martes, 9 de abril de 2013

La España cañí despide a Sara Montiel



 Soy de la opinión que España no sabe apreciar sus valores humanos, especialmente los que tienen que ver con el ámbito intelectual o cultural. Si Concha Velasco hubiera nacido en Estados Unidos sería una actriz reconocida mundialmente. Y como ella, muchos otros ejemplos. No lo digo por prurito nacionalista –sentimiento del que carezco- sino porque me parece de justicia. En consecuencia, siempre que puedo acudo a los homenajes que se tributen a personas que han dedicado su vida a cualquiera de las expresiones artísticas que nos han proporcionado momentos placenteros. Lamentablemente, muchos de esos homenajes ya son tributos póstumos.



Por eso y porque, como sostenía mi abuela, de lo que se ve se da fe. Aparte de que a estas alturas una puede hacer lo que quiera sin tener que dar explicaciones. Vaya este exordio para explicar que ayer, cuando conocí que el Ayuntamiento de Madrid pensaba homenajear a Sara Montiel paseando su féretro por la Gran Vía, me dije: Allí que me voy.


Cuando llego al metro de Callao lo primero que oigo son unos compases de la Violetera que alguien interpreta al acordeón. A las 11,30 la plaza está casi llena de un público variopinto que sigue en la gran pantalla del cine Callao la proyección de El último cuplé, la película protagonizada por la Montiel y Raf Vallone. ¡Qué buenísimo estaba el Vallone!, recuerdo.

Enfrente, las pantallas del Palacio de la Prensa muestran carteles de películas protagonizadas por la manchega. Digo público variopinto pero abundan las mujeres de cierta edad, por encima de los cincuenta, seguro.
Enseguida distingo el concierto de pitos que acompaña las manifestaciones contra los bancos. En efecto, en la derecha de los pares de la Gran Vía hay una sucursal de Bankia ante la que un grupo, no muy numeroso pero ruidoso, se manifiesta con pitos y carteles. Me coloco en la acera con la sana intención de no perder ripio al paso de la comitiva fúnebre. De la Plaza de España sube un aire fino del Guadarrama que pelea duramente con el sol que pugna por asomar. Hace frío. Unas señoras se quejan de los que protestan.
- No tendrán tiempo de manifestarse en otro momento y respetar a una persona que se ha muerto, dice una.

- Ya se sabe, la derecha no puede gobernar. De toda la vida, en cuanto llegamos al poder la izquierda se nos echa encima, dice otra.

- La izquierda sólo quiere el poder, al precio que sea, aunque tengan que morir doscientas personas y miles se queden paralíticos, como cuando el 11-M, remata una tercera.

- Pero ¿a ninguna de ustedes le importa que estén desmantelando la sanidad, la educación y todo el estado de bienestar que tanto nos ha costado construir?, intervengo tomando una vela en ese entierro. Una señora a mi lado me sonríe pero calla.

- Ya está aquí la de izquierdas. ¿Usted no se ha enterado de que la Carmen Chacón ya había creado diez juzgados para tratar los desahucios? Poco protestaban ustedes entonces, responde una de ellas.

Estoy a punto de responder que sí, que hemos protestado mucho contra Zapatero, incluso contra Felipe González, porque un aspecto inherente a la izquierda es el espíritu crítico, cosa que no le ocurre a la derecha pero me acuerdo de haber escuchado algunas críticas muy acerbas de cualificados militantes del PP respecto a su propio partido así que me refreno. Dos señoras que habían permanecido calladas protestan a su vez.

- ¿No tienen otro momento para hablar de política? Que esto es un entierro. ¡Poca vergüenza tienen unas y otra!
Estoy a punto de soltar una carcajada pero me contengo. Son casi las 12 y veo que asoma el primer coche fúnebre cuajado de coronas.
En la parte posterior se puede leer la dedicatoria de la corona: “Todo mi cariño para siempre. Julio Iglesias”. El segundo remata con otra corona: “Tus hijos que nunca te olvidarán”. Abre la comitiva una moto y un coche de la Policía Municipal. Hacen una pausa a la altura de los cines.

