblicas debieron ser muy parecidas a los tiempos que nos están tocando vivir. Cuando todo se pone cuesta arriba. Hasta la lluvia, remisa durante meses, espera a caer en semana santa, que ya es mala baba.

 
La lluvia como fenómeno meteorológico porque llover sí llueve. Graniza a cántaros. La crisis que, como la niebla, todo lo envuelve y lo tapa todo. Por si no teníamos bastante con los millones de parados –incluso descontando los que trabajan en negro- nos endosan una reforma laboral que va a mandar al paro a los que aún tienen empleo para que los buenos empresarios tipo Gerardo Díaz-Ferrán puedan contratar por la mitad y echarlos luego a precio de saldo. Pero por si la reforma no nos hubiera parecido suficiente nos obsequian con unos presupuestos que recortan hasta las aceras.

Y ya, en plan si no quieres caldo toma tres tazas, nos obsequian con una amnistía a los chorizos en gran escala. El mensaje del gobierno con esta medida es “Tonto el que paga”. Porque hay que ser tonto del haba para pagar el 100% de los impuestos cuando puedes pagar el 10%.

En situaciones como las que vivimos, cuando las noticias caen como mazas, cada vez un poco peores, ofreciendo un horizonte sin aparente salida sólo queda pararse en seco, evaluar lo que se tiene y observar lo que se cuece al otro lado de ese horizonte. 

Apretar las propias clavijas, confirmar los compromisos, afianzar los pies en la tierra y  gratificarse con lo que la vida te ofrece al paso. En ese paso, hoy estaba el Museo Reina Sofía.


 Empezamos el itinerario con un recorrido por la exposición temporal “De la revuelta a la posmodernidad. Un repaso a la transición desde la óptica de la cultura experimental.


Justo el tipo de muestras en los que me pregunto si es una expresión exquisita o se están quedando conmigo. Casi nunca llego a ninguna conclusión.



En vista de lo cual, visitamos la colección permanente.


Algo de Dalí, algo de Anglada Camarasa,


la Mujer en Azul de Picasso, recién restaurada…


Y, antes de irnos, un paseo por el patio central del antiguo hospital, obra de Sabatini, con el móvil de Calder como eje. La mañana está apacible, el entorno es interesante. La leyenda que acompaña al hospital de San Carlos sostiene que en las salas que hoy ocupan las obras de pintores y escultores de los siglos XIX y XX y que antaño ocuparon las camas de enfermos, se producen fenómenos paranormales: luces que se apagan, objetos que se mueven sin causa aparente. Bromeamos sobre la posibilidad de encontrarnos a un alma en pena detrás del metrónomo que abre y cierra el ojo. 



Es una manera de agarrarse a un clavo ardiendo cuando fuera arrecia… 

8 comentarios:

  1. Aunque arda y se te clave en las manos.

    Besos a cubierto

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    1. Hay clavos y clavos. Estambul no es un mal lugar al que asirse, guapa.

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  2. El arte: alguien desde una posición privilegiada, trata de hacerte ver a través de sus ojos. Tarea difícil, que muchas veces no consiguen ni los más cercanos, con asuntos más mundanos e importantes.

    Conclusión: nos toman el pelo, sin querer, pero nos lo toman.

    Con todo, reformas incluidas. Espero que echen atrás la amnistía fiscal, porque si no voy a tener que pedir el dinero que les he estado pagando religiosamente todos estos años atrás. Y así, me puedo acoger a la amnistía, como los chorizos.

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    1. Sobre arte podemos negociar lo que quieras pero de amnistía fiscal nada hay que decir. Los hay listos, que saben como defraudar y quedar como patriotas y tontos, que hagan lo que hagan siempre resultan sospechosos. Nosotros somos de los segundos.

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  3. Adoro Dalí. Como buena mujer con gusto que soy. Admito que el Reina Sofía es desde hace un tiempo sólo una zona de paso, a diferencia del Prado, donde me gusta rezar a mis dioses paganos.

    Un saludo a las almas en pena.

    Mola que no hayas puesto el Guernica. El Guernica está sobrevalorado.

    Hala, comedme.

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    1. El Prado es mi salón de té, por si no lo sabías. (Carnet de FAPE permite entrada gratis) Pero el Reina Sofía tiene cosas que no están mal. Me gusta sobre todo el espacio. Sobre el Guernica tengo mi opinión pero, aparte de eso, es imposible hacer una foto. Está hiperprotegido por agentes 007 locales. Si te acercas más de lo debido te hacen una llave de yudo y te cargan con antecedentes penales. Lo primero, por cegata lo segundo, por tonta.

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    2. Oh, my God. Cierto lo que dices del Guernica y su híper-seguridad. Así lo comprobamos en 2006. No hemos vuelto a comprobarlo. En cuanto a lo demás, y dado que compartimos el privilegio del buen gusto y la entrada gratis, querida colega, ¿cuándo coordinamos nuestros respectivos carnés y nos visualizamos? El café del Prado está buenísimo.

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    3. No tienes más que indicar día y hora y, a salvo horario laboral, allí estaré presta para el duelo a primera sangre e incluso a muerte.

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