lunes, 9 de abril de 2012

En el filo de la navaja

Estamos viviendo momentos de vértigo. Se percibe el desconcierto dondequiera que se mire. Y miedo. Sobre todo, miedo.

Quienes tienen trabajo, temen perderlo. Y ese temor paraliza cualquier iniciativa, cualquier protesta. El trabajo se ha convertido en la llave de la felicidad.

Quienes no tienen trabajo, tienen miedo a perder la prestación por desempleo, si aún la reciben, miedo a no encontrar trabajo nunca más, miedo a quedar definitivamente desplazado, expulsado del paraíso.

Los empresarios se saben depositarios del poder de decisión. Nunca han sido tan poderosos como ahora y, no obstante, ni siquiera ellos parecen satisfechos. Los empresarios modelo Díaz Ferrán siguen reclamando ventajas de partida, más aún, que miedo da también pensar en qué estarán pensando.

El gobierno es quien más desconcertado parece. Los mismos que han pasado cuatro años acusando a los anteriores gestores de todos los males posibles, de ignorancia y mala fe, de despilfarro y mala gestión; los mismos que hasta hace cuatro meses nos prometían el paraíso se han encontrado de pronto recortando aquello que sus predecesores no se atrevieron a hacer, aquello que aseguraron no recortaría. Han  pasado como en un ay de acusador a acusado. Y están desconcertados.

Tan desconcertados que, después de haber nombrado como ministro de Economía al consejero local de ese dechado de virtudes bancarias que fue Lehman Brothers, no han encontrado mejor fórmula para mejorar los ingresos que otorgar una amnistía fiscal a los grandes defraudadores, esos que han dejado de abonar unos 25.000 millones de euros que estaban obligados a declarar.

La semana pasada el gobierno presentó unos presupuestos que dejaban la Administración bajo mínimos. Recortes en partidas secundarias y recortes en las partidas esenciales. Los servicios públicos se quedaban en el esqueleto, para deleite de las grandes corporaciones y empresas varias, principalmente las vinculadas a la sanidad y a la enseñanza.

Tamaña ofrenda no ha parecido suficiente a los mercados que, a la vista está, se crecen ante los gobiernos asustados. La famosa prima de riesgo se colocaba el miércoles en límites peligrosos, como en los mejores tiempos de Zapatero.

Hoy, algún lumbreras de la comunicación se ha levantado inspirado, y ha decidido que para calmar a los mismos mercados, nada mejor que introducir nuevos recortes en sanidad y educación. Recortes por valor de otros 10.000 millones de euros. Más madera para el fuego de los negocios privados.

Este gobierno, que tanto reprochó al anterior, está desmantelando el precario sistema de cobertura social que habíamos construido con tanto esfuerzo. Nada está seguro. Ni la sanidad universal, ni la enseñanza pública, ni las leyes de igualdad, que amparaban los derechos de las mujeres. Ni el respeto al otro. Nada. Están desmantelando el estado de bienestar antes de haberlo consolidado.

También la prensa tiene miedo. Miedo a las pérdidas, miedo al poder, miedo a las consecuencias de decir la verdad. Por eso se limitan, cuando lo hacen, a recoger las declaraciones oficiales, a informar de las notas de prensa. En ocasiones, algún editorial lanza alguna advertencia. Con cuidado de no herir los intereses de los bancos que financias sus pérdidas y pueden cerrarlos.

El miedo todo lo paraliza pero ahora mismo estamos en el filo de la navaja. Aún puede ser peor. Que el miedo nos haga enmudecer a las víctimas. Aquellos que no creamos esta crisis, quienes trabajamos decentemente, pagamos nuestros impuestos y, a cambio, somos menospreciados, vapuleados, explotados y engañados.

6 comentarios:

  1. Es la calma chicha antes de la tormenta.

    Un día de éstos, un mes de éstos, no sé cuando, habrá una gota que colmará el vaso y todos saldremos a la calle a una y sin distinción.
    Al tiempo. Cuando ya no tienes nada que perder, nada temes.

    Entiendo los recortes, pero no entiendo la injusticia. He pagado mis impuestos ¿me van a devolver algo por haber sido honrada para no sufrir agravio comparativo con los que no?

    A mí...después de ver que la bolsa puede estar cerrada 5 días y no pasa nada, el sol sigue saliendo y el mundo no se para...ya todo me huele mal.

    Somos esclavos de 4 especuladores, que ni siquiera son controlables por los gobiernos.

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    1. No son los gobiernos quienes controlan a los especuladores sino los especuladores quienes ordenan a los gobiernos. Ese es el drama

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  2. Más madera, hasta que no quede bosque.
    Qué dura esta vuelta, tienes razón, no es a primavera, sino a miedo, a lo que huele el aire.

    Besos

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  3. ¡Ay!

    Me recuerda a la portada de El Padrino, con la mano manejando las cuerdas de las marionetas....

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  4. Al no tener que trabajar,las personas mayores por dignidad y por que nos da la gana, a protestar tenemos que salir a la calle y decir muy alto rajoy mentiroso.

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