Un hombre se me coloca delante limitando mi área visual. Le dirijo una mirada del calibre 9 mm. parabellum y se retira. Su acompañante comenta que el Ayuntamiento debería haber cortado el tráfico de la Gran Vía en las dos direcciones.
- Ella, la Antonia, hubiera disfrutado porque no se perdía una juerga pero esto está muy mal organizado, se queja.
Por fin aparece el coche que porta el féretro de Sara Montiel. Le acompaña un ejército de fotógrafos y cámaras, profesionales y espontáneos. La gente prorrumpe en gritos varios:
 - Viva Sara Montiel! ¡Guapa! ¡Guapa! ¡Viva Saritísima!
 
De pronto, mujeres, hombres, jóvenes y mayores, se lanzan a la calzada y rodean el coche. Gritan más vivas.
- ¡Viva la madre que te parió!, oigo a mi espalda.

Me aparto de la comitiva y tomo el camino de vuelta. Voy pensando en un titular que resuma lo que he visto: La España cañí despide a Sara Montiel, pienso.

Me pongo los cascos para oír las noticias y me entero de que el Tribunal Supremos ha confirmado la absolución de Francisco Camps y Ricardo Costa en el caso del regalo de los trajes, lo que me reafirma en el titular. Ya estamos todas. La España cañí en pleno.

8 comentarios:

  1. Qué bien me lo cuentas todo, cómo me gusta leerte. Tenías que haber soltado la carcajada. (Por cierto, animaos tu chico y tú y montamos un "eventazo")

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    1. Mi chico es de pocos eventos, le va más una buena juerga. Por ahí a lo mejor podíamos orientarnos.

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  2. Mi versión de Sara Montiel (situación, nacida en 1975)

    -Señora muy famosa, que fuma puros, casada con un tal Pepe Tous que adopta dos niños algo raros con nombres difíciles de olvidar: Thais y Zeus.

    -Señora que por lo visto en su época, fue inmensamente y enormemente guapa. Queda un rastro actual, difícil de trazar con ese supuesto pasado plasmado en películas para siempre.

    -Señora muy, muy, muy mayor, que hace esfuerzos titánicos por no parecerlo, y que hace bastante el ridículo en televisión poniéndose en evidencia con asuntos que siempre debieran permanecer en la intimidad del hogar.

    Desde luego no hay nada como morirse para que a uno le cambien la película entera y resulte diva de principio a fin!!

    Cuanto menos, sorprendente (conste esta imagen que tengo, como la de alguien de mi edad, que no le permitió vivir de las rentas a la pobre Saritísima)

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    1. Echa un ojo por sangoogle y ya verás que fue una gran mujer. Debe ser difícil envejecer en un país donde se perdona tan malamente el éxito. He sentido saber que en sus últimos tiempos había perdido la vista casi totalmente porque tenía una mirada sabia e irónica.

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  3. Tod@s todit@s....

    Mira que te tengo dicho que no corras riesgos que no estás para periodista de "guerra", me ha encantado la crónica.

    Besos

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    1. ¿Cómo que no estoy para periodista de guerra? Ahora es cuando más de guerra estoy...
      Besos y cuídate.

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  4. Hola,
    De Sara Montiel me quedo sobre todo su libertad y voluntad. Se puso el mundo por montera y se lo comió. Aprendió a leer a los 21 años y ya no paró de hacerlo, y paseó su sensualidad porque era suya, por todo el mundo. Si ahora es difícil ser libre y salir de los lugares a los que nos constriñe el mundo ¡imaginad la pelea que tuvo que suponer entonces!. Seguramente no se dejó una copa, ni una noche, ni un lugar, ni una persona, ni un momento que quisiera saborear. Y lo hizo hasta el último día, no se si fue realmente extravagante o simplemente es su libertad la que nos chirría. Pero es una pena que personas y personajes como ella, sean únicos. Debería haber muchos más.

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    1. Seguramente hay más personas libres de las que pensamos. Pero en esta materia lo importante es aprender a ser libre una misma.

